Población de vida silvestre mundial disminuyó un 60% en los últimos 40 años
Un reciente informe publicado por WWF, reveló que el consumo humano desmedido sería la principal causa de la disminución de la biodiversidad en el planeta. Dentro de los ecosistemas más amenazados se encuentran los bosques tropicales de América del Sur y América Central además de los humedales, los cuales han perdido el 87% de su extensión a nivel mundial. ¡Aquí todos los detalles!
El gran desafío como humanidad hoy es que dejemos de ver la naturaleza como un regalo y que logremos comprender las consecuencias de nuestras acciones; por qué nuestra elección sobre ciertos productos es mejor o peor que la de otros en relación a sus impactos en el medio ambiente; cómo lo que hoy producimos y consumimos afecta a la vida a nuestro alrededor y por qué esto es importante para nuestra subsistencia. Suena sencillo y sin embargo, hasta el momento estamos fallando en esta simple acción.
Así lo evidencia el Informe Planeta Vivo 2018 publicado recientemente por WWF, el que documenta el estado en el que se encuentra la biodiversidad, ecosistemas y los recursos naturales del planeta, así como lo que esto significa para los seres humanos y vida silvestre. Según el documento, entre 1970 y 2014 la Tierra ha perdido el 60% de las poblaciones de vida silvestre a una tasa de 100 a 1000 veces mayor que la que existía antes que las presiones antrópicas fueran un factor predominante. “El consumo humano desenfrenado es el motor detrás de los cambios planetarios sin precedentes que estamos presenciando”, afirma al respecto. “Mientras que el cambio climático es una amenaza cada vez mayor, los principales motores de la disminución de la biodiversidad siguen siendo la sobreexplotación de especies, la agricultura y la conversión del suelo”.
De hecho, en un estudio publicado recientemente en la revista Nature, se analizaron las principales amenazas que sufren más de 8500 especies amenazadas o casi amenazadas de la Lista Roja de la UICN. Encontraron que el 75% de todas las especies de plantas, anfibios, reptiles, aves y mamíferos que se extinguieron desde el año 1500 sufrieron daños causados por la sobreexplotación o la agricultura, o por ambas.
Principales cifras
En los últimos 50 años, nuestra Huella Ecológica –una medida de nuestro consumo de recursos naturales– ha aumentado casi un 190 por ciento, una cifra alarmante si tomamos en cuenta que actualmente consumimos recursos como si tuviéramos a nuestra disposición 1,7 planetas Tierra.
Este consumo, claramente insostenible en el tiempo, es el principal motor de destrucción de nuestros sistemas naturales y sus servicios, los mismos de los que depende la supervivencia de la humanidad y que han sido avaluados en cerca de US$125 billones al año. “Nuestra vida cotidiana, la salud y los medios de vida dependen de la salud del Planeta. No habrá un futuro saludable, feliz y próspero para las personas que habitan el Planeta si se desestabiliza el clima, se agotan los océanos y los ríos, se degradan los suelos y se acaban los bosques, todos despojados de su biodiversidad, la red de la vida que nos sustenta a todos”, ha dicho al respecto Marco Lambertini, Director General WWF International.
El informe Planeta Vivo advierte que hoy sólo una cuarta parte de la superficie de la Tierra está sustancialmente libre del impacto de las actividades antrópicas, y que las proyecciones indican que para 2050 habrá disminuido a sólo una décima parte del Planeta. Esta degradación del suelo incluye la pérdida de bosques, que albergan más del 80% de las especies terrestres de animales, plantas e insectos en el mundo, siendo los más vulnerables los bosques tropicales de América del Sur, África subsahariana y el sudeste asiático. De hecho se estima que entre el 60% y 70% de los bosques del mundo está en riesgo.
También destacan entre los ecosistemas más amenazados los humedales, que ya han perdido 87% de su extensión en la era moderna, y los ecosistemas marinos y de agua dulce que hoy enfrentan grandes presiones. Desde 1950 se han sacado de los océanos del mundo casi 6000 millones de toneladas de pescados e invertebrados y se han detectado contaminación por plásticos en todos los principales ambientes marinos del mundo, desde las zonas costeras y las aguas superficiales hasta las partes más profundas del océano. Los hábitats de agua dulce, como lagos o ríos están principalmente afectados por la modificación, fragmentación y destrucción de hábitats; especies invasoras; pesca excesiva; contaminación; enfermedades y cambio climático.
“La principal fuerza (destructiva) es la creciente demanda de productos derivados de los ecosistemas, superior a la capacidad cada vez menor de los ecosistemas de suplir estos productos”, sentencia el documento que a su vez destaca: “La pérdida de hábitats es el factor clave de la disminución de la biodiversidad terrestre a nivel mundial, y la degradación del suelo es uno de los grandes contribuyentes al cambio climático global”.
¿Qué nos depara el futuro?
Si bien se ha vuelto evidente que a pesar de los múltiples acuerdos internacionales sobre políticas y la mayor investigación existente, la biodiversidad sigue disminuyendo, en el informe destacan que aún hay tiempo para revertir esta tendencia. Sin embargo, aseguran, que se requiere ser más ambicioso. “Si no tomamos medidas drásticas que nos alejen del escenario acostumbrado, la actual degradación severa de los sistemas naturales que sustentan las sociedades modernas continuará con serias implicaciones para la naturaleza y las personas”, afirma el documento. “Necesitamos escalar radicalmente la relevancia política de la naturaleza e impulsar un movimiento coherente, transversal a actores gubernamentales y no gubernamentales, que lidere el cambio, para garantizar que los encargados de la toma de decisiones, a nivel público y privado, entiendan que el status quo no es una opción”.
Dentro de las propuestas que incluye el Informe Planeta Vivo, se incluye cambiar nuestro enfoque del desarrollo y recordar que protegiendo la naturaleza también protegemos a la humanidad,especificar claramente el objetivo de recuperación de la biodiversidad, desarrollar un conjunto de indicadores de progreso mensurables y relevantes y acordar un paquete de acciones que en conjunto logren alcanzar el objetivo en el marco de tiempo requerido. Todo esto dentro de un plan que proporcione un esquema para la biodiversidad y las personas hasta 2050 y después.
“Queda claro que los esfuerzos para detener la pérdida de biodiversidad no han funcionado y que las estrategias habituales sólo lograrán, en el mejor de los casos, un declive controlado. Es por esto que nosotros, junto con colegas de la conservación y la investigación en todo el mundo, estamos haciendo un llamado para lograr el acuerdo internacional más ambicioso hasta la fecha –un nuevo pacto global para la naturaleza y las personas– para revertir la curva de pérdida de la biodiversidad”, informa el documento.
¿Te interesa leer el informe completo? Puedes verlo aquí.