Entrevista a Pablo Valenzuela Vaillant: “No me considero un fotógrafo de paisaje”
Una mirada particular de Chile, caracterizada por pocos elementos y una limpieza visual que se ha transformado en un sello inquebrantable. El trabajo de Pablo Valenzuela se basa en una gran pasión: descubrir, conocer y fotografiar el patrimonio natural y cultural de Chile a través de un ejercicio estético que se aleja de la foto tradicional. En esta entrevista para Ladera Sur, hablamos sobre su proceso creativo y del estado de la fotografía y el patrimonio en nuestro país. Además, nos comparte algunos de sus secretos mejor guardados a la hora de recorrer Chile.
Nada es al azar. Pablo es un enamorado perseverante del paisaje, que no se queda con miradas superficiales. En su más de 25 años de carrera, y con una veintena de libros y exposiciones a su haber, ha desarrollado una fotografía potente y silenciosa, marcada por una fascinación por los extremos y las geografías inhóspitas. El año pasado editó tres libros: La Geometría del Instante; Chile Puro y Chile 4329K, y el 2018 viene cargado de nuevos proyectos. “Se vienen cosas interesantes”, confiesa. “Quiero seguir con mi proyecto Habitar la Inmensidad, en Patagonia. Estoy próximo a lanzar un libro de esta expo y también estoy viendo la posibilidad de llevarla al Museo de Arte Moderno de Chiloé”.
¿Cómo pasaste de la ingeniería a la foto?
En la universidad hacía montañismo. Siempre subí muchos cerros siendo mi hito más importante subir el Aconcagua por la variante Polacos a los 19 años. Como me gustaba tanto el montañismo, comencé a compartir estas experiencias a través de la fotografía. Inicialmente yo tomaba fotos como algo anexo y al final terminaron invirtiéndose los papeles. Mientras estaba en la universidad, hacía charlas, mostraba diaporamas, hacía reportajes, vendía fotos. Realmente amaba esto. Trabajé dos años como ingeniero en un proyecto de investigación, mientras seguía en paralelo con la foto. Al final no pude con las dos cosas y me dediqué full a lo que hago ahora.
¿Como describirías tu trabajo?
Yo no me siento un fotógrafo de paisaje, no me identifico con el clásico fotógrafo de naturaleza. Hay varias razones, una es que me encanta la ciudad también. Por lo general el fotógrafo de naturaleza se siente desadaptado en contextos urbanos. Yo amo la ciudad tanto como la naturaleza. Amo el patrimonio y la identidad, entonces no puedo encasillarme. Además, he intentado darle una vuelta de tuerca a la forma de fotografiar lo que estoy viendo, en el sentido que no me interesa hacer una representación documental.
¿Eres un fotógrafo de paisaje sin serlo?
En mi trabajo hay un ejercicio artístico y creativo con un tema que es el patrimonio. Lo definiría como una fotografía realista, una abstracción realista. Una segunda mirada de algo que es real pero sin mayores intervenciones durante ni después de la toma.
El respeto por lo observado pareciera ser una máxima en su obra. Todas sus fotografías se revelan y por eso ya hay una intervención implícita. En el caso de Pablo son controladas, mínimas, evitando excesos y efectismos que traicionen la realidad. En relación a la forma, su trabajo se caracteriza por contar historias, al igual como lo hace un artista o un escritor. “Si yo te muestro una casa en la mitad de la Patagonia, la idea es generar una sensación de soledad, de vastedad, de habitar un territorio inhóspito. Me interesa que la fotografía sea estética, real y tenga algo que contar”, explica.
¿Desafías al espectador?, ¿Debe hacer un ejercicio interpretativo?
En algunas fotos pasa mucho esto. Trato de alejarme de la obviedad a través de un ejercicio estético donde el espectador tiene un rol activo. Esa realidad dada por la geografía, la materia, la textura y el instante. Esa realidad que a través de la mirada personal transformo en sensaciones. Ese preciado segundo que de vez en cuando se me regala y que me hace vibrar profundamente y agradecer infinitamente el ser fotógrafo.
¿Cómo ha sido la evolución de ese ejercicio?
Obsesiva. Algo que me ayuda es mirar muchas veces una cosa. Cuando te concentras en algo se pierde la mirada superficial.
¿Cuántas veces has vuelto a un lugar?, ¿Obsesivo a qué punto?
Ahora estoy obsesionado con el Cementerio de Punta Arenas, quiero hacer algo interesante ahí. Cada vez que voy descubro algo nuevo. La primera vez fotografías los típico. Pero si vas una, dos, tres veces, traspasas lo obvio y esos elementos ya no te llaman la atención. Soy muy perfeccionista, puedo repetirme muchas veces un lugar. Dirán “chuta, este gallo está pegado”, pero la verdad es que siempre encuentro algo nuevo. Ya tengo comprado pasaje para irme a ver el solsticio de invierno al cementerio de Punta Arenas, el día más corto del año. Ya fui hace dos años y es increíble, la luz está abajo y es muy rasante.
¿Está muy saturado y repetitivo el mundo de la foto de paisaje?
Sí y es bueno por un lado. Cuando yo tomaba fotos en los 90’, un fenómeno como el otoño lo fotografiaban 2 o 3 fotógrafos. Ahora ofrecen tours. Mientras más gente conecte con la naturaleza, más gente la valora y gradualmente se genera una conciencia colectiva de cuidado. Eso es muy positivo. Si se habla de saturación desde este punto de vista, me parece bueno.
¿Se está transformando en una moda?
No me gustan las modas, pero creo que esto se está transformando en una positiva. Sin embargo, con lo digital y con el mundo apurado de hoy, es todo como una máquina por encargo. Demasiada imagen, muy poco contenido, poco vínculo y convicción. De repente miras esas fotos minimalistas de un basurerito solo, la basura rodando en el desierto, la reja abandonada en medio de la nada y me pregunto ¿por qué esta cuestión?, ¿lo hacen porque está de moda y aparece en Pinterest? Me pasa mucho en redes sociales que veo fotos repetidas… ¿cuál es el vínculo del fotógrafo con lo fotografiado?, ¿qué hay de él en esa foto? Veo que hay mucho de moda y poca reflexión. Creo que se está volviendo superficial, por lo menos en la gran masa.
¿Algún fotógrafo nacional al que le sigas la pista?
Hay varios que tienen cosas interesantes. Tomás Munita tiene una excelente fotografía documental. También Daniel Casado que tiene un tema profundo con la conservación. Valoro que haya algo detrás.
¿Y alguna exposición a la que hayas ido ahora último?
Han habido 3 imperdibles para mí el último tiempo. La de Martin Chambi, Sebastião Salgado y Martin Gusinde, una exposición de pueblos indígenas de la Patagonia que actualmente se esta exhibiendo de el Centro Cultural de Las Condes.
Hablemos de referentes ¿Alguna influencia específica en tu trabajo?
Me gusta mucho el artista chileno Pablo Chiuminatto. Tiene una obra muy limpia, de líneas simples, una forma interesante de abordar el paisaje. También me atrae mucho el impresionismo. Me encantan las pinturas de Monet sobre la Catedral de Rouen y la pintura de Van Gogh. A mí me interesa que la fotografía fluya como una expresión personal, escapo de la copia; por eso me hace sentido la frase de Manuel Álvarez Bravo: “El principal instrumento de un fotógrafo son sus ojos. Por extraño que parezca, muchos fotógrafos eligen usar los ojos de otro fotógrafo, sea del pasado o del presente, en vez de los suyos. Estos fotógrafos están ciegos”.
Defensor del patrimonio
Cuando comenzamos la entrevista, nos sentamos en un café y Pablo sacó de su mochila un par de pesados libros, entre ellos Arquitectura en Madera del Padre Gabriel Guarda. Mientras los hojeábamos, verdaderas joyas aparecían entre sus páginas: las casas patrimoniales alemanas del sur del Chile. “Yo soy un fanático de esto. Acá está parte de la historia de nuestro territorio. Cuando viajo al sur siempre paso por ciudades que pasan desapercibidas: La Unión, Osorno, Puerto Octay, tienen un patrimonio invaluable”, explica con emoción.
¿Está Chile en deuda con su patrimonio?
Absolutamente, es cosa de salir a la calle. Somos responsables como sociedad. Hay un sistema de autoridades, leyes, institucionalidad, incentivos que se ha configurado de tal forma que no estamos apuntando en la dirección correcta. Destruimos, destruimos, destruimos y recién nos damos cuenta. Sin embargo, debo decir que el último tiempo ha nacido una pequeña preocupación que antes no existía. Por ejemplo, en Osorno la calle Mackenna, que está llena de hermosas casas patrimoniales, está mejor cuidada que hace 30 años.
¿Eres optimista?
Sí. El problema es que avanza tan rápido la destrucción, que es difícil contrarrestar con políticas de conservación. Se destruye mucho y algo se cuida. En todo orden, patrimonio natural y arquitectónico. Siento que hay más conciencia en comparación con hace 20 años.. Hay proyectos y gente que esta moviéndose, sobre todo jóvenes. Veo una esperanza en los jóvenes, hay una apertura y ganas de hacer las cosas bien, sobre todo en temas patrimoniales. Por ejemplo, muchos se están yendo a vivir a barrios históricos de Santiago, eso hace que se valoricen y se conserven.
¿Qué deberíamos hacer para que los chilenos seamos más sensibles y respetuosos?
La clave es la educación. Están todos los medios para hacerlo: la televisión, las redes sociales, sin embargo, esto debiera ser un tema país. Aquí vuelvo a la foto. Para mí sería un sueño que la fotografía patrimonial sea un tema que nos identifique como país. Cuando se hable de foto chilena, latinoamericana, esté el tema del patrimonio. Aquí hago una crítica, ya que la foto chilena está muy marcada por la marginalidad y por la política, que es lo que ha vendido siempre y creo que hoy lo que debería vender es el patrimonio. Eso no se trata de venderlo de forma turística, sino que darle una mirada especial, que a través de la foto mostremos nuestra identidad como país. El tema político y el recuerdo de la dictadura nos marcan, y por lo tanto es importante abordarlo en el arte y la fotografía, sin embargo, no es el único tema que debiésemos abordar. Sucede que muchas veces en Chile se promueve y apoya un trabajo mediocre, simplemente porque trata un tema político. Hay un error en eso y no nos hace bien como país si queremos proyectarnos al futuro.
En este punto se detiene y sus palabras adoptan otra fuerza. Es el color que toman las palabras cuando alguien habla desde la certeza profunda, desde el corazón.
Es que me emociono al pensar que tenemos un territorio increíble, lleno de hitos; el desierto más árido, la concentración de hielos continentales más grandes, el país más largo y estrecho del planeta… Vivimos en un territorio único y potente.
Desde esa perspectiva, el turismo podría ser la actividad productiva del futuro en el país…
El turismo vive de algo básico que es que el lugar tenga identidad y por supuesto que sea atractivo, bonito, bien cuidado y con buenos servicios. Creo que esta industria es la que influye de mejor manera en el desarrollo de los territorios. Además, cuando está bien gestionada puede ser muy integradora. Un turismo controlado, regulado, con voluntad política siempre es positivo. Cuando se trata de paisaje siempre mostramos la postal. Tenemos todo para hacerlo y lo hemos hecho mal. Creo que Chile podría ser la Nueva Zelanda de Latinoamérica, en términos de administración del territorio. No se trata de hacer un Walt Disney del paisaje, si no que integrar a las comunidades locales, que todas las políticas vinculadas al tema se enfoquen en eso.
La administración territorial en Chile es un tema. Hay muchas reivindicaciones y críticas al respecto ¿qué opinas tú?
En el tema ambiental, si bien creo que hoy hay más conciencia que hace unos pocos años, ese es un tema que me preocupa mucho. Si bien en Chile nos enorgullecemos de tener un alto porcentaje de áreas protegidas en el SNASPE (Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado), éstas están muy mal distribuidas y en ellas no existe una equidad en cuanto a representación de nuestra biodiversidad. Así pues, en el área más poblada de Chile –desde la cuarta a la décima región- existen muy pocos parques y reservas. Éstos se concentran en los extremos de Chile, principalmente en la Patagonia.
Lo anterior no sólo es un problema ambiental, sino también una falencia para los fines educativos y turísticos que persiguen estos parques. Y aquí hay un tema que me inquieta y es la dificultad creciente de acceso que se observa en nuestra costa, ríos, lagos y montañas. Chile es un país maravilloso, pero para verlo desde la carretera. Nuestro país se ha ido parcelando de tal forma que es difícil generar espacios públicos; es como tener una ciudad sin plazas. Me parece muy injusto y muy subdesarrollado. Y lo más triste, es que en muchos casos, es un proceso irreversible o de muy alto costo para revertir.
Los datos de un experto
Si hay alguien que conoce nuestro territorio de punta a cabo es Pablo. Con cámara fotográfica en mano, ha dedicado su vida a conectar con lo mejor de nuestro país y sus rincones. Debido a su ojo detallista y un inagotable espíritu aventurero, muchos acuden a él para conseguir buenos tips y darle un vuelco a sus viajes. Aprovechando todo ese conocimiento, pronto abrirá una sección de recomendaciones que compartirá en sus redes sociales y así promover lo más auténtico de nuestro territorio. Hemos hecho un adelanto especial para Ladera Sur, con algunos datos entretenidos que puedes tomar en cuenta para tus próximas salidas.
Casa más linda de Chile
La casa Kuschel en Puerto Varas. Es una joyita de la arquitectura en madera alemana muy bien conservada. Me encanta su torreón. Está en calle Klenner 299.
Parque Nacional Imperdible
Conguillío. Me parece un parque variado y cambiante en las estaciones. Además es democrático en el sentido que puede ir cualquier persona y disfrutarlo, desde alguien con movilidad reducida a un senderista experto.
Lugar donde hayas comido un plato de comida chilena insuperable
Un buen plato de choritos en el restaurant El Mercadito en Castro, Chiloé. Pedro Montt 210.
Ciudad preferida de Chile
Punta Arenas. Es una ciudad integrada y bien conservada. Tiene la plaza de armas y el cementerio más lindos del país.
El mejor mercado
El agro de Arica. Aparte de los productos, me encanta como se cuela la luz en el enrejado que tiene. Está en la Panamericana Sur, esquina Calle Río Maipo.
Hotel
Hace poco conocí el Apacheta en Arica. Es un hotel de estética y líneas minimalistas frente a la playa. Está increíble. En Av. Comandante San Martín 661.
Un libro de foto
Iceland, de Werner Hannappel. Una visión limpia y poética del paisaje. Aunque mi trabajo es muy distinto en cuanto a la composición y la proporción cielo-tierra, igual me parecen interesantes algunas tomas.
Para conocer más de la obra de Pablo y estar al tanto de su trabajo y datos, sigue su cuenta en Instagram @pablovalenzuelavaillant.