Es el único buque científico que tiene Chile, el más moderno de Sudamérica y uno de los cinco más tecnológicos del mundo. El 1 de julio de 2013 empezó sus actividades y ya ha participado en importantes investigaciones de temas como la marea roja en la región de Los Lagos y el estado de conservación de la merluza en Chile. En el marco del pasado Congreso Internacional IMPAC 4, estuvimos a bordo y lo conocimos.

La historia del buque Cabo de Hornos partió con un fuerte tropiezo. Su bautizo de mar estaba planificado para el 27 de febrero de 2011, pero un año antes fue arrastrado por el tsunami que siguió al terremoto de 8.8 grados Richter que azotó a Chile. En ese entonces, la embarcación estaba construida en un 25%. Las fuertes olas desplazaron el buque 200 metros desde el astillero Asmar en Talcahuano, dejándolo con graves daños. Esto retrasó la inauguración en tres años.

Buque Cabo de Hornos ©Armada de Chile
Buque Cabo de Hornos ©Armada de Chile

Hoy, equipado con tecnología de punta, el barco tiene capacidad para operar de manera independiente por hasta 30 días, lo que le permite hacer estudios e ir hasta zonas oceánicas como Isla de Pascua. “El Cabo de Hornos realmente aumenta mucho las posibilidades de investigación y da a Chile la independencia de hacer descubrimientos profundos en sus aguas, en lugar de depender de esfuerzos extranjeros por el conocimiento de su territorio”, explica Peter Von Dassow, biólogo de la Universidad Católica que ha estado en varias oportunidades a bordo.

©Martín del Río
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Entre las particularidades que tiene este barco está el sistema de redes MOCNESS, que consiste en redes múltiples que se abren y se cierran con un sistema de sensores ambientales. Este artefacto permite tomar muestras de zooplancton y peces pequeños hasta 5.500 metros de profundidad, abriendo y cerrando las redes a distintos rangos de inmersión. De esta manera, se puede investigar a qué profundidades del océano viven las especies marinas.

Además, el buque Cabo de Hornos tiene instrumentos acústicos muy sofisticados, lo que le permite hacer mapas exactos a alta resolución del fondo del mar. “Esta información es esencial para el buen manejo del territorio marino en Chile”, comenta Von Dassow. El barco tiene suficiente espacio a bordo para instalar laboratorios científicos de alta tecnología.

©Martín del Río
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La embarcación pertenece a la Armada de Chile, sin embargo, se le da uso en distintos proyectos. “La institución establece determinados convenios y acuerdos, principalmente con organismos del Estado, Ministerio de Relaciones Exteriores, Instituto de Fomento Pesquero, Conicyt. Nosotros los asistimos con medios para que puedan desarrollar sus proyectos”, explica César Miranda, comandante del buque.

Con su inauguración en 2013, el Cabo de Hornos vino a reemplazar al antiguo buque Vidal Gormaz, que estaba presente desde 1990 y ya había quedado obsoleto. “Este buque está adecuado a las normas medioambientales, tiene tecnología de punta y es extremadamente ecológico. Está a la vanguardia del desarrollo”, cuenta Miranda. En materia internacional, la embarcación ya ha colaborado con países extranjeros. En noviembre de 2017, el Cabo de Hornos ayudó en la búsqueda del submarino argentino ARA San Juan, extraviado en la Patagonia de ese país.

©Martín del Río
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El buque es una plataforma importante para investigar la Zona Económica Exclusiva de Mar Patrimonial, que abarca 200 millas náuticas. “Antes del Cabo de Hornos, oceanógrafos chilenos lograron hacer estudios muy importantes usando embarcaciones menores o acoplándose a cruceros de investigación liderados por extranjeros, pero ahora tenemos mayores posibilidades”, concluye el académico Peter Von Dassow.

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