En el océano Atlántico, a unos 375 kilómetros de la costa sur brasileña, se encuentra un ecosistema marino y terrestre único, con variadas especies endémicas y una gran riqueza marina, que incluye diez de las 28 especies de coral con presencia en Brasil, grandes concentraciones de delfines (stenella longirostris), delfines manchados pantropicales (stenella attenuata), así como un área para la reproducción y crianza de ballenatos de ballenas jorobadas (megaptera novaeangliae) y tortugas.

Es el archipiélago de Fernando de Noronha, formado por 21 islas, islotes y rocas, con una superficie total de 26 kilómetros cuadrados. Su riqueza ambiental y en biodiversidad, le permitió ser reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 2001 y lo convirtió en un área de preservación vigilada por el Sistema Nacional de Unidades de Conservación (SNUC). Por su importancia ecológica también fue designado como Sitio Ramsar, bajo la Convención de Ramsar, lo que obliga al Estado a conservarlo y hacer un uso racional de sus ecosistemas.

La isla principal es la única habitada por 3167 personas y alberga la mayor parte de las actividades humanas y turísticas locales. Las demás islas forman parte del Parque Nacional Marino, una de las principales Unidades de Conservación de Uso Integral de Brasil, administrada por el Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad (ICMBio) y de un Área de Protección Ambiental.

Residuos de plástico en una playa de Fernando de Noronha. Foto cortesía Sea Shepherd Brasil
Residuos de plástico en una playa de Fernando de Noronha. Foto cortesía Sea Shepherd Brasil

Todo esto es Fernando de Noronha y también un territorio donde actualmente se intensifican esfuerzos para combatir un problema que llega de diversas regiones del planeta: la contaminación sistémica originada por microplásticos llevados por las corrientes marinas y considerados como una amenaza creciente para la salud de las personas y del planeta por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNMUA).

Un reciente informe de WWF, titulado «Plásticos, salud y un solo planeta» y elaborado junto con la Universidad de Birmingham, evidencia que los micro y nanoplásticos (MnP) y los aditivos plásticos están vinculados a efectos biológicos graves, como alteraciones endocrinas, cánceres relacionados con hormonas (como el de mama y testículo), problemas reproductivos, infertilidad y afecciones respiratorias crónicas.

“La contaminación plástica ya está presente en la naturaleza, en nuestros océanos e incluso en nuestros cuerpos. Si continuamos por este camino, el mundo entero se verá inundado de contaminación plástica, con graves consecuencias para nuestra salud planetaria, económica y humana”, declaró Inger Andersen, directora Ejecutiva del PNUMA, al inicio de las reuniones del ‘Comité Intergubernamental de Negociación para elaborar un instrumento internacional vinculante sobre la contaminación por plásticos, incluido el medio marino. Tras 10 días de discusiones cerró el 15 de agosto sin lograr acuerdos. Esta fue la quinta reunión desde 2022.

Los gobiernos de los 184 países que se reunieron en Ginebra, Suiza, no pudieron ponerse de acuerdo. El bloque de países que defendía un tratado amplio, con la reducción de la producción mundial de plásticos y el control de las moléculas más peligrosas para la salud, compuesto por casi todos los países latinoamericanos, Europa y África, perdió frente a los productores liderados por países del Golfo Pérsico, Rusia, Irán y Estados Unidos, que pedían que la adhesión fuera voluntaria y se negaron a que el tratado abordara todo el ciclo de vida del plástico, es decir desde su origen derivado del petróleo hasta su conversión en residuo.

“Es evidente que persisten las divisiones en torno a cuestiones fundamentales como la producción, los productos plásticos, las finanzas y el derecho al voto. El mundo necesita más tiempo para alcanzar un acuerdo pleno sobre estos temas cruciales. En el PNUMA, seguiremos, sin desanimarnos, apoyando a los Estados miembros en el avance de este mandato crucial. Y, al mismo tiempo, seguiremos apoyando a los países en la lucha contra la contaminación por plásticos: la contaminación de nuestras aguas subterráneas, nuestro suelo, nuestros ríos, nuestros océanos y, sí, la de nuestros cuerpos”, dijo Andersen, al cierre de la cumbre.

Un alcance peligroso

La contaminación por nano y microplásticos afecta no solo los ecosistemas marinos locales sino también la biodiversidad de la región, que es crucial para el equilibrio ambiental. Los microplásticos, invisibles a simple vista (pueden tener hasta cinco milímetros de diámetro), pero presentes en grandes cantidades, representan una amenaza para las especies marinas, que los ingieren al confundirlos con alimentos. Esto puede provocar daños a largo plazo en la cadena alimentaria y en la salud del ecosistema.

Nathalie Gil, presidenta de la organización Sea Shepherd Brasil, destacó la magnitud del problema en la zona: «Es un error pensar que el archipiélago de Noronha está aislado, todos los días llegan a la isla residuos de todo el mundo».

Durante las acciones de la organización, han encontrado residuos procedentes de países como Marruecos, y de continentes como Asia y América Latina, lo que pone de manifiesto la escala mundial de la contaminación marina. «Cuando vertemos plástico en el océano en cualquier parte del mundo, este plástico circula, como mucho se aglomera en grandes vórtices en el océano, hay más o menos seis vórtices en el océano que son islas de plástico, el mayor está en el Pacífico Norte», afirma Gil.

Y además ocurre una paradoja. Según explica Gil, las zonas totalmente protegidas tienden a tener más microbasura y microplástico que las zonas no protegidas, «lo cual es un poco contradictorio porque cuando cierras una zona para protegerla esperas que esa zona sea segura. Pero el plástico, al ser omnipresente, se cuela en esas zonas», explicó.

Según el ICMBio, “gran parte de los residuos que llegan a Noronha son transportados por la Corriente del Sur Ecuatorial, que atraviesa el Atlántico llevando nutrientes, organismos marinos y, lamentablemente, residuos de diversas partes del mundo”. Los meses de junio a septiembre son los más críticos, debido a los vientos del sureste que intensifican la acumulación de desechos marinos en las playas.

Riesgos para la vida marina

El impacto de la contaminación marina no es sólo ambiental sino también ecológico y humano. Gil señaló que hay 700 especies que ya están directamente en peligro de extinción a causa del plástico: «El plástico es hoy la mayor amenaza para las aves marinas, por ejemplo, y los estudios han descubierto que entre el 90 % y el 100 % de las aves marinas tienen este plástico en sus estómagos». Por último, concluyó con una sombría pero necesaria advertencia: «Si no cambiamos el juego, si no giramos la llave ahora, es realmente una cuestión de que estamos en un punto de no retorno».

La investigación titulada «Ecología de la alimentación y contaminación por microplásticos en Rhizoprionodon porosus (Poey, 1861) frente a la costa del estado de Pernambuco», realizada por el oceanógrafo Roger Melo, analizó 135 tiburones nariz afilada del Caribe, de la especie Rhizoprionodon porosus (cação-figuinho), que habían sido capturados accidentalmente por embarcaciones pesqueras a lo largo de la costa de Pernambuco (en la misma área del archipiélago). Los resultados mostraron que todos estaban contaminados por microplásticos, independientemente de su etapa de desarrollo. La investigación también identificó la presencia predominante de fibras de plástico azul, lo que indica una transferencia trófica de microplásticos en la cadena alimentaria marina.

Eliete Zanardi ha estado conduciendo estudios en el archipiélago por más de una década. Es doctora en Química Marina por la Universidad de Miami – Rosenstiel School of Marine and Atmospheric Science y profesora del Departamento de Oceanografía de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE). Compartió su preocupación por la situación del archipiélago: «El archipiélago de Fernando de Noronha se considera un santuario y debería preservarse como tal. Por desgracia, las actividades humanas y el creciente turismo en la isla están dañando potencialmente el medio ambiente».

Según Zanardi, los daños van más allá de lo perceptible a simple vista: «Los plásticos transportados por los océanos actúan como portadores de otros contaminantes, como petróleo o compuestos químicos hidrófobos». Según la experta, estos contaminantes, que incluyen sustancias genotóxicas y cancerígenas, pueden transferirse a los organismos marinos, causando graves impactos en la salud medioambiental y biológica.

«Algunos de estos daños medioambientales ya son visibles para los investigadores, los agentes gubernamentales e incluso la población local. Sin embargo, algunos daños no son visibles y probablemente sentiremos sus efectos cuando sea demasiado tarde», asegura.

Acciones locales

Para mitigar los efectos de la contaminación, el ICMBio ha adoptado diversas estrategias, como investigaciones científicas (en colaboración con instituciones académicas), jornadas de limpieza (realizadas con el apoyo de la comunidad y ONG), monitoreo ambiental (con equipos que supervisan playas y áreas naturales para identificar impactos y planificar el manejo necesario) y acciones de educación socioambiental (en escuelas con niños y jóvenes).

El ICMBio subraya que la solución a la contaminación marina requiere un esfuerzo colectivo. “Actitudes simples, como reducir el uso de plásticos desechables, reutilizar materiales y optar por productos biodegradables pueden marcar una gran diferencia”.

Un equipo de voluntarios trabaja para limpiar las playas de Fernando de Noronha. Foto cortesía Sea Shepherd Brasil
Un equipo de voluntarios trabaja para limpiar las playas de Fernando de Noronha. Foto cortesía Sea Shepherd Brasil

Sea Shepherd Brasil también ha liderado acciones contra la contaminación marina desde 1999, trabajando en zonas como la costa continental y el archipiélago de Fernando de Noronha. La organización puso en marcha el proyecto “Ondas Limpias”, estructurado en torno a tres pilares: labores de limpieza, investigación científica y proyectos de educación medioambiental.

Uno de los descubrimientos científicos más significativos procede de una expedición de 16 meses que analizó 366 playas de la costa brasileña: «Podemos afirmar que el 100 % de las playas de Brasil contiene plástico. Seguimos la metodología de la agencia medioambiental de la ONU, por lo que se trata de un estudio muy sólido realizado en colaboración con el Instituto de Oceanografía de la Universidad de Sao Paulo».

Otro dato preocupante que logró el estudio fue que el 61 % del plástico encontrado era de un solo uso, como vasos y cubiertos desechables. «Este plástico tiene una mayor tendencia a no ser reciclado y a acabar en el medio marino», explica la presidenta de Sea Shepherd Brasil. «Lo que vemos en la playa es la punta del iceberg de lo que hay en el mar. Es muy alarmante y triste», recuerda.

La administración de Fernando de Noronha adoptó la medida Plástico Cero. Desde abril de 2019, con la implementación del Decreto Distrital 002/2018, la isla prohibió el uso, la venta y la entrada de plásticos desechables, como botellas de plástico de hasta 500 mililitros, pajitas, vasos, cubiertos desechables, bolsas de plástico y productos de espuma de poliestireno.

Tuberías de la Estación Depuradora de Aguas Residuales de Boldró (ETE Boldró). Los análisis indican la presencia de compuestos detergentes por encima de 2 mgL. Foto cortesía Roxanny Helen de Arruda-Santos
Tuberías de la Estación Depuradora de Aguas Residuales de Boldró (ETE Boldró). Los análisis indican la presencia de compuestos detergentes por encima de 2 mgL. Foto cortesía Roxanny Helen de Arruda-Santos

«No hay una bala de plata para resolver el problema del plástico, ni en Brasil ni en el mundo. Cuando hablamos de la isla de Fernando de Noronha, la propia isla ha tenido muchas iniciativas para los turistas que vienen a la isla para reducir el plástico. Creo que podría ser más ambicioso que eso, creo que podrían prohibir, por ejemplo, las botellas de PET, incluso diría botellas de un litro, pero de todos modos, es mi opinión personal, creo que ya es una gran victoria no encontrar esos vasitos de plástico, por ejemplo, de 300, 400 mililitros», subraya Gil.

Pocas soluciones globales

Nathalie Gil criticó el enfoque actual, centrado únicamente en la eliminación, y subrayó que las soluciones al problema del plástico deben ser integradas y globales: «El tratado actual sobre el plástico se centra mucho en resolver el problema del plástico una vez producido cuando un tratado global debería hablar realmente de reducir la producción».

A nivel local, insistió en la necesidad de fomentar el reciclaje y apoyar a las cooperativas, «poner en valor lo que se debe a las cooperativas de reciclaje”. “Los recicladores, los recolectores, los clasificadores, la gente que trabaja en la clasificación están al margen de la sociedad».

Microplásticos en la arena marina de Fernando de Noronha. Foto cortesía Sea Shepherd Brasil
Microplásticos en la arena marina de Fernando de Noronha. Foto cortesía Sea Shepherd Brasil

Para ella, el reciclaje tiene que ser digno, estructurado y financiado por las grandes empresas que tienen responsabilidad en el problema. También llamó la atención sobre el papel de unos sistemas de limpieza urbana más sólidos, especialmente en las playas: «Incluso los sistemas de limpieza urbana que tenemos hoy en las playas del país, las zonas costeras en general, son precarios, cualquier esfuerzo de limpieza encontrará multitud de colillas de cigarrillos, microplásticos, pequeños trozos de plástico».

Edson Grandisoli, máster en Ecología y doctor en Educación y Sostenibilidad, plantea que la contaminación marina, especialmente en regiones como el archipiélago de Fernando de Noronha, es un reto que requiere un enfoque multidimensional. Destaca que el problema de los residuos en los océanos está relacionado con factores globales como el consumo excesivo, la eliminación inadecuada y la mala gestión de los residuos: «Alrededor del 75 % de los residuos en los océanos procede de las actividades pesqueras: redes, cuerdas y envases de plástico dañan entornos sensibles como los arrecifes de coral, un impacto conocido como «pesca fantasma». Los residuos suelen afectar a la biodiversidad y al equilibrio de los ecosistemas marinos.

«Este problema afecta a la vida marina y al equilibrio de estos ecosistemas delicados y esenciales», subraya Grandisoli, quien insiste en la necesidad de una acción mundial coordinada. Entre las posibles soluciones, sugiere crear y cumplir acuerdos internacionales sobre gestión de residuos, vigilar el origen de los contaminantes, controlar las actividades pesqueras y fomentar la educación ambiental.

El experto cree que los efectos de los residuos en los océanos van más allá del impacto visual, afectando a la salud de ecosistemas enteros, «causando la muerte de individuos por enredo en redes, ingestión de residuos plásticos y metálicos y alteración del fondo marino». También señala que se puede poner en peligro la fotosíntesis del plancton en las capas superficiales, lo que afecta a toda la red alimentaria marina y a la producción de oxígeno esencial para el planeta. Además, los residuos pueden alterar directamente las actividades humanas, como el turismo, y poner en peligro los servicios ecosistémicos que prestan los océanos.

Para el científico, la cuestión de la contaminación marina no es sólo política o socioeconómica sino también ética: «Respetar el planeta y todas sus formas de vida es esencial si queremos garantizar la supervivencia de la humanidad y la regeneración del medio ambiente.»

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