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Chile y el desafío de una política pública territorial de relaves mineros: La importancia de gestionar posibles desastres antrópicos
¿Sabías que Chile ocupa el tercer lugar a nivel mundial con más relaves en el mundo? El estudio liderado por el profesional de CIGIDEN e investigador doctoral de la Pontificia Universidad Católica y LUT University, Iván Ojeda-Pereira, “¿Cómo debería gestionarse la densidad socioterritorial de las instalaciones de relaves? Una propuesta para la política minera chilena” identifica a Chile como un caso extremo.
A través del uso de herramientas SIG -Sistema de Información Geográfica-, dan cuenta de la cantidad de relaves en el país, su densidad y cercanía a zonas urbanas y cursos de agua. En la investigación, realizada en conjunto al académico del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile Fernando Campos-Medina y al investigador de postgrado del Departamento de Geología Hernán Pezóa, se identificaron 764 instalaciones.

A la par, realizaron un análisis de las políticas públicas nacionales, específicamente del Plan nacional de Depósitos de Relaves, que aborda el manejo de estos pasivos ambientales para responder a preguntas cómo ¿Qué pasa con los relaves mineros después de la fase posproductiva?
Según consigna este artículo, este “análisis espacial se centró en la proximidad a centros de población y cursos de agua como indicadores clave de exposición socioambiental” para dar cuenta cómo estas “dimensiones son fundamentales para la evaluación del riesgo de desastres, ya que reflejan los posibles impactos en asentamientos humanos y ecosistemas en caso de fallas de relaves” y que puedan provocar un desastre antrópico.
Este estudio reveló, por ejemplo, que en zonas como Copiapó o Andacollo se concentran hasta 96 relaves por cuadrante, lo que representa un riesgo crítico de exposición para las comunidades y el entorno.

El profesional CIGIDEN y experto en el análisis de la gobernanza de la minería en Chile, recalca que “es fundamental reconocer que los relaves en Chile no están gobernados de forma adecuada y que constituyen un riesgo socioambiental persistente. En el norte, muchas veces que ocurren lluvias intensas, se registran filtraciones o contaminación desde relaves hacia cursos de agua. O la situación en la Región de Aysén con infraestructuras prácticamente en zonas de valor ecológico es absolutamente grave”.
A esto se le suma la presencia de comunidades indígenas, zonas ecológicas protegidas y sitios de patrimonio cultural en torno a relaves, los cuáles son altamente tóxicos para la salud del medioambiente y, por ende, de las personas.
Inminentes fallas
Entre el año 2004 al 2014, aumentó el número y la gravedad de las fallas de instalaciones de relaves a nivel global. Según Ojeda-Pereira, “las fallas pueden adoptar varias formas, dependiendo de su diseño, estado y localización” estas podrían clasificarse en tres:
i) Colapso de muros de contención o de la estructura de la presa, que puede liberar grandes volúmenes de material, con consecuencias catastróficas para aguas abajo;
ii) Revalse o liberación de material por eventos de lluvia intensa , en algunos casos, como en el valle del río Copiapó, las precipitaciones extremas han provocado el arrastre de sedimentos contaminados hacia cursos de agua, generando lo que se podría describir como “aluviones tóxicos”; y
iii) Liberación progresiva de material y polvo — en instalaciones abandonadas o sin sellado, el viento o escurrimientos menores pueden movilizar metales pesados y otros contaminantes hacia suelos, cuerpos de agua y zonas habitadas.
La importancia de la política pública en torno a relaves
Los investigadores recalcan que “aún es necesario debatir el papel de las políticas públicas en la gestión de estas infraestructuras”, para poder reconocer que la prevención de riesgos socioambientales es un valor social compartido -empresas, tomadores de decisión y comunidades- y por esto proponen este estudio, para diversificar la agenda internacional de investigación sobre relaves, “articulando un enfoque geográfico para el desarrollo de políticas públicas”.
Para esto, realizaron un análisis del Plan Nacional de Relaves, del cuál concluyeron diversas recomendaciones como el incorporar un Enfoque de Políticas con Orientación Territorial a escala nacional para la implementación de este Plan. Es decir, abordar los desafíos socioambientales provocados por las condiciones geográficas multiescalares, para evitar un enfoque generalizado que ignore la heterogeneidad del problema y así incorporar diversas experiencias socioambientales que provengan desde los territorios.
Para los investigadores “otro aspecto clave es la falta de continuidad de las políticas”. Desde 2018, con el piloto Adopta tu Relave, pasando por el Plan Nacional de Depósitos de Relaves para una Minería Sostenible de 2019 —”del cual menos de la mitad de las medidas se han implementado”—, hasta la actual Agenda de Relaves 2025-2026 y la propuesta del Ministerio del Medio Ambiente para una política nacional de suelos contaminados, “se observa una proliferación de instrumentos que no siempre se ejecutan ni se evalúan antes de lanzar nuevas iniciativas. Esta discontinuidad debilita la efectividad de las acciones y erosiona la confianza pública”.
“En un país minero, la gestión de relaves debe ser una política de Estado, no una medida sujeta a los ciclos de cada gobierno”, concluye Ojeda.
