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Rescate patrimonial, una huella transformadora
El rescate de las salitreras Humberstone y Santa Laura revela el poder transformador de la memoria y la cultura. Su recuperación ha sido ejemplo de un trabajo colectivo que permitió sacarlas de la Lista de Patrimonio en Peligro. Claudia Gleixner, fotógrafa de naturaleza y patrimonio cultural, este mes inauguró la exposición Huellas del Salitre, en la Casona Cultural de Panguipulli.

Este año 2025 se celebran los 20 años desde que las salitreras Santiago Humberstone y Santa Laura fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (2005). Su proceso de rescate fue posible gracias a un equipo multidisciplinario y transversal ejemplar, logrando incluso sacarlas de la Lista de Patrimonio en Peligro en 2019, recibiendo nuestro país reconocimientos internacionales. A pesar de ello, su historia y proceso de salvaguarda aún son poco conocidos en Chile.
“Sólo se ama lo que se conoce«

Visité las salitreras por primera vez en 2015, sin ninguna expectativa, ni conocimiento de su historia, sin apego alguno, pero con interés en indagar. Y fue así como, al explorar su múltiples dimensiones – industrial, social, política y cultural- comprendí su enorme relevancia en el desarrollo de nuestro país, y el profundo cariño que aún profesan los descendientes pampinos. Me contaron cómo, mediante barridos comunitarios en el desierto, recuperaron parte relevante del material hoy expuesto en sus instalaciones.
Leyendo libros e investigaciones de historiadores aprendí que gracias al salitre Chile tuvo un desarrollo en infraestructura urbana sin precedente; que los primeros círculos femeninos en Chile buscando que las mujeres obtuvieran sus primeros derechos sociales, políticos y laborales, se organizaron en la pampa salitrera; que la presión de las huelgas realizadas por los obreros mineros conllevó a la declaración de las primeras leyes laborales en nuestro país para ser ejercidas a favor de todos los chilenos. Descubrir parte del desarrollo y evolución social de nuestra país a través de las salitreras, hizo que me enamorara de su historia y me sintiera parte de esta.

Hoy en su espacios y viviendas rescatadas se devela parte de la vida cotidiana de la cultura pampina: muros, ventanas y texturas dialogan con materiales rescatados; luces y sombras que evocan la esperanza y dureza del tiempo del “oro blanco”. Y adicionalmente destaco que Humberstone y Santa Laura se han convertido en unos de los mejores museos culturales que tenemos en nuestro país.
Para conmemorar estos 20 años de rescate patrimonial, junto a la Casona Cultural de la Corporación Amigos de Adelanto de Panguipulli, la Corporación Museo del Salitre y el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, llevamos al sur la muestra Huellas del Salitre. A través de fotografías, objetos históricos y narrativas en texto y audio logramos realizar un trabajo de mediación educativa con escuelas locales, donde niños y jóvenes nos sorprendieron con sus miradas reflexivas. Fue relevador darme cuenta cómo la transmisión de conocimientos y experiencias pasadas puede tocar también los corazones a las nuevas generaciones.

¿Para qué rescatar y salvaguardar el patrimonio?
El patrimonio cultural además de ser herencia para la nuevas generaciones, también es resignificación del presente. Los objetos, bienes y memoria salvaguardados cobran sentido cuando se integran a una cultura viva que los contextualiza, los recrea e interpreta. Y ahí radica su valor transformador, al decidir qué queremos dejar atrás, qué queremos mejorar y qué queremos seguir abrazando para darle un nuevo significado que nos ayude a evolucionar hacia el futuro. De alguna manera nos impulsa a asumir una responsabilidad ética y social.

Lo mismo ocurre cuando reflexionamos sobre el rescate patrimonio natural. Rescatar ecosistemas y la biodiversidad hoy es una urgencia. Gracias al acceso a información, ciencia y tecnología comprendemos su valor y enfrentamos los desafíos actuales como la crisis climática y la degradación de ecosistemas con una conciencia más clara sobre la huella compleja que los humanos hemos generado, pero a su vez sobre la oportunidad que tenemos de transformarla. Como ejemplo, en Chile se están realizando grandes esfuerzos para rescatar y conservar los ecosistemas marinos, incluyendo la protección de hábitats vulnerables, la gestión de áreas marinas protegidas y la promoción de prácticas sostenibles. Se busca detener la sobreexplotación de los recursos marinos y mitigar los impactos del cambio climático y la contaminación generada.
Un compromiso colectivo
Preservar el patrimonio, tanto cultural como natural, es una tarea compartida. No dependen solo de instituciones o especialistas, sino del compromiso activo de las comunidades. Cada acción -documentar una tradición, restaurar un objeto, proteger un paisaje, enseñar una lengua, plantar un bosque nativo- teje esta red de protección.

Al reconocer el valor de nuestro entorno y de nuestras expresiones culturales, cultivamos memoria, identidad y resiliencia. Educación, arte, turismo responsable y participación social son herramientas clave para hacer del patrimonio una experiencia viva, accesible y transformadora. Es una acto de amor y de sobrevivencia ya que, sin memoria no hay evolución cultural, y sin naturaleza no hay vida.