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ENTREVISTA EXCLUSIVA | Kartiki Gonsalves, ganadora del Oscar por The Elephant Whisperers, en Santiago Wild 2025: «Quise que la gente pudiera comprender a los elefantes a un nivel más profundo»
The Elephant Whisperers retrata la profunda conexión entre una pareja indígena y dos elefantes huérfanos en el sur de India. Dirigido por Kartiki Gonsalves, el documental muestra cómo el amor, la compasión y el conocimiento ancestral pueden salvar vidas y preservar especies. Filmado durante seis años, revela el valor de la coexistencia entre humanos y animales. También da visibilidad a las comunidades indígenas y denuncia las amenazas que enfrentan los elefantes asiáticos. Se trata de una historia esperanzadora que invita a repensar nuestra relación con la naturaleza, y que fue premiada por la Academia como Mejor Cortometraje Documental. No te pierdas la participación de Kartiki en la nueva edición del Festival de Cine Santiago Wild.
The Elephant Whisperers es un documental que puede ser visto en 40 minutos, pero cuya historia y enseñanzas duran para toda la vida. Este viaje comenzó en 2017, cuando la directora Kartiki Gonsalves decidió adentrarse en el mundo de los elefantes asiáticos en la Reserva de Tigres de Mudumalai, en Tamil Nadu, India. Inicialmente, el proyecto estaba destinado a ser un corto de 15 minutos, pero pronto se transformó en una exploración mucho más profunda sobre la relación entre humanos y elefantes, en particular sobre los cuidadores de estos animales, quienes pertenecen a la tribu indígena Kattunayakan. La historia de Bomman y Bellie, una pareja que dedica su vida al cuidado de estas criaturas, especialmente de los bebés Raghu y Ammu, se convirtió en el centro de este proyecto, mostrando un vínculo que trasciende las barreras de la comunicación y el entendimiento.
«Me enamoré de Raghu. Todo empezó cuando conducía desde Bangalore, India, para regresar a mi hogar familiar en las montañas Nilgiris, en los Ghats occidentales del sur de la India. Conocí a Raghu cuando tenía tres meses. Bomman notó mi curiosidad por la cría de elefante y me hizo señas para que los acompañara a su baño matutino en el río. No lo dudé. Era un sueño poder pasar tiempo con una cría tan joven. Había visitado el santuario desde los tres años, pero esto era diferente. Aquella noche, forjé un vínculo inquebrantable con Raghu. Me alegró muchísimo poder compartir esta hermosa conexión con un ser tan salvaje, a la vez que joven y vulnerable», recuerda emocionada Kartiki.
«Observé que Bomman tenía una conexión con Raghu como ninguna otra que hubiera visto antes. Raghu era como un hijo para Bomman y mucho más. El período 2017-2018 fue una etapa muy especial de mi vida. El comienzo de un viaje que perdurará para siempre. Los tres chapoteábamos felices en el río. Yo me pasaba horas frotando a Raghu y dándole palmaditas en la lengua (que le encantaban) mientras él disfrutaba tirándome del pelo y salpicándome. Nos sacábamos la lengua. Son criaturas tan inteligentes», agrega.
De esta forma, Raghu y Ammu son los verdaderos protagonistas del documental. Se trata de dos elefantes asiáticos bebés que quedaron huérfanos y desprotegidos, encontrando en Bomman y Bellie una nueva oportunidad de vida y de recibir amor.
Raghu llegó a los brazos de esta pareja en un estado deplorable, perros habían mordido su cola y sus heridas estaban infestadas por gusanos. En ese entonces, el pequeño les llegaba a la cadera. Su madre se electrocutó y murió en el acto. Las personas trataron de reunir a Raghu con su manada, pero fallaron. Todos creían que no iba a sobrevivir. Curar a Raghu fue un proceso largo y difícil.
«Antes de este elefante bebé, no era cuidadora oficial. Cuando lo conocí, me tironeaba de la ropa como un niño, y sentí su amor. Decidí darle una oportunidad a este bebé huérfano (…). Formamos una familia con Raghu, y creemos que por eso sobrevivió. Al criar a Raghu, olvidamos las demás preocupaciones», relata Bellie en el documental.


«Me siento su madre. Parece un ser humano, salvo que no puede hablar. Pero hace todo lo demás. Hace poco murió mi hija. El dolor de perder a un hijo no se compara con nada. Cuando lloraba, Raghu me limpiaba las lágrimas con la trompa. Y ese pequeño gesto me consolaba. Siento que de veras entiende todo. Recuerdo a mi hija a la edad de Raghu. Cuidar a Raghu me recuerda a cuando cuidaba a mi hija. Es como si ella hubiera vuelto a mi vida», agrega.
Ammu, por su parte, llegó luego de que un incendio arrasara los pastizales de los alrededores. Mientras su manada estaba vagando en busca de comida y agua, la pequeña se perdió y se separó de los demás, lo que suele pasarle a los bebés en aquellas circunstancias. Era muy pequeña, con tan solo cinco meses de edad. Bomman y Bellie la recibieron con los brazos abiertos, y la familia que era de tres se volvió de cuatro. Lamentablemente, aunque su historia tiene un final feliz, no todos los elefantes corren con la misma suerte.


Conociendo a los elefantes asiáticos
El elefante asiático (Elephas maximus) es el mamífero terrestre más grande del continente asiático y una de las criaturas más emblemáticas y fascinantes del reino animal. Su cuerpo robusto, su trompa multifuncional y su compleja vida social lo convierten en mucho más que un simple gigante: es un símbolo de sabiduría, fuerza y conexión con la naturaleza. Sin embargo, esta especie enfrenta hoy a un futuro incierto debido al avance humano y sus consecuencias.
La fragmentación y pérdida de hábitat a causa del crecimiento urbano, la agricultura intensiva y la deforestación han reducido drásticamente su territorio. Esta presión ha llevado a que los elefantes se acerquen más a zonas dominadas por humanos, provocando conflictos que suelen terminar en tragedia para ambas partes.
Además, la caza furtiva continúa siendo una amenaza constante, especialmente para los machos, que son los únicos que poseen colmillos en esta especie. El marfil sigue siendo un bien codiciado en muchos mercados, lo que alimenta el peligro para estos animales.

«Raghu quedó huérfano, el agridulce comienzo de la historia. El elefante asiático está perdiendo su hábitat a un ritmo vertiginoso debido a la invasión y el cambio climático en un país en rápido desarrollo como India. Estamos perdiendo elefantes a un ritmo alarmante debido a la caza furtiva y al conflicto entre humanos y elefantes. La madre de Raghu se electrocutó y murió instantáneamente mientras ella y su manada vagaban hacia una aldea cercana en busca de comida y agua durante una sequía prolongada. Fue deprimente y sucede con frecuencia en la zona donde vivo», relata Kartiki con pesar.
«Quería que la gente pudiera comprender a estos hermosos seres a un nivel más profundo y reconocer sus rasgos e inteligencia similares. Esperaba que la gente quisiera protegerlos a ellos y a su paisaje. También quería mostrar la importancia de los pueblos indígenas y sus conocimientos, y sobre todo, darles voz. Bomman, Bellie y Raghu comparten un vínculo muy especial. Este vínculo se desarrolló con el tiempo a medida que iniciamos nuestra documentación de cinco años de sus vidas en un lugar que también es mi hogar. Así nació The Elephant Whisperers», agrega.



Originarios de una vasta área que se extendía desde el Golfo Pérsico hasta el sudeste asiático, los elefantes asiáticos han habitado selvas, pastizales y llanuras durante milenios. Aunque han sido domesticados desde tiempos antiguos para trabajos pesados, transporte e incluso guerras, en estado salvaje mantienen una estructura social compleja y matriarcal. Las hembras viven con sus crías en grupos familiares liderados por la matriarca, mientras que los machos adultos tienden a llevar una vida solitaria o formar pequeñas asociaciones entre ellos.
Del mismo modo, más allá de su rol en los ecosistemas —donde actúan como grandes ingenieros forestales, dispersando semillas y creando claros en la vegetación—, los elefantes asiáticos son figuras centrales en múltiples culturas del continente. En religiones como el hinduismo, son considerados sagrados y están asociados con deidades como Ganesha, el dios con cabeza de elefante que elimina obstáculos.
«Además, quería explorar el vínculo sagrado entre el hombre y los animales. Los elefantes y el hinduismo y su importancia en la India. Los elefantes son majestuosos símbolos sagrados de la realeza, la paz, la fuerza mental y el poder. Durante siglos, la India ha considerado al elefante como su símbolo cultural. Los elefantes son animales sagrados. Es la encarnación viviente de uno de sus dioses más importantes: el Señor Ganesha. Lamentablemente, hoy en día quedan entre 35.000 y 40.000 elefantes asiáticos y la situación es desalentadora», afirma Kartiki.

Kartiki Gonslaves: una historia llena de pasión
La semilla de su pasión se plantó en su corazón a una temprana edad. Kartiki Gonsalves nació en el sur de la India, rodeada de montañas y selvas que le ofrecieron el marco perfecto para desarrollar una conexión única con la naturaleza. Su madre, apasionada por la fauna, y su padre, fotógrafo, jugaron un papel fundamental en su formación, sembrando en ella una profunda admiración por el mundo natural y los animales.
«Conocí la naturaleza antes de aprender a caminar. Mi familia y yo salíamos a explorar el mundo natural. Mientras que muchas familias suelen ir de compras, al cine o a visitar a amigos y familiares, nosotros salíamos a explorar bosques, arroyos, playas, montañas, zoológicos, museos de historia natural y acuarios. Acampé por primera vez en un parque estatal cuando tenía solo 18 meses», cuenta Kartiki con una sonrisa en el rostro.
«Mi madre tenía un interés especial por los animales, mi padre era fotógrafo y mi abuela, una naturalista aficionada que guiaba a escolares por las reservas naturales locales. Así que recibí mucha información sobre la naturaleza y cómo fotografiarla, además de un amplio conocimiento sobre el comportamiento animal», agrega.



Posteriormente, cuando Kartiki tuvo la edad suficiente, se graduó con una Licenciatura en Ciencias en Comunicación Visual en la Facultad de Ciencias GRD de Coimbatore, Tamil Nadu, India. Más adelante, realizó un posgrado en Fotografía Profesional en la Academia Light & Life, ubicada en los Nilgiris, en el sur del país. Aunque en un principio incursionó en el mundo de la publicidad, decidió dejarlo para dedicarse de lleno a la fotografía documental, enfocándose tanto en temáticas sociales como en la vida silvestre.
Con el tiempo, Kartiki se dio cuenta de que la fotografía en las áreas que más le interesaban no ofrecía muchas oportunidades en la India en ese momento. Esta situación la llevó a explorar el mundo del cine, donde descubrió un medio poderoso para conectar con las personas y contar historias con un impacto más profundo. Su carrera comenzó como fotoperiodista documental, para luego evolucionar hacia la cinematografía y, eventualmente, la dirección.
«Soy miembro de la Liga Internacional de Fotógrafos de Conservación (iLCP), embajadora de la marca Sony India y Exploradora de la Naturaleza Swarovski. Mi trabajo se centra en la historia natural y el documental social. Como ávida exploradora, mi trabajo se centra en dos áreas. Una es el medio ambiente, la naturaleza y la vida silvestre, donde busco concienciar sobre la maravillosa diversidad de la naturaleza y la vida silvestre, y la importancia de la conservación. La otra se centra en las culturas, las comunidades y sus conexiones», ahonda Kartiki.

Es así como, luego de todas estas experiencias y aprendizajes, Kartiki logró concebir su primer documental: The Elephant Whisperers, el cual fue premiado por la Academia como Mejor Cortometraje Documental. Este logro destacó su talento como cineasta, pero también permitió que el mensaje de conservación y la importancia de la coexistencia entre seres humanos y animales ganaran visibilidad en todo el mundo. Para Kartiki, este premio no fue solo un éxito personal, sino más bien una plataforma para continuar luchando por la protección de los elefantes y otras especies en peligro.
«The Elephant Whisperers fue mi debut como documentalista. No tengo una formación cinematográfica. Llevo más de veintitrés años como fotógrafa. Desempeñé diversas profesiones que me ayudaron a mantenerme, desde vendedora en Fab India, pasando por un gimnasio, hasta diseñadora gráfica y directora creativa. Todo el proceso consistió en aprender y comprender todo desde el principio. Mi único recurso era el documental de historia natural y social como fotógrafa y directora de fotografía. Cuando se trata de narrar documentales y uno emprende este camino, nunca se sabe qué le depara. En India, cuando no se tiene un nombre en la industria cinematográfica, hay una gran falta de apoyo, muy pocos ingresos y barreras, además de todas las preguntas recurrentes: ¿cómo va a funcionar? Tu concepto inicial evoluciona y cambia constantemente, y cómo gestionarlo, si habrá financiación, si se puede mantener el camino, si el propósito conectará con la gente, si vale la pena el tiempo y el dinero. Un buen documental lleva muchos años de producción. Lo cierto es que no te pagan hasta que alguien compre la película. Lamentablemente, la mayoría de los artistas de nuestro país apenas sobreviven», profundiza Kartiki.



«Me embarqué en este viaje completamente sola, con mi madre como apoyo. Estaba filmando en una reserva natural y necesitaba permisos gubernamentales, algo que no es fácil de conseguir. Me llevó dos años conseguir el visto bueno para la película. La siguiente pregunta era: ¿una mujer rodando una película en el bosque? Me ayudó un poco ser de Nilgiris y saber mucho sobre la vida silvestre. Sin embargo, para los demás era algo que nadie había hecho antes en esa zona. Cada paso estaba bajo escrutinio, ya que el Departamento Forestal de Tamil Nadu tiene muchas responsabilidades, lo cual es genial, pero también un reto», agrega.
De igual manera, el proceso de filmación tampoco estuvo exento de obstáculos. Kartiki pasó seis años grabando más de 450 horas de metraje, enfrentándose a condiciones extremas en los Ghats occidentales, una región marcada por su densa selva, donde la naturaleza no siempre es amigable. Sin embargo, las vivencias y vínculos que creó en el proceso la acompañarán por el resto de su vida, en lo más profundo de su corazón.
«Me llevó 6 años. Empecé en 2017, completamente sola, cuando Raghu tenía solo tres meses. Pasé mucho tiempo con él y Bomman, con la confianza como base, y en el proceso desarrollé un vínculo inquebrantable. Crecí en este mismo lugar y es mi hogar. Me propuse conseguir los permisos del gobierno y, tras entrevistar a muchas personas, reuní a todo un equipo para encontrar a la persona más adecuada para este viaje tan especial. Incluí a personas tan apasionadas como yo, con experiencia previa en animales y en la naturaleza, pero sobre todo, capaces de capturar con gran precisión las emociones humanas, la fauna, el sonido, y un científico que trabajaba a distancia con nosotros. Filmamos intermitentemente y, además, dos programas completos hasta diciembre de 2020. Después, fui a Bombay, hice una promoción y la presenté a Netflix. Netflix la adquirió. Hasta entonces, había sido una lucha y una incertidumbre. Asumía muchos roles que, de otro modo, serían desempeñados por muchas personas en un rodaje profesional», cuenta Kartiki.

«Durante todos los años que filmamos a Bomman y Bellie, Raghu y luego Ammu, filmamos elefantes salvajes, la biodiversidad natural de la Reserva de Tigres de Mudumalai, las aldeas locales de los alrededores observando el conflicto entre humanos y animales, entrevistamos a científicos destacados que trabajaban no solo en la gestión de elefantes en cautiverio, sino también con elefantes salvajes en ese entorno, junto con algunos elefantes en el campamento de Theppakadu. Al final, obtuvimos 450 horas de material, que se resumieron en 40 minutos», agrega.
Asimismo, Kartiki también debió sortear desafíos que incluyeron cambios estacionales drásticos, peligrosos encuentros con animales salvajes como tigres y serpientes, y la constante amenaza de un entorno impredecible. Pese a todo eso, la cineasta nunca perdió de vista su misión: documentar la vida de los elefantes y la relación tan especial que compartían con sus cuidadores, quienes les brindaban protección y un profundo amor.
«Mi equipo y yo filmábamos en la naturaleza y tuvimos encuentros muy cercanos con animales salvajes, como tigres, elefantes y leopardos, que estaban a pocos metros de nosotros. Nunca se sabe dónde están los animales, ya que el hábitat en esa región es muy denso. Se requiere un profundo conocimiento del lugar y del comportamiento animal para sobrevivir. Filmar con luz natural tiene cierta magia; es crudo, muestra la belleza y es emotivo, pero es un desafío con el contraste entre la luz del sol y la sombra. Vale totalmente la pena. Hay que ser ético al filmar animales, ya que las luces brillantes los dañan», menciona Kartiki.

El valor de The Elephant Whisperers
Lo que hizo único a este documental fue la capacidad de Kartiki de capturar la lucha por la supervivencia de los elefantes, así como los momentos de esperanza, amor y compasión que surgían de la conexión entre estos animales y sus cuidadores. El filme no solo cuenta la historia de la preservación de una especie, sino que también muestra cómo los seres humanos y los animales pueden coexistir en armonía. En el caso de Bomman y Bellie, la relación con los elefantes era más que un trabajo: era una forma de vida, una expresión de respeto profundo por la naturaleza.
«Bomman es realmente dulce. Lo era todo, era una persona integral. Tenía el lado maternal y tenía el lado paternal. Era todo para ese joven elefante. Tenían este vínculo familiar entre ellos. Noté que compartían sus trabajos y cuidaban de Raghu como si fuera su propio hijo. Era una conexión hermosa. Entonces, tenías a estas dos personas cuidando a esta joven cría de elefante, que es tan vulnerable y tan pequeña. Era un bebé diminuto en ese momento, y lo tenías dependiendo de estas dos personas humanas, para que lo cuidaran. Quería su leche, afecto, y jugar», afirma Kartiki.
«Quería que la gente pudiera ir más allá y ver quiénes son realmente. Que los comprendieran para que, cuando se produjera el conflicto entre humanos y animales, comprendieran que son inteligentes. Que saben lo que está pasando. Y de ahí surgió todo. Y eso, en cierto modo, me llevó a querer ayudar a proteger al elefante asiático. Quería que la gente prestara atención a través de la historia de Raghu para poder ayudar a salvar a los elefantes», añade.

Otro aspecto significativo del documental es su capacidad para dar visibilidad a las comunidades indígenas, como la tribu Kattunayakan, que desempeñan un papel fundamental en la conservación de la fauna. Kartiki logró poner en primer plano la labor de Bomman y Bellie, quienes poseen un conocimiento ancestral que les permite comunicarse con estos gigantes de manera única. De esta manera, el documental también pone en evidencia la importancia de preservar tanto la biodiversidad como las culturas que han vivido en armonía con la naturaleza durante siglos.
«Bomman y Bellie son Kattunayakars. Los Kattunayakars son una tribu forestal que habita en el corazón de la selva de los Ghats Occidentales. Su territorio se encuentra actualmente en los estados de Kerala, Tamil Nadu y Karnataka. Originalmente cazadores-recolectores, algunos se han especializado en áreas como la recolección de miel y el cuidado de elefantes. El padre de Bomman era cuidador de elefantes, y Bomman siguió sus pasos. Su nueva esposa, Bellie, tenía menos conocimientos sobre los bosques y un profundo temor a los animales salvajes», explica Kartaki.
«Bomman, además de cuidar elefantes, es también sacerdote de templos hindúes. Adora a Ganesha (el dios elefante) en templos y cuida elefantes en la vida real. Su nombre es katunayakan, que literalmente significa «gente del bosque». Otra de sus fuentes de ingresos es la recolección de miel. Filmamos una escena íntima donde él y su esposa se ayudan mutuamente durante el proceso de extraer la miel. Su esposa le quita las abejas a su esposo para que no lo piquen. Tras esto, se desarrolla una hermosa escena de Bomman recogiendo con cuidado a las abejas jóvenes, que aún son bebés, y devolviéndolas a la naturaleza. Su teoría es que los humanos debemos utilizar solo lo que necesitamos y permitir que la naturaleza prospere. Afirma que es su responsabilidad garantizar que las abejas no sufran daños y que vivan en armonía. Las abejas nos dan miel y respetamos su existencia», añade.

En este sentido, una de las decisiones más valientes de Kartiki fue optar por no narrar el documental. En lugar de intervenir en la historia, permitió que fueran los propios personajes, Bomman y Bellie, quienes compartieran sus experiencias de manera auténtica. Esto, además de ser una postura ética, dotó al filme de una naturalidad y emocionalidad que tocó profundamente al público. La elección de Kartiki de no hacer comentarios innecesarios subraya la importancia de escuchar a las voces que históricamente han sido silenciadas, y resalta la belleza y complejidad de la relación entre humanos y animales.
«Siento que este estilo de narración tiene un lugar en el mundo actual y la gente aprecia el valor de historias humanas y animales como esta. Historias como estas necesitan ser contadas ahora debido a la situación actual del cambio climático y la invasión humana del hábitat de la vida silvestre. Necesitamos aprender a respetar a los demás animales. También quería mostrar la importancia de los pueblos indígenas y su conocimiento, y sobre todo, darles voz. En estos tiempos, hay tantas historias de animales asesinados y especies en extinción, y esta es una historia positiva que resalta la belleza de la colaboración entre el hombre y los animales. Creo que la coexistencia es la forma en que necesitamos avanzar hacia el futuro; solo con respeto mutuo y cooperación podemos salvar el planeta», comenta Kartiki.
«Mi viaje de exploración implica capturar la diversidad de culturas y tribus de todo el mundo, junto con la belleza del mundo natural. Me centro en debatir soluciones y fomentar una mayor conciencia y un sentido de responsabilidad hacia las preocupaciones ambientales, a la vez que presento historias de éxito en conservación que infunden esperanza. Mi filosofía de conservación se basa en que la empatía humana trasciende la diversidad y nos conecta a todos en nuestra causa ambiental. También busco brindar una plataforma a las mujeres y las tribus indígenas, especialmente a quienes trabajan por la conservación del planeta. Infundo mi pasión por la aventura para aportar nuevas perspectivas y una comprensión más profunda del público sobre los problemas ambientales y humanitarios. Creo que las imágenes impactantes tienen el poder único de cambiar mentalidades. Contar historias es contar historias que inspiran, generan conciencia y, en última instancia, generan cambios», agrega.

Con todo esto, la trayectoria de Kartiki Gonsalves es un testimonio del poder del cine como una herramienta para la transformación social y ambiental. Su trabajo no solo inspira a otros cineastas y artistas a contar historias con profundidad y emoción, sino que también ofrece un recordatorio de que la conservación de la naturaleza y el respeto por las comunidades indígenas son fundamentales para el futuro del planeta. Kartiki continúa con la misión de contar historias que nos conecten con la naturaleza y con los seres humanos que la habitan, usando su arte para inspirar el cambio, un fotograma a la vez.
«Aprendí que contar historias es fundamental para la existencia humana. Contar historias puede ser muy poderoso y transformar nuestra mente y nuestro corazón, acercándonos unos a otros. Lamentablemente, también se utiliza para dividir comunidades. Espero usar la narración como una herramienta para unir a diferentes comunidades y especies, y compartir la belleza del mundo natural», señala Kartiki.
«The Elephant Whisperers es una historia esperanzadora de respeto y cooperación con la naturaleza en una época plagada de conflictos y negación de las amenazas a nuestro hermoso planeta. Quisiera concluir diciendo que The Elephant Whisperers ofrece un rayo de esperanza de respeto mutuo y cooperación, y un camino hacia la coexistencia», agrega.

De esta manera, aunque The Elephant Whisperers ya ha llegado a su fin, Kartiki tiene aún un camino muy largo por recorrer, el cual ya tiene una segunda parada bien establecida. Su próxima aventura cinematográfica se adentrará en la relación entre los seres humanos y las orcas, con un enfoque similar al que tuvo con The Elephant Whisperers: explorando los paralelismos entre las sociedades humanas y las especies que han compartido este planeta durante milenios. Además, Kartiki estará participando en la nueva edición del Festival de Cine Santiago Wild, donde todos los asistentes podrán escuchar su historia de primera mano, así como visualizar el documental, el que se encuentra disponible actualmente en Netflix.
«Próximamente trabajaré en las relaciones humanas con las orcas. Espero que esto abra una nueva dimensión y perspectiva sobre la relación entre el hombre y la naturaleza. También quiero profundizar en la vida de las orcas y desentrañar la profunda conexión que las Primeras Naciones comparten con el depredador más grande del mundo, a quien llaman leyendas del mar. Ambas son sociedades matriarcales. Me gustaría explorar otros paralelismos entre ambas sociedades», cuenta Kartiki.