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![Chile y su legado fósil marino: huellas del pasado que revelan la historia de nuestros océanos, desafíos de conservación y últimos descubrimientos](https://laderasur.com/wp-content/uploads/2025/02/amonites-del-jurasico-superior-museo-de-talca.jpg)
Chile y su legado fósil marino: huellas del pasado que revelan la historia de nuestros océanos, desafíos de conservación y últimos descubrimientos
Chile es un país excepcionalmente rico en fósiles marinos, testigos de un pasado en el que gran parte de su actual territorio estuvo cubierto por océanos. A lo largo y ancho del territorio nacional, estos vestigios revelan la evolución de los ecosistemas marinos y aportan claves fundamentales para comprender la evolución de la vida en el planeta y los efectos del cambio climático. Sin embargo, su estudio y conservación enfrentan grandes desafíos. En este reportaje, exploramos la historia geológica de Chile, los hallazgos más recientes y el rol clave de la paleontología en la protección de este invaluable patrimonio.
De seguro, en más de alguna ocasión, al recorrer las zonas cordilleranas de Chile, el Desierto de Atacama, los valles centrales, las pampas patagónicas o incluso la costa, te has encontrado con extrañas rocas que llaman la atención por su particular forma. Si has investigado, sabrás que te encontraste cara a cara con un fósil marino.
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La verdad esto no es un hecho aislado, ya que, a pesar de su gran extensión y diversidad de ecosistemas, podemos encontrar fósiles marinos a lo largo y ancho de todo el territorio nacional, incluso en aquellas zonas que se encuentran bastante alejadas de la costa, en las que no se espera encontrar vestigios de vida marina.
Lo cierto es que Chile posee una compleja historia geológica, que ha permitido la conservación de una gran abundancia de fósiles de distintas épocas y formas. Entre ellos, destacan los marinos, que se encuentran en gran abundancia en el país porque, durante millones de años, grandes porciones del territorio que hoy conforman Chile estuvieron sumergidas bajo el mar, favoreciendo la acumulación y preservación de estos organismos marinos.
Como explica Rodrigo Otero, paleontólogo del Proyecto Registro Fósil y Evolución de Vertebrados de la Universidad de Chile: “Si uno ve la historia geológica del actual territorio chileno, durante el Jurásico, hace 201 a 145 millones de años, e incluso antes, una gran parte de nuestro territorio estuvo bajo el agua. Pero después de la era de los dinosaurios, las cuencas marinas empezaron a retroceder y quedaron múltiples fósiles marinos. Esa es la razón básica, muy simplificada, de por qué hay tanta abundancia de fósiles marinos en Chile”.
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En aquel entonces, la Cordillera de los Andes aún no existía. Sin embargo, desde el fondo marino emergía una cadena de volcanes en la actual Cordillera de la Costa. Hacia el occidente, se extendía un océano abierto, mientras que al oriente se encontraba un mar menos profundo, cuyas costas alcanzaban lo que hoy es territorio argentino.
Este mar, de aguas cálidas y poco profundas, albergaba una biodiversidad asombrosa. Entre sus principales depredadores se encontraban reptiles marinos como los metriorrínquidos —parientes de los cocodrilos—, los ictiosaurios y los plesiosaurios. También habitaban allí grandes poblaciones de peces picnodontes e invertebrados como amonites, bivalvos y corales.
Hace aproximadamente 130 millones de años, durante el Cretácico Inferior, la separación de Gondwana y la apertura del océano Atlántico marcaron un punto de inflexión. A medida que las placas tectónicas de América y África se apartaban, la subducción en el borde occidental de Gondwana —lo que hoy es Chile— se intensificó. Este proceso deformó y engrosó la corteza continental, provocando el retroceso del mar y el posterior levantamiento del fondo marino. Con ello, surgió una nueva cordillera más al este, cercana a la ubicación de los actuales Andes.
![Elasmosaurio, reptil marino de 70 millones de años, descubierto en Algarrobo. Créditos: Rodrigo Otero](https://laderasur.com/wp-content/uploads/2025/02/imagen-de-whatsapp-2025-02-05-a-las-11.11.07-d6275ae2-1024x682.jpg)
El ascenso de estas rocas y su posterior erosión hicieron que los fósiles marinos quedaran expuestos en la superficie, donde, en muchas regiones del país, especialmente en el norte y en la Cordillera de la Costa, las condiciones climáticas han favorecido una notable conservación de los restos hasta nuestros días.
Asimismo, la intensa actividad tectónica ha favorecido el levantamiento de capas de roca que alguna vez estuvieron en el fondo del océano, dejando al descubierto fósiles que de otro modo permanecerían ocultos.
“Chile es un país geológicamente muy loco, tiene una dinámica altísima en cuanto al movimiento de las rocas. En Chile todo se mueve. Y así como todo se mueve, todo se deforma también. Por ejemplo, nosotros tenemos fósiles en la cordillera de los Andes. Tú vas a la zona del Maipo y te encuentran con fósiles marinos a 3000 metros de altura, 2500 metros de altura. Fósiles que se depositaron en un fondo marino a unos 500 metros profundidad, es decir, que han subido 3 km por lo menos desde el lugar topográfico donde se depositaron en un principio. Y en ese contexto es donde nosotros también encontramos cosas que son bastante poco intuitivas para la mayoría de las personas. Generalmente uno no espera encontrar en la cordillera formas marinas y eso es una cosa que de alguna manera te choca de entrada”, puntualiza Otero, quien también es investigador asociado del Museo de Historia Natural y Cultural del Desierto de Atacama.
![Un equipo científico desenterró a “Fiona”, el fósil completo de una ictiosauria adulta con sus embriones intactos. Créditos: Fundación Azara](https://laderasur.com/wp-content/uploads/2025/02/un-equipo-cientifico-desenterro-a-fiona-el-fosil-completo-de-una-ictiosauria-adulta-con-sus-embriones-intactos-fundacion-azara-1.jpg)
Por su parte, Jaime Villafaña Navea, Doctor en Ciencias Naturales, paleontólogo y académico de la Facultad de Ciencias de Universidad Católica de la Santísima Concepción, agrega: “Chile es un país muy fosilífero y hay una gran diversidad de fósiles de los ultimos 540 millones. Por ejemplo, el Neógeno es uno de los periodos que ha sido investigado, esto es por la alta disponibilidad de restos fósiles en las localidades. En el norte de nuestro pais, los restos de este periodo de tiempo se encuentran cercanos a la costa, lo que ayuda a un facil accesos a ellos».
Gracias a estos factores, el país se ha convertido en un lugar único para estudiar la evolución de los ecosistemas marinos. Su registro fósil abarca desde períodos geológicos muy antiguos hasta tiempos más recientes, proporcionando una ventana excepcional de biodiversidad marina a lo largo de la historia de nuestro planeta.
“Chile tiene dos ventajas únicas respecto al resto del mundo. Tenemos rocas que va desde 250 millones de años de forma relativamente continua hasta que se extinguen los dinosaurios. Además, tenemos un muestreo latitudinal amplio ya que Chile es muy largo. Eso nos da un mapa de posible estudio muy amplio que probablemente en ninguna parte del mundo ocurre, y como laboratorio natural tiene condiciones únicas. En ese mismo contexto, si uno ve la configuración de los continentes antiguos, por ejemplo, lo que fue Gondwana durante el Jurásico, el territorio actual de Chile representa gran parte de la costa suroccidental de este antiguo continente. Chile en ese sentido es una fuente de información única y así lo está mostrando el registro fósil hasta ahora”, agrega el investigador de la Universidad de Chile.
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Una ventana al pasado y al futuro
El registro fósil marino es una herramienta clave para comprender la historia geológica de la Tierra y la evolución de las diferentes especies hoy habitan en nuestro planeta.
Como puntualiza Rodrigo Otero: “Los fósiles nos dicen literalmente que habitamos en otro planeta. En múltiples sentidos. Habitamos en un planeta cuya geografía era diferente, cuyo nivel del mar era diferente, cuya diversidad marina era muy distinta. Entonces son verdaderas piezas de un rompecabezas antiguo que vamos palmando poco a poco. Son vistazos a un pasado remoto que es bastante insospechado considerando las actuales condiciones de nuestro país”.
Los fósiles marinos permiten reconstruir antiguos ecosistemas y rastrear cómo han cambiado a lo largo del tiempo. A partir de estos restos, los científicos han podido identificar la aparición y extinción de especies, entender las adaptaciones evolutivas de los organismos y estudiar la dinámica de los océanos en distintas eras geológicas.
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El Dr. Villafaña, quien además es investigador asociado del Centro de Estudios Avanzados de Zonas Áridas (CEAZA), indica: “Los fósiles nos pueden decir un montón de cosas. Nos pueden contar la historia pasada de nuestro planeta, nos pueden contar cómo eran los ambientes en el pasado, qué tipo de organismos vivían en nuestro territorio. Además, nos muestran cómo los organismos han ido sobreviviendo a través del tiempo en base a todos estos cambios climáticos, geográficos, tectónicos. Eso es super interesante porque el registro fósil nos permite reconstruir cómo eran las condiciones del pasado y cómo los organismos vivieron en esas condiciones. Por ejemplo, hay especies de tiburones y rayas que hace 5 millones ya estaban presentes en nuestro planeta, de los cuales algunos se han extinto y otros han sobrevivido. Por ejemplo, el tiburón blanco está presente en nuestro planeta hace 5 millones de años y ha sobrevivido todos los cambios climáticos.
A lo largo de millones de años, los fósiles han registrado los efectos de cambios ambientales y climáticos en la historia del Planeta. Las extinciones masivas, las variaciones en el nivel del mar y los cambios en la composición atmosférica han dejado su huella en estos vestigios, revelando cómo las especies marinas han respondido a eventos como el enfriamiento global, el calentamiento extremo o la acidificación de los océanos. De esta forma, el estudio de estos fósiles se transforma en una excelente herramienta entender los ciclos de transformación del planeta y su impacto en la vida marina.
Por otra parte, actualmente el estudio y análisis de fósiles marinos se ha convertido en una herramienta esencial para proyectar los efectos actuales del cambio climático. Comparando los eventos del pasado con las alteraciones que se están observando en los ecosistemas oceánicos actuales, los paleontólogos pueden predecir o anticipar cómo el calentamiento global, la pérdida de oxígeno en los océanos y la acidificación podrían afectar la biodiversidad marina en el futuro.
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Como comenta Sven Nielsen, Doctor en Ciencias Naturales, paleontólogo y académico del Instituto de Ciencias de la Tierra de la Universidad Austral de Chile: “Mientras mejor entendemos como diferentes tipos de organismos reaccionan a cambios ambientales mejor nos podemos preparar para lo que viene a futuro. El conocimiento que nos entrega el estudio de los fusiles nos permite tener ciertos conocimientos de cómo cambia la distribución de ciertos organismos. Al menos en teoría, porque nunca sabemos con la velocidad del cambio climático. Pero eso es muy interesante porque hay especies que van a sufrir porque su rango se va a disminuir, pero hay otras especies más generalistas que aparentemente podrían encontrar una mayor posibilidad de tener una distribución más amplia”.
En ese sentido, la información obtenida a partir del registro fósil ofrece claves valiosas para comprender los ritmos y consecuencias de la crisis climática, ayudando a prever posibles escenarios y a diseñar estrategias para la conservación de los ecosistemas marinos.
Hallazgos recientes y su impacto en la paleontología chilena
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Chile ha sido escenario de notables descubrimientos de fósiles marinos que no solo han enriquecido el conocimiento paleontológico a nivel mundial, permitiendo cuestionar hipótesis previas y generar nuevas interpretaciones evolutivas, sino que también nos han permitido entender el pasado geológico de nuestro territorio y conocer las impresionantes criaturas que habitaban en el mundo mucho antes de la llegada de los seres humanos.
Uno de estos grandes descubrimientos fue el hallazgo en el desierto de Atacama de restos de plesiosaurios, un reptil oceánico que habitó el norte de Chile hace unos 160 millones de años, conocido por ser uno de los mayores depredadores marinos del Jurásico. Estos fósiles fueron hallados en dos sitios ubicados en la Formación Quehuita, donde se preservaron partes significativas de los esqueletos, incluyendo un cráneo.
![Científicos de la U. de Chile identificaron a los primeros géneros de plesiosaurios del período jurásico en el país. La investigación fue publicada en la revista Journal of Vertebrate Paleontology. Créditos: Rodrigo Otero](https://laderasur.com/wp-content/uploads/2025/02/jcr-content-1.jpg)
Este descubrimiento es crucial, ya que proporciona información relevante sobre la distribución geográfica de estos depredadores marinos y ofrece una visión más completa de los ecosistemas marinos del Jurásico en el hemisferio sur. Además, es relevante ya que este material que representaría el segundo registro más antiguo de plesiosaurios en todo el Hemisferio Sur.
![Científicos de la U. de Chile identificaron a los primeros géneros de plesiosaurios del período jurásico en el país. La investigación fue publicada en la revista Journal of Vertebrate Paleontology. Créditos: Rodrigo Otero](https://laderasur.com/wp-content/uploads/2025/02/jcr-content-1024x664.jpg)
Por otra parte, otro hallazgo significativo ocurrió en la localidad costera de Algarrobo en 2023, donde un grupo de investigadores de la Universidad de Chile, liderados por el paleontólogo Rodrigo Otero, registraron el hallazgo de los restos de un elasmosaurio de aproximadamente 70 millones de años de antigüedad. Era un reptil marino que vivió en el Cretácico Superior, que destaca por su cuello extremadamente largo y representa uno de los hallazgos más completos de su tipo en la región.
“Los elasmosaurios forman el grupo más diverso a fines del Cretácico, justo antes de la extinción de los dinosaurios. Habían elasmosaurios en todos los continentes. Sin embargo, no son tan abundantes los elasmosaurios relativamente completos. Se conocen muchos restos aislados en todas partes, pero los lugares en donde se han recuperado elasmosaurios relativamente completos son puntuales. En Chile solo se conocía uno hasta ahora relativamente completo, que es un poquito más joven que el registro más actual y es casi del instante antes del momento de su extinción, 66 millones de años atrás. El de Algarrobo es un poquito más antiguo, pensamos que tiene unos 70 millones de años. Ahora, la edad que tiene es super importante en ese contexto porque nos permite sumar una pieza en un momento en el que no teníamos información. Entonces, nos puede dar muchas buenas luces respecto de cómo pudieron haber evolucionado estas formas australes”.
![Elasmosaurio, reptil marino de 70 millones de años, descubierto en Algarrobo. Créditos: Rodrigo Otero](https://laderasur.com/wp-content/uploads/2025/02/imagen-de-whatsapp-2025-02-05-a-las-11.11.13-d5819f71-1024x682.jpg)
![Elasmosaurio, reptil marino de 70 millones de años, descubierto en Algarrobo. Créditos: Rodrigo Otero](https://laderasur.com/wp-content/uploads/2025/02/imagen-de-whatsapp-2025-02-05-a-las-11.11.09-00773d89-1024x682.jpg)
Este descubrimiento, entonces, viene a ser un tremendo aporte sobre la fauna marina que habitó la zona costera de Chile durante el Cretácico y ayuda a comprender mejor la diversidad y distribución de los elasmosaurios en el hemisferio sur. Por otra parte, como señala el investigador, el descubrimiento también es muy relevante para entender la evolución de este grupo de reptiles marinos antes de su extinción hace 66 millones de años atrás.
“Es muy interesante porque en Chile tenemos elasmosaurios que presentan características evolutivas similares a las que vamos a ver 40 millones de años después con las ballenas. Los reptiles tuvieron una evolución bastante similar a la que vemos en las ballenas, pero mucho antes, a fines del cretácico. Cerca de su extinción nos encontramos con un reptil marino que tiene los dientes modificados, la cabeza muy grande, aplastada. Empiezan a parecerse a ballenas, o al revés, si lo vemos cronológicamente son las ballenas las que empiezan a parecerse a los elasmosaurios. Pero hasta el día de hoy no sabemos de dónde salieron esas formas raras, entonces quizás el elasmosaurio de algarrobo nos permita entender mejor como fueron esos pasos evolutivos de pasar de esos elasmosaurios de cuellos largos a esas formas de cabeza plana”.
![Elasmosaurio, reptil marino de 70 millones de años, descubierto en Algarrobo. Créditos: Rodrigo Otero](https://laderasur.com/wp-content/uploads/2025/02/imagen-de-whatsapp-2025-02-05-a-las-11.11.14-51ddae34-1024x575.jpg)
Otra de las particularidades que tiene este hallazgo es que fue hecho por la comunidad. “Esto lo quiero destacar porque en general los hallazgos que hacen las personas locales, lamentablemente se terminan perdiendo. Muchas veces la gente se lleva parte del yacimiento o del resto fósil. Y en este caso tuvieron la excelente preocupación de hacer las consultas y ver si se trataba de algo importante. Y así fue. Yo creo que va a ser uno de los especímenes de elasmosaurio más espectaculares recuperados en Chile”, puntualiza el investigador de la Universidad de Chile.
Por otra parte, una de las investigaciones más importantes que se está realizando en Chile sobre fósiles marinos es la que se lleva a cabo en el glaciar Tyndall, en el Parque Nacional Torres del Paine, donde se han encontrado casi 90 ejemplares de ictiosaurios, una especie de reptiles marinos que vivieron hace más de 100 millones de años.
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Esta investigación, liderada por la paleontóloga Judith Pardo, es clave para entender la evolución de los ictiosaurios en el hemisferio sur. Entre los hallazgos más relevantes se encuentra Myobradypterygius hauthali, un ictiosaurio de tres metros de largo, y «Fiona», el único ictiosaurio preñado conocido, que está en proceso de exhibición.
Estos descubrimientos no solo arrojan luz sobre la biodiversidad marina del Cretácico, sino también sobre las condiciones del antiguo océano Pacífico y cómo estas criaturas se relacionaban con otras especies marinas del hemisferio norte.
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El excepcional estado de conservación de los fósiles, gracias a las características del glaciar, ha permitido que estos vestigios sean una fuente invaluable de información para los paleontólogos, contribuyendo significativamente a la comprensión de la evolución de la fauna marina de esa era.
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Para finalizar, no podemos dejar de mencionar uno de los hallazgos más importantes para la paleontología a nivel mundial de los últimos años: El yacimiento paleontologico Cerro Ballena.
Descubierto en la región de Atacama en 2010, el yacimiento Cerro Ballena ha revelado ser el mayor hallazgo de fósiles marinos de Chile y uno de los más importantes a nivel mundial. Este sitio contiene una impresionante variedad de fósiles, incluyendo restos de ballenas, delfines, focas, perezosos acuáticos y otros vertebrados marinos. Se cree que estos fósiles fueron depositados en un antiguo ecosistema marino que existió hace unos 10 millones de años, durante el Mioceno, cuando la zona era una región costera de agua poco profunda.
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El proceso de fosilización ocurrió en un contexto geológico peculiar: las corrientes marinas habrían arrastrado a los animales muertos hasta una zona de baja energía, donde se acumulaban y preservaban de forma excepcional. A lo largo de los años, estos fósiles han proporcionado a los científicos una cantidad invaluable de información sobre las especies que habitaron el océano Pacífico y la evolución de los ecosistemas marinos en esa era.
La importancia de Cerro Ballena radica no solo en la calidad y diversidad de los fósiles, sino en la excepcional conservación de los restos. Este yacimiento ha permitido a los paleontólogos estudiar en detalle el comportamiento, la dieta y la evolución de estos animales marinos, además de contribuir al entendimiento de las relaciones ecológicas de los ecosistemas prehistóricos. Asimismo, este lugar es considerado como el sitio más denso de ballenas fósiles individuales y otros mamíferos marinos extintos en el mundo entero, poniendo a Chile en el centro de los estudios paleontológicos a nivel global, al ofrecer una ventana única a un pasado marino remoto
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Principales desafíos para la paleontología en Chile
La paleontología en Chile enfrenta una serie de desafíos que dificultan su desarrollo. Uno de los principales obstáculos es la falta de financiamiento adecuado y una regulación efectiva para la conservación de los fósiles. A pesar de que la Ley N° 17.228 sobre monumentos nacionales protege los restos fósiles, la falta de recursos para su investigación y conservación limita el alcance de los estudios y pone en riesgo muchos de estos tesoros.
Como puntualiza el Dr. Villafaña, «la paleontología no es una investigación de primera necesidad. Entonces, obviamente es más complicado para nosotros como paleontólogos poder adquirir fondos de investigación. Una campaña, por ejemplo, sacar un dinosaurio, puede costar millones de pesos porque involucra una logística enorme. Entonces la dificultad que nosotros tenemos como paleontólogo es entre comillas vender la idea de la importancia del registro paleontológico, para poder ganarnos un fondo de investigación”.
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Por su parte, el Dr. Nielsen asegura que, si bien la ley de Monumentos Nacionales protege y regula el patrimonio paleontológico, en la práctica los reglamentos se adaptan más a la realidad arqueológica y no tienen mucho sentido en la práctica paleontológica. “Por ejemplo, si yo trabajo una unidad geológica, yo necesito toda el área para poder trabajar, que muchas veces estamos hablando de decenas de kilómetros cuadrados. Y eso para los arqueólogos es impensable. Los arqueólogos generalmente trabajan sitios que están superbién limitados”, señala.
Además, existe un creciente problema con la extracción ilegal y el tráfico de fósiles, lo que amenaza el patrimonio paleontológico del país y dificulta el acceso a estos hallazgos para la comunidad científica.
“La gente saca un fósil porque lo encuentra bonito y los colecciona. Hay muchas historias, por ejemplo, hay un ave gigante, el Pelagornis chilensis, que era como una especie de pelícano con dientes, que fue descrita gracias a un fósil chileno que llegó a un museo en Alemania. Entonces, ¿quién sabe cuántas especies que existieron en el pasado se han perdido porque alguien la saco o la destruyó sin darse cuenta? Entonces por eso es importante que las personas entiendan la importancia de proteger el registro pasado de nuestro planeta, así como se protegen los árboles y las especies vivas”, señala el Dr. Villafaña.
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Otro desafío importante es la necesidad de mayor investigación en grupos fósiles poco estudiados. Aunque Chile ha realizado grandes avances en el estudio de algunos grupos, aún existen áreas poco exploradas que podrían ofrecer información invaluable sobre la evolución de la vida en nuestro planeta. La falta de expertos en ciertos campos y la escasez de recursos dificultan el avance en estos temas, por lo que se requiere un impulso en la inversión en investigación científica y formación de profesionales.
“Hay grupos de organismos que casi nunca se han trabajado en Chile. Por ejemplo, tenemos muy pocos registros de corales en Chile. Hay, pero no están trabajados. Lo mismo con las estrellas de mar. Hay fósiles de estrellas de mar, pero prácticamente no se sabe absolutamente nada de ellas. Probablemente son totalmente distintas a las actuales, pero no se sabe, las estrellas prácticamente no tienen historia”, agrega el Dr. Nielsen.
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Los fósiles marinos de Chile son patrimonio natural y es importante no dañarlos. Si se encuentra un fósil, se debe comunicar el hallazgo al Gobierno Provincial o al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN).
“El principal desafío es que la gente entienda la importancia que tiene el registro fósil, no solo por un tema de investigación, sino porque es la evidencia del pasado. Se tiene que preservar para que las nuevas generaciones también la conozcan porque si al final sacamos y sacamos fósiles y no los protegemos, nuestros hijos, nietros y las siguientes generaciones no van a tener la posibilidad de ver ese registro fósil y entender la historia evolutiva de nuestro planeta”, finaliza Villafaña.