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Reino Fungi en el bosque valdiviano: Un tesoro natural al alcance de todos
El bosque valdiviano es un lugar de magia y fascinación, donde la biodiversidad se despliega en una sinfonía de formas y colores. En este escenario, el Reino Fungi representa una parte fundamental de la vida en los bosques lluviosos, tanto en términos ecológicos como culturales. Para los turistas que visitan la comuna de Valdivia, la oportunidad de descubrir la extraordinaria diversidad de hongos de esta eco-región, junto con la belleza de su paisaje, ofrece una experiencia única que va más allá del simple turismo natural: es una inmersión en el misterio y la complejidad de la vida misma.
El bosque valdiviano es uno de los bosques más sorprendentes y ricos en biodiversidad del planeta, y constituye una de las áreas más destacadas del sur de Chile. Esta eco-región única es el hogar de diversas especies de flora, fauna y funga que han evolucionado de manera independiente durante millones de años, aisladas del resto del mundo por fenómenos geológicos y climáticos.
«El bosque valdiviano es especial ecológicamente. Es un tipo de bioma distinto a otros biomas del mundo. La composición de la flora, fauna y funga es distinta a la que se encuentra en otras partes. También, dentro de ese mismo ecosistema, hay zonas costeras, hay zonas más isleñas, y cada una de ellas se diferencia de las demás», señala Giuliana Furci, micóloga de campo, conferencista, escritora, y directora ejecutiva de la Fundación Fungi, organización que fundó en 2012.
Con una extensión aproximada de 250.000 km², el bosque valdiviano se encuentra ubicado entre los paralelos 35º y 48º S, abarcando desde la Región del Maule hasta el norte de la Patagonia, incluyendo territorios de Argentina. Su particularidad radica en que es uno de los pocos bosques templados lluviosos que sobreviven en el planeta, y se distingue por ser la región más austral de su tipo.
Uno de los elementos más fascinantes de este ecosistema es su clima: un microclima templado y húmedo, hotspot de biodiversidad, que asegura precipitaciones constantes a lo largo del año, entre 1500 y 4000 mm anuales, creando un ambiente que favorece la vegetación exuberante y diversa. Este tipo de bosques tienen una cubierta densa y rica, con al menos cuatro estratos o niveles, lo que permite la coexistencia de una gran cantidad de especies. Los árboles del bosque valdiviano son casi en su totalidad siempreverdes, lo que proporciona un paisaje de tonos verdes durante todo el año.
«Valdivia está rodeado de un bosque que recibe el nombre de “bosque templado”, aclarando que no cumple las características de una selva. Este bosque se caracteriza por tener altas precipitaciones anuales y temperaturas estables. Esto va permitiendo el desarrollo de muchos árboles, de gran altura, los cuales realizan asociaciones y también son hospederos para una gran cantidad de hongos», señala Pablo Silva, experto en difusión e identificación de flora, fauna y funga de la Región de los Ríos, fundador de Sur Endémico.
«Al ser las temperaturas estables, ni muy altas, ni muy bajas, se genera un ambiente bastante ideal para la flora, fauna y funga, en general. Otra característica son las barreras naturales como la cordillera de los Andes y el océano Pacifico. En estas latitudes se concentra un ambiente único, controlado, con mucha diversidad y densidad», agrega.
En términos botánicos, el bosque valdiviano alberga una flora excepcionalmente diversa, con una gran cantidad de especies endémicas, muchas de las cuales no se encuentran en ninguna otra parte del mundo. Algunas de las especies vegetales más representativas incluyen el copihue, la flor nacional de Chile; el laurel, el tineo, los robles, y las coníferas como el alerce y la araucaria. Estos bosques son un refugio de vegetación densa, con helechos gigantes, musgos, líquenes, y enredaderas que colonizan todos los rincones del ecosistema.
La fauna también es notable, destacándose mamíferos como el monito del monte, considerado un fósil viviente, y el pudú, el ciervo más pequeño del mundo. Además, la avifauna de la zona es especialmente rica, con varias especies que varían según la temporada. La fauna valdiviana es un verdadero ejemplo de adaptaciones únicas, con especies que se han especializado en estos bosques húmedos y sombríos.
Sin embargo, hay un componente en particular que, aunque menos visible, juega un papel crucial en el equilibrio ecológico de estos bosques: el reino Fungi. Los hongos son una de las principales manifestaciones de la vida en los bosques lluviosos, los que, considerando su complejidad ecológica, albergan un sinfín de especies que contribuyen a la descomposición de materia orgánica, la fertilización del suelo y la interacción simbiótica con otras especies vegetales y animales.
Mientras los árboles milenarios, como los alerces y las araucarias, proporcionan el soporte físico del ecosistema, los hongos actúan como los recicladores que permiten la regeneración del suelo y la salud de la vegetación. En la comuna de Valdivia podemos encontrar cómo cada uno de estos elementos del bosque valdiviano se encuentran presentes y entrelazados en sus ecosistemas, los que pueden ser visitados y apreciados por todos aquellos que deseen hacerlo.
«En la comuna de Valdivia se han registrado al menos unas 300 especies de hongos según la plataforma de ciencia ciudadana INaturalist. La especie más llamativa y la que más se conoce, es la Amanita muscaria, que, si bien no es una especie nativa (es una especie exótica que además tiene caracteres invasores), nos sirve para adentrar a la gente en el mundo Fungi. De hecho, normalmente la gente viene y lo primero que hace es ir al Parque Saval, que tiene hartos árboles, pero en su mayoría introducidos, por lo que hay abundancia de Amanita muscaria. Pero si nos centramos, por ejemplo, en especies nativas, podemos observar amanitas que son nativas, como Amanita aurantiovelata, que es más pequeña que la exótica, de similar morfología, pero es de color naranja, entonces igual llama bastante la atención», afirma Silva.
«En los bosques valdivianos se encuentran especies que son bien únicas de ahí, que se han ido describiendo en esa zona. Hay muchas especies del género Cortinarius, de distintos colores, tales como azules, morados, rosados, y amarillos. También se van encontrando especies nuevas en la medida que más micólogos y micólogas van a investigar por ahí. Recientemente, la Podoserpula aliweni, que describieron Pablo Sandoval y Sigisfredo Garnica, que es muy bonita y de esa zona. Ahí vas a encontrar varias especies endémicas, como el loyo, ciertos changles, la Podoserpula aliweni, entre otras. Hay varias especies endémicas de Chile, ciertos hongos que crecen en forma de trufa, asociados a los Nothofagus. Es importante que podamos entender que los hongos son específicos de su sustrato, de su simbionte, por lo tanto, si hay un hongo que crece asociado a un árbol endémico, el hongo va a ser endémico lo más probable. Por el contrario, si crece sobre una especie introducida, como puede ser un pino, entonces lo más probable es que el hongo también lo sea», agrega Furci por su parte.
Un mundo invisible por descubrir
El Reino Fungi, que agrupa a hongos, levaduras, mohos y líquenes, es uno de los reinos biológicos más antiguos y fundamentales para el funcionamiento de los ecosistemas. En el bosque valdiviano, particularmente en la comuna de Valdivia, la alta humedad, las temperaturas moderadas y la densa cobertura vegetal crean las condiciones perfectas para que los hongos y sus simbiontes se desarrollen.
«Los hongos acá encuentran condiciones muy favorables para crecer. Tenemos muchos hospederos y hay muchos hongos que se asocian directamente con árboles. Acá tenemos el caso de que el clima es perfecto por la humedad y la temperatura. Un claro ejemplo es el caso de los árboles del género Nothofagus, en los bosques en los que predominan, podemos encontrar muchas especies», explica Silva.
Asimismo, la interacción entre estos organismos y su entorno es compleja y vital para la salud de los bosques: descomponen materia orgánica, reciclándola y transformándola en nutrientes esenciales para el suelo. Este proceso de descomposición es crucial para mantener la fertilidad del suelo y asegurar la continuidad del ciclo de vida en el bosque.
«Más que equilibrio, es una dinámica. Se sabe mucho que los hongos tienen muchas funciones. Principalmente, son descomponedores de materia orgánica, y ayudan a que vuelvan los nutrientes al suelo, lo que incide en su salud. Sabemos que hay muchas micorrizas en el suelo, que se asocian con plantas. Se trata de una simbiosis, pero es importante recalcar que es mutualista, o sea, no siempre se ayudan entre micorrizas y plantas, esto depende de las condiciones ambientales. Otro caso son los hongos que hacen control natural de insectos, reciben el nombre de entomopatógenos. Por ejemplo, hay algunos insectos que proliferan mucho, convirtiéndose incluso en plagas, y tenemos estos hongos que cumplen con el rol de infectarlos, lo que ayuda a disminuir estas poblaciones. Asimismo, hay varias especies que se usan en la industria farmacéutica», apunta Silva.
«Son indicadores de calidad del ecosistema, bioindicadores. Cuando vemos bosques con hartos hongos, es porque estamos en presencia de un bosque que es muy prístino, que no está muy intervenido. También hay que mencionar que son una fuente de alimento. Acá, por lo menos, se consume harto hongo, es como un tema cultural», agrega.
En la comuna de Valdivia, la gran diversidad de hongos es un fenómeno particularmente visible durante la temporada de lluvias. Los bosques valdivianos de la zona albergan una impresionante variedad de especies, algunas de ellas endémicas de la región (Tolypocladium valdiviae) y otras que, debido a su adaptabilidad, pueden encontrarse en diferentes partes del mundo.
«Acá tenemos muchos hongos del género Mycena. La especie más llamativa que tenemos es Mycena cyanocephala que, si encuentras un árbol en descomposición, la podrás a ver desde lejos, porque son de un azul muy intenso. También tenemos la Mycena haematopus, que tiene la característica de que, si tú le haces, por ejemplo, un pequeño corte o la tomas con mucha fuerza tiene una exudación roja que parece sangre. La otra es Cortinarius magellanicus, que es conocida como sombrero violeta, se encuentra en bosques de Nothofagus, incluso en la ciudad misma uno puede encontrar estos hongos. Son muy llamativos, porque la coloración morada es muy vistosa. Las gomitas del bosque, Guepiniopsis alpina, que parecen un frugelé chiquitito, son muy llamativas igual, a pesar de ser pequeñas. Es muy fácil caminar por Valdivia y encontrarse con una rama caída que tenga estas gomitas, que pueden ser amarillas o rojas. Las orejas de palo igual llaman la atención. Hay mucha gente que piensa que es un trozo de madera, por la consistencia que tiene, porque los Polyporales son bastante duros, por lo que parece una extensión del árbol, igual son llamativas por su forma de oreja. Hay personas que les van hasta conversar», ahonda Silva.
«Otra especie que recibe harta atención es el loyo, obviamente por su tamaño y porque es comestible igual que los changles (Ramaria sp). A pesar de eso, no son tan fáciles de encontrar, porque están asociados a bosques más prístinos, mejor cuidados. Otra especie que es bien llamativa y que ha causado harto furor últimamente es Entoloma necopinatum, que es un hongo de un color verde, hasta parece un verde medio radioactivo. Es muy bonito, pero también muy pequeño, por lo que se necesita un ojo bastante entrenado para poder verlo. Los digüeñes obviamente hay que mencionarlos, estamos llenos en primavera, sobre todo de llao llao (Cyttaria harioti) y del digüeñe como tal (Cyttaria espinosae). Hay que mencionar que son varias especies del género Cyttaria y todas reciben nombres similares, pero son diferentes, es importante saber cuál es el árbol hospedero para identificarlas», agrega.
¿Dónde verlos?
Los turistas que visitan las reservas naturales de la comuna de Valdivia tienen la oportunidad de adentrarse en este fascinante mundo, observando los diferentes tipos de hongos que proliferan en los troncos caídos, en el suelo cubierto de hojas y entre las raíces de los árboles.
«En Valdivia es posible acceder a diferentes experiencias de avistamiento de hongos dependiendo del lugar al que se acuda. Hay desde recorridos urbanos por las calles y plazas de la ciudad, hasta recorridos por senderos en cerros inmersos en el bosque valdiviano, donde además de hongos se puede avistar gran cantidad de plantas y animales nativos», cuenta Robert Muñoz, cofundador de FungiFest Chile.
Los parques de la costa norte de Valdivia, y aquellos que se encuentran dentro del radio urbano, son solo algunos de los destinos cercanos que permiten explorar la rica biodiversidad del reino Fungi dentro del contexto del bosque lluvioso. Estos espacios no solo proporcionan un entorno ideal para la observación de hongos, sino que también permiten a los visitantes comprender el importante rol que juegan en la ecología del bosque.
En el sector de Pilolcura, puerta de entrada al bosque valdiviano en la costa de Valdivia, confluyen varias reservas naturales caracterizadas por su bosque siempreverde. Un hábitat perfecto para la proliferación de diversas especies fúngicas. Durante las caminatas por sus senderos, los turistas pueden ser testigos de cómo los hongos crecen en simbiosis con el resto de la vegetación. La densa niebla y las constantes lluvias que cubren los parques, especialmente durante los meses más fríos, favorecen la creación de un microclima propicio para los hongos, creando una atmósfera de misterio y fascinación.
«Hay muchos parques acá en la comuna. En realidad, en cualquier parte de la comuna de Valdivia con bosque nativo, incluso introducido, vas a encontrar hongos si estás en la fecha indicada. Acá en el mismo Valdivia tenemos el Parque Urbano El Bosque, que es muy pequeño y se ubica en plena ciudad, son aproximadamente 12 hectáreas. En ese terreno hay un sendero de 15 minutos aproximados en el cual el 2021, visitándolo solo dos veces, pude registrar 55 especies. Ahí se nota la resiliencia de los hongos. Ahora, si empezamos a salir de Valdivia, en la salida sur tenemos el Parque Llancahue, que es bastante grande, aunque lamentablemente está un poco abandonado, aún así es donde más realizamos avistamiento de hongos. Tiene un sendero llamado Lomas del Sol, en donde he estado realizando salidas todos los años. Allí hemos registrado más de 100 especies de hongos. Entonces, es importante que cuidemos estos remanentes de bosques cercanos a la ciudad», profundiza Silva.
«Si nos vamos a la costa de Valdivia, podemos llegar al Parque Oncol, que es súper conocido, que igual se encuentra mucha diversidad de hongos ahí. Antes del Parque Oncol está Pilunkura, que es una reserva de bosque perteneciente a familia Alba. Es un bosque muy cuidado, muy prístino, entonces tiene muchas especies. Hace poco se abrió un parque, que se llama Parque Punta Cóndor, en donde también he encontrado hartas especies. Cruzando desde Niebla a la comuna de Corral, nos encontramos con el Parque Nacional Alerce Costero, que es una zona de mucho interés turístico y en donde se van a encontrar muchas especies, así que se pueden vivir muchas experiencias. Hay mucha biodiversidad en estos bosques, independiente de la fecha. Ahora estamos en temporada de flores», agrega.
Observación de hongos como un turismo incipiente
El creciente interés por el turismo micológico (dedicado al estudio y observación de los hongos) ha sido reconocido por los operadores turísticos de Valdivia, quienes ahora incluyen visitas guiadas a zonas específicas donde los visitantes pueden conocer más sobre el reino Fungi. Estos tours especializados permiten a los turistas adentrarse en el bosque con un experto, quien les enseña a identificar las distintas especies de hongos que habitan el suelo y los árboles, y a comprender su importancia ecológica.
«El bosque templado lluvioso de esta zona del planeta concentra una gran cantidad de hongos ectomicorrícicos, que son los que hacen simbiosis con especies vegetales arbóreas y que tienen setas o callampas de muchas formas, colores y tamaños. Valdivia y la Región de los Ríos se han posicionado como un lugar ideal para la ciencia de la micología y el turismo de intereses especiales en otoño a nivel nacional e internacional», afirma Muñoz.
«Se pueden hacer excursiones con guías locales expertos en la funga (FungiFest, Sur Endémico, Seteria Humedal Punucapa). Lo que sí, se recomienda no recolectar hongos, y ser siempre respetuosos con los lugares que se visitan, llevando de regreso todo lo que llevaron (sin dejar basura) y dejando todo lo que es del bosque (hongos, plantas, animales)», agrega.
En este sentido, los hongos comestibles, como algunas variedades de Suillus o Boletus, pueden ser un atractivo adicional para los visitantes interesados en la gastronomía local, mientras que los hongos bioluminiscentes, aunque más difíciles de encontrar, constituyen una maravilla para los turistas que buscan experiencias más exóticas. Además, muchos turistas quedan impresionados por los líquenes que, aunque no son hongos en su sentido estricto, forman parte de este fascinante reino y también juegan un papel esencial en la salud del ecosistema.
El valor turístico del reino Fungi en el bosque valdiviano no se limita solo a su belleza visual o a su potencial para la observación. Los hongos, en su mayoría desconocidos para el público general, son también una parte integral del patrimonio natural y cultural de la región. En las comunidades mapuches, por ejemplo, los hongos han sido utilizados durante siglos con fines medicinales y espirituales. Algunas especies son incluidas en rituales tradicionales, y otras se consideran símbolos de conexión con la tierra. Esta riqueza cultural añade una dimensión más al atractivo turístico de la zona, que no solo invita a explorar la naturaleza, sino que también a descubrir las raíces ancestrales de las prácticas indígenas de la región.
«La verdad es que hay hartos documentos antiguos que mencionan que los pueblos originarios que habitaron en la zona, como los mapuches y huilliches, utilizaban algunos hongos para ceremonias, pero no está muy especificado. Yo sé, por lo menos, que los Ganoderma australe, estas orejas de palo, las ocupaban a veces en collares. Pero yo creo que lo principal aquí es el uso cultural, que antiguamente ocupaban los hongos en el tema de la recolección, o sea, los pueblos eran cazadores y recolectores, entonces, eso quedó plasmado acá, probablemente por eso se comen tanto los hongos también», señala Silva.
«En términos medicinales, “históricamente” se han utilizado: Bondarzewia sp. (como antimicótico) y Lycoperdon sp. (como cicatrizante). Actualmente, se usan los hongos adaptógenos (melena de león Hericium erinaceus, reishi Ganoderma luccidum, Cola de pavo, Trametes versicolor, Cordyceps militaris, Shiitake Lentinula edodes, Maitake Grifola frondosa, Chaga Inonotus obliquus, entre otros. En términos simbólicos, desde hace 10 años se realiza el Fungifest: Festival Internacional de los Hongos de Valdivia, primer evento de esta materia en el sur de Chile y que este año 2025 celebra sus 10 año», añade Muñoz por su parte.
Asimismo, los hongos en el bosque valdiviano desempeñan una función clave en la preservación de la biodiversidad global. Su capacidad para descomponer materia orgánica y sus interacciones con otras especies lo convierten en un elemento crucial en los esfuerzos de conservación y restauración ecológica. En un contexto de cambio climático y deforestación, la observación de estos organismos ofrece una ventana a los procesos naturales que ayudan a regular el equilibrio de los ecosistemas, resaltando la importancia de proteger estos hábitats.
«Lo más importante de todo es que gran parte del bosque se cambió por extensiones agrícolas, toda esta contaminación industrial, los bosques nativos que se cambiaron por monocultivo, etcétera. Si nos vamos a una escala de Chile, el principal problema que tenemos es el cambio de uso de suelo, sobre todo por parcelaciones, entendiendo que, por ejemplo, para cuidar estos hongos hay que cuidar el bosque. La zona sur se ha visto afectada inmensamente por las parcelaciones, en donde talan todo el bosque nativo por una casa, o lo intervienen de tal manera que se empieza a perder la biodiversidad. Estas acciones antropogénicas van en directa relación con el cambio climático, básicamente lo aceleran. Ya sabemos y se nota que tenemos más temperatura acá», explica Silva.
«Por lo general, los hongos fructifican en una fecha. Acá en lo que es la zona de bosque templado tenemos dos picos, que son en otoño y en invierno. Algunos estudios estuvieron analizando, por ejemplo, las observaciones y los crecimientos de los hongos a través del tiempo, y se ha notado considerablemente que el aumento de temperatura va retrasando la fructificación de los hongos. Entonces, mientras más temperatura haya más se retrasa la fructificación de los hongos, incluso algunos se inactivan y esperan las condiciones ambientales necesarias para crecer», agrega.
Por lo mismo, a medida que crece el interés por el turismo basado en la naturaleza, es fundamental que las visitas a las reservas del bosque valdiviano sean manejadas de manera responsable y siempre privilegiando el acompañamiento a estas junto a guías locales conocedores del territorio. La preservación del ecosistema debe ser siempre la prioridad. Por esta razón, los guías turísticos y el Departamento de Turismo de la Municipalidad de Valdivia promueven un turismo sostenible, que no solo se enfoque en el disfrute de la biodiversidad, sino que también en la educación ambiental y la concientización sobre los impactos de las actividades humanas en estos delicados ecosistemas. A través de las visitas guiadas, los turistas no solo aprenden sobre los hongos y su rol en el ecosistema, sino que también sobre las amenazas que enfrentan y la necesidad de su protección.
«Yo creo que lo principal en estas observaciones es el respeto. Hay que una frase aquí, que es muy recurrente, que dice que nosotros no vemos cosas que no conocemos. Tenemos que conocer las cosas para empezar a verlas. Ideal que la gente a la que le interese empiece a buscar imágenes, a buscar nombres, ver fotos, porque al final cuando tu cerebro ya asimila, por ejemplo, cómo es el hongo, qué características tiene, empiezas a ver mucho más. Hay que ver muchas partes del hongo para reconocerlo, hay que ver las láminas, ver si tiene poros, si tiene anillos, cómo es el sombrero, etcétera. Entonces, idealmente andar con un espejo y no arrancar el hongo», sentencia Silva.
«Lo primero es averiguar bien y aprender cómo sacarles fotos a los hongos, porque la mayoría de la gente les saca fotos a los hongos por arriba, y después, cuando quieren saber qué especie de hongo es, no logran identificarlos. Eso es porque también hay que sacarles desde abajo. En la Fundación Fungi hay en un sector de la página web que se llama “Lo que TÚ ves importa”, que es una campaña, y ahí hay protocolos de cómo sacarles fotos correctamente a los hongos de forma gratuita, se puede descargar. Lo otro es no sacar orejas de palo, no hay una razón para sacar este hongo del árbol, porque puede vivir mucho tiempo en el mismo árbol. Medir y anotar los sustratos y los simbiontes, las especies sobre las que crece el hongo, también es importante. Todo esto es lo que se suele hacer, que está anotado en estos protocolos», indica Furci por su parte.
Los datos de guías y operadores locales pueden encontrarlos en www.vivevaldivia.cl, página de turismo del Departamento de Turismo de la Municipalidad de Valdivia.