El océano cubre más del 70% de la superficie terrestre. Dentro de esto, la alta mar, que se refiere a las aguas que se encuentran fuera de las jurisdicciones nacionales, representa alrededor del 60% de los océanos. Entre todo, menos del 1% de las aguas internacionales están protegidas.

«La Zona Económica Exclusiva se encuentra, básicamente, desde la costa de los países hasta las 200 millas, que fue generada producto de la época ballenera. Las 200 millas son entonces para el uso exclusivo de los países, y fuera de esas 200 millas es lo que consideramos el alta mar. Por lo tanto, es un espacio muy grande e importante, el cual ha sido utilizado históricamente por muy pocos países. Solamente en las últimas décadas realmente se le ha dado un uso con mayor impacto, derivado de la tecnología y de las posibilidades. Entonces, está permitido para algunos países llegar más lejos, alcanzar algunas profundidades diferentes, o extraer algunos de sus recursos», explica Maximiliano Bello, experto en política pública para la conservación de los océanos, con un postgrado en Manejo de Recursos Naturales de la Universidad de Edimburgo, quien actualmente trabaja como asesor ejecutivo en Mission Blue y gerente para América Latina en Island Conservation.

«Antes no se podía y, por lo tanto, en las últimas décadas hemos visto que algunos de estos países, los más ricos, que tienen la posibilidad de financiar flotas y todas esas tecnologías, han sido los únicos que han podido tener un uso y hacer extracción más intensiva del alta mar. Estamos hablando prácticamente de una docena de países solamente. Entre ellos se encuentran algunos de la Unión Europea, como Portugal y Francia, junto a China y Corea», agrega.

Alta mar. Créditos: Nord30.
Alta mar. Créditos: Nord30.

De esta manera, este vasto espacio marino, sin fronteras legales claras, ha sido tradicionalmente vulnerable a la explotación sin límites, lo que ha tenido efectos devastadores sobre la biodiversidad marina. Sin embargo, un acuerdo histórico de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el Tratado de Alta Mar (BBNJ, por sus siglas en inglés), busca cambiar esta realidad al establecer normas para la conservación de la biodiversidad marina más allá de las fronteras nacionales.

En esta línea, en marzo de 2023, después de dos décadas de negociaciones, los países miembros de la ONU finalmente adoptaron el Tratado de Alta Mar, cuyo principal objetivo es proteger al menos el 30% de los océanos para el 2030. Este tratado ofrece una base jurídica para la creación de áreas marinas protegidas, la regulación de ciertas actividades y la gestión responsable de los recursos genéticos marinos. Pero, como señalan algunos expertos, la firma del acuerdo no es solo un gesto simbólico: se trata de un compromiso real que, al entrar en vigor, tendrá consecuencias jurídicas vinculantes para los países firmantes.

Peces nadando en un arrecife. Créditos: Sneakyman.
Peces nadando en un arrecife. Créditos: Sneakyman.

«Lo que busca es crear un marco regulatorio para las actividades que pudieran ocurrir en aquella zona. Contiene tres partes que son claves, los tres pilares de este acuerdo, que son principalmente las áreas marinas protegidas; el acceso a los recursos de manera general para la humanidad, entendiendo que este es un sector que no le pertenece a nadie y los recursos que existen ahí tampoco; y el tercero es la implementación de un Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, que permita por lo menos entender cuáles van a ser los impactos y obviamente mitigarlos, o también tener un proceso en el cual se estudien, se evalúen los potenciales impactos», comenta Maximiliano.

«El BBNJ, la jurisdicción fuera de la Zona Exclusivas Económicas de los países, se pensó también para normar otras cosas, además de crear áreas protegidas, incluso que podía normar de cierta forma la pesca, pero eso no ocurrió. Hoy día ese tratado es importante, pero se enfoca más que nada en los recursos genéticos y en centrar la atención sobre estas áreas, pero la pesca, la minería submarina, y todas esas cosas, las siguen normando las entidades que las normaban antes. No es un tratado que hable, a lo mejor todavía, con estas otras figuras», señala por su parte Liesbeth van der Meer, directora ejecutiva de Oceana Chile, médico veterinario de la Universidad de Chile, con especialización en acuicultura del salmón, y magíster en Manejo de Recursos Naturales y Sustentabilidad Ambiental de la Universidad de British Columbia.

Embarcación en alta mar. Créditos: Dikuch.
Embarcación en alta mar. Créditos: Dikuch.

Chile, líder en la protección de los océanos

Chile, con su extensa costa y compromiso con la protección del medio ambiente marino, ha sido un protagonista clave en la negociación y ratificación del Tratado de Alta Mar. De hecho, fue uno de los primeros en firmar el acuerdo en la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2023, consolidando su liderazgo en la conservación marina global.

De igual forma, el gobierno chileno se ha comprometido, a lo largo de los años, con la protección de sus aguas jurisdiccionales, estableciendo áreas marinas protegidas que cubren actualmente cerca del 43% de su Zona Económica Exclusiva (ZEE). Esta protección también se extiende a la alta mar.

«Chile, primero que nada, es un líder en protección de océanos a nivel mundial. Eso hay que tenerlo muy claro. No hay ningún país que haya logrado proteger el 43% de su Zona Exclusiva Económica con la rapidez con que Chile lo hizo. Segundo, Chile es uno de los países pesqueros más grandes del mundo, después de Perú. Se ha trabajado mucho en pesca y lo han hecho muy bien. Todavía podemos hacer mucho más, pero tenemos legislación pesquera, tenemos números para dar cuenta de que algunas poblaciones que sí se han recuperado. Entonces, Chile efectivamente es un líder en la conservación marina. También es importante que no todas las Secretarías de estas convenciones sean en Nueva York o en Ginebra. Es relevante que el mundo de un signo de descentralización», menciona Liesbeth.

Aves marinas sobrevolando el mar. Créditos: Lapuerta.
Aves marinas sobrevolando el mar. Créditos: Lapuerta.

«Chile tiene un liderazgo bien discutido internacionalmente, respecto de la conservación. Ha sido un jugador muy clave en las discusiones y en el acuerdo que se llegó en la OMC para los subsidios a la pesca, también en estas discusiones de BBNJ, en el tema ballenero, en los temas de las áreas marinas protegidas, entre otros. Tenemos hoy día el 43% de la Zona Económica Exclusiva protegida. Hemos jugado también un rol clave en la moratoria de la minería submarina, etcétera. Tenemos obviamente también algunos problemas, como el de la salmonicultura en las áreas protegidas, una cuestión que tenemos que solucionar y que también nos quita mucho de ese liderazgo, que nos quita brillo internacionalmente, por decirlo así, si es que no solucionamos ese tema. De cualquier forma, Chile tiene un liderazgo consolidado, por lo que creo que esto lo vendría a consolidar más», complementa Maximiliano.

En este sentido, uno de los ejemplos más relevantes es la protección de la cordillera submarina de Nazca, una región rica en biodiversidad que se extiende por más de 3.000 kilómetros a lo largo del océano Pacífico. Esta área alberga especies marinas en peligro de extinción, como tiburones, rayas, tortugas marinas y varias especies de corales y peces, que podrían beneficiarse enormemente de la creación de áreas marinas protegidas.

Chaunacops. Foto: Schmidt Ocean Institute.
Chaunacops. Foto: Schmidt Ocean Institute.

«El alta mar tiene una conexión por debajo del agua que nosotros no vemos, es igual que la Cordillera de Nazca, que se encuentra entre Perú, Chile, hasta la isla Salas y Gómez. Es una zona muy rica en donde transitan especies. Entonces, el alta mar es una zona que es sumamente rica, pero también poco estudiada. Hace poco pasó el Falcon por allí y, con la Universidad Católica del Norte, vieron especies muy únicas dentro de esa zona que era muy poco conocida», ahonda Liesbeth.

«Hay grandes desafíos para la conservación, porque se conoce muy poco. Lo primero es la ciencia. Obviamente, van a ver muchos países que no quieran proteger, Chile, sin embargo, ha puesto adelante una de las primeras propuestas para que se deje de pescar en una zona que va cerca de la cordillera de Nazca hasta Salas y Gómez, porque también son conexiones de algunas zonas que nosotros hemos protegido», agrega.

Coral grande. Foto: Schmidt Ocean Institute.
Coral grande. Foto: Schmidt Ocean Institute.

Valparaíso como sede del tratado

En el marco de su reciente visita oficial a Chile, el presidente francés Emmanuel Macron expresó su firme apoyo a la propuesta chilena de que Valparaíso, la histórica ciudad portuaria a orillas del Pacífico, se convierta en la sede del acuerdo de la ONU para la protección de la biodiversidad marina en alta mar.

«Es importante porque muchos de los países que se han hecho con los recursos de alta mar han sido países desarrollados. Por lo mismo, tener un país en vías de desarrollo como Chile y que tenga, además, la Secretaría, creo que es una muy buena señal. Sería el primer acuerdo de las Naciones Unidas que recaería en América del Sur, por lo tanto, eso también es importantísimo, histórico. Chile tiene la décima Zona Económica Exclusiva más grande del planeta, o sea, tenemos un país que es marino principalmente, entonces, también tiene mucho más sentido. Valparaíso siempre ha jugado un rol estratégico global, pero que ha ido perdiendo suavemente por diferentes factores, como la construcción del Canal de Panamá, pero siempre ha sido una capital del océano», afirma Maximiliano.

Valparaíso. Créditos: Galbiati.
Valparaíso. Créditos: Francis Pérez.
Peces nadando en un arrecife. Créditos: Publicdomainpictures.
Peces nadando en un arrecife. Créditos: Publicdomainpictures.

Valparaíso, por su ubicación estratégica y su conexión con la historia marítima de Chile, se presenta como un lugar simbólicamente adecuado para albergar esta importante iniciativa global. Durante su visita, Macron destacó la importancia de que países como Chile y Francia, debido a su geografía, compartan una “misma ambición” en la creación de áreas protegidas en la alta mar y en la lucha contra la pesca ilegal, no regulada y no declarada (IUU, por sus siglas en inglés).

El respaldo de Macron resalta la colaboración entre Chile y Francia en temas ambientales. Ambos países comparten un compromiso por el multilateralismo y la conservación marina, principios que guiarán las futuras negociaciones y la implementación efectiva del Tratado de Alta Mar. Francia, además, ha apoyado a Chile en su lucha por garantizar la protección de los recursos marinos y la creación de áreas protegidas a nivel internacional, lo que se alinea con la meta global de proteger el 30% de los océanos para 2030.

Gaviota. Créditos: Kasto.
Gaviota. Créditos: Kasto.
Valparaíso. Créditos: Dasgestiefeltemaedchen.
Valparaíso. Créditos: Dasgestiefeltemaedchen.

Impacto global del tratado

De acuerdo con diversos expertos, el Tratado de Alta Mar es un paso crucial para preservar la biodiversidad marina y mitigar los impactos del cambio climático. La alta mar es un ecosistema único que no solo sustenta una rica biodiversidad, sino que también desempeña un papel esencial en la regulación del clima, al absorber grandes cantidades de dióxido de carbono y producir la mitad del oxígeno que respiramos. Sin embargo, este ecosistema ha estado sometido a una creciente presión debido a la pesca industrial, la contaminación y la explotación de recursos minerales, actividades que, hasta ahora, han estado fuera del control de acuerdos internacionales claros.

«Se necesita un momento especial para que estos tratados funcionen. Los países tienen que estar de acuerdo de que este es uno de los pulmones del mundo, que es la última fuente de oxígeno que tenemos, y que la vamos a tener que resguardar y que tiene que haber gobernanza. Si estamos hablando que el 64% de los océanos se encuentra en este espacio, vamos a tener que regular de cierta forma cómo se usa este espacio y hasta qué punto se puede usar. Eso se irá dando en las negociaciones, pero claramente, como todas las negociaciones que hay, como las de cambio climático y la reducción de los gases de efecto invernadero, se hace muy difícil, porque hay muchos recursos naturales», opina Liesbeth.

Profundidades del mar. Créditos: Andamanse.
Profundidades del mar. Créditos: Andamanse.

«Desde mi perspectiva, en el mejor de los casos, habría sido lo ideal efectivamente llegar a un acuerdo que proteja toda el alta mar de una vez. Ese sería el nivel más alto de ambición. Si tú miras, por ejemplo, hoy día quiénes son los países que tienen estas flotas y las pesquerías, te das cuenta de que esto que está ocurriendo responde básicamente a los intereses de ciertos países ricos. Países que tienen altos subsidios sobre esa flota y que, además, están extrayendo esos recursos, que en el fondo son de todos o de nadie, y que los están excediendo de una forma insustentable. Por otra parte, están generando pobreza para un montón de otros países que no pueden acceder a esos lugares, pero que a lo mejor están buscando su protección. Entonces, la verdad es que la parte más ambiciosa está difícil ahora, debido a estas medidas que asegurarían la estabilidad de lo que ya existe, y lo que ya existe es el problema. Desde mi perspectiva, yo creo que tenemos que seguir avanzando en esa discusión, porque son actividades que están sencillamente dañando el futuro de la humanidad», reflexiona Maximiliano por su parte.

En la actualidad, cerca de 105 países han firmado el tratado y 15 lo han ratificado. Para que el acuerdo entre en vigor, se requiere que al menos 60 países lo ratifiquen, idealmente antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Océano en junio de 2025. En este sentido, Chile tiene una oportunidad única de seguir liderando la protección de los océanos, tanto a nivel nacional como internacional, y contribuir de manera significativa a la implementación de un sistema de gobernanza global para la alta mar.

Embarcación en alta mar. Créditos: Komisar.
Embarcación en alta mar. Créditos: Komisar.

«Hay prácticamente 100 países que han firmado. El primer proceso es la firma ante las Naciones Unidas, lo que no hace más que indicar el interés de comenzar el proceso de ratificación. El proceso de ratificación varía dependiendo de los países, entonces, a veces tiene que ver con el Congreso, donde se debe aprobar primero, como lo que pasa en Chile, y luego va la firma del presidente. Se necesitan 60 países para que el acuerdo entre en vigor. Sabemos que los países de la Unión Europea están en un proceso y, probablemente, podrían tenerlo prontamente a principios del próximo año. Teniendo en cuenta que se ha puesto incluso la sociedad civil en una campaña para tener todas las 60 ratificación para la reunión de las Naciones Unidas de océanos que se va a realizar en junio, del próximo año, en Niza», señala Maximiliano.

«Sabemos que hay muchos países que tienen miedos geopolíticos, preocupaciones que son geopolíticas, porque hoy día es un bien común el alta mar, es de todos y es de nadie. Es la tragedia de los comunes, y hay organizaciones regionales de pesca que son las que, por ejemplo, se dedican específicamente a ciertos recursos. Está la Organización Regional de Pesca del Pacífico Sur (ORP), está la tunera, pero solo de peces, y no de todos, de algunos. Pero, tener jurisdicción sobre todo el mar, todavía hay países que no están muy convencidos de eso. Hay países que explotan mucho estos mares, por ejemplo, la flota China, Rusia, la Unión Europea, entre otros, y no se sabe muy bien en qué posición están ellos. Además, cuando uno habla de la Unión Europea son cientos de países los que tienen que ponerse de acuerdo para poder firmar un tratado. Entonces, yo creo que se va a demorar. Hay preocupaciones geopolíticas y también que nadie quiere ceder un espacio en realidad para una gobernanza generalizada, porque todos se creen dueños de este espacio», menciona por su parte Liesbeth.

Barco pesquero junto a una ballena. Créditos: Peter Nile.
Barco pesquero junto a una ballena. Créditos: Peter Nile.
Ballenas en el mar. Créditos: Vladimir Miranda.
Ballenas en el mar. Créditos: Vladimir Miranda.

Protección del 30% de los océanos

El Tratado de Alta Mar busca establecer una serie de mecanismos para garantizar que los océanos sean gestionados de manera sostenible. Entre los puntos clave del acuerdo se incluyen la creación de áreas marinas protegidas, la obligación de realizar evaluaciones de impacto ambiental antes de autorizar actividades en alta mar, y el reconocimiento de los recursos genéticos marinos como patrimonio común de la humanidad. Además, el tratado se propone alcanzar una mayor cooperación internacional para garantizar que los países cumplan con los compromisos de conservación.

«Establece que se podrían generar áreas marinas protegidas, por ejemplo, pero no se sabe bien cómo va a funcionar eso, porque, si tú lo piensas un poco más en las zonas costeras, las áreas protegidas las maneja un ministerio, el ministerio de Medio Ambiente, y él coordina a la pesca, lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer dentro de esta zona. Sin embargo, al no tener jurisdicción el BBNJ sobre los recursos pesqueros o mineros, hay que ver cómo este tratado va a hablar con estas otras organizaciones que ya han sido creadas previamente», afirma Liesbeth.

Medusas en el mar. Créditos: Publicdomainpictures.
Medusas en el mar. Créditos: Publicdomainpictures.

La meta de proteger el 30% de los océanos para 2030 es ambiciosa, pero esencial para asegurar la salud a largo plazo de los ecosistemas marinos. De acuerdo con los expertos, este objetivo no solo es alcanzable, sino urgente, dado el acelerado deterioro de los ecosistemas oceánicos debido a la pesca ilegal, el cambio climático y la contaminación.

«Había una meta anterior que era del 10% de la protección del océano. Van a ser ya tres años casi desde la revisión y reconstitución de esa meta, que llegó al 30%. Esta meta fue construida por los científicos, para decir cuál era el mínimo necesario para poder mantener las funciones planetarias del océano. La idea principal es que efectivamente sea el 30% del océano como un todo y, si queremos alcanzar esa meta, ese 30% tiene que ser sí o sí contando el alta mar, y eso incluye el Océano Austral. No podemos alcanzar el 30% solamente pensando en las Zonas Económicas Exclusivas, matemáticamente es imposible. Ahí hay varias propuestas que ya se están avanzando. Hay una cosa muy interesante que lanzó Chile hace poco, durante en septiembre, en las Naciones Unidas, que se llama los First Movers, los primeros que se activan, para poder plantear áreas marinas protegidas en alta mar», comenta Maximiliano.

Embarcaciones en alta mar. Créditos: Kulyesh.
Embarcaciones en alta mar. Créditos: Kulyesh.

«El océano es el generador de la biodiversidad del planeta, es el mayor generador de oxígeno, el mayor mitigador del cambio climático, el mayor secuestrador de carbono, etcétera. Algunos también dirán que es la fuente de alimentación de miles de millones, pero lo más importante es que es la fuente de la existencia de la propia humanidad. En ese sentido, creo que efectivamente necesitamos avanzar desde ya en eso y el 30% no puede ser sin el alta mar», agrega.

Es así como la firma y eventual ratificación del Tratado de Alta Mar es un avance fundamental en la lucha por la conservación de los océanos y la biodiversidad marina. Chile, con su compromiso y liderazgo en la protección de sus aguas y su participación activa en las negociaciones internacionales, se posiciona como un actor clave en la gobernanza global de los océanos. La colaboración con Francia y otros países, así como la propuesta de Valparaíso como sede del acuerdo, refuerzan el papel de Chile como defensor de la alta mar y del multilateralismo en la preservación de los recursos oceánicos para las futuras generaciones.

Embarcación en alta mar. Créditos: Dikuch.
Embarcación en alta mar. Créditos: Dikuch.

«Es difícil ver el mar sin agua. Siempre se piensa que el mar es como una cosa plana, que rodea la tierra, pero es mucho más irregular que la parte terrestre de la tierra. Hay que empezar a mirarlo al revés y entender que ahí está la vida que nos queda. Mucha de la vida en la parte terrestre se está perdiendo, sin embargo, los océanos son hoy día todavía resilientes y se han logrado proteger. Ahora, si nos vamos al océano y empezamos a sobreexplotarlo como lo hemos hecho con la tierra, el humano va a tener poca probabilidad de subsistencia en el futuro», sentencia Liesbeth.

«Es un paso muy chiquitito para todo lo que en realidad se debe hacer, como no está incluida la pesca y la minería, no es un tratado que sea sumamente fuerte y que realmente pueda cambiar el destino del océano. El océano hoy día está sufriendo grandes cambios, calentamientos, las especies se han tenido que adaptar, tenemos fenómenos del niño y niña más fuertes, manejados y vientos más fuertes. Entonces, los cambios ya están sucediendo. Si no logramos, por ejemplo, normar el número de barcos que están pescando ahí afuera; proteger las zonas que son importantes proteger a tiempo; entender que la minería submarina va a causar un daño irreversible sobre esta zona; yo creo que no hay ningún tratado que vaya a ser lo suficientemente ambicioso para tener tiempo de estudiar lo que está pasando en el océano. Ningún tratado que por sí solo vaya a salvar el océano, sino que lo que hay que hacer también es mucha ciencia, estudiarlo, entenderlo y protegerlo», agrega.

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