Un recorrido por la Reserva Estación Biológica del Beni, lugar que permite la conservación de murciélagos en Bolivia
La Reserva de la Biosfera Estación Biológica del Beni cuenta con 135 000 hectáreas al suroeste del departamento del Beni, en Bolivia. En el área se han identificado al menos 43 especies de murciélagos, mamíferos voladores que contribuyen a regular los procesos ecológicos de los bosques.
Extensas sabanas inundables se unen a bosques amazónicos a lo largo de 135 000 hectáreas al suroeste del departamento del Beni, en el país sudamericano de Bolivia. Este territorio alberga la Reserva de la Biosfera Estación Biológica del Beni, creada el 5 de octubre de 1982 para preservar la diversidad de flora y fauna que ahí se encuentra.
Cinco años después del establecimiento del área, en 1997, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) la incluyó en la Red Mundial de Reservas de la Biosfera para impulsar investigaciones científicas y realizar la catalogación de los recursos naturales presentes en el área.
Dentro de la reserva hay tres zonas biogeográficas: la Amazonía, el Chaco y el Cerrado. En ellas es posible encontrar bosques, sabanas y pantanos que se ubican entre los 150 a 200 metros sobre el nivel del mar, alcanzando temperaturas de entre 22 y 28 grados centígrados. El 30 % del área está en el municipio de San Borja y un 70 % en el municipio de Santa Ana de Yacuma.
Los indígenas Tsimanes viven dentro del área protegida. Ellos brindan servicios de turismo de aventura, ecoturismo y observación de flora y fauna a través del desplazamiento de pequeñas embarcaciones fluviales (canoas y deslizadores) por el río Maniqui, en la zona de amortiguamiento de la reserva.
“Aún no tenemos los servicios de turismo, pero ya iniciamos un proyecto para implementar circuitos turísticos dentro de la reserva”, explica en entrevista el jefe del área, Rolando Sánchez.
A continuación te presentamos una expedición virtual por esta reserva de Bolivia que se distingue por albergar una importante diversidad de murciélagos, especies clave para los ecosistemas que ahí se conservan.
Primera parada: los murciélagos
Más de 43 especies de murciélagos, los únicos mamíferos voladores del mundo, fueron registrados en la Reserva de la Biosfera Estación Biológica del Beni. Fue por esta gran diversidad que la Red Latinoamericana para la Conservación de los Murciélagos reconoció el sitio como “Área de importancia para la conservación de los murciélagos” en el 2020.
La reserva —considerada una zona de forrajeo y refugio para los murciélagos— es la séptima área en Bolivia con este certificado, una iniciativa que busca proteger a estos animales que, al igual que las abejas y otros insectos, son polinizadores. Gracias a ellos muchas especies de plantas logran reproducirse.
Los murciélagos son animales generalmente nocturnos. Las especies viven alrededor de 20 años. La mayoría se alimentan de insectos y otras de frutas. Su presencia en un ecosistema garantiza la buena conservación del área. “Ellos son los reguladores de los complejos procesos ecológicos de los bosques tropicales”, destaca Rolando Sánchez.
Dentro del Beni, las especies de murciélagos que destacan son la Thyroptera tricolor y la Myotis midastactus, endémica del ecosistema de sábanas.
También destacan los Glossophaga soricina, el único nectarívoro: se alimenta de polen, néctar, frutos e insectos, dependiendo de la disponibilidad de recursos. También está el Chrotopterus auritus, especie que conforman pequeños grupos familiares, y Mesophylla macconnelli, de tamaño pequeño con pelaje casi blanquecino en el cuerpo.
Segunda parada: la flora
El Beni es la única área natural protegida en Bolivia que agrupa impresionantes paisajes de sábanas, bosques y humedales en un solo espacio. Además, tiene gran diversidad de especies de flora y fauna.
La reserva registra 815 especies de plantas superiores, es decir aquellas que tienen la estructura de raíz, tallo, hojas y se reproducen por semillas. Esta diversidad se encuentra repartida en los bosques húmedo Estacional basal, de inundación, pantanosos, sabanas de inundación estacional y pantanos de Cyperaceae.
Entre las especies de flora que destacan están la mara, el palo maría, el cedro, el ochoó,el tajibo morado, el cuchi, la palma pachiuva y la jatata.
En cuanto a fauna, además de la diversidad de murciélagos, en el lugar es posible encontrar poco más de 800 especies, la mitad de ellas son aves. La reserva es hábitat de animales como el armadillo gigante (Priodontes maximus), el mono araña (Ateles paniscus), el mono aullador rojo boliviano (Alouatta seniculus), el jaguar (Panthera onca), el ciervo de los pantanos (Odocoileus dichotomus), el Caprimulgus candicans (ave en serio estado de amenaza) y el águila harpía (Harpia harpyja).
Con apoyo de las comunidades indígenas locales, en la reserva se desarrolla el proyecto de conservación y protección de la peta del río (Podocnemis unifilis), especie de tortuga amenazada por el tráfico ilegal. “En el Proyecto Quelonio hacemos la siembra de los huevos en playas artificiales para monitorearlos hasta su eclosión e inserción en el río. Antes liberamos de 6000 a 7000 tortugas por temporada, pero ahora tenemos grupos de 2700 porque tenemos poco personal en el proyecto”, explica Rolando Sánchez, jefe de la reserva.
Tercera parada: territorio indígena
En 1990, alrededor de un 30 % del área de la reserva (35 000 hectáreas) fueron reconocidas como territorio indígena Tsimane, pueblo conocido también como chimanes de las tierras bajas de Bolivia. Ellos viven en los municipios de San Borja, San Ignacio de Moxos, Rurrenabaque y Santa Ana de Yacuma del departamento de Beni.
Actualmente en la reserva viven unas 200 familias chimanes. Las comunidades indígenas de este pueblo se distribuyen a lo largo de los ríos Maniquí y Rapulo.
La reserva es administrada por el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap), dependiente del Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA) de Bolivia, estas autoridades deben coordinarse con el Consejo Tsiman para las acciones conjuntas que se realizan en el área natural protegida.
De los ocho guarda parques del área, dos son chimanes. “Ellos, al igual que los otros guardaparques, realizan la labor de control y vigilancia del parque. Además, apoyan como traductores en las regiones con el Consejo Tsimane. Esto es fundamental porque son integrantes del mismo pueblo indígena quienes aportan al cuidado del área donde viven”, explica Rolando Sánchez.