En 2013, Felipe Monsalve publicó Homeostasis, libro en el que entrevista a 23 personalidades chilenas del arte, el pensamiento y la ecología, y donde reflexionan sobre cuáles eran los desafíos pendientes que tenemos como comunidad, país y planeta. Homeostasis se ha convertido en un libro de cabecera para toda una generación, y ya va en su 4ta edición.

Libro Homeostasis, un continuo movimiento de adaptación, 2012. ©Felipe Monsalve
Libro Homeostasis, un continuo movimiento de adaptación, 2012. ©Felipe Monsalve

A pocos meses de que se publique su segundo libro, Felipe nos da una entrevista sobre el backstage del proceso de producción de esta nueva propuesta de nombre AYNI, y que recopila una colección de entrevistas a personas de los pueblos originarios de Chile, donde comparten su sabiduría y visión de mundo. Pichintún se lanza en agosto de 2017 bajo el sello Penguin Random House, y será distribuido en las principales librerías del país. Ya comenzamos a esperar con mucha ilusión esta pizca de conocimiento ancestral que tanta falta nos hace como sociedad.

Pichintún es un libro que recoge entrevistas a personas pertenecientes a pueblos originarios Aymaras, Mapuches y Rapanui y es el segundo libro de la trilogía de Homeostasis.

¿Nos puedes hablar de la trilogía “Homeostasis”, “AYNI” y +? ¿Qué rol cumple cada uno? ¿Cuál es la personalidad / tono de cada uno? ¿Cómo los relacionan entre sí?  

Cuando comencé a materializar el libro Homeostasis no tenía pensado hacer una trilogía editorial. La idea surgió mucho después, cuando ya llevaba como 1 año y 1/2 entrevistando a personas para Homeostasis. Como resultado de ese aprendizaje, me hizo sentido seguir indagando en este formato de investigación en temas que se iban asomando en las conversaciones que estaba sosteniendo, y también por las decisiones que iba tomando en mi vida personal. Fue recién ahí que esta propuesta laboral, y de reflexión, cristalizó en una trilogía editorial que explorara temas distintos, pero unidos en una raíz común para alcanzar un mayor grado de consciencia. Con este punto de partida Homeostasis hizo contacto con personas mayores, respetados por sus pares, de oficios distintos, y con una inteligencia emocional desarrollada, que nos ayudaron a comprender cuáles eran los desafíos pendientes que tenemos como comunidad, país y planeta.

Ahora se va a presentar Pichintún, que es un nuevo libro que intentó tomar contacto con el mundo originario de nuestro país, entrevistando a personas de distintos pueblos originarios y profesionales vinculados al estudio de su cultura, y que desde sus oficios nos hablan de su vida. De esta manera podemos intentar conectar con una parte de nuestra historia que ha sido negada y manipulada, y que tiene mucha relevancia a la hora de constituirnos como pueblo y sobre todo como una identidad saludable e integral.

Si bien Pichintún tiene un mismo formato (Entrevistas, fotografías e ilustraciones) y tratamiento (Empatía, afecto) que Homeostasis, también tiene un aspecto distinto, porque la temática de los pueblos originarios tiene una carga política, cultura y social en sí misma que es imposible desconocer, y a la que me interesaba poder acercarme sin los prejuicios y desinformaciones habituales. Así que son libros hermanos, pero con algunas características distintas.

El tercer libro que viene a cerrar esta trilogía, tiene que ver con la ciencia y la espiritualidad, y el inicio de su investigación está presupuestado para mayo del 2018.

¿Cómo llegas al título Pichintún? (primer nombre que le dieron al libro)

El nombre Pichintún se debe a que en mapudungun significa: “pequeña porción de algo”. Y me pareció que era una buena manera de definir a esta propuesta editorial, que no es otra cosa que una pequeña porción de los pueblos originarios de Chile.

En relación a las entrevistas de Pichintún. Me gustaría preguntarte sobre la relación animista con el paisaje de los entrevistados. Me interesa especialmente esta pregunta, ya que la mirada de las cosmologías indígenas implican una posición política radical, no como una nostalgia, sino como una posición política radical actual, ya que implican percibir el medio ambiente como vivo, con agencia, con espíritu. Y eso cambia toda la dinámica, en donde el paisaje no es algo para ser utilizado, sino para ser honrado, interactuado, vivido.

Backstage de Pichintún, tomada con el teléfono, 2016. ©Felipe Monsalve
Backstage de Pichintún, tomada con el teléfono, 2016. ©Felipe Monsalve

¿Nos podrías contar sobre cómo los entrevistados se relacionan o cómo “ven” el territorio chileno como algo vivo?

A mí en general lo “radical” me genera ruido, y tiendo a no estar involucrado, ni a ver al mundo bajo conocimiento, interrogante o energía radical. Tampoco siento, ni veo, que la cosmología indígena local tenga una visión radicalmente opuesta, o distinta, a la que cualquier individuo bien intencionado y conectado pueda tener, y desear, sobre sí mismo y lo que lo rodea. Siento que no es conveniente incentivar, o hacer grande apologías intelectuales, sobre cosas que son más bien sencillas y cercanas de entender y vivir, y que solo podrían poner más obstáculos para que aquello que es importante que ocurra  –y que está vinculado al mundo originario–, suceda, como por ejemplo la relación que tienen con la naturaleza y la espiritualidad; así nosotros podemos lograr mayor identificación con ese sentir, pudiéndonos ayudar a frenar un poquito, tal vez, la inercia de sin sentido en que estamos involucrados como civilización, y volver más al origen, siento yo, de lo que todos somos y deseamos: amor.

Por lo de la naturaleza como hábitat de los entrevistados y su relación animista, siento que la viven con mucha naturalidad y cotidianidad, sin mayores reflexiones en relación al contexto en el que les tocó nacer. Obviamente están conectados y marcados por ese maravilloso fenómeno, pero todo fluye por una energía simple y cotidiana. Y veo que las personas de pueblos originarios son comunes y corrientes, como tú y yo, con luces y sombras; tampoco es que vivan en trance permanente, o tengan niveles de sabiduría que revelen una verdad desconocida.

Sí hay seres mágicos por ahí, muy poquitos y dispersos por el territorio, pero los hay. Aunque lo más interesante para mí es saber asimilar su simpleza y sencillez, y conocer de sus historias de postergación y mal trato permanente. Verlos tal cual son, en el mérito de su sentir, con los ojos-mente-corazón bien abierto, y sin proyectar en ellos nuestras necesidades o expectativas, creo que esa es la mejor enseñanza que podemos sacar.

En general, las representaciones de cosmovisiones indígena en Chile han estado estigmatizadas y subvaloradas por la sociedad chilena. No se ha sabido apreciar su valor ni darles el respeto y espacio que se merecen. ¿De qué nueva manera te aproximas a este tema tan cargado en la sociedad chilena?

Backstage de Pichintún, tomada con el teléfono, 2016. ©Felipe Monsalve
Backstage de Pichintún, tomada con el teléfono, 2016. ©Felipe Monsalve

¿Cómo AYNI propone una nueva/actualizada visión sobre las cosmologías indígenas en Chile? 

Quise aproximarme a la cultura de los pueblos originarios de la manera más honesta y desprejuiciada posible. Es decir, asumiendo mi ignorancia, e intentando informarme lo medianamente razonable para sostener una conversación que permitiera un entendimiento, y un posterior aprendizaje que se pudiera transmitir en un libro. Es lo que intenté hacer con esta nueva propuesta, al igual como lo hice con la anterior, para que cada lector la lea bajo una energía viva, o la viva bajo un energía escrita, pudiendo tener su propia vivencia-experiencia sin estar yo, ni mi mundo, muy presentes.

En relación a tu traslado físico por Chile, me gustaría preguntarte cuál fue la ruta de viaje? ¿Cómo fue el proceso de mapear y planear tus rutas?

Como todo en la vida, las cosas se van imponiendo; pocas cosas son las que se eligen. Cuando decidí involucrarme en esto, partí haciendo la curatoría de los entrevistados, eso me predispuso a una geolocalización determinada. Después solo quedó ordenarlos por sector, de acuerdo al tiempo, presupuesto y a la cantidad de viajes que se podrían financiar. Para el Sur, casi siempre mi punto de partida fue tomar un avión en Santiago para llegar a Temuco; para el Norte, casi siempre tomaba un avión en Santiago para llegar a Antofagasta. Esto fue un pie forzado, porque tenía el apoyo de Nicholas Parkes, de SKBerge, quienes con sus concesionarios “Automotora Goma” en Temuco, y “Automotora Prime” en Antofagasta, me prestaban una camioneta para poder movilizarme, de pura buena onda para que esto resultara. Por lo mismo, a veces tuve que manejar mucho más de lo necesario, de hecho hasta cruzar un par de regiones de más, partiendo desde Temuco o Antofagasta, para llegar recién a mi primer entrevistado.

¿Qué no podía faltar en tu mochila?

Viajaba siempre con la misma mochila, la que tenía una libretita de notas, la maletita con la cámara de fotos, la grabadora de voz, mi teléfono, una linterna y un mapa.

Backstage de Pichintún, tomada con el teléfono, 2016. ©Felipe Monsalve
Backstage de Pichintún, tomada con el teléfono, 2016. ©Felipe Monsalve

¿Cuáles fueron los tiempos?

En todo este proceso invertí 3 años, más que nada porque me costó mucho conseguir el financiamiento. Al comenzar envié el proyecto a más de 100 compañías, de las cuales me habré reunido, o intercambiado información por correo, con más de 30. De esa ronda de conversaciones, solo «Empresas Arauco» se interesó en financiar la mitad del presupuesto, porque tuve la suerte de que Charles Kimber, unos de sus máximos ejecutivos, tenía Homeostasis, y le pareció un buen trabajo. Como eran una forestal, tuve mis dudas en un comienzo, pero luego las despejé cuando me dieron total libertad editorial para investigar, escribir y publicar. Así que con esos recursos comencé la primera parte, hasta que se me terminaron. Ahí tuve que volver a la carga para conseguir recursos, pero nuevamente ninguna otra empresa quiso financiar esta propuesta, aunque cuando me reunía con ellos, siempre hablaban maravillas de mi primer libro, hacían grandes reflexiones sobre lo que debía hacer el “mundo empresarial” para colaborar a desarrollar una comunidad más sana y justa, pero luego terminaban con la misma frase: “sabes, en esta oportunidad vamos a pasar”.

Esta respuesta la escuché más de 30 veces. En ese momento apareció el apoyo familiar, y algunas alianzas, y pude seguir entrevistando para que no se me enfriara el asunto, viajando cuando se podía, al lugar que alcanzara. Hasta que volví a coincidir con Charles Kimber, y como vio toda la dificultad que había tenido, y que seguía entrevistando, me ofreció colaborar con los recursos faltantes para terminar el libro, bajo el mismo acuerdo de independencia y libertad editorial, además de apoyar el próximo libro de “Ciencia y espiritualidad”, porque les interesaba que esta trilogía se materializara y publicara.

En proceso: bocetos para ilustraciones de Pichintún, Acuarela, 2016. ©Patricia Domínguez
En proceso: bocetos para ilustraciones de Pichintún, Acuarela, 2016. ©Patricia Domínguez

En los procesos de viaje y entrevistas, conociste sobre algún ritual que involucrara elementos vivos del paisaje, como rocas, plantas? ¿Cómo era el proceso.

En algunas ocasiones participé de acciones-rituales con los entrevistados, por conexión y empatía en relación a temas personales. Pero obviamente el asunto queda ahí no más.

Pienso en tus libros como libros holísticos, ya que tienen fotografías, entrevistas e ilustraciones. ¿Cómo te aproximas a las fotografías y a las ilustraciones, cómo pensaste la visualidad/estética que tendrá el libro?

Siento que es bonito poder hacer un libro bello, primero por un asunto puramente estético, pero también porque se logra mayor vínculo entre el contenido y el lector, y ofrece un atractivo método anexo para entregar información. La fotografía y las ilustraciones en esto son un complemento perfecto, y ayudan a ablandar un poquito la dureza del texto de una entrevista. En el caso de las fotografías, y a diferencia de Homeostasis, esta vez las tomé yo, lo que complicó el proceso, porque además de estar lúcido y perceptivo para entrevistar, también lo tenía que estar para fotografiar. Y para las ilustraciones seguí trabajando contigo, porque amo tu trabajo, enriquece la propuesta, y estamos en esto juntos hasta el final.

Sé que entrevistaste a Lorenzo Aillapán, el üñümche o hombre pájaro mapuche que vive en la Comunidad de Rukathraru en Puerto Saavedra, el hombre que vuela por el mundo como los pájaros, sin dinero. El hombre que vive al lado de plantaciones forestales y que ha logrado trascender esa frustración de ver su paisaje nativo invadido de especies.

¿Cómo era su visión sobre ese paisaje específico? ¿Nos puedes dar un “preview” de su cosmovisión?

Lorenzo es una hermosa persona, con dones especiales, y que lo hacen parecer un niño encerrado en el cuerpo de un hombre. El don de “hombre pájaro” es mágico, y el aporte que él ha hecho a su comunidad es fantástico. Creo que lo mejor será que lo lean a él directamente en el libro, que se publicará en agosto del 2017, y estará disponible en todas las librerías de Chile.

En proceso: bocetos para ilustraciones de Pichintún, Acuarela, 2016. ©Patricia Domínguez
En proceso: bocetos para ilustraciones de Pichintún, Acuarela, 2016. ©Patricia Domínguez

Me viene a la mente el libro que estoy leyendo, sobre entrevistas a Werner Herzog, el director de cine alemán, quien tiene una relación especial con los paisajes que utiliza en sus películas y en sus procesos creativos. Herzog realizó un viaje de tres semanas caminando de Munich a París en 1974, mientras una de sus mejores amigas estaba muriendo. Pensó que caminar sobre la tierra, mantendría a su amiga viva sobre la tierra también. Este viaje se transformó en un diario/ libro llamado “Caminando sobre Hielo”. Herzog define el uso de los paisajes en sus películas no como telones de fondos exóticos ni pintorescos, sino como partes vitales de los paisajes interiores de sus personajes. Herzog usa la geografía para retratar los paisajes de la mente.

Me parece súper lindo e impresionante lo que hace Herzog, pero Herzog es Herzog, y está a años luz de lo que yo puedo ofrecer. Por lo demás, yo no hago arte, ni activismo, tampoco periodismo investigativo o de denuncia. La energía de mi trabajo está puesta en poder generar espacios sanos de encuentros entre seres distintos, para poder reflexionar en frecuencias amorosas, y encontrar soluciones posibles a conflictos que no han podido ser resueltos desde las energías impositivas, desafiantes, autoritarias y patriarcales. Mi intención es colaborar dentro de un concepto que todos debiésemos intentar incorporar en nuestra vida: «aprender a dialogar con quienes piensan distinto, y abrirse a colaborar”.