Alertan sobre los potenciales impactos del Puerto Exterior de San Antonio en el humedal del Río Maipo y en las lagunas de Llolleo
Hace unos días se ingresó el Estudio de Impacto Ambiental del proyecto Puerto Exterior que busca construir un megapuerto en San Antonio, el cual implicaría la eliminación de las lagunas de Llolleo y la construcción de un murallón rompeolas en la ribera norte de la desembocadura del humedal río Maipo, lugar donde, justamente, se aprobó la creación de un Santuario de la Naturaleza a fines de 2019. Sin embargo, este último hecho no fue incluido en el informe al no existir decreto oficial. Por ello, desde algunas organizaciones entregan sus observaciones y cuestionamientos a la iniciativa en la siguiente nota de Ladera Sur.
Hoy es un día especial para el Puerto de San Antonio. Se cumplen nada menos que 108 años desde que se colocara la primera piedra que inició las obras de este emblema de la Región de Valparaíso. Así también han pasado cinco días desde que la Empresa Portuaria de San Antonio (EPSA) ingresara al Sistema de Evaluación Ambiental el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) del proyecto Puerto Exterior, el cual consiste en la construcción y operación de dos terminales portuarios, ubicados en el sur de la bahía de San Antonio, adyacente a la instalación portuaria actual que está de aniversario.
El Puerto Exterior, que requerirá una inversión de 3.500 millones de dólares, busca ampliar a más del doble la capacidad de transferencia de carga actual, de forma paulatina, hasta llegar a movilizar anualmente un total de 6 millones de TEU (contenedores de 20 pies o 6,1 m).
Sin embargo, la iniciativa ha puesto en alerta a distintas comunidades y organizaciones por los efectos ambientales que acarrearía. La obra de infraestructura de gran escala requerirá – entre otras cosas – canteras que permitan adquirir material para la construcción de las explanadas de los dos terminales que implicaría el relleno de las lagunas de Llolleo, zona de humedal conformada por tres cuerpos de agua (norte, sur y menor) que se ubican en el litoral y dentro del recinto portuario actual, entre la desembocadura del río Maipo y el sector sur del puerto de San Antonio.
Al respecto, el director del Museo de Historia Natural e Histórico de San Antonio (MUSA), José Luis Brito, expresa que “se cumplen 108 años de este puerto que hizo crecer la ciudad de San Antonio, que nos ha enorgullecido y que todos queremos que se desarrolle no solo para la ciudad, sino también para Chile, pero en un mundo moderno, donde además estamos siendo atacados por una pandemia, no es posible pensar que nuevos proyectos, sobre todo un megaproyecto como este, sigan arrasando con lo que hemos perdido histórica y aceleradamente que son los humedales”.
Además, el Puerto Exterior contempla el levantamiento de un molo (murallón rompeolas) de 1,3 km, el cual se situará justo en la ribera norte de la desembocadura del humedal río Maipo, ecosistema que se ubica en el límite de las comunas de Santo Domingo y San Antonio.
Precisamente, es en el humedal del río Maipo donde el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad aprobó a fines de 2019 la creación de un Santuario de la Naturaleza. Si bien este hecho es mencionado en el Estudio de Impacto Ambiental de la empresa estatal, no fue reconocido ni incorporado como área protegida en su informe debido a que aún no se publica el decreto en el Diario Oficial formalizando su establecimiento, lo que ha generado preocupación en algunas instituciones.
Así lo manifiesta Diego Luna Quevedo, especialista en Conservación de la Red Hemisférica para Reservas de Aves Playeras, quien asegura a Ladera Sur que el Estudio de Impacto Ambiental presentado por EPSA “lo que hace es minimizar los impactos ambientales en el área, desconociendo incluso de manera deliberada, el pronunciamiento del Consejo de Ministros para la Sustentabilidad de noviembre 2019, donde se aprobó la creación de un Santuario de la Naturaleza en el humedal Río Maipo. Fue el propio Estado el que ha determinado la importancia ecológica y para la ciencia que reviste este humedal».
Coincidente es la postura de Sharon Montecino, directora de la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre (ROC) y becaria en el programa de “Soluciones Costeras” del Laboratorio de Ornitología de la Universidad Cornell, quien arguye que si bien el santuario no cuenta con decreto oficial, “es inadmisible que un instrumento que justamente existe para identificar, evaluar y describir los impactos ambientales del proyecto en su entorno, desconozca elementos fundamentales de éste como lo es la existencia de un área protegida a escasos metros de las instalaciones proyectadas y no la considere en su valoración de impactos”.
“Quisiera haber visto con mayor facilidad acciones que vayan en concordancia con la futura declaración del Santuario de la Naturaleza, que el proyecto se haya hecho cargo antes, como si existiera, más allá de evaluar los impactos en los Objetos de Conservación del humedal río Maipo. Esto no es solamente legal, también hay compromisos voluntarios que se pueden establecer en el proyecto, pero no se ven compromisos relacionados con el futuro decreto que declarará el Santuario de la Naturaleza”, señala por su parte el director ejecutivo de Fundación Cosmos, Diego Urrejola, quien sostiene que han realizado una revisión preliminar del estudio mientras coordinan grupos multidisciplinarios para una examen exhaustivo del proyecto.
Refugios de biodiversidad en Chile central
Cabe destacar que distintas comunidades e instituciones que trabajan hace años en la conservación de la zona han dialogado de manera temprana con EPSA para manifestar su preocupación y colaborar en la prevención o mitigación de los eventuales impactos ambientales negativos del megaproyecto.
Para tener una mejor perspectiva del área, el humedal costero del río Maipo se origina del estuario que forma el río Maipo cuando llega al océano Pacífico, luego de recorrer 250 km desde su nacimiento en la cordillera de los Andes, y se encuentra conectado con las lagunas de Llolleo.
Montecino precisa que “las lagunas de Llolleo constituían parte natural de la desembocadura del río Maipo hasta hace algunos años, previo a la fragmentación física construida por la misma empresa, y conforman un mismo y único sistema humedal, el cual representa una alta importancia biológica para San Antonio y Santo Domingo ya que provee múltiples servicios ecosistémicos para sus habitantes, como la provisión de agua dulce, recarga de acuíferos y protección frente a inundaciones por crecidas o marejadas”.
En cuanto a su biodiversidad, el humedal del río Maipo es el hogar de mamíferos como zorros y quiques, así como de anfibios y reptiles, pero sin duda se destaca por la presencia de 180 especies de aves, tanto residentes como migratorias, que representan alrededor del 34% de la avifauna nacional.
Por otro lado, Brito detalla que en las lagunas de Lloleo se han identificado mamíferos como el coipo, algunos peces como la gambusia (introducida) y alrededor de “90 especies diferentes de aves a lo largo del año, porque algunas son más ocasionales. Más que aves migratorias, les sirve a las aves acuáticas residentes. Por ejemplo, mantiene de forma permanente parejas de cisnes coscoroba, especie en peligro de extinción que nidifica en el lugar cada año. Además, llegan entre 10 y 20 parejas de cisnes de cuello negro, que también nidifican aquí, pero que este año no vinieron por la megasequía”.
La laguna sur de Llolleo ya se vio alterada, por ejemplo, “con la entrada del tsunami del 2010 que la saló, y la caída de 60 cabañas con colchones, refrigeradores, galones de gas, etc., imagínate lo que causó en el agua, hasta que en 2012 y 2013 comenzó un ‘reseteo’ del ecosistema que dura hasta ahora, pero que ha significado la llegada de nuevos peces, por ejemplo. Ahí vemos cómo demoran estos ciclos. Además, los humedales del río Maipo y Lloleo son complementarios”, añade el director de MUSA, quien ha monitoreo estos sitios mensualmente por más de 18 años.
En ese sentido, EPSA reconoce en el estudio de impacto ambiental los impactos significativos como la pérdida de hábitats terrestres y acuáticos para la fauna nativa ante la eliminación de las lagunas de Llolleo, la degradación de suelo marino con sus consecuentes efectos en las comunidades bentónicas submareales, y repercusiones en la pesca en distintas caletas, incluyendo la práctica tradicional chinchorro de los pescadores de Caleta Boca del Maipo.
Por lo mismo, anuncia algunas medidas de mitigación y compensación al respecto, que incluyen una laguna artificial en reemplazo de las de Llolleo.
Asimismo, la empresa indica en el reporte que “dentro del área de influencia definida es posible señalar que no se logran identificar Áreas Protegidas bajo ninguna de las 11 categorías listadas” y que, “en relación con la presencia de Sitios Prioritarios para la Conservación, cabe señalar que no se identifican sitios de acuerdo con lo indicado en la Estrategia Nacional de la Biodiversidad Oficio Ordinario D.E N°103.008/2010 y su respectiva actualización del listado de 64 Sitios Prioritarios”.
Pese a lo anterior, en la zona hay dos sitios prioritarios definidos por la Estrategia Regional de Biodiversidad de la Región de Valparaíso: las dunas de Santo Domingo-Llolleo y el estuario del río Maipo que da origen al humedal homónimo, añadiéndole la ya mencionada aprobación para crear el Santuario de la Naturaleza en este lugar. El meollo está en que, por “sutilezas” e interpretaciones del ordenamiento jurídico-normativo, no poseen efectos para la evaluación del proyecto portuario al no encontrarse en la estrategia nacional citada previamente.
A esto se suma que el futuro santuario ya cuenta con otros reconocimientos internacionales – que tampoco poseen efectos normativos – como “Área Importante para la Conservación de las Aves” (AICA/IBA), otorgada por BirdLife International debido a las grandes concentraciones de zarapito común (Numenius phaeopus), gaviota garuma (Larus modestus), gaviota de Franklin (Larus pipixcan) y gaviotín elegante (Thalasseus elegans).
También ha sido denominado como un “Sitio de Importancia Regional de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (RHRAP)”, por albergar poblaciones relevantes de zarapito común (Numenius phaeopus) y pilpilén común (Haematopus palliatus pitanay).
Respecto a las aves, Montecino asegura que “hemos advertido una alarmante inconsistencia en los datos que presenta el documento de EPSA, los cuales indican, por ejemplo, densidades equivalentes a 0 para aves playeras como el pilpilén (Haematopus palliatus) y el playero blanco (Calidris alba) en ambientes de playa y dunas en verano, que es precisamente el periodo en que contamos con mayor evidencia de ambas especies en el área. La empresa ha financiado monitoreos mensuales del área durante años, y el EIA deja fuera parte importante de esa información, tanto de monitoreos desarrollados por consultores propios como también por otros actores que han investigado en el sitio”.
Desde la ROC agregan que “el EIA reconoce que el proyecto cambiará la fisonomía del área que corresponde al Santuario de la Naturaleza humedal río Maipo, sin embargo, plantea dudas acerca de cómo afectará exactamente a la biodiversidad. Debido a esas incertezas, simplemente valoran el impacto como no significativo”.
El murallón rompeolas
Una de las principales inquietudes se refiere a la construcción del murallón rompeolas de 1,3 km y los potenciales cambios que podría generar en la morfología costera, incluyendo al humedal del río Maipo que, precisamente, desemboca en el mar en esa área.
Urrejola explica que este humedal costero es una intersección donde se reúnen dos grandes ejes: el sistema de la costa que va de norte a sur y el sistema de las cuencas hidrográficas vinculado al río que se orienta de este a oeste.
En ese sentido, habría que evaluar cómo el Puerto Exterior podría afectar, entre otros aspectos, el flujo de sedimentos arrastrados tanto por el mar como por el río Maipo.
“Uno podría esperar, por ejemplo, que haya una acreción de la playa por el depósito de sedimento marino, arena básicamente, que chocará con el molo, y que interrumpiría de alguna forma la salida del río Maipo al mar, porque estaría desembocando justo al lado de este molo en construcción. Uno esperaría que la construcción, que no es de un día para otro porque contempla alrededor de 10 años, permita al sistema ir adecuándose de alguna forma. El punto está en cómo evaluamos si esa adecuación va a generar cambios importantes o no. El molo se va a terminar entre el año ocho o nueve, según el calendario presentado, entonces habría que verlo con esa perspectiva”.
Para graficarlo de forma más clara, el director ejecutivo de Cosmos cuenta el caso de la Central Hidroeléctrica Rapel “que se construyó sobre el río Rapel hace 50 años, y hoy estamos viendo que parte de los efectos de esa central es que impidió la sedimentación fluvial [del río] hacia el mar, lo que hoy trae como consecuencias que hay menos aporte de arena a las playas. La teoría que se maneja es que sería esa la razón de por qué las playas de Santo Domingo ya no tienen arena y tienen grava. Nadie previo eso, pero es un ejemplo para no repetirlo”.
“Estamos en un escenario dinámico, entonces, todo lo que uno construya o piense construir hoy va a tener implicancias no solo ahora, sino también en 20 años más”, agrega.
Crisis ambiental y cambio climático
Un factor esencial en la discusión es el actual escenario de crisis socioambiental global, que trae consigo un futuro con condiciones ambientales cambiantes e inciertas. Por tanto, para los entrevistados es esencial que el proyecto portuario contemple y modele lo que podría eventualmente suceder en el mediano y largo plazo con los ecosistemas locales.
“En un escenario de cambio climático, los humedales costeros tienen una doble función. Son mitigadores porque absorben mucho carbono y son importantes infraestructuras verdes para la adaptación frente al cambio climático, es decir, por eventuales crecidas de mar, aumento de marejadas, actúan como disipadores de energía, protectores de las comunidades humanas que están a su lado, etc., además de ser parte importante del ciclo hidrológico”, puntualiza Urrejola.
En este contexto, Luna agrega que el estudio “presenta serios vacíos, particularmente en relación con sus impactos no previstos. ¿Qué pasa, por ejemplo, si no se cumplen los supuestos de “impactos no significativos” sostenidos por EPSA en la etapa de construcción u operación del Puerto? En ese sentido, el EIA ni siquiera cuenta con un plan de básico de respuesta, con indicadores de alerta temprana, o escenarios y acciones concretas ante eventuales impactos no previstos».
El director ejecutivo de Fundación Cosmos indica también que “tenemos que mirar con más detalle la metodología para ver si efectivamente no se darán impactos significativos no evaluados. Eso es bien importante verlo con calma, y con una mirada multidisciplinaria y técnica, para contrastar la información levantada por el expediente del proyecto versus la información existente en unidades académicas u otros estudios disponibles. Hay que entrar a hacer una comparación dato a dato”.
De todas formas, la biodiversidad de esta zona de Valparaíso seguirá en el foco de las comunidades y organizaciones ambientales mientras se tramita el proyecto.
«El humedal del río Maipo configura un sitio crítico e irremplazable para que las aves playeras migratorias puedan cumplir sus ciclos de vida en la Ruta del Pacífico de las Américas. Entendemos que el Puerto Exterior de San Antonio es una prioridad para el país, pero la conservación de este humedal también lo es», subraya Luna.
“Lo único que sabemos es que el proyecto es presentado como ‘estratégico’, por lo tanto, es importante para el punto de vista del país. El ecosistema que está a su alrededor también ha sido catalogado de importancia para Chile al ser puesto en el Plan Nacional de Humedales y al haber sido aprobado como Santuario de la Naturaleza, entonces, tenemos que dos cosas importantes, declaradas por el Estado, que deben ser compatibles”, sostiene Urrejola.
Para Brito, hay ejemplos destacables “en puertos internacionales que tienen lugares como Ámsterdam o Buenos Aires que, en vez de eliminarlas, conservan humedales dentro de sus áreas, entonces, hay una buena oportunidad para hacer las cosas bien y conservar estos lugares para el futuro”.
Montecino concluye que “es necesario conciliar el desarrollo portuario con el resguardo de los cada vez más escasos ecosistemas naturales de la zona central del país, más aún en el contexto de la crisis socioambiental y la crisis climática que enfrentamos. Desde la ROC, tenemos la certeza de que esto es posible, existen ejemplos internacionales para ello, y hemos manifestado en diversas ocasiones que consideramos que el proyecto Puerto Exterior de San Antonio tuvo una oportunidad tremenda para reinventar esta percepción de la ciudad-puerto en Chile, y para posicionarse como un ejemplo de sostenibilidad socioambiental en un entorno que es, en términos de su ecología y patrimonio cultural, fascinante. Pero sin duda eso requiere de convicción y voluntad de parte de los desarrolladores de proyectos portuarios, lo que desafortunadamente hoy no vemos materializado en esta propuesta”.