Crías de gato pajonal (Leopardus munoai), reconocida como especie en 2020. Crédito: © Leo Lagos
Crías de gato pajonal (Leopardus munoai), reconocida como especie en 2020. Crédito: © Leo Lagos

Una investigación y revisión taxonómica sobre el gato pajonal que pretende ser un estudio conclusivo sobre esta especie se publicó el 28 de mayo de 2020 en la revista científica Zoological Journal of the Linnean Society. Llevaba por título «Revisión taxonómica del complejo Leopardus colocola del gato de las pampas (Carnivora: Felidae): un enfoque integrador» y en este, los autores Fabio Oliveira Do Nascimento, Jilong Cheng y Anderson Feijó, plantearon un abordaje integral sobre la descripción taxonómica del gato pajonal que les permitió alcanzar la conclusión de que la especie conocida coloquialmente con las denominaciones de gato de pajonal de Muñoa, gato de las pampas uruguayo o gato del pantanal oriental, que se creía era una subespecie del Leopardus colocolo, era en efecto una especie nueva, que pasaría a ser bautizada y conocida a partir de esa fecha como Leopardus manoai, con rango taxonómico.

La noticia provocó algunas celebraciones en Uruguay, puesto que la distribución de esta especie, cuyo nombre había ido cambiando varias veces en la medida que se avanzan los estudios morfológicos y moleculares, estaba mayoritariamente en su territorio, lo que indicaba que el Leopardus manoai podría ser considerada una especie endémica, de la región sudoriental de Sudamérica. Esto también generó ciertas controversias. El estudio de Oliveira, Cheng y Feijó además intentaba dejar por sentado una descripción final, desestimar las descripciones previas, reconocer únicamente cinco especies de esta familia de felinos, sin subespecies, como sí había ocurrido en estudios previos. Por tanto, puede afirmarse que la denominación de estos felinos ha sido inestable, con varios cambios a través de la historia: Fue descrito por primera vez en 1961 como Felis colocola. Luego, en los años noventa, se propusieron, sobre la base de revisiones meramente morfológicas, tres especies: Leopardus colocolo, Leopardus pajeros y Leopardus braccatus. En esta instancia, se consideró que Leopardus munoai era apenas una subespecie de esta última.

«El gato de las pampas Leopardus colocola ha estado sujeto a clasificaciones contradictorias a lo largo de los años. Actualmente, se reconoce una especie politípica con siete subespecies, pero nunca se ha realizado un estudio taxonómico integrativo para este debatido grupo. Aquí, combinamos la cobertura morfológica más amplia del gato de las pampas hasta la fecha con datos moleculares y modelos de nichos ecológicos para aclarar la composición de su especie y probar la validez de las subespecies propuestas recientemente… Contrariamente a los arreglos taxonómicos anteriores, no reconocemos subespecies en los gatos de las pampas«, indican los autores del estudio en el estudio publicado por Zoological Journal of the Linnean Society.

Distribución de poblaciones de gatos de la familia Felidae, según las nuevas descripciones taxonómicas planteadas por Oliveira, Cheng y Feijó. Crédito: © Research Gate
Distribución de poblaciones de gatos de la familia Felidae, según las nuevas descripciones taxonómicas planteadas por Oliveira, Cheng y Feijó. Crédito: © Research Gate

La controversia sobre las distintas consideraciones, especies, subespecies y denominaciones no se ha detenido. En un artículo publicado el año pasado en La Diaria, en Uruguay, por el periodista Leo Lagos, se relata que aún no existe consenso entre biólogos y que la diatriba sigue suspendida, puesto que ni la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) ha tomado partido, aunque otorgue a la investigación más reciente el carácter casi conclusivo: «De hecho, hasta hoy la UICN agrupa a todos los gatos de pajonal sudamericanos bajo el nombre Leopardus colocolo y da cuenta de que hay autores que los consideran una especie con siete subespecies distintas, mientras que otros, en el extremo opuesto, hablan de seis especies. El artículo de Nascimento, Cheng y Feijó salda la cuestión y determina minuciosamente que se trata de cinco especies distintas —sin subespecies— que presentan diferencias morfológicas, genéticas y biogeográficas claras».

Todo esto ha quedado ahora en segundo plano. La determinación de que el gato pajonal era una especie en sí misma ha propulsado también estudios a su población, los hábitats y las amenazas que enfrenta. Razón por la que un consecuente estudio no se ha hecho esperar: investigadores de Brasil, Argentina y Uruguay han determinado ahora que la nueva especie se encuentra, como mínimo, en riesgo de extinción. La afirmación se sustenta en una investigación que lleva por título «Alto riesgo de extinción y conectividad de hábitat limitada del gato de las pampas de Muñoa, un félido endémico de la ecorregión sabana uruguaya”, y que ha sido publicado en el Journal for Nature Conservation.

«El gato de la pampa de Muñoa (recientemente propuesto como una especie distinta, Leopardus munoai) es un pequeño felino endémico de la ecorregión de la sabana uruguaya (que abarca el sur de Brasil, el noreste de Argentina y Uruguay). Estudios anteriores han sugerido que está amenazado, pero su evaluación de conservación se ha visto obstaculizada por la escasez de datos sobre su ecología, incluida la distribución espacial, el tamaño de la población y la conectividad«, plantean los autores en el nuevo estudio sobre este felino. En el mismo, también hacen énfasis en la necesidad de abordar las amenazas con un enfoque internacional que permita garantizar su subsistencia y la protección de su hábitat, pues les preocupa que varias estimaciones indiquen que puede estar en peligro crítico. Solo el 0,73% de su paisaje de alta idoneidad está actualmente protegido, y la conectividad entre la mayoría de las áreas protegidas y los registros de ocurrencia eran bajos. Además, las áreas con conectividad estimada entre los registros de ocurrencia o avistamientos se superpusieron en su mayoría con regiones con un alto nivel de amenaza futura de pérdida de hábitat (92,46%).

Riesgo crítico de extinción

Los gatos pajonal se distribuyen principalmente en Uruguay, con presencia más limitada en zonas del sur de Brasil y norte de Argentina. Crédito: © Zoopro
Los gatos pajonal se distribuyen principalmente en Uruguay, con presencia más limitada en zonas del sur de Brasil y norte de Argentina. Crédito: © Zoopro

EL gato pajonal (Leopardus manoai) es un felino pequeño, que llega a medir entre 50 y 70 cm, y alcanza un peso que va de 3 a 4 kilogramos. Posee un pelaje largo y en un color marrón-ocre a gris-amarillento, con franjas oscuras trasversas en las patas y cola. Leopardus munoai se separa de L. braccatus por tener la parte inferior delantera de las extremidades (tarso y carpo) amarillo-ocráceo (no negras) y el cuerpo menos amarillo ferruginoso. Sus orejas son puntiagudas y pequeñas, y su rostro ancho, similar en aspecto al gato doméstico. Además cuenta con fuertes colmillos y molares puntiagudos y se alimenta de roedores, principalmente.

Según el catálogo de mamíferos de América del Sur, el Leopardus manoai frecuenta hábitats abiertos de baja altitud, así como tupidas sabanas húmedas y altos pajonales, bordes de bañados y esteros, bosques xerófilos raleados, arbustales. En general se desenvuelve solamente en el suelo, lo que lo diferencia de la mayoría de los felinos pequeños, los que suelen poseer costumbres arborícolas. Poco se conoce acerca de sus hábitos de caza y reproductivos en libertad. Si bien es posible verlo a plena luz del día (especialmente en el invierno) tiene una mayor actividad durante el crepúsculo y la noche. Es un cazador oportunista o generalista, adaptándose a la oferta trófica disponible en cada región. Se alimenta fundamentalmente de roedores, marsupiales pequeños y aves. En ejemplares en cautiverio, las hembras dan a luz entre 1 y 3 crías luego de 80 a 85 días de gestación, alcanzando la madurez sexual a los 2 años.

Las principales amenazas de este felino están vinculadas a lo pequeña que son sus poblaciones en todos los escenarios, el bajo porcentaje de hábitat adecuado en áreas protegidas, la poca conectividad o ausencia de corredores que le permitan desplazarse entre áreas cuando una ya no le permite cazar o subsistir, y los caminos superpuestos con áreas altamente amenazadas o muy propensas a perderse por la expansión urbana, deforestación y fragmentación de hábitat.

“La UICN evalúa especies. Tener confundidas distintas especies como una sola claramente puede llevar a pensar que las cosas no están tan críticas como podrían ser”, sostiene Juan Andrés Martínez-Lanfranco, biólogo uruguayo que participó en el estudio y que realiza un doctorado en la Universidad de Alberta en Canadá. “El riesgo relativo de extinción de una especie, que es lo que representan las categorías de UICN, está basado en criterios de tamaño de área de distribución y densidad de población. Entonces, si bien puede parecer que delimitar especies es algo separado de la conservación, es tremendamente pertinente. Para conservar hay que conocer, y parte de conocer es poder delimitar una entidad, dónde se distribuye, y conocer qué es lo particular en esa región y qué procesos son los que mantienen a esa especie en esos lugares”, explica.

En conclusión los investigadores usaron modelos de hábitats que si bien no les permiten dar con una cifra exacta de la población, sí les permitieron estimar que, en algunas zonas se hallan de 0,03 individuos por kilómetro cuadrado, lo que se traduce en que en las zonas donde las condiciones son aptas para estos animales, se encuentra un gato de pajonal cada poco más de 33 kilómetros cuadrados.

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