Son las 10 de la mañana. El frío cala hasta los huesos y mientras recorro uno de los barrios más atractivos de Santiago, veo cómo las tiendas de diseño, librerías y cafés dan un tímido inicio al día laboral. “¿Un chocolate caliente o pie para el desayuno?”, me dice uno de los meseros que arregla una mesa en el café da Lucía de la calle José Miguel de la Barra. Aunque suena tentador, ya estoy a solo pasos de mi destino final: el hotel The Singular Santiago, por lo que apuro el paso caminando por las veredas a las que alcanzan a llegar los rayos del sol.

He pasado cientos de veces por estas calles y aún así nunca me había fijado en la fachada de este hotel inaugurado el año 2014 y reconocido como uno de los principales hoteles de lujo de Chile. Probablemente, se deba al hecho que su diseño fue elaborado meticulosamente para compartir la atmósfera y estética del barrio Lastarria.

©Hotel Singular
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“Las preexistencias de los edificios aledaños y la heterogeneidad del entorno son determinantes en la definición de la arquitectura para este hotel en el Barrio Lastarria”, me cuenta Federico Prieto, de la oficina Prieto-Schaffer arquitectos, a la que se encargó el diseño del hotel The Singular Santiago.

La tarea no era fácil, debían planificar un edificio nuevo en una zona típica de Santiago, un núcleo histórico caracterizado por sus museos, edificios de larga data y espacios culturales, y la consigna era que éste se insertara respetuosamente en el barrio. El concepto que los arquitectos tenían en mente era “el de la atemporalidad  y  el rescate de  la escala palaciega de los edificios de estilo neoclásico francés del entorno y, al mismo tiempo, la sencillez constructiva de la arquitectura moderna de los años 30 y 40, que entregan los referentes básicos de cómo el edificio debía insertarse en un contexto edificado”, cuenta Prieto.

©Hotel Singular
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Así diseñaron un hotel con arquitectura contemporánea del siglo XXI que mantuviera algunos conceptos de la arquitectura clásica, como la escala doméstica de los espacios, las proporciones de los vanos, la luz natural y el uso de materiales nobles. “Utilizamos los umbrales o pórticos que generan espacios de transición entre lo privado y lo público y hemos reivindicado la primacía de la manufactura artesanal versus la producción seriada, para potenciar la condición de arte de la arquitectura”.

Historia y tradición

©Hotel Singular
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Una vez frente a la entrada, dos anfitriones abren las puertas de vidrio y me invitan a pasar. El olor a café de grano recién hecho, una iluminación tenue y la calidez de la música ambiental donde puede escucharse un piano, me transportan hacia una época pasada aunque indefinida, a un tiempo donde todo pareciera transcurrir más lento. A mi derecha veo una pequeña barra, una pared llena de cuadros –todos ellos piezas únicas seleccionadas personalmente en mercados de colección europeos– y algunos huéspedes extranjeros leyendo copias de ejemplares de diarios estadounidenses que se despliegan sobre el mesón.

Este es el lobby-bar, una de las principales áreas del hotel, que integra el patio exterior, el restorán y el acceso al hotel. Para Prieto este “es el corazón del proyecto, que integra 4 programas en un espacio bisagra que permite llegar a la cubierta (terraza en el noveno piso)”.

©Hotel Singular
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Continúo mi recorrido y antes de llegar a los ascensores, me llama la atención una escultura que adorna el pasillo. Se trata de “La mujer del velo”, una obra de Giovanni Battista Lombardi de 1866 que según me cuenta el botones, es una pieza por la que muchos huéspedes se han interesado y por la que incluso han ofrecido grandes sumas para comprarla. Fue traída desde el Hotel Crillón junto a otros elementos que hoy se despliegan en una de las paredes del hotel y que son de gran valor para la familia Sahli, los dueños del hotel The Singular.

Todo comenzó en 1913, cuando Paul y Berta Sahli ambos ciudadanos suizos, llegaron a Chile. El hijo mayor del matrimonio, Fernando, arrendó el Hotel Crillón e invitó a sus hermanos Pablo y Raúl a ser parte del negocio. Abierto en 1931, este elegante hotel fue un importante centro social y el principal hotel de lujo de Santiago, que recibió a personalidades como el presidente Alessandri que tomaba allí el té o actores hollywoodenses del pasado como Gary Cooper y Clark Gable e incluso fue testigo de escándalos como cuando la escritora María Luisa Bombal le disparó a su amante al interior del hotel. Eso, hasta que en 1978 cerró sus puertas. Sin embargo, este legado e interés por la hotelería sería traspasado a los hijos de Fernando, entre ellos Felipe, quien fundaría The Singular Hotels y traspasaría estos conocimientos a los hoteles que hoy se encuentran en la Patagonia y el barrio Lastarria en Santiago.

Todo está en el ambiente

©Hotel Singular
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Mientras más me interno por los pasillos de este hotel, comienzo a comprender por qué a solo un año de su inauguración ya había sido catalogado como el mejor hotel del país por la revista ED en 2015 y más adelante seleccionado como uno de los 13 mejores nuevos hoteles del mundo, por la prestigiosa revista internacional de viajes, Condé Nast, en la categoría Urbanos. Y es que este hotel no sólo cuenta con un gran diseño de interiores –encargado al destacado diseñador Enrique Concha– que mezcla elementos antiguos y contemporáneos elegidos cuidadosamente y sin verse recargado, sino que genera un ambiente elegante y a la vez acogedor.

En todos estos espacios, la escala de los espacios, la luz y la penumbra, caracterizan la nobleza de los materiales”, dice el arquitecto Federico Prieto refiriéndose al mármol, maderas naturales y papeles murales pintados que dan carácter al hotel. Para Prieto, era fundamental crear un espacio que hiciera sentir a sus huéspedes “como en casa” y que ofreciera un espacio para el descanso luego de recorrer el barrio y la ciudad.

©Hotel Singular
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Pero sin duda una de las joyas del hotel, se encuentra precisamente en el noveno y último piso: el Rooftop Bar. Abierto de martes a sábado desde las 17:00 h, este bar se encuentra en una de las azoteas más privilegiadas de Santiago con vista a los cerros Santa Lucía y San Cristóbal. Desde el momento que ingresas al pasillo y te encuentras con una colección de portadas de la revista Vouge de los años 30 y pasas por la barra que tiene una selección de más de 115 licores, sabes que te encontrarás con algo fuera de lo común. Y así es. Mientras comienza a atardecer, la terraza se llena de extranjeros y oficinistas que vienen al after-office, formando un ambiente tranquilo pero ondero y dando inicio al desfile de tragos y cócteles de autoría, algunos de ellos tan extravagantes como el “Gula”, una preparación con pisco, frangelico, nutella, crema y marshmallow que solo los más osados –y golosos– se atreven a pedir y que ha sido la sensación de este invierno.

©Hotel Singular
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