El Parque Metropolitano de Santiago es el cuarto parque urbano más grande del mundo, conformado por varios cerros siendo el San Cristóbal el más representativo. Es un pulmón verde para Santiago, conformador de la ciudad, destino turístico, mirador y por sobre todo testigo privilegiado del desarrollo e historia de nuestra capital. Pero, ¿fue realmente así desde sus inicios? ¿Qué importancia tuvo el cerro para el desarrollo de Santiago? Son algunas preguntas necesarias para entender su rol en nuestra historia.

©Revista LIFE
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Foto: Vista de Santiago en los años ’20s. Atrás el Cerro San Cristóbal y su cantera, se notan las torres del Convento de la Merced, así como muchas otras edificaciones. 

Claro está, antes que país y conformar ciudades somos territorio, vivimos en medio de una geografía compuesta por montañas y valles. Santiago precisamente se encuentra en una cuenca privilegiada por su clima, sus recursos hídricos y en especial por sus miradores naturales.

Como todas las civilizaciones tuvieron que recurrir a los recursos de su entorno para continuar su desarrollo, como respuesta a ello hacia fines de 1700 en Santiago urge la necesidad de obtener más y de manera más eficiente materiales de construcción. Por eso se comienzan las faenas de extracción de roca en lugares cercanos y accesibles como lo fueron los cerros más céntricos de la capital como el Cerro Huelén, Cerro Blanco y por sobre todo el San Cristóbal, principalmente para construir grandes obras públicas como el adoquinado de calles y espacios públicos del centro, además la materia prima para la construcción del Puente Cal y Canto en 1767, la construcción del Palacio la Moneda a partir de 1786, la canalización del Río Mapocho en 1886 y equipamiento años más tarde para el incipiente Parque Metropolitano.

Las Canteras explotadas hace más de 300 años están ahí, expuestas y mostrándose a la ciudad, sin embargo, pocos las reconocen. Se podría decir que de igual forma, sin saberlo, estamos viviéndolas y estamos vinculados a ellas mucho más de lo que pensamos, claro, porque gran parte de los santiaguinos han caminado sobre adoquines que pertenecen a las entrañas del cerro, piedras lustradas, llenas de brillo y víctimas del uso e historia que tienen.

En los últimos años ha habido un par de propuestas para poner en valor estas heridas geográficas, que finalmente tienen al menos para Santiago un gran valor histórico y cultural. ¿Cuál es la manera de hacerlo? En primer lugar el hecho de dar a conocer su historia e importancia ya cobra gran valor, puesto que más personas reconocen su importancia y por lo mismo lo entienden como un patrimonio de la ciudad. En segundo lugar, sería interesante que el Parque Metropolitano de Santiago considere las canteras como un recuerdo y vestigio vivo de los tiempos fundacionales de Santiago poniéndolas en valor e integrándolas a los recorridos y atractivos del parque.

Lo cierto es que las canteras ya cumplieron con su función práctica, pero como todo lugar cargado de historia, hoy es un potencial espacio de desarrollo para el corazón de la capital.

©Enrique Mora
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Foto: Al parecer la desforestación original del cerro desnudaba aún más las -para ese entonces- imponentes canteras. Por otra parte, en primer plano el puente que cruzaba hacia Avda. Independencia. Luego el edificio de la Piscina Escolar Temperada de la Universidad de Chile, obra art decó del arquitecto Luciano Kulczewski en 1929. A la derecha se alcanza a ver la torre de la Iglesia de la Recoleta Franciscana. 

©Chilectra
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Foto: Instalación de vías en Plaza Baquedano, frente a la demolida Estación Pirque, 1927. Gran trabajo y precisión se necesitaba para instalar las vías por todo el centro de Santiago. Lo bonito es que las mismas piedras removidas para instalar los rieles se reacomodan en una nueva posición, de esta manera se crea un ciclo del material de una vida útil casi eterna. En la foto lo que nos perdimos: Líneas de tranvía por Avda. Providencia frente a la demolida Estación Pirque, en 1927. Si esas piedras hablaran. 

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