La región semiárida de Chile, ubicada principalmente en el Norte Chico, conecta el desierto y las zonas mediterráneas más húmedas, desde el sur del desierto de Atacama hasta el norte de Santiago. Los paisajes actuales de la zona son fruto de prácticas productivas históricas, como la extracción de leña y carbón, monocultivos y sobrepastoreo, que han convertido la erosión del suelo en una de las más graves de nuestro país.

Parque Hacienda El Durazno. Autor Fundación Llampangui

Los habitantes de esta zona y sus ecosistemas enfrentan grandes amenazas. En este contexto, surge la Fundación Llampanguí, dedicada a proteger los ecosistemas frágiles y la cultura local. Mediante su quehacer, se ha consolidado como un actor clave en la conservación ambiental y la restauración ecológica, llevando a cabo acciones que combinan ciencia, educación y trabajo comunitario.

La organización nace en 2016 y viene a consolidar los esfuerzos de conservación de décadas de trabajo de una ex hacienda productiva de la comuna de Canela en la Región de Coquimbo. Se dedica a la conservación de la biodiversidad, la recuperación de ecosistemas degradados y la promoción del desarrollo sostenible en el norte de Chile. Su misión es crear un equilibrio entre las necesidades humanas y la conservación del entorno natural, todo ello a través de proyectos innovadores que involucran tanto a las comunidades locales como a las instituciones públicas y privadas.

Reforestación CONAF en El Durazno

Entre sus áreas de acción destacan la restauración de suelos, la protección de la biodiversidad y la conservación de especies emblemáticas como el guanaco. Sus esfuerzos no solo están orientados a frenar la desertificación, sino también a impulsar un modelo de coexistencia sostenible entre el ser humano y la naturaleza.

Uno de los pilares de la Fundación Llampanguí es la administración del área protegida voluntaria Parque Hacienda el Durazno. En ésta, su principal colaborador es la Corporación Nacional Forestal (CONAF), ya que ambas organizaciones son garantes de conservación mediante un Derecho Real de Conservación (DRC) amparado en la Ley 20.930. Este vínculo ha permitido fortalecer el manejo y protección de los ecosistemas locales mediante la implementación de estrategias conjuntas, siempre con el apoyo de los habitantes del territorio.

Línea de freno al desierto Límite norte de El Durazno

Otro aliado estratégico es el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), con quienes vienen trabajando hace más de 20 años en el Centro de Rehabilitación de guanacos. Ahí se recuperan de cerca de 20 ejemplares que han sido afectados por la pérdida de hábitat, la caza y malos tratos. 

Aquí los guanacos reciben cuidados especializados y se está trabajando en la planificación de un proceso de asilvestramiento en el parque. Actualmente la fundación realiza una campaña de apadrinamiento para buscar apoyo financiero y así seguir mejorando las instalaciones del centro, costear los alimentos y los cuidados que requiere esta especie.

Además, la institución ha acompañado procesos comunitarios de restauración del paisaje, conservación de semillas, educación ambiental y fortalecimiento organizacional, reconociendo que la defensa del ecosistema comienza con la dignificación de la vida en el territorio. Estas acciones consolidan al parque no solo como un refugio para la biodiversidad, sino como un modelo de vida rural regenerativa en la región de Coquimbo.

En Parque Hacienda El Durazno, la Fundación Llampanguí ha impulsado un trabajo paciente y comprometido junto a las 13 familias que habitan el área protegida, combinando conservación ecológica con soluciones concretas para el bienestar humano. Uno de los hitos más significativos ha sido la implementación de sistemas de bombas solares para el abastecimiento de agua, una medida que no solo garantiza el acceso a este recurso vital, sino que también promueve el uso de energías limpias en un entorno amenazado por la desertificación. 

El trabajo del organismo no solo se enfoca en la conservación biológica, sino también en la educación ambiental y la sensibilización de la comunidad. Sus proyectos buscan ser replicables y demostrar que es posible convivir en armonía con la naturaleza, incluso en uno de los climas más extremos del planeta.

Combatir la desertificación y preservar la riqueza natural del norte de Chile es un desafío, pero el compromiso de la Fundación Llampanguí es un recordatorio de que, con esfuerzo colectivo y visión a largo plazo, se puede construir un futuro sostenible donde los ecosistemas prosperen y las comunidades se desarrollen.

Fiesta religiosa Beata Laura Vicuña El Durazno

Para más información sobre sus proyectos y cómo participar, visita su sitio web oficial fundacionllampangui.cl o su cuenta de Instagram @fundacion.llampangui.

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