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![TRILOGÍA DEL AGUA| Residencias del Agua: Cultivando el Cuidado del Ciclo Hidrológico para la Vida en la Tierra](https://laderasur.com/wp-content/uploads/2025/02/nieves.jpeg)
TRILOGÍA DEL AGUA| Residencias del Agua: Cultivando el Cuidado del Ciclo Hidrológico para la Vida en la Tierra
En esta nota se reflexiona sobre la importancia del ciclo hidrológico y cómo nuestra relación con el agua y sus ecosistemas está deteriorada. Asimismo, se destacan pequeñas acciones, como la cosecha de agua y la protección de suelos, las que pueden mejorar la permanencia del agua en la tierra. A través de ejemplos como la crisis hídrica global, la destrucción de ecosistemas y las represas, se subraya la necesidad urgente de restaurar los paisajes naturales para enfrentar el cambio climático y asegurar un futuro sostenible. El agua es vital, no solo como recurso, sino como un conector esencial de todos los ecosistemas. Este es el segundo artículo de la Trilogía del Agua.
A mis 38 años me encuentro caminando por las mismas montañas que he habitado toda mi vida y reflexiono sobre mi historia. Mi abuelo era cosechador de agua y hoy algunos de sus nietos también. Cuánto nos divertíamos corriendo por los “come-tierras” —deslizamientos de suelo y rocas sueltas, también llamados acarreos o conos de derrubios— saltando muchos metros y casi volando cerro abajo. Desde esos momentos, vimos nuestro efecto sobre el suelo y su erosión. Mi abuelo, mi tío y todas las personas que trabajaron junto a ellos en el fundo, construyeron pequeñas empalizadas intercaladas en medio de esos “come-tierras”. Años después, vimos cómo esa pequeña acción restauradora cumplía su función a mediano y largo plazo. Ahora nosotros, imitando las mismas técnicas ancestrales, nos dedicamos a sanar la montaña, recuperar suelo y aumentar el tiempo de residencias de las aguas del mismo lugar, ahora Santuario.
![Localidad de San Alfonso con vista al Santuario Cascada de las Ánimas. Foto Taryn Fuentes, 2024.](https://laderasur.com/wp-content/uploads/2025/02/residencias-agua-2-1024x768.jpg)
El Tiempo de Residencia del Agua: La Huella del Ciclo Hidrológico
En el ciclo hidrológico, cada cuerpo de agua —desde los océanos hasta la humedad del suelo— actúa como una residencia donde el agua permanece por un tiempo antes de continuar su flujo. Los océanos, que contienen el 97% del agua del planeta, representan la residencia más vasta, mientras que los glaciares y casquetes polares almacenan otro 2%, mayormente en estado sólido. En el extremo opuesto, la fracción contenida en los organismos vivos constituye una de las reservas más efímeras.
El tiempo de residencia del agua en cada una de estas reservas varía drásticamente. Una molécula puede viajar por la atmósfera durante apenas nueve días antes de precipitar nuevamente sobre la Tierra, mientras que el agua subterránea puede quedar atrapada por más de 10.000 años, formando lo que conocemos como agua fósil. Sin embargo, no toda el agua sigue esta permanencia extrema: la humedad del suelo, por ejemplo, se pierde rápidamente por evaporación, transpiración o recarga de acuíferos, reforzando el dinamismo de este ciclo esencial.
![Fuente: CicloHidrologico.com.](https://laderasur.com/wp-content/uploads/2025/02/grafico.jpg)
Comprender estos tiempos de residencia nos permite ver el agua no solo como un recurso en tránsito, sino como parte de un sistema de equilibrios frágiles. La alteración de estos ciclos —por la construcción de represas, la sobreexplotación de acuíferos o la degradación de los ecosistemas que almacenan y regulan el agua— fragmenta un engranaje vital para la estabilidad climática y la vida en la Tierra.
En los tiempos actuales, la crisis hídrica global nos desafía a replantearnos nuestra relación con el agua y los ecosistemas que la sostienen. Más allá del cambio climático, esta crisis refleja una gestión biosférica insostenible, que ha degradado las residencias del agua: océanos, glaciares, cuencas hidrológicas, ríos, humedales, bosques y más. Cada una de estas residencias forma parte de un sistema interconectado que sustenta la vida en el planeta, y su restauración es clave para nuestra adaptación y supervivencia.
El Agua como Enlace Vital
Desde los ríos que fluyen hacia el mar hasta las nubes que fertilizan las tierras, el agua conecta ecosistemas, escalas geográficas y procesos vitales. En la cuenca del Amazonas, por ejemplo, se transporta más agua a través de la atmósfera que por los ríos. Este flujo, impulsado por lo que se conoce como la «bomba biótica», es un fenómeno en el que los bosques generan presión atmosférica baja debido a su alta transpiración, atrayendo el viento y las nubes cargadas de humedad hacia el interior de los continentes.
Sin embargo, al degradar los bosques, montañas, ríos y alterar estos ciclos, interrumpimos una sinergia hidrológica que no solo regula climas locales, sino también procesos globales. ¿Dónde termina el río y empieza el mar? ¿Dónde termina la nube y comienza el bosque? Estas preguntas reflejan la interdependencia del agua en sus múltiples estados, un “megabucle” de vida que hemos fragmentado. Un ejemplo de esta interdependencia son las diatomeas, pequeños microorganismos que son transportadas desde la montaña en el agua de los ríos hacia los océanos y las cuales están asociadas a la alta biodiversidad de los mares cercanos a desembocaduras. Podríamos decir, por ejemplo, que la condición de Chile como país largo y angosto repleto de ríos que desembocan con nutrientes en el océano Pacífico, sumado a la corriente de Humboldt, aporta a la riqueza específica del mar, es decir, la salud de nuestros ríos está directamente ligada a la salud del mar.
Los Ríos y el Mar: La Conexión Perdida
Las represas han generado impactos que trascienden fronteras, como la controvertida Suam, en el río Nilo, afectó toda la biodiversidad hasta el mar mediterráneo y con ello toda la productividad de agua dulce y salada de miles de kilómetros a la redonda. Se alteran los flujos naturales de agua y sedimentos hacia los océanos, interfiriendo con los ecosistemas costeros y marinos. Además, estas estructuras suelen incrementar las temperaturas del agua y generar emisiones de gases como el metano, exacerbando el calentamiento global. Aquí la escala se sobrepasó, ya que a pesar que se aumentó la residencia de las aguas, se generó un cambio en la dinámica de la cuenca que terminó dañando el sistema completo. Algo similar ocurre con los trasvases de cuenca, muy aplicado en España y con impactos evidentes. Ahora en Chile, se espera que se aprendan de estos errores antes de seguir aprobando proyectos como Alto Maipo o ideas insensatas como la Carretera Hídrica.
![Obras de la hidroeléctrica AltoMaipo en vegas (humedales andinos) Valle de las Arenas, Cajón del Maipo. Foto Rodrigo Reinecke, 2013.](https://laderasur.com/wp-content/uploads/2025/02/residencias-agua-1-1024x683.jpg)
Mientras centramos nuestros esfuerzos en el carbono, olvidamos que el agua es el regulador esencial del clima. Actúa como un refrigerante natural en valles y geografías, mitigando el calor extremo. En este contexto, las técnicas de «cosecha de agua» y los proyectos que prolongan la permanencia del agua en la tierra se presentan como estrategias urgentes y necesarias.
Reconstruir las Residencias del Agua
Aumentar las residencias del agua —a través de obras de conservación de agua y suelo, paisajes de retención hídrica y restauración ecológica— es un paso crucial. Estas acciones no solo apoyan la biodiversidad, sino que también fortalecen la resiliencia de las comunidades frente a sequías, inundaciones y cambios climáticos.
![Valle de Sapa, Vietnam. Foto Tomás González, 2014.](https://laderasur.com/wp-content/uploads/2025/02/residencias-agua-4-1024x683.jpg)
Los bosques, humedales y suelos saludables son aliados clave en este esfuerzo. Funcionan como esponjas naturales que almacenan agua, regulan los flujos hídricos y devuelven vapor a la atmósfera. En lugar de combatir los síntomas de la crisis hídrica, necesitamos abordar sus causas restaurando estas infraestructuras naturales.
Una Visión Integrada
La crisis del agua es también una crisis de percepción. El agua no es solo un recurso: es un ente vital, un conector de ecosistemas y un termostato global. Su preservación requiere un cambio de paradigma, reconociendo su papel como eje central en la vida de la Tierra.
Es hora de aprender del funcionamiento termodinámico del planeta, respetando las «directrices operacionales» de la biosfera. Restablecer el equilibrio hídrico no es solo un acto de conservación, sino un acto de reconciliación con la naturaleza del que depende nuestro futuro.
Si queremos un futuro sostenible, debemos restaurar el ciclo hidrológico del agua y vida que conecta océanos, ríos, bosques y nubes, recordando que en su flujo reside la esencia de nuestro mundo.