Crédito: © Pxhere.com
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Pese a tener una amplia distribución en el continente que va desde la Florida y el golfo de México, hasta la desembocadura del río Amazonas, el manatí de las Antillas o del Caribe (Trichetus manatus manatus) continúa en la lista de especies vulnerables de la UICN como una de las más amenazadas, principalmente por las acciones antropogénicas. Aunque no se tienen datos precisos sobre su población, varias fuentes e investigaciones han estimado la misma en menos de 10.000 ejemplares. El manatí resiste, pero su supervivencia es frágil y depende, esencialmente, de las acciones de conservación y protección de sus hábitats, del resguardo de las aguas donde prospera y de esfuerzos para garantizar su reproducción sostenida y la rehabilitación de sus poblaciones y subespecies.

No es poca cosa lo que está en juego. El manatí cumple una función ecosistemica vital: El manatí es un mamífero, herbívoro, de aspecto curioso, movimientos muy lentos. Su pariente más cercano son los elefantes, pero es su dieta, basada en plantas, algas y vegetación marina, la que le otorga también mucha importancia en los ecosistemas.

Crédito: © Maegan Luckiesh/Unsplash
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Cumple una función que regula la proliferación de plantas acuáticas, que influye en la pesca, en la generación de energía y desecación de ciénagas por acumulación de plantas en la superficie del agua, así como en las reservas de oxígeno. También, la abundancia de plantas y algas facilita la transmisión de enfermedades y el manatí contribuye a todo este ciclo, manteniento el control biológico de la maleza en las fuentes de agua.

Es una especie prospera en aguas cálidas, saladas y dulces, de poca profundidad (menos de 20 metros). No tiene depredadores naturales, posee un comportamiento apacible, y —pese a enfrentar serias amenazas a su supervivencia— resiste con mucha fragilidad los embates de la expansión del hombre y de sus actividades en sus hábitats: casi la mitad de las muertes de manatíes son causa de la acción humana.

El manatí es un mamífero herbívoro que habita aguas cálidas y poco profundas. Crédito: © pxhere.com
El manatí es un mamífero herbívoro que habita aguas cálidas y poco profundas. Crédito: © pxhere.com

Aunque existen programas y esfuerzos por conservar esta especie en varios países de Centroamérica, como Guatemala, Costa Rica, México, entre otros, grupos de biólogos y conservacionistas advierten de las dificultades: La investigación no ocupa un lugar prioritario para los políticos involucrados con la conservación, los resultados de las investigaciones no se aplican adecuadamente en programas, faltan recursos, mayor trabajo interdisciplinario trabajo conjunto multinacional para protegerlo de manera integral.

De acuerdo a Mammal Species of the World, el género está conformado por tres especies:

Un dato curioso es que la palabra «manatí» en la lengua indígena caribeña significa «con mamas». Su nombre científico proviene del vocablo latino Trichechus, que hace referencia a los pequeños pelos o cerdas esparcidas sobre su cuerpo, y manatus proviene del vocablo griego manatos, que se refiere a la característica común de los mamíferos de amamantar a sus crías.

Al ser un mamífero herbívoro, una de sus principales funciones dentro de la naturaleza es controlar la población de algas y pastos marinos. De allí la importancia en la conservación de esta especie, puesto que si esta especie no existiera —o peor aún, se extinguiera— se considera que habría una proliferación de las mismas, lo que conllevaría a otro problema en el fondo del mar, motivo por el cual el papel de esta especie es fundamental para mantener ese equilibrio ecológico.

Crédito: © Amelia Ortúzar/LaderaSur
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El manatí antillano o manatí del Caribe (Trichechus manatus manatus) habita desde el golfo de México hasta la desembocadura del río Amazonas. Esta especie ya está considerada extinta en Anguilla; Antigua and Barbuda; Aruba; Barbados; Bonaire, Sint Eustatius and Saba; Dominica; Grenada; Guadalupe; Martinica; Montserrat; Saint Barthélemy; Saint Kitts and Nevis; Santa Lucia; San Martin (parte Francesa); San Vincente y las Granadinas; Sint Maarten (parte de Países Bajos).

Lee también: Guatemala: La cruzada de una ONG para proteger el manatí antillano o del Caribe en el departamento de Izabal

El manatí es una especie que está catalogada o con estatus bajo el renglón «Vulnerable», según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) porque el número de individuos maduros se estima actualmente en menos de 10,000 (basado en estimaciones de población combinadas para las subespecies de Florida y Antillas). De acuerdo con la UICN, se estima que su población disminuya a una tasa de al menos 10% en el transcurso de tres generaciones (dado un tiempo de generación de aproximadamente 20 años) como resultado de la pérdida de hábitat y de factores antropogénicos.

Crédito: © FWS
Crédito: © FWS

La longitud del cuerpo alcanza entre 4 y 5,6-6 m, y el peso oscila entre 300 y 500 kg. El cuerpo es gris con intersticios rosados. Los manatíes son herbívoros, y se alimentan de unos 60 tipos diferentes de plantas, como hojas de mangle o algas. Para ello usan el labio superior, que está dividido. Un manatí adulto puede comer normalmente hasta un 9 % de su peso (unos 50 kg) al día. Los manatíes antillanos también comen peces de las redes.

Algunos datos curiosos sobre esta increíble especie son:

El manatí del Caribe es sensible al frío, y las bajas de temperatura resultan en una alta tasa de mortalidad por choque térmico. Durante la temporada fría muchos mueren porque su tracto digestivo se cierra cuando la temperatura del agua desciende por debajo de 20 grados Celsius. Los manatíes no son territoriales y no tienen un comportamiento complejo para evitar los depredadores, pues se desarrollaron en áreas sin depredadores naturales.

La población del manatí se concentra ahora en la Florida y Centroamérica. Esta especie no tiene predadores naturales, pero se encuentra amenazada, según la IUCN. Crédito: © FDN Guatemala.
La población del manatí se concentra ahora en la Florida y Centroamérica. Esta especie no tiene predadores naturales, pero se encuentra amenazada, según la IUCN. Crédito: © FDN Guatemala.

Pero es también una especie que ha enfrentado los embates de la expansión del hombre y de sus actividades, y el impacto sobre su hábitat: Casi la mitad de la mortalidad de adultos se puede atribuir a causas relacionadas con los seres humanos, principalmente colisiones de embarcaciones. La mayoría de los cadáveres de manatíes adultos tienen cicatrices de choques anteriores con botes y las fracturas esqueléticas curadas de algunos indican que habían sobrevivido a impactos traumáticos anteriores (Wright et al. 1995, Lightsey et al. 2006).

Los manatíes han sido cazados, principalmente por su carne y su grasa, aunque en la actualidad sus especies están protegidas. Otras amenazas incluyen enredos (en artes de pesca o escombros), atrapamiento en estructuras y tuberías de control de agua, exposición a contaminantes, ingestión accidental de escombros y aplastamiento (en estructuras de control de inundaciones, en esclusas de canales o entre grandes barcos).

Heidy Amely García, bióloga y activista de Defensores de la Naturaleza, una ONG en Guatemala dedicada a la protección y conservación del manatí, dijo en junio pasado a Ladera Sur: «Como defensores de la naturaleza hacemos un llamado consciente para que los esfuerzos dedicados a la conservación y protección del manatí no sean restringidos a un solo país. Esta es una responsabilidad que tenemos todos, la de cuidar a una especie carismática, que una especie centinela, indicadora del bienestar de los ecosistemas, una especie bandera, reguladora de hábitats, que recicla, que brinda incontables beneficios. Es una especie que enfrenta muchas amenazas, que es sumamente indefensa. El manatí no se puede defender por sí solo. Se enfrenta a la perdida de su hábitat, por eso debemos cuidar más nuestra relación con este y su hábitat natural. Se le causa mucho daño con las colisiones, con lanchas rápidas, con el uso de agroquímicos, con la pesca de arrastre. La combinación de todas estas actividades y dinámicas configuran riesgos y amenazas grandes para la especie. Está todo encadenado: en la medida que vayamos destruyendo su espacio, todos nos veremos también afectados. Lo más importante es protegerlo».

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