Sporatex: el emprendimiento que fabrica biotextil a partir del micelio de los hongos
El micelio es lo que da origen, cuando las condiciones climáticas y temporales lo permiten, a las setas y callampas que vemos a simple vista. Está bajo la tierra, interconectando y comunicando a los actores del bosque. Entre otras cosas, también tiene beneficios que pueden ayudar en la elaboración de biomateriales: es biodegradable, liviano y no utiliza combustibles fósiles. Esto lo saben bien en Sporatex, un emprendimiento que se dedica a fabricar biotextil, específicamente a elaborar una alternativa sustentable al cuero animal y sintético. En Ladera Sur hablamos con uno de sus fundadores, quien nos contó la historia de cómo se logró llegar a este producto y los avances que ha tenido su emprendimiento. ¡No te lo pierdas!
Está bajo la tierra, en las plantas y sus raíces. El micelio interconecta y comunica a los actores del bosque. Es esa gran red de apoyo que forma las setas y las callampas que vemos a simple vista. Así, esta es una red de hifas o filamentos de células que también aportan en el camino a la sustentabilidad: es biodegradable, liviano y no usa combustibles fósiles. Es decir, se pueden fabricar biomateriales a partir de él.
Y eso bien lo saben desde Sporatex, un emprendimiento dedicado a la fabricación de un sustituto al cuero utilizando el micelio. De esta manera, este biotextil se propone como una solución sustentable al cuero proveniente del ganado y el sintético, que se elabora a partir del petróleo.
Empezar con la idea y conocer a los hongos
Antes de trabajar con el reino fungi, el publicista Hernán Rebolledo (28) no había tenido ningún acercamiento previo al mundo de los hongos. Fue en 2017 cuando lo descubrió. En ese año estaba desarrollando su proyecto de tesis de innovación agrícola junto a José Miguel Figueroa, quien pertenecía al Centro de Investigación y Desarrollo CER Rosario. Ambos buscaban trabajar enfocándose a la sustentabilidad.
La motivación estaba desde mucho antes. Un amigo de él que trabaja reciclando fibras textiles, lo había incentivado a buscar soluciones sustentables para la industria textil, la cual es la segunda industria más contaminante del mundo. A partir de esto, Rebolledo se dedicó a investigar opciones, hasta que llegó a los hongos.
“El micelio, hasta lo que hemos visto, es una biotecnología realmente escalable. Con esto me refiero a que muchos tratan de aportar a la sustentabilidad a baja escala, pero si miramos fríamente lo que se necesita es industrializar la sustentabilidad (…) Si queremos impacto grande tenemos que ir a la masa. Lo que hay que generar es ver cómo se comporta el ser humano y darle la posibilidad de cambiar a la sustentabilidad”, explica Rebolledo.
Es por esto que, una vez finalizada la tesis, ambos socios decidieron seguir con el proyecto.
La opción clara fue enfocarse en el cuero
“¿Cuál es la decisión más viable y la que más se necesita dentro del mundo textil?”, se preguntó el equipo al momento de decidir desarrollar un biomaterial a partir del micelio. Y la respuesta fue clara: un sustituto al cuero.
“Es un tremendo material. Es resistente, tiene buenos resultados finales y estéticamente es bonito. Reemplaza el cuero sintético, que deriva del petróleo, la industria más contaminante del mundo. Y también, es una alternativa al cuero del ganado. Entonces, te metes con dos industrias que no tienen sustituto sustentable claro y, por otro lado, existen personas que están interesadas en utilizar un cuero que no haga mal”, explica Rebolledo.
Y se logra a través de un proceso de cultivo y curtido orgánico: la naturaleza crea tejidos para formar la piel de los animales, y en Sporatex se usa micelio para crear tejidos combinándolo con diferentes medios orgánicos que le dan la estructura sobre la cual crece.
“El micelio está formado por hifas que se entrelazan entre sí, lo que logramos nosotros es dotar al organismo del medio necesario para que crezca imitando una piel sobre un cultivo orgánico”, explica Rebolledo.
Gracias a este proceso, se obtiene una lámina flexible, la cual se “cosecha” y, al atravesar un proceso de “curtido vegetal”, se vuelve resistente a la tracción y mantiene características similares al cuero animal, como la flexibilidad y respirabilidad. El proceso puede durar hasta 3 meses y se pueden reutilizar los cultivos para hacer más de “una lámina de cuero de hongos”.
De esta forma, actualmente trabajan junto a marcas chilenas que van de la mano con una industria sustentable. Lo que hacen es investigar los elementos técnicos para cada producto. Por ejemplo, el textil es diferente para un zapato, que para una billetera, un bolsillo de chaqueta o protecciones de anteojos.
Este es el trabajo que realiza un equipo de distintos profesionales -doctores en biotecnología y técnicos de laboratorio, entre otros- para desarrollar los productos hacia 2021.
No es un camino fácil
En un principio, para sus cercanos, empezar con este emprendimiento era extraño. Pocos conocían o habían escuchado alguna vez hablar del micelio. Sin embargo, Rebolledo y Figueroa decidieron empeñarse en sacar su negocio adelante.
Así como sus familiares, muchas personas no conocen sobre esta tipo de biofabricación. Esto provocó una dificultad, explica Rebolledo, quien también comenta que un desafío fue hacer ver a potenciales inversionistas que esto era posible:
“En un principio, cuando empezamos, nadie daba un peso por nosotros y lo sacamos adelante. Una vez más, entendiendo el microorganismos sacamos mejores materiales. Gracias a esto, obtuvimos financiamiento de Corfo y privado. Lo más difícil es hacer ver que es posible y que vale la pena jugársela. Hay muchos que dicen que quieren sustentabilidad y pocos hacen algo. Es súper gratificante ver que creen en nosotros”.