El ruil (Nothofagus alessandrii) es un árbol caducifolio de la familia de los Nothofagus que actualmente habita en una zona extremadamente restringida, entre las provincias de Talca y de Cauquenes, en la Región del Maule. Tiene una historia evolutiva impresionante, siendo un verdadero fósil viviente de los paisajes boscosos del Maule. Es endémico de Chile, pero su origen evolutivo data de hace millones de años en la Antártida.

Nothofagus alessandrii, bosques caducifolios de la costa maulina. Créditos: ©Pablo Bravo Monasterio (pabloendemico)
Nothofagus alessandrii, bosques caducifolios de la costa maulina. Créditos: ©Pablo Bravo Monasterio (pabloendemico)

Este árbol, que puede alcanzar los 30 metros, se caracteriza por sus hojas de color verde claro, con formas ovadas y un fino borde dentado. Su tronco cilíndrico se erige con rectitud, mientras su corteza, de un gris claro, presenta manchas blanquecinas y grietas. Posee flores masculinas y femeninas, y sus frutos son pequeños, cafés y contienen semillas aladas.

Es una especie emblemática para la Región del Maule, siendo parte de su escudo de armas y catalogada como Monumento Natural. Destaca dentro de la familia de los Nothogafus y genera curiosidad dentro de la comunidad científica ya que es una reliquia biológica, posiblemente la especie de Nothofagus más primitiva para el hemisferio sur y en cuyo ADN se esconden los secretos del final del periodo cretácico.

“La existencia del nothofagus y sus distintos linajes, entre ellos el ruil, está íntimamente conectado con la historia climática del planeta y como ha habido estas fluctuaciones de temperaturas desde una temperatura hipercálida, cerca de la era de los dinosaurios, hasta el mundo frio que vivimos en la actualidad”, introduce Marcelo Leppe, paleobiólogo y director nacional del Instituto Antártico Chileno (INACH).

Ruil (Nothogafus Alessandrii) Creditos: ©Diego Alarcón, vía Wikimedia Commons
Ruil (Nothogafus Alessandrii) Créditos: ©Diego Alarcón, vía Wikimedia Commons

De hecho, al ruil y al resto de la familia de los nothofagus se les considera parte de la flora antártica: 50 familias de plantas repartidas entre Oceanía y Sudamérica que datan del tiempo de Gondwana (hace más de 65 millones de años), el supercontinente que incluía la mayor parte de las masas de tierra del hemisferio sur. No obstante, no incluyen a áfrica porque se separó antes del supercontinente, hace 90 millones de años. Entonces la flora antártica se refiere a las familias que se generaron entre el intervalo entre la desconexión final de Sudamérica con Antártica y el intervalo de separación de África con Sudamérica.

El pasado gondwanico del Ruil y el bosque Nothofagus

Hasta el momento no se han encontrado registros palinológicos o paleobotánicos que den cuenta de la presencia pretérita o actual del abuelo ruil en otras localidades diferentes a la región de Maule. Sin embargo, existe evidencia de su paso, junto con el resto de las especies de Nothofagus, por el continente antártico.  Así lo testifican el polen, las ramas y las hojas fosilizadas que se han encontrado en diversas expediciones paleontológicas en el continente blanco y en sitios como Cerro Guido, en la Región de Magallanes y Antártica Chilena.

Efectivamente, en 2016 se publicó el descubrimiento más remoto de hojas de Nothofagus, en la isla Nelson, en la Antártica, las cuales datan de hace unos 81 millones de años, y corresponden a Nothofagus Alessandrii.

Hojas nuevas de ruil. Reserva Nacional Los Ruiles, VII región ©M. Teresa Eyzaguirre
Hojas nuevas de ruil. Reserva Nacional Los Ruiles, VII región ©M. Teresa Eyzaguirre

De hecho, las características morfológicas del ruil, como la dimensión y consistencia de sus hojas, no corresponden a una condición climática de tendencia mediterránea como es el Chile central actual, sino más bien a otro más húmedo y de relativa calidez. Es por ello que se postula que el clima del N. Alessandrii es otro, más característico de un periodo anterior.

En este sentido, las condiciones climáticas que se asemejarían a su clima original solo se darían en laderas con gran exposición solar, que correspondería a su actual patrón de distribución. De acuerdo con ello, la especie tiene carácter relictual, lo que se refiere a que posee una distribución muy reducida comparada con la que tuvieron anteriormente, esto producido por causas naturales.

Esta tendencia por climas más cálidos se contrapone con la mayoría de las especies de Nothogafus presentes en Sudamérica, que poseen una mayor área de distribución, presentes en territorios más fríos e inhóspitos. Esto se debe a las diversas migraciones que presento el género en su paso a nuestro continente desde la Antártica y las diferentes condiciones climáticas que debieron enfrentar en el camino, como es el traspaso de un clima cálido a uno más frío como sería el actual.

Nothofagus alessandrii. Créditos: ©M.F Gardner, Real Jardín Botánico de Edimburgo.
Nothofagus alessandrii. Créditos: ©M.F Gardner, Real Jardín Botánico de Edimburgo.

Así lo explica Marcelo Leppe: “cada pulso de frio y de calidez del periodo final de la era de los dinosaurios explica un poco las migraciones de nothofagus. La tesis que nosotros estamos trabajando en INACH, acá en antártica y en Patagonia, es que los fuertes pulsos de frio habían sido los que generaron los puentes terrestres entre Sudamérica y Antártica que habla Joseph Dalton Hooker”. Es preciso destacar que Joseph Dalton Hooker fue el primer botánico en decir, a mediados del siglo XIX, que había un vínculo florístico entre Nueva Zelanda, Australia y Sudamérica, y que posiblemente ese vínculo estaba dado por puentes emergidos en la Antártica.

“Estos pulsos de frío se traducen en que las temperaturas del planeta bajaron y lo que sucede aquí es que agua se recluta en los polos y el nivel de agua desciende, entonces lo que antes eran tierras sumergidas quedan emergidas. Con esto nos dimos cuenta era que había un arco de islas que conectaba Sudamérica con Antártica, que eran parte de una cordillera, y cuando bajaba el nivel del mar ese arco de islas se transformaba en un istmo”, continúa el investigador.

Cabe señalar que Nothogafus es un género que por definición es intolerante al agua de mar, por lo tanto, la dispersión a más de 200 kilómetros es casi imposible o muy poco viable. Asimismo,  los Nothofagus son anemocoricos y anemofilios, lo que quiere decir que su polen se dispersa por el viento y a poca distancia. Esta es la forma de dispersión más primitiva que hay dentro de las angioespermas y condiciona fuertemente su reproducción y dispersión, aun más su paso de un continente a otro.

Nothofagus alessandrii en Reserva Nacional Los Ruiles. Creditos: ©M. Teresa Eyzaguirre, vía Fundación R.A. Philippi (www.fundacionphilippi.cl)
Nothofagus alessandrii en Reserva Nacional Los Ruiles. Creditos: ©M. Teresa Eyzaguirre, vía Fundación R.A. Philippi (www.fundacionphilippi.cl)

“Hay un delta entre 83 a 87 millones de años atrás donde suponemos que hubo pulsos de calidez, lo que permitió el origen de la familia nothofagus, y posteriormente hubo un pulso de frío que permitió que entraran desde la Antártica hacia Sudamérica. Luego volvió a subir la temperatura, se inundaron las islas de nuevo y como el nothofagus es intolerante al agua de mar, no podía pasar y se mantuvo confinado. Después volvió a bajar la temperatura y paso al continente un segundo pulso de nothofagus, y asi sucesivamente. Pero la diferencia esta en que en la medida que se iba enfriando Antártica, iban apareciendo los linajes más resistentes a ambientes fríos, y esa es la razón por la que los coihues fueron los últimos en entrar y se quedaron más retenidos en el sur de Chile, mientras que los linajes más antiguos, como los robles y el ruil, se quedaron mucho más al norte”, señala Leppe.

Es por ello que se cree que el ruil es de las especies más primitivas del género, adecuado a temperaturas más cálidas, previo al congelamiento del continente blanco, mientras que las generaciones más jóvenes de Nothogafus, se encuentran más adaptadas a las bajas temperaturas.

Nothofagus alessandrii. Créditos: ©M.F Gardner, Real Jardín Botánico de Edimburgo.
Nothofagus alessandrii. Créditos: ©M.F Gardner, Real Jardín Botánico de Edimburgo.

El Ruil en la actualidad

El ruil actualmente se encuentra altamente amenazada por la fragmentación de su hábitat, la disminución en la calidad del suelo, la escasa cantidad de individuos maduros que sobreviven, y los recurrentes incendios forestales en la zona (como el gran incendio de 2017 que redujo la población en aproximadamente un 50%), además de diversos factores antrópicos como las plantaciones forestales, agricultura y ganadería desmedida.

Según datos entregados por el Ministerio de Medio Ambiente, el ruil “en 1981 cubría 824,8 hectáreas, las que diez años después solo alcanzaban las 352 hectáreas. Se trata de una disminución de 8,15 hectáreas por año, de las más altas a nivel mundial, según un estudio publicado en 1997 por la U. de Chile”. A pesar que se la ha declarado como “Monumento Nacional”, prohibiéndose su tala, además de los esfuerzos que desarrolla la Corporación Nacional Forestal (CONAF) para su protección en la Reserva Nacional Los Ruiles, la especie se encuentra en peligro crítico de extinción, según consta en el Reglamento para la Clasificación de Especies Silvestres del Ministerio del Medio Ambiente.

Actualmente, la Secretaría Regional Ministerial del Medio Ambiente de la Región del Maule, se encuentra ejecutando el Plan de Recuperación, Conservación y Gestión (RECOGE) del Ruil, cuyo objetivo es la implementación de acciones de mitigación para conservar esta especie arbórea, única, endémica, muy antigua y relicta.

Follaje de Ruil. Crédito: ©Diego Alarcón, vía Wikimedia Commons
Follaje de Ruil. Crédito: ©Diego Alarcón, vía Wikimedia Commons

Cabe señalar que aun se tienen muy pocos conocimientos acerca del ruil y lo que llegó a ser este árbol en sus mejores momentos, e incluso hay información que puede que nunca podamos recuperar. Como explica Marcelo Leppe: «En general los linajes antiguos de árboles que generan bosques tienen una fauna y un microbioma asociado muy distinto, diferente a los más jóvenes. Y eso es bien interesante porque si tu estudias hoy la diversidad asociada al Nothofagus Alessandrii te vas a quedar con el análisis de parches de vegetación porque el resto ya no existe, se perdió para siempre. Definir los servicios ecosistémicos de los ruiles hoy en día es tomar el 10% de lo que se podría conocer.”

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