Desde los 80’s y 90’s que los ríos de Chile resuenan a nivel mundial como la meca del kayak y el rafting. Con expediciones en rafting por más de diez días en el legendario Biobío hasta los primeros descensos que, entre otras cosas, cautivaron a Douglas Tompkins y sus amigos, nuestros ríos ven fluir por sus torrentosas aguas cada vez más y más deportistas nacionales, pero también locales.

Alucinados por las aguas prístinas que fluyen atravesando paisajes extraordinarios de belleza salvaje, los amantes de las aguas blancas de todo el mundo se congregan en una comunidad que crece día a día. No obstante, pese a que festivales de río y empresas de turismo aumentan su presencia en las riberas, aún sigue siendo un desafío acercar a las comunidades locales a compartir esta forma de habitar y comprender la naturaleza desde el deporte.

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Remando mis Raíces ©Felipe Zanotti

Lo cautivante es que han proliferado distintas iniciativas a nivel nacional que buscan promover el aprendizaje y el contacto con la naturaleza a través de escuelas al aire libre. Bestias del Sur Salvaje – en el Biobío – y Futaleufú Riverkeeper – en Futaleufú – vieron una oportunidad para crear puentes que conecten a niños y niñas con sus ríos, a través de escuelas de kayak y rafting que promueven habilidades psicomotrices, fortalecimiento del tejido social y conocimiento de técnicas deportivas en un ambiente rodeado de naturaleza.

Reconociendo la importancia del conocimiento histórico y cultural que poseen las familias locales, quienes llevan generaciones habitando alrededor de sus ríos, muchas veces la educación tradicional les ha alejado de estos saberes, desconectándose de su fuente principal de conocimiento; la naturaleza. Como menciona Guillermo Purrán, apoderado de Alto Biobío, “esta lógica ha sido acompañada por instituciones que durante décadas han implementado políticas ‘adultocentristas’, que no ponen en valor el contexto territorial y generacional a quienes van dirigidas. Los niños deben ser considerados como parte fundamental del desarrollo que se proyecta para un territorio”. Lamentablemente, este escenario ha sido profundizado por la situación sanitaria que se ha vivido en los últimos años, donde las posibilidades de que jóvenes compartan entre ellos en un contexto de aprendizaje interactivo han sido limitadas por la virtualidad.

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Chicas al Agua 

Dicen que de los problemas surgen las oportunidades. En este contexto, nacen dos iniciativas, oriundas del Butaleubü y Futaleufú -ambas significan río grande en Mapudungún-, que se han dado la misión de crear un espacio seguro para el aprendizaje del kayak, en conexión con los ríos y la naturaleza de sus riberas; potenciando habilidades comunicacionales, de toma de decisión y psicomotrices, fundamentales para su desarrollo personal, familiar y como futuro profesional. En este sentido, el aprendizaje y la adopción del deporte al aire libre por parte de los niños y niñas locales, se vuelve un punto de conexión con su entorno natural, fortaleciendo su identidad y entregando al mismo tiempo una herramienta que les permita convertir su pasión en una fuente laboral mediante la cual den a conocer y proteger su territorio.

“Remando mis raíces”, una iniciativa Pewenche en Alto Biobío

Con el imponente Rañilhueno de fondo -también conocido como cerro La Pepa- y, en una de las pocas playas de arena de Alto Biobío -ya que desde que se construyeron las represas Ralco y Pangue, el río no trae el sedimento que alimentaba sus riberas- niños y niñas de entre unos 7 a 14 años de la comunidad Pewenche de Callaqui tomaron sus primeras clases de kayak. Por casi cuatro meses disfrutaron del gran Butaleubu, cada día con más confianza y entusiasmo, gracias a la dedicación y motivación de sus instructores y apoderados en esta primera versión de la escuelita de kayak “Remando mis raíces”.

La escuela de kayak es un sueño que se viene tejiendo desde los inicios de la organización Bestias del Sur Salvaje, que se materializa por primera vez con el festival Biobío Vive, que buscaba acercar a jóvenes y familias locales al río conectándolas con deportistas y empresas de rafting.

Remando mis Raíces ©Felipe Zanotti
Remando mis Raíces ©Felipe Zanotti

Paulo Urrutia Barceló, instructor e impulsor de la iniciativa reflexiona que “más allá de que salgan kayakistas profesionales, nuestro interés está centrado en que desarrollen la capacidad de creer en sí mismos y en sus pares. Vemos en la escuelita un espacio colectivo y familiar que fortalece la confianza, la comunicación y el trabajo en equipo, en contacto directo con un río que no sólo ha forjado la cultura Pewenche sino que es una vena de la historia de nuestra sociedad”.

En este sentido, esta iniciativa se ha convertido en un espacio familiar en el que los niños y niñas comparten con sus padres y madres las jornadas de kayak y rafting. Cada clase es una refrescante y memorable oportunidad para disfrutar.

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Remando mis Raíces ©Felipe Zanotti

Entre las actividades que se realizan se mezclan círculos de conversación para dar cuenta de cómo la experiencia se plasma en el imaginario de cada niño o niña, con actividades deportivas, limpiezas de playa y conciencia ambiental. Sin duda, el momento favorito de muchos -sobre todo en días de calor-, ha sido equiparse y practicar cada una de las habilidades necesarias para fluir por las corrientes que los llevaron a lograr descender el Biobío en la última clase.

Loreto Rubio, una de las apoderadas que participa, menciona que “esto es algo que nunca se había dado en nuestra comunidad. Los niños han tenido una experiencia diferente en la pandemia. Acá tienen una oportunidad de interactuar, de aprender y reforzar su personalidad para tener seguridad en sí mismos”.

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Remando mis Raíces ©Felipe Zanotti

Camilito, el hijo de Loreto, ha visto en la escuelita una oportunidad para conectarse con la naturaleza y conocer nuevos amigos. “Siempre que veía los kayaks pasar le decía a mi mamá que soñaba con aprender kayak algún día y con la escuelita eso es una realidad”, comenta Camilo.

“Chicas al Agua”, empoderando a mujeres a través del kayak

En Futaleufú la apuesta ha sido por potenciar la presencia femenina en el kayak. Esta comuna -y en particular el río Futaleufú- es conocida internacionalmente por sus prístinas aguas que cautivan a kayakistas de todo el mundo. Cada día más jóvenes locales convierten esta disciplina en un estilo de vida. La iniciativa “Chicas al Agua” de la ONG Futaleufú Riverkeeper, está dirigida a alumnas locales de enseñanza media de entre 12 a 18 años, que busca entregar la oportunidad de disfrutar de las bondades que entregan los deportes de aguas blancas.

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Chicas al agua ©Paulo Urrutia

Nancy Moore, una de las impulsoras, coincide con el resto de las instructoras, en que el kayak ha influido notablemente en su proceso de construir confianza personal y generar el autoconocimiento que les permite florecer como mujeres en todos los aspectos de sus vidas. Esa fue una de las razones que les motivó a generar un espacio de comunión, que le diera la oportunidad de explorar este mismo tipo de experiencias a las jóvenes de Futaleufú.

El éxito ha sido más que alentador, ya que, a tres años de haber comenzado el programa, chicas al agua no solo ha tenido un 100% de asistencia, sino que además todas las chicas que han completado el curso intensivo que dura 6 semanas del verano, han vuelto al año siguiente para seguir perfeccionando sus habilidades.

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Chicas al Agua ©Futaleufú Riverkeeper 

“Es importante destacar lo significativo que es esta experiencia para las participantes, ya que nos centramos en una edad en que las mujeres pasan por periodos difíciles sociales, psicológicos y emocionales de la mano con todos los cambios físicos que están experimentando. Por lo mismo, quisimos apoyarlas en su desarrollo personal potenciando su autoestima, y cualidades como el liderazgo y trabajo en equipo, todo esto a través del kayak, que vendría siendo un medio más que un fin”, dice Rocío Gonzalez, directora de Futaleufú Riverkeeper.

Además de empoderar a las alumnas y entregarle las habilidades propias del deporte, el programa enfatiza la educación ambiental y el conocimiento de la cuenca para incentivar el vínculo afectivo con el territorio y la valorización de la inmensa riqueza que este posee en términos de ríos, cuerpos de agua, flora y fauna.

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Chicas al Agua ©Futaleufú Riverkeeper 

Por otra parte, Rocío también comenta cómo el programa ha significado desarrollar una cercanía diferente con el río, no solo para las chicas al agua, sino también para sus familias. “Al final de cada ciclo, siempre realizamos una flotada en balsas con las familias, principalmente con las madres de las chicas, para quienes casi siempre esta es la primera vez que entran al río de esta forma”, cuenta.

De hecho, por lo caudalosos que son, muchas de las personas les tienen temor a los ríos de la zona, e incluso hay varias playas que las personas locales no conocen. El programa está abriendo las mentes no solo de las chicas sino también de toda su familia.

“Es muy lindo ver el orgullo y la admiración que las familias sienten por sus hijas, al verlas tan capaces de lograr un objetivo que requiere, no solamente de fuerza física, sino que también de fuerza mental”, recalca Rocío.

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Chicas al Agua ©Futaleufú Riverkeeper 

Las escuelas de kayak se han convertido en una oportunidad única que se da en estos territorios rurales, siendo un espacio de desarrollo personal, para desafiarse personalmente, construir comunidad y conectarse con algunos de los ríos más prístinos del planeta.

Los impulsores de estas iniciativas nos cuentan que no ha sido fácil hacerlas flotar; los desafíos logísticos y la dificultad de conseguir los recursos comprometiendo a autoridades son algunas de las barreras.

Esperan darle continuidad a los programas y así contribuir a formar, no sólo a las futuras generaciones de kayakistas de clase mundial, sino que además los próximos líderes ambientales capaces de promover la protección de los ríos de Chile.

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