La campaña el #ReyJaguar, lanzada por la ONG WWF, enfatiza la importancia del felino más grande y majestuoso de América y pide a los gobiernos de Argentina, Brasil, Belice, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Surinam que avancen en la implementación del Plan Jaguar 2030.

Esto a través de poner en marcha los esfuerzos de conservación por medio de cuatro vías de acción: cooperación regional; desarrollo e implementación de estrategias nacionales; prácticas productivas amigables con el jaguar, y financiamiento sostenible en 30 paisajes prioritarios. Asimismo, exhorta a Guyana, Guayana Francesa, Nicaragua y Venezuela a sumarse a la iniciativa.

El puma: un «pariente» cercano

En el ámbito terrestre, los depredadores “tope” que se encuentran en Latinoamérica son el jaguar y el puma, el primero de ellos es el más grande a nivel continental, y el segundo es el más grande de Chile; ocupa el puesto dos a nivel regional y el cuarto lugar en el mundo.

Jaguar, Río Tambopata, Perú. ©André Bartschi WWF
Jaguar, Río Tambopata, Perú. ©André Bartschi WWF

Según explica Trevor Walter, coordinador de Paisajes Terrestres de WWF Chile, ser un depredador “tope” o “ápice” quiere decir que en la cadena trófica (o “cadena alimenticia”) no existe una especie que lo cace, lo que no implica que también sea vulnerable dado el desmoronamiento de esta cadena a medida que sus presas comienzan a desaparecer por problemas de conservación, particularmente por pérdida de hábitat. Por tanto, tomar medidas para proteger el puma también contribuye al cuidado de las demás especies, y viceversa. 

“En general el puma es un animal solitario que requiere largas extensiones de hábitat, y por lo mismo no es sorprendente que esté distribuido desde nuestro país hasta Canadá. A pesar de esta distribución tan amplia, en Chile el puma está considerado casi amenazado de extinción”, precisa. En este sentido, el cambio de uso de suelo contribuye a que su hábitat se reduzca y esto, a la vez, puede provocar que estos felinos empiecen a buscar otras presas en sitios o fundos limítrofes con el remanente de hábitat intacto, cazando ganado. Esto puede generar respuestas de caza –que está prohibida por ley- y muerte de pumas por parte de propietarios, a lo que se suman los ataques de jaurías de perros asilvestrados provenientes de asentamientos humanos.

“Como WWF Chile trabajamos en promover e implementar la restauración de los corredores más importantes para el puma y otras especies con problemas de conservación. Además, trabajamos activamente en políticas públicas para el reconocimiento de la importancia de la biodiversidad y su relación de interdependencia con el ser humano, y viceversa”, puntualiza el profesional. 

Petición para ciudadanos

El llamado de la campaña el #ReyJaguar se hará mediante el trabajo directo con los líderes de las naciones involucradas y a través de una petición que podrá ser firmada por ciudadanos de todo el mundo en el sitio elreyjaguar.org, que busca llegar a 50 mil participantes. El exhorto ciudadano también será presentado en distintos foros internacionales durante el 2021.

©Aline Santana da Hora / WWF Brasil
©Aline Santana da Hora / WWF Brasil

La campaña incluye videos, infografías, mensajes de redes sociales y la participación de influencers latinoamericanos como Ántrax, Andrew Ponch, Claudia Bahamon, Gabriela de Faría y Xime Ponch, quienes hablarán de las principales amenazas que enfrenta el jaguar, las acciones urgentes para su preservación y reforzarán el llamado a la ciudadanía a unirse a la petición. Con cada firma, la imagen de un jaguar avanzará de manera simbólica en el sitio web a través del Corredor Jaguar. La ruta virtual del #ReyJaguar iniciará en el norte de México y concluirá en el norte de Argentina.

“Tenemos una oportunidad única de echar a andar un plan audaz y ambicioso que ayude a detener la pérdida de biodiversidad en Latinoamérica, pues el jaguar habita en exuberantes bosques tropicales, sabanas, praderas, cadenas montañosas, desiertos y humedales; su presencia es indicadora de la salud de los ecosistemas”, dijo Roberto Troya, Director Regional de América Latina y el Caribe de WWF. “Dado que su hábitat es rico en biodiversidad y aporta servicios ambientales como agua, aire, medicinas y la polinización de cultivos, entre otros, conservarlo apoya el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sustentable”, agregó.

Se estima que más del 80% de la población total de jaguares (57 mil de un total de 64 mil) viven en Brasil. Las subpoblaciones que se encuentran fuera de la Amazonía están amenazadas debido a la poca extensión de su hábitat, el aislamiento, una protección deficiente y una alta densidad de población humana. En El Salvador y Uruguay está extinto, mientras que en Estados Unidos prácticamente está desaparecido.

El Plan Jaguar 2030 incluye propuestas de protección que mitigan el conflicto entre el humano y la especie, conectan y protegen los hábitats del felino, estimulan oportunidades de desarrollo sustentable y apoyan el bienestar de las comunidades y pueblos indígenas que coexisten con él. Se enfoca en fortalecer el Corredor Jaguar, asegurando la conectividad de 30 paisajes prioritarios, a fin de garantizar la movilidad de la especie y su sobrevivencia a largo plazo, pues ésta requiere de grandes extensiones de territorio para encontrar pareja y sobrevivir.

Esta iniciativa es promovida por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y las organizaciones de la sociedad civil Panthera, Wildlife Conservation Society y WWF, con trabajo a escalas nacionales, transfronterizas y regionales.

La conservación del jaguar y sus beneficios

“WWF contribuye al Plan Jaguar 2030 con una estrategia que favorece a 15 de los 30 paisajes prioritarios para la especie, ubicados en áreas definidas por científicos en la región y delinea acciones hasta el 2030. Al proteger al jaguar y su hábitat se generan beneficios para 53 millones de personas que viven en su área de distribución. De ahí la importancia de sumar las voluntades de gobiernos en los ámbitos regional, nacional y local con el fin de reactivar este plan”, aseguró Margaret Kinnaird, Líder de la Práctica de Vida Silvestre, WWF Internacional.

La conservación del hábitat del jaguar es también fundamental para la subsistencia y continuidad cultural de los pueblos originarios de Latinoamérica, que enfrentan junto al felino amenazas como deforestación, destrucción de bosques por la ampliación de la frontera agropecuaria, proyectos mineros y de energía no sostenibles, incendios forestales y urbanización. En particular, la conservación del Corredor Jaguar contribuirá significativamente a la mitigación del cambio climático, pues abarca bosques que cubren más de 4.80 millones de km2 y capturan importantes cantidades de carbono estimadas en 125.90 gigatoneladas.

“El jaguar es el espíritu del hombre, es el wandra en idioma embera, y en idioma guna es el burba, un ser fuerte que protege los bosques, el que nos guía y abre nuestros caminos. Necesitamos conectar a las nuevas generaciones con estas historias y leyendas, y vincular este conocimiento con la conservación del jaguar, cuyas poblaciones están disminuyendo”, dijo Iguaigdigili López, Presidenta de la Organización de Mujeres Indígenas Unidas por la Biodiversidad de Panamá.

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