La crisis ecológica planetaria es ya una realidad. En medio de una sexta extinción masiva, la acidificación de los océanos, la crisis climática, la contaminación de aguas y aires, entre tantos otros límites planetarios traspasados, el panorama parece desalentador para quienes trabajamos en conservación y restauración de ecosistemas. Y sin embargo, hay momentos que otorgan calidez y sentido a lo que hacemos.

Kümelko, laboratorio de restauración biocultural. Créditos: ©Felipe Zanotti
Kümelko, laboratorio de restauración biocultural. Créditos: ©Felipe Zanotti

A veces ocurre cuando te internas lentamente y con cuidado en un bosques de pitras -bosque guardián del agua-, midiendo cada paso, avanzando con respeto y aun así quedando sumergida en el barro, mientras el compañero lafkenche que va delante te cuenta cómo, desde su habitar mapuche, se sumerge de cuando en cuando solo a contemplar y ser uno con este lugar y sus habitantes.

Otras veces ocurre al oír los relatos de quienes portan la voz de los antiguos que por siglos han defendido y procurado la autonomía para su territorio, palabras en que el mundo de las ideas y las cosmovisiones se vuelve palpable en una sopaipilla, en un ceviche de nalca o en una mermelada de piñones.

A veces pasa en la claridad de la mirada y la risa de los niños, que plantando árboles nativos, conociendo su cuenca o pintando un mural, te comunican esa inefable alegría de sentirse parte de algo grande, de la vida, de la tierra, de ser comunidad.

Kümelko, laboratorio de restauración biocultural. Créditos: ©Felipe Zanotti
Kümelko, laboratorio de restauración biocultural. Créditos: ©Felipe Zanotti

Todas estas imágenes forman parte de momentos significativos de nuestra vivencia en Kümelko, algunas fueron sueños que se volvieron realidad en esta experiencia colectiva, otras fueron fruto de la generosidad de quienes nos abrieron el corazón de su territorio, y otras fueron parte de la magia inevitable que surge de conocer la esperanza, la lucha y la historia de otros seres humanes y más-que-humanos. “Kümelko, laboratorio de restauración biocultural”, apoyado por el fondo de conservación de National Geographic, es un proyecto sobre afectos y aguas, que surgió entre amigues pertenecientes a distintas agrupaciones territoriales de la cuenca del Biobío y la cordillera de Nahuelbuta, quienes nos propusimos iniciar un piloto de restauración biocultural en la microcuenca hidrográfica de Pangue, ubicada a los pies de la cordillera de Nahuelbuta.

Este territorio es parte de la Cordillera de la Costa, en un tramo que aborda desde el sur el río Imperial, hasta el norte con el río Biobío. Este es un histórico lugar con gran riqueza cultural y biológica, sin embargo, también mantiene diversas problemáticas socioambientales. Deforestación, agricultura intensiva, monocultivos forestales; son parte de las actividades humanas que han generado la degradación de sus suelos, ríos y humedales. Esta situación de extractivismo no sólo ha afectado los ecosistemas de Nahuelbuta, ya que el colonialismo que ha enfrentado históricamente este territorio a través de la usurpación de tierras por parte del Estado chileno, ha producido una pérdida del arraigo cultural mapuche, primera nación que habita, y aún resiste, en esta milenaria cordillera. En este contexto, es triste como la confianza y el apego al lugar, vínculos que tardan años en formarse, entre personas, familias, o comunidades, pueden ser destruidas en cuestión de días o semanas por proyectos extractivistas enfocados en atomizar la sociedad como estrategia para llevar adelante sus obras. Recuperar la confianza y restaurar el tejido social, requiere años, incluso décadas. Por ello, Kümelko buscó apoyar la regeneración de ecosistemas así como las comunidades humanas que los cohabitamos.

Escuelita del Agua

Las vertientes principales de la cuenca de Pangue nacen en humedales de montaña en las faldas de Nahuelbuta, alimentando el sistema de lagunas y cascadas que circula a través de pueblos, bosques nativos, plantaciones forestales, campos y un sistema de dunas en su  desembocadura el océano Pacífico.

La escuelita intergeneracional e intercultural llamada “Kümelko” (Aprender del Agua en mapudungun), tiene lugar en esta cuenca. Este es un proyecto colectivo de formación comunitaria en torno al cuidado del agua, los humedales, el bosque y la revitalización del conocimiento ancestral mapuche asociado al agua. En este contexto, adoptamos una perspectiva intercultural e intergeneracional, con el objetivo de restaurar en comunidad el espacio ecosistémico de esta cuenca hidrográfica y a la vez apoyar la recuperación de la identidad cultural y el tejido social de este lugar, del cual una parte del equipo son cohabitantes.

Kümelko, laboratorio de restauración biocultural. Créditos: ©Daniela Paz
Kümelko, laboratorio de restauración biocultural. Créditos: ©Daniela Paz

En este espacio de formación comunitaria se trabajó junto a la comunidad lafkenche Rayén de Pangue; miembros de la comunidad educativa del Liceo Orlando Zúñiga; las escuelas rurales Temuco Chico, Las Dunas” de Pangue; y agrupaciones ambientalistas locales, con quienes se logró llevar a cabo en conjunto procesos de reforestación con plantas nativas, talleres de ciencia comunitaria, e intercambio de saberes ancestrales del agua. En estos espacios, conversamos sobre los usos tradicionales de los pu menoko (humedales) y pu trayenko (esteros) de Pangue junto a los estudiantes, como espacios para recolectar lawen (plantas medicinales), y respetar por la presencia de los ngen (espíritu protector del agua). Estas instancias de aprendizaje permitieron el diálogo entre los saberes ancestrales, y el método científico para monitorear cuerpos de agua, donde la presencia o ausencia de un ngen puede incluso ser considerada un indicador bioespiritual de la salud de un ecosistema. “De alguna forma, generando este intercambio para un nuevo conocimiento, nuevo kimün a través del inarrumen, que es la observación, a través del inarrantun, que es hacer preguntas, estos métodos mapuche-académico y winka confluyeron en Kümelko generando un híbrido” cuenta Felipe Catrilelbun, artista lafkenche y encargado de vinculación del proyecto. Por otra parte, Javiera Chaparro, yerbatera y tallerista, plantea que “cuando empezamos a trabajar con las plantas, salir a recolectar, empezamos a hacernos consciente de esta relación estrecha que hay entre las plantas, el agua, la medicina, la tierra y la salud“.

Restauración biocultural

La restauración biocultural es un enfoque integral que entiende que la regeneración de ecosistemas sólo es posible si la comunidad que los habita está activamente involucrada, tanto en los objetivos como en la ejecución del proyecto, ya que la meta principal de este método es catalizar la restauración tanto de ecosistemas así como del tejido cultural y social de las comunidades participantes.

Kümelko, laboratorio de restauración biocultural. Créditos: ©Felipe Zanotti
Kümelko, laboratorio de restauración biocultural. Créditos: ©Felipe Zanotti

En Nahuelbuta la disponibilidad de agua se encuentra en retroceso, producto de la disminución de precipitaciones por la crisis climática, pero también -y en gran parte- debido a la explotación del suelo por monocultivo de pino (Pinus radiata) y eucalipto (Eucalyptus) de rápido crecimiento y alto consumo de agua, además de prácticas ganaderas que no son sostenibles a las necesidades del panorama ecológico actual. En este sentido, en Kümelko se desarrollaron tres laboratorios de restauración biocultural, trabajando la recuperación de suelos y fuentes de agua. La restauración biocultural del agua y de la cuenca de Pangue, se realizó por medio de la combinación de conocimientos ancestrales de la cultura mapuche junto a técnicas científicas de restauración y conservación de humedales. Para lograrlo, se trabajó con expertos, voluntarios y miembros de la comunidad Lafkenche.

Durante la ejecución de esta etapa, se logró en coordinación junto a la comunidad, y gracias al apoyo del PRELA (Programa de Recuperación del lago Lanalhue) Biobío, iniciar la recuperación de los suelos de la laguna de Pangue con la reforestación de alrededor de 3.000 plántulas nativas. Plantar árboles nativos se tornó un acto simbólico de resistencia al capitalismo, donde participantes de todas las edades metieron sus manos al barro, bajo las lluvias de junio, para enviar un mensaje vegetal al porvenir.

Hualles, nalcas, murtas, litres y coigües fueron algunas de las especies que fueron plantadas en este proceso de restauración. Varias de ellas, como la murta y sus deliciosos frutos, o la nalca y sus tallos comestibles, entregarán también sus dones a quienes caminen por estos futuros bosques restaurados. “Cuando se habla de restauración ecológica muchas veces pensamos que es hacer algo para no tocarlo, pero es todo lo contrario, recuperar un ecosistema para que ese ecosistema esté sano, pero también para recibir lo que ese ecosistema entrega a la comunidad” específica Christian Romero, nuestro experto en restauración.

Tuwün y comunidad

Los laboratorios de restauración fueron realizados junto a la escuela comunitaria Kümelko, donde familias y participantes de la escuelita también se involucraron en la reforestación. De esta forma, la comunidad vivió un proceso de aprendizaje a través de la acción, donde fue esencial “aprender haciendo”. Tal como menciona, Felipe Catrilelbun, “uno de los valores de Kümelko es que todo el aprendizaje en torno a las aguas, tiene también un fuerte componente de la filosofía mapuche, la que tiene como principio epistémico el inarrumen, práctica ancestral contemplativa que a través de la observación de una naturaleza algo caótica como es la de este territorio, se encuentran formas de convivir con ella en la simpleza y el fluir constante, desarrollando prácticas sucesionales del habitar y conviviendo de manera armónica con los elementos, dialogando con los ngen que habitan el territorio”.

Kümelko, laboratorio de restauración biocultural. Créditos: ©Felipe Zanotti
Kümelko, laboratorio de restauración biocultural. Créditos: ©Felipe Zanotti

El tuwün fue un concepto clave en Kümelko, asociado a la “raíz”, o “el lugar que habito y al cual pertenezco”. Ese lugar incluye personas, humanas y no-humanas, aguas, cerros, ecosistemas y espíritus. La gran familia que se extiende más allá de los lazos antropocéntricos de Occidente. La importancia de la recuperación de este relato ancestral en torno a la relación con las aguas nos abre portales que permiten renovar estas relaciones o contratos entre humanidad y naturaleza, por esto como Kümelko, creemos férreamente, que este cambio de perspectiva es fundamental al momento de hacer conservación, por lo que invitamos a reflexionar sobre la necesidad de pasar de una relación muchas veces intelectual o utilitaria con los ecosistemas, a una conexión de respeto, reciprocidad y con un fuerte componente espiritual.

Kümelko, laboratorio de restauración biocultural. Créditos: ©Felipe Zanotti
Kümelko, laboratorio de restauración biocultural. Créditos: ©Felipe Zanotti

La ternura del agua

Nicolás Roman, uno de los coordinadores del proyecto y miembro de Fundación Nahuelbuta, concluye: “Nahuelbuta vive un momento emocional y político crucial; es un territorio en conflicto, entonces poder acercarse a este espacio con un mensaje de amistad y ternura, políticamente situado en el activismo socioambiental, creo que es revolucionario. Por eso, Kümelko es una invitación a encontrarnos con la ternura que habita en nosotros y el territorio, y ponerla a disposición de un trabajo colectivo que una a humanos, plantas, otros animales, y al agua, para así restaurarnos a nosotros mismos también”.

La fuerte vinculación con niños, jóvenes y adultos lograda en estas instancias de aprendizaje dinámico, y ver en ellos el compromiso que adquieren con la conservación de este territorio a pesar de la gran adversidad que enfrenta en la actualidad, son el motivo que permite dar cuenta de la urgente necesidad de seguir implementando este tipo de proyectos en esta y otras cuencas, para lograr resistir y generar en comunidad un trabajo territorial que permita finalmente, a través de la transdisciplina avanzar en la recuperación de los ecosistemas naturales y culturales, de los que ha sido despojado tristemente Nahuelbuta.

La siguiente etapa de Kumelko busca que este lugar del mundo se convierta en un faro biocultural de aprendizaje con las aguas, compartiendo diferentes prácticas regenerativas, productivas y no productivas, ampliando el intercambio de saberes, sosteniendo y amplificando las técnicas de monitoreo e invitando a personas de diferentes organizaciones socioambientales a hacer minga (trabajo colaborativo) pensando en compartir con otres esa restauración del espíritu que vivimos en este proyecto. Además, las relaciones que se crearon con personas de la comunidad que ahora se involucraron también en el proyecto de continuidad han sido de muchísima apertura y han compartido sus tierras para hacer realidad la restauración biocultural y también de nuestros corazones.

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