Durante siglos, los residuos se han considerado un impacto secundario inevitable en la producción y el consumo de bienes y servicios necesarios para satisfacer las necesidades humanas como la vivienda, la alimentación, la vestimenta o el transporte. No obstante, en la actualidad, esto se percibe como una de las principales problemáticas que afrontamos como sociedad en relación al cuidado medioambiental.

Con los océanos atiborrados de plástico y los vertederos liberando toneladas de gases invernadero todos los años, cada vez es más necesario hacernos cargos de nuestra basura, así como generar una economía circular, con el fin de desarrollar un consumo más consciente y sustentable con el medio ambiente. “Es importante cambiar ese concepto y entender que no todos los residuos son basura, sino que son materiales usados. Y esos materiales usados no tienen que ir al tarro la basura, sino que existen distintos canales para poder recuperarlo ya sea reciclándolos, reutilizándolos, entre otras cosas”, señala Javier Peró, gerente general de Kyklos.

© Kyklos, Empresa B de cultura ambiental
© Kyklos, Empresa B de cultura ambiental

Con este objetivo Chile, desde fines de los años sesenta a la fecha, ha promulgado leyes y decretos de gestión ambiental específicos para la disminución de la generación de desechos y para el reciclaje de residuos orgánicos e inorgánicos, como también para el fomento de una economía circular, destacando en los últimos años, por ejemplo, la ley Responsabilidad Extendida al Productor (REP), la ley que prohíbe las bolsas plásticas, la Política Nacional de Residuos Sólidos 2018-2030, la Hoja de Ruta Nacional a la Economía Circular, y la más reciente Estrategia Nacional de Residuos Orgánicos.

La importancia del compostaje y la reutilización de residuos orgánicos

El pasado 2 de junio, el Ministerio del Medio Ambiente hizo oficial el lanzamiento de la nueva Estrategia Nacional de Residuos Orgánicos, la cual pretende reciclar el 66% de los residuos orgánicos generados a nivel municipal al año 2040. Según antecedentes entregados por la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo, el 58% de la basura que se genera en los domicilios actualmente corresponde a residuos orgánicos, de los cuales solo se recicla el 1%.

Esta medida es de suma relevancia considerando que este sector de residuos ocupa el cuarto lugar en la generación de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en Chile, cifras que han ido en aumento desde 1990. Muchas personas no consideran lo contaminante que puede ser desechar restos de frutas y verduras ya que, al ser biodegradables, asumen que su proceso de descomposición es natural y no tendrá un impacto muy significativo. No obstante, el proceso de degradación anaeróbica en vertederos es muy contaminante. “Los residuos orgánicos en las condiciones de relleno sanitario liberan metano, que es 25 veces peor, en términos de gases de efecto invernadero, que el CO2.” Señala Agustín Correa, gerente de Nuevos Negocios de Triciclos.

“La gestión sustentable de los residuos orgánicos es una acción que contribuye directamente a combatir el cambio climático, ya que el gas metano que se genera en rellenos sanitarios a causa de su descomposición tiene un potencial de calentamiento global 28 veces más alto que el Dióxido de Carbono (CO2), y equivale al 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Así de importante es promover una mayor responsabilidad por parte de la ciudadanía, en su rol de generadores y por parte de los gestores de residuos, como protagonistas para disminuir los impactos ambientales de las prácticas actuales”, comenta Gerardo Canales, coordinador del Programa Reciclo Orgánicos.

© Programa Reciclo Orgánicos
© Programa Reciclo Orgánicos

Desafíos legales y culturales en la reutilización de residuos

La basura cada año aumenta, y las cifras de valorización de los residuos siguen siendo muy bajas. Según datos entregados por el Ministerio de Medio Ambiente, Chile es el país que genera mayor cantidad de basura por persona en Sudamérica, con un promedio de 1,19 kilos al día por habitante.

Además, Chile es uno de los países que menos reutiliza estos residuos entre todos los miembros de la OCDE. Según el Informe del Estado del Medio Ambiente 2020, en 2018 se generaron alrededor de 8.1 millones de toneladas de residuos domiciliarios, de los cuales se calcula que se valorizó solo el 1,5%. Asimismo, cabe destacar que gran parte de los municipios no declara su valorización aun teniendo programas de reciclaje, en su mayoría porque esta labor es realizada por terceros y no se cuentan con los datos.

Sin embargo, en el caso de los residuos sólidos de origen industrial, los cuales corresponden a un 53% del total de residuos anuales, ha mantenido una tasa nacional de valorización entre 20 y 23% en los últimos años, situación muy distinta comparada con los porcentajes de reciclaje domiciliario.

© Kyklos, Empresa B de cultura ambiental
© Kyklos, Empresa B de cultura ambiental

¿Por qué sucede esto?

Según un informe realizado por Kyklos, empresa B dedicada a generar cultura ambiental, la normativa nacional de base no se ha actualizado acorde a la leyes, políticas y estrategias publicadas por los organismos públicos respecto al reciclaje y fomento de la economía circular, lo que en la mayoría de los casos resulta en permisos y regulaciones ambiguas para la correcta gestión de residuos recuperables.

Un ejemplo de esto es que en la actualidad no existe una distinción clara en la definición de los tipos de residuos al momento de otorgar permisos ambientales y sanitarios. En el Código Sanitario la diferenciación entre residuos se encuentra asociada al origen de estos, ya sea de naturaleza industrial, minera o que puedan transmitir infecciones o enfermedades parasitarias. Esto genera trabas a la hora de gestionar residuos sólidos domiciliarios no peligrosos, ya que esto dificulta las labores de reciclaje llevadas a cabo por las distintas municipalidades.

“Una de las cosas más importantes es lograr que la normativa chilena reconozca a los materiales usados, o residuos reciclables, como material usado, y no como residuo. Mientras sigamos metiendo todo en un mismo saco va a ser muy complicado obtener los permisos tanto sanitarios como ambientales para los proyectos de recuperación en materias de reciclaje” indica Javier Peró.

Reciclaje de aceite © Rendering
Reciclaje de aceite © Rendering

Cabe destacar que la labor de recolección y disposición de basura domiciliaria corresponde al gasto más significativo para las comunas del país, el cual corresponde a un gasto aproximado de US$ 500 millones anuales, lo que emplaza a los departamentos de aseo y ornato en una de las áreas más relevantes de la gestión municipal. Así mismo, considerando la brecha de ingresos que existe entre las distintas municipalidades del país,  no es de extrañar que la mayor cantidad de puntos limpios se encuentren distribuidos entre las comunas con mayor ingreso, mientras que las comunas con menos ingresos concentran la mayor cantidad de vertederos ilegales y microbasurales.

Esto produce impactos físicos que afectan directamente a las comunidades y generan un desmedro social para las familias, como lo es la contaminación de suelos, malos olores, contaminación de aguas superficiales y de acuíferos subterráneos, además de favorecer la proliferación de moscas, cucarachas y ratones.

En Chile se calcula que aproximadamente el 82% de los residuos sólidos domiciliarios se deposita en lugares adecuados. Sin embargo, existe una dispersión importante entre las regiones y distintas municipalidades. Como señala Agustín Correa, “La mayoría de infraestructura para reciclaje está en Santiago. El reciclaje en las zonas extremas es prácticamente nulo porque es muy caro movilizar materiales y hacer toda la logística inversa de traerse materiales hasta Santiago para reciclarlo. Se puede saber, por ejemplo, que de Copiapó al norte el reciclaje vidrio es prácticamente inexistente. De Chiloé al sur pasa más o menos lo mismo con varios tipos de plástico, vidrio y otros materiales.”

© Kyklos, Empresa B
© Kyklos, Empresa B de cultura ambiental

A esto también se le suman trabas a nivel cultural ya que existen diferentes mitos en torno al reciclaje que hacen a la gente más reacia a reciclar. Como indica Javier Paró “Hoy día el mayor problema no es el reciclaje, el problema es que botar basura es gratis. El derecho a aseo y ornato, el derecho a que se  retire la basura, se paga dentro de las contribuciones. El problema es que el 80% de las viviendas en Chile no pagan contribuciones. Entonces el costo de botar basura está oculto. Sin embargo, tenemos que entender que botar basura es un costo para toda la industria, y por ende, si nosotros reciclamos, recuperamos y compostamos, estamos evitando incurrir en ese costo, y evitando también ese costo para toda la cadena de residuos.”

A pesar de que Chile aún se encuentra con porcentajes de reutilización muy bajos, existe una mirada optimista en cuanto a mejorar la situación, principalmente por el impacto que podrían alcanzar las nuevas metas establecidas e iniciativas concretas planteadas por el Ministerio del Medio Ambiente en la Hoja de Ruta Nacional a la Economía Circular para un Chile sin basura 2020-2040, además de la entrada en vigencia este año de la ley REP, del Reglamento de Envases y Embalajes, la implementación del sello Elijo Reciclar y de la nueva Estrategia Nacional de Residuos Orgánicos.

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