“Fue una verdadera sorpresa”, dice Rocío Álvarez, veterinaria chilena y actualmente investigadora postdoctoral de la U. Católica del Norte. Una reciente portada de “Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences”, una de las revistas más prestigiosas del mundo en el ámbito de la biología evolutiva, llevó la imagen de una tortuga verde tomada en Chile, específicamente en Bahía Salado, Región de Atacama, y destacó su más reciente paper.

Tortuga Verde (Chelonia mydas) @Qarapara – Nicolás Flores
Tortuga Verde (Chelonia mydas) @Qarapara – Nicolás Flores

Su investigación -tercer capítulo de la tesis doctoral- despertó el interés de los editores de la revista porque la tortuga verde (Chelonia mydas) es una especie en peligro de extinción en todo el planeta y porque en sus análisis incorporó herramientas innovadoras en el campo de biología evolutiva, además de aplicarlas en una especie poco estudiada en este ámbito (especie no modelo).

“La gente no sabe que en Chile hay varias especies de tortugas marinas, porque acá el clima es frío. Se suele pensar que las tortugas son de áreas más cálidas”, dice Rocío, cofundadora de Qarapara, una ONG dedicada al estudio y la protección de las tortugas marinas en el norte del país. Las tortugas marinas son animales migratorios y su ciclo de vida se desarrolla principalmente en dos tipos de hábitats: de reproducción y de alimentación. Cinco de las siete especies de tortugas marinas que hay en el mundo se alimentan en aguas chilenas y una de las más comunes es la tortuga verde, que ha sido identificada principalmente en algunas localidades entre Arica y Atacama, además de Juan Fernández y Rapa Nui.

Tortuga Verde (Chelonia mydas) @Qarapara – Nicolás Flores
Tortuga Verde (Chelonia mydas) @Qarapara – Nicolás Flores

Rocío recuerda que el punto de partida de su estudio ocurrió en 2011, precisamente en Rapa Nui. Llevaba cinco años observando y estudiando tortugas marinas, pero en la isla se dio cuenta de que había dos tipos de tortuga verde. Estudios anteriores ya habían sugerido dos morfotipos o tipos morfológicos de Chelonia mydas que varían principalmente en su coloración. Una fue identificada como “amarilla” -la cual se reproduce en el Pacífico Occidental, como Australia y Japón, y en islas del Pacífico Centro Sur- y la otra como “negra”, cuya reproducción ocurre en el Pacífico Oriental, desde México hasta Perú, y también en Hawái. Ambos morfotipos, sin embargo, cohabitan en Rapa Nui.

“Sabía que era la misma especie, pero tenían variaciones morfológicas, especialmente en el color y forma del caparazón”, dice Rocío. Fue entonces cuando se preguntó: “Si son tan distintas en su morfología, ¿existirán también variaciones en el genoma de las tortugas negras y amarillas?”.

Para esta investigación, Rocío junto a sus colaboradores tomaron muestras de piel de tortugas de ocho países en el Pacífico y en el Atlántico, y se propuso hacer análisis exhaustivos de su genética, examinando varias partes del genoma y no un solo gen, como ocurre generalmente. Los resultados sugieren que la tortuga negra, además de diferenciarse en forma y coloración de la amarilla, tiene variaciones en su genoma que indican que está adaptada al ambiente del Pacífico Oriental. “Encontramos variaciones en genes relacionados con su coloración más oscura, capacidad de resistir temperaturas más bajas, su dieta más omnívora y su reproducción, entre otras características, lo que nos indica que la tortuga negra es un grupo distintivo”, dice Rocío.

Tortuga Verde (Chelonia mydas) @Qarapara – Nicolás Flores
Tortuga Verde (Chelonia mydas) @Qarapara – Nicolás Flores

“Hace mucho tiempo existe debate sobre si la tortuga negra es un subtipo, una subespecie de Chelonia mydas o es una especie distinta. Con este estudio tenemos evidencia de que la tortuga negra es un grupo especial dentro de Chelonia mydas y hoy vemos, además, que posiblemente exista una especiación incipiente, es decir, que en algunos miles de años podría ser una especie diferente”, explica.

Estos resultados, dice Rocío, concluyen que, dada sus características distintivas, la tortuga negra requiere que las medidas para su manejo y su conservación sean específicas y distintas de la tortuga amarilla. “Se requiere estrategias de conservación específicas para cada morfotipo porque, desde el punto de vista genómico, podríamos decir que estarías mezclando peras con manzanas», explica. “Las conclusiones nos imponen la necesidad de conocerlas, protegerlas y conservarlas de manera separada, sobre todo en zonas de alimentación donde ambos morfotipos están juntos comiendo. Eso es lo interesante”, agrega.

Junto con esto, la investigadora destaca las herramientas genómicas utilizadas en su estudio para determinar qué tan diferentes son los grupos de una misma especie. “Lo mejor de esto es que se puede utilizar en otras especies de larga vida y amenazadas, que no pueden ser estudiadas en un laboratorio”, concluye.

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