La escalada como forma de expresión y de vida, resultó en una aventura orgánica entre amigas. Sin la presión de lograr un objetivo ni de hacer un check, sino simplemente cargadas de motivación para disfrutar cada paso del largo camino. Una mezcla muy contradictoria de soltar y aceptar lo que viniera, y de empujar y darlo todo cuando tuvimos enfrente la posibilidad de hacer realidad una cumbre.

En la cumbre de la torre norte del Paine
En la cumbre de la torre norte del Paine

Maca y Consuelo tenían los pasajes comprados para esa fecha hace varias semanas para reunirse Anais, quien estaba en Torres del Paine trabajando como guía de trekking por la temporada. No estábamos buscando una ventana, pero si llegaba, sabíamos que la íbamos a aprovechar. ¿Y si no? Nos teníamos a nosotras para compartir en algún boulder, tomar mate o una cerveza, ver películas y escalar deportiva en los alrededores de Puerto Natales.

Pero la naturaleza nos abrió el paso de manera amable. Con los tiempos perfectos, alcanzamos a cerrar nuestros trabajos, comprar comida, armar la mochila y partir rumbo al remoto Valle del Silencio. El itinerario estaba abierto, queríamos escalar, no estábamos rígidas en torno a los planes. El primer paso era aproximar y llegar a la base de esas paredes. Sólo estar ahí es recompensa suficiente para cualquier persona que sueña con montañas.

Día 1: Con los mochilones en la espalda, salimos a las 19:00 desde el Centro de Bienvenida hasta el Campamento Torres, donde un cálido equipo de guardaparques nos recibió para pasar la noche. El camino es el mismo que toman los cientos de turistas que diariamente visitan Base Torres para admirar desde la Laguna la magnitud de estas las icónicas montañas que aparecen en el billete de mil pesos.

Día 2: Salimos a las 6:30 am desde el campamento hasta el vivac, a los pies de las Torres. Durante el camino, en el Campamento Japonés, nos encontramos con Cristobal Señoret y Andrés Zegers. Compartimos unos mates y nos plantearon la idea de escalar Homenaje, la ruta que habían abierto en la ventana anterior. Sembraron la semilla de un nuevo y entretenido itinerario en nuestras cabezas.

Camino al vivac, hacia las nubes que nos acompañador durante todo el camino
Camino al vivac, hacia las nubes que nos acompañador durante todo el camino

Seguimos camino rumbo al Valle del Silencio. La nube era baja y densa, no nos dejaba ver el paisaje donde estábamos inmersas. Más de 1500 m de desnivel, mochilas pesadas y piernas cansadas. Pero no había quejas. La alegría de estar ahí era más grande que cualquier otro detalle.

Después de 4 horas llegamos y disfrutamos toda una tarde en el vivac. La hora dorada iluminó las montañas, las nubes nos dejaron ver el paisaje imponente que nos rodeaba. Abajo de nuestro toldo, decidimos ir a Homenaje.

Vista desde el vivac
Vista desde el vivac

Día 3: A las 2 am sonó la alarma. Mates y tortillas con queso mientras nos vestíamos. En la oscuridad caminamos hacia el pie de la vía. Después de una escalada con botas y en simultáneo en la oscuridad llegamos al inicio de la ruta, donde esperamos a que saliera el sol. Pensábamos que habíamos llevado mate para ese momento, pero se nos quedó la hierba, por lo que tomando agua caliente esperamos que se hiciera la luz. Disfrutamos de 7 largos lindos y de todos los estilos que tiene Homenaje. Hacia el otro lado del Valle, a nuestras espaldas, se proyectaba la sombra de las Torres en el Escudo y el Fortaleza. Largo a largo fuimos avanzando mientras se nos pasaba la mañana.

“Denle con todo”, decía el último mensaje en el In-Reach (comunicador satelital) de Laura Ventura, astrónoma y escaladora que desde su casa en Puerto Natales nos enviaba los reportes meteorológicos.

Paine Grande y cerro Fortaleza desde el pie de vía de Homenaje
Paine Grande y cerro Fortaleza desde el pie de vía de Homenaje

Su mensaje, que leímos en la mitad de la ruta, nos dio la confianza para seguir pese a que era más tarde de lo que habíamos planificado. Queríamos comenzar a bajar a las 12, y a esa hora aún faltaban al menos 300 metros más por escalar hasta la cumbre.

Esa última sección es de menor dificultad, por lo que escalamos en simultáneo, unidas por la misma cuerda pero distanciadas entre nosotras. Ya no podíamos compartir risas ni conversaciones, estábamos cada una dando lo mejor con la energía que quedaba para avanzar hacia la cumbre que aún se sentía lejana.

Consuelo Morán en el largo
Consuelo Morán en el largo

Cada una iba enfocada en avanzar, máxima concentración para no botar rocas sueltas ni caerse; confiando en que estábamos todas en la misma sintonía, navegando con seguridad por este enorme mar de granito rumbo a la cumbre.

A las 14:20 estábamos en el último largo, que después de un paso un poco aéreo y una placa entretenida, te deja en lo más alto de la Torre Norte. Abrazos de cumbre y risas, una escena surrealista. A nuestro alrededor se levantaban Campos de hielo, lagunas, valles boscosos y morrenas de la Patagonia de la región de Magallanes.

Campo de hielo visto desde la cumbre
Campo de hielo visto desde la cumbre

Bajamos y alrededor de las 18:00 estábamos de vuelta en el vivac. Un poco de cus-cus con lentejas rojas y partimos inmediatamente para abajo. La ventana se cerraba esa misma noche y teníamos que salir de ahí, ya que es un terreno muy expuesto. A las 12:30 AM y después de casi 24 horas despiertas, finalmente nos acostamos entre el bosque del Campamento Japonés. Sanas, salvas y cansadas, después de haber vivido un sueño.

En el vivac
En el vivac

Otras cordadas femeninas que han escalado en las torres del paine: 

3 Comentarios

3 Comentarios

  1. César Masihy

    Secas !!!
    Felicitaciones el tremendo logro y por ser tan determinadas !!
    👏👏👏👏👏

  2. Felicitaciones

    Gran hazaña que sigan siendo valientes y deportistas

  3. Elizabeth Navarrete

    Maravillosa escalada. Felicitaciones a estas jóvenes mujeres que lograron un hito importante. Saludos de una abuela chilena.

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