Prototipo planta hidrógeno verde, Alexander Kirch, Shutterstock
Prototipo planta hidrógeno verde, Alexander Kirch, Shutterstock

La urgencia de descarbonización de la matriz energética mundial para contrarrestar los efectos del cambio climático ha puesto a la industria de energías renovables como la principal alternativa tecnológica para enfrentar esta crisis. Bajo este escenario, para nuestro país la producción de hidrógeno verde (H2V) ha surgido como una gran oportunidad económica debido al potencial de generación eléctrica renovable del desierto de Atacama y la estepa patagónica en Magallanes. De acuerdo con estimaciones gubernamentales y de agencias económicas internacionales, esta industria – en teoría – podría alcanzar escalas solo vistas en la gran minería de nuestro país.

Uno de los aspectos más preocupante respecto a cómo se está desarrollando la iniciativa del H2V se relaciona con la incertidumbre asociada a los impactos ecológicos y sociales que generará en las regiones del desierto de Atacama como en Magallanes. Estos impactos no han sido cuantificados e incorporados de forma explícita en los análisis estratégicos y económicos que se han desarrollado, tanto a nivel nacional como internacional, poniendo en duda la sostenibilidad de esta industria en el tiempo.

La escala espacial de la industria del H2V que se está desarrollando requiere de un conocimiento integrado sobre la dinámica de los procesos ecosistémicos y sociales que ocurren en el desierto de Atacama y de la Estepa Patagónica. Conocer en detalle aspectos sobre la diversidad, dinámicas naturales y de perturbaciones, servicios ecosistémicos y dinámicas sociales que se presentan en estas regiones es fundamental para evaluar los impactos ambientales individuales y sinérgicos de los proyectos de manera integral. 

Esto incluye, además de la generación de hidrógeno y sistemas de conversión a combustibles, las plantas desaladoras, la instalación de generación eléctrica en base renovable con énfasis en fotovoltaica y eólica, sus líneas de transmisión, almacenamiento, transporte marino y terrestre como puertos, camiones y ductos y la población flotante que estará asociada a esta industria. Por otra parte, esta información es clave para diseñar los procesos de restauración que se deberían desarrollar producto de impactos en etapas de construcción, operación y posterior al cierre una vez cumplida la vida útil de ellos.

Planta de hidrógeno verde, Fukushima, Japón,  FH2R
Planta de hidrógeno verde, Fukushima, Japón, FH2R

En este marco, el Ministerio de Medio Ambiente ha llamado a una primera licitación para desarrollar una línea de base, programas de monitoreo y estimación de impactos en ecosistemas previo a intervenciones industriales que se desarrollarían en la Región de Magallanes. Siendo una iniciativa en la línea correcta, los datos que se recolectarán serán insuficientes para una adecuada evaluación de impactos ambientales, dado que muchos procesos ocurren en escalas de tiempo superiores a las consideradas hoy en los estudios. Esto, sobre todo si se considera la fragilidad de los ecosistemas terrestres, de aguas continentales, marinos y sistemas sociales que se desean intervenir y la incertidumbre que impone el cambio climático a la dinámica de estos.

Una iniciativa semejante, pero de largo plazo, debiera desarrollarse para la región del desierto de Atacama, poniendo énfasis en las comunidades humanas que lo habitan, el valor escénico de sus paisajes y las características de ecosistemas formados principalmente por microorganismos. Estos últimos, generalmente localizados en sectores con condiciones extremas de radiación y temperatura, los cuales presentan alta singularidad como formas de vida en nuestro planeta.

Otro aspecto que genera incertidumbre es que el desarrollo de una industria a gran escala necesariamente requiere de una planificación territorial, que permita un balance entre las presiones proveniente de la dinámica industrial, urbana y la capacidad de soporte del territorio para sostenerlas. En el caso de las regiones del desierto de Atacama y Magallanes los instrumentos actuales de ordenación territorial no fueron desarrollados pensando en la incorporación de estas nuevas dinámicas, lo cual llama a una urgente actualización.

Por ejemplo, es de esperar que un desarrollo a gran escala de la industria del H2V genere dinámicas de migración y ocupación del espacio en las etapas de construcción de proyectos que superarán con creces las capacidades de la infraestructura, servicios y administración previstas en los planes actuales, afectando la integridad ecosistémica y social. En este sentido surgen preguntas relacionadas con el financiamiento de la infraestructura necesaria (escuelas, hospitales, transporte) y posterior uso de ellas cuando la intensidad de mano de obra disminuya al final de la etapa de construcción. Por esto, la actualización de instrumentos territoriales requiere principalmente de una participación ciudadana activa y representativa, lo que en términos de tiempo puede ir en contra de la velocidad de desarrollo que se está imponiendo a la industria del H2V hoy en el país. 

El desarrollo sostenible de una industria nacional basada en el H2V no solo debe ser medido por el balance económico y de mitigación de CO2 que ella producirá, sino que debe incluir de forma explícita los costos ecológicos y sociales que ella generará en las regiones afectadas y país al mediano y largo plazo, ya que ellos podrían impactar directamente nuestras estrategias de adaptación al cambio climático. Como referencia, hoy recuperar una hectárea de bosque en la zona central de nuestro país tiene un costo que fluctúa entre seis mil y dieciocho mil dolares. Si consideramos que Chile comprometió en sus Contribución Nacional Determinada (NDC sigla en inglés) incorporar al proceso de restauración 1.000.000 de hectáreas al año 2030 el monto de esta iniciativa al mínimo valor actual alcanzaría a US seis mil millones de dólares, costo que asumiría en gran medida el Estado y los propietarios particulares. 

Desierto de Atacama
Desierto de Atacama

El desierto de Atacama y la Estepa Patagónica forma parte de los siete grandes biomas que conforman nuestro planeta. Ambos, dadas sus características extremas con relación a la radiación solar, precipitación y temperatura, poseen alta singularidad estructural y en su diversidad y alta fragilidad frente a perturbaciones humanas. Además, son generadores de una gran cantidad de servicios ecosistémicos que son fundamentales para la sostenibilidad de los ciclos ecológicos que permiten la vida de muchas especies en nuestro planeta, incluyendo la nuestra. Así cobra sentido el requerimiento que han realizado decenas de organizaciones ambientalistas y de la sociedad civil, el cual indica que los proyectos de toda la cadena de producción y exportación de hidrógeno verde se sometan a un proceso de Evaluación Ambiental Estratégica (EAE).

Dado esto, es posible que recuperar los biomas del desierto de Atacama y de la Estepa Patagónica y todos sus beneficios ecosistémicos para provecho de las generaciones futuras alcance costos económico y sociales tan alto que vuelva poco interesante la industria del H2V para nuestra sociedad en el mediano y largo plazo. Muchos desarrollos industriales basados solo en la premisa de maximización económica, como “lograr el menor valor del kilo de hidrógeno a nivel mundial”, esconden costos ecológicos y sociales que finalmente deben pagar las generaciones futuras. Esta ha sido la premisa de un modelo de desarrollo obsoleto que hoy tenemos la claridad de que no es el correcto.

Estepa magallánica
Estepa magallánica

La experiencia histórica de desarrollo en base a la utilización de recursos naturales en nuestro país ha tenido como consecuencia el deterioro sostenido de sistemas ecológicos y sociales cuyo valor no ha sido calculado e integrado al balance económico del país. La extracción masiva de extensas poblaciones de tamarugo producto de la extracción del salitre en Tarapacá, la contaminación de costas por depósitos de relaves en la costa de Chañaral, la contaminación producto de la concentración de industrias en Ventanas y la pérdida de bosque nativo por habilitación de agricultura y monocultivos son ejemplos que no se deben repetir.

Aprender de estas experiencias en el uso de nuestros ecosistemas es fundamental para una transición hacia un desarrollo sostenible real y sólido. Para esto, es imperativo eliminar las incertidumbres que hoy existen, generando información de calidad que apoye a una toma de decisiones integral basada en evidencias.

1 Comentario

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  1. Tito Petitpas

    Creo que es bueno agregar que los beneficios se van al norte global y los costos se quedan acá. Y el norte es el principal responsable de la crisis ambiental. En otras palabras, colonialismo verde.

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