Navegantes del sur: la cultura ribereña de los mapuches
El pueblo mapuche es reconocido como la ‘gente de la tierra’, pero pocos saben que también fue una sociedad ribereña cuya vida funcionaba en torno a ríos y lagos. Al respecto, diversos registros históricos, arqueológicos y etnográficos confirman que fueron hábiles navegantes que utilizaban los múltiples cuerpos de agua ubicados a lo largo del wallmapu (territorio mapuche) como un sistema de transporte fluvial y lacustre. Para los arqueólogos Carabias, Lira y Adán (2010), esta red de navegación fue un importante mecanismo de integración social y territorial, pues posibilitó un activo intercambio material y la generación de alianzas entre familias.
El río de la tierra y el río del cosmos
Los asentamientos ribereños del pueblo mapuche se extendían desde el río Biobío por el norte, hasta el Seno de Reloncaví por el sur. Los diversos ríos, lagos y kilómetros de costa que conforman este territorio constituyeron vías de movilización, comunicación e intercambio de bienes e ideas, donde el uso de embarcaciones fue clave en la subsistencia y estructura social mapuche. La abundancia de bosques y madera en esta zona permitió la fabricación de macizas canoas monóxilas -construidas de un solo tronco-, conocidas como wampo, generalmente fabricadas con la madera de alguna especie de nothofagus (Skewes & Guerra, 2015). El río Rahue, en Osorno, era conocido como ‘el río de las Canoas’ por la cantidad de wampos que lo cruzaban. En Valdivia existían numerosas embarcaciones de este tipo, lo que llamó mucho la atención de los primeros cronistas que llegaron con Pedro de Valdivia. Mariño de Lobera escribió: “no menos deleite ver entrar tantas canoas por aquellos ríos hasta llegar a las casas” (Otero, 2006: 51). La navegación de estas naves fue un saber transmitido generacionalmente y requirió una comprensión profunda del ambiente, así como un conocimiento altamente especializado sobre embarcaciones y rutas de transporte.
La importancia de los ríos para el pueblo mapuche se ve reflejada en su cosmovisión, donde existía un gran río terrenal y otro espiritual, correspondencia necesaria para el equilibrio entre las dos dimensiones. Dentro de esta visión, el Biobío o Futaleufú –río grande, como también es conocido-, representó durante largo tiempo el gran río terrenal, con sus cientos de brazos extendidos por el territorio, en torno al cual innumerables familias constituyeron sus linajes. De esta forma, el gran río de la tierra, Futaleufú, tenía su equivalente en el gran río del cielo, Wenuleufú, la vía láctea para nosotros.
En este plano espiritual, y en este “río galáctico», es donde vivían aquellos antepasados que poblaron la tierra en sus orígenes. “Estos antepasados de los araucanos de hoy tienen como coto de caza la inmensa Calle de los Cuentos, ‘Repu Mapu’ a la cual también llaman Huenu Leufu, Río del Cielo, donde se da caza a las veloces avestruces (choiques o ñandú), escapados de los cazadores terrestres que se han refugiado en el firmamento. Aún puede verse las huellas de la pata de la avestruz en el cielo, en la Penon Choike, o como dicen los blancos, la Cruz del Sur…” (Bengoa, 2003: 13).
¿Qué pasó con los navegantes?
De acuerdo a registros etnográficos, la práctica habitual de la navegación se extendió hasta mediados del siglo XX en lagos cordilleranos como Panguipulli, Calafquén y Ranco, y en costeros como Lanalhue, Lleu Lleu y Budi. Algunos investigadores proponen que, a raíz de la quema y tala de los bosques de la zona centro sur de Chile, el suelo fue directamente expuesto al viento, sol y lluvia, lo cual generó una fuerte erosión. En un par de años, las lluvias invernales removieron los sedimentos acumulados durante milenios en los suelos de estos bosques. Estas partículas fueron arrastradas río abajo y depositadas en los trechos más planos de los ríos, gatillando un acelerado proceso de embancamiento evidenciado por la aparición de grandes bancos de arena en las partes cercanas a las desembocaduras.
Prohibición y resistencia de una práctica ancestral
Tras la violenta ocupación de la Araucanía por el ejército chileno, la construcción de embarcaciones y la práctica de la navegación cayeron en desuso. Los desplazamientos forzados de las comunidades mapuches a reducciones –pequeñas reservas donde eran concentrados–, y el cambio en sus sistemas productivos, incidieron en este proceso. El Estado chileno consideró que los cursos de agua de la zona sur eran primordiales para el desarrollo económico. Por ello, a comienzos del siglo XX, las autoridades en conjunto con terratenientes, prohibieron el uso de wampos en los lagos y ríos de las actuales IX, X y XIV regiones, e introdujeron flotas a vapor para la explotación comercial de los bosques y el transporte de pasajeros (Museo Mapuche de Cañete, s/f).
Estos hechos fueron registrados en la localidad de Panguipulli por el periodista Aurelio Díaz en su libro ‘En la Araucanía’, donde relata el arribo de la Compañía Industrial y Ganadera General San Martín a establecer sus operaciones mercantiles en la zona. Según Díaz, el lago Ranco estaba repleto de canoas. Los habitantes del lago tenían sus rucas en las orillas y, en consecuencia, no existía un camino de circunvalación por tierra, sino que todo transporte y comunicación era flotante. El wampo, por tanto, era casi el único medio de locomoción de los habitantes de Panguipulli. A raíz de su necesidad de cruzar rápidamente el lago, la Compañía Industrial y Ganadera transportó y armó un vapor en el lago. A los pocos días de su funcionamiento, la tripulación recibió la «orden de destruir en tierra las canoas que no apresara el vapor en las aguas. Ese día de vergüenza desaparecieron casi todas las canoas de los indios, y en los siguientes desapareció el resto» (Díaz, 1907: 247). Diversos testimonios entregados por locales que habitaban sus costas en la década de 1930 consignaron la quema de más de trescientas embarcaciones tras el funcionamiento del sistema de vapores.
La ruta del wampo
En conclusión, la desaparición del sistema hidrográfico de transporte mapuche tiene relación con la atomización de su tejido social y cultural y la prohibición de prácticas asociadas a la navegación, además del embancamiento de los ríos producto de la deforestación de los bosques en la zona centro sur de nuestro país.
Actualmente, en el marco de las demandas territoriales y de los conflictos socioambientales derivados de la instalación de centrales hidroeléctricas en el sur de Chile, diversas iniciativas buscan reconstruir la memoria local y reivindicar el acceso y uso de los cursos de agua por parte de las comunidades mapuche. Ejemplo de ello fue el proyecto “La ruta del wampo» realizado en 2010, el cual finalizó con la confección de tres embarcaciones que navegaron el lago Panguipulli y cuyo objetivo, según la gestora Ángela Loncoñanco, fue “un rescate de la historia y vivencias de nuestros ancestros”, para volver a construir el paisaje canoero que fue arrebatado de manera violenta en los primeros años del siglo XX. Esta iniciativa nos permite revivir, con cierto grado de nostalgia, una práctica cultural significativa. Sin embargo, ¿cómo lograr que la construcción de estos wampos no sea un mero viaje romántico a prácticas del pasado; una solitaria postal colgada del refrigerador?
Como practicantes modernos de la navegación fluvial y lacustre, en Bestias del Sur Salvaje consideramos necesario volver a vivir nuestros ríos y lagos como parte de nuestra cotidianeidad. Por ello remamos; sean aguas blancas y agitadas o tranquilas y profundas, remamos en búsqueda de un nuevo relato cultural donde la navegación sea una forma de recorrer el territorio y explorar el relieve de la tierra. Deseamos invitarlos a navegar con el bote que sea, de plástico o madera, caminar por playas y riberas, o tan solo contemplar el ondulado reflejo de bosques, cielos y colinas. Al sentir el frescor y la vitalidad del agua en nuestros cuerpos, podremos recordar la fuerza y longevidad de ríos que superan las fronteras humanas, ríos antiguos que murmuran con voces cansadas, ríos que se ven reflejados en el cielo y nos indican los caminos que aún quedan por navegar.
Bibliografía utilizada:
Bengoa, J. (2003). Historia de los antiguos mapuches del sur. Desde antes de la llegada de los españoles hasta las paces de Quilín, Santiago: Catalonia.
Carabias, D., Lira, N. & Adan, L. (2010). «Reflexiones en torno al uso de embarcaciones monóxilas en ambientes boscosos lacustres precordilleranos andinos, zona centro-sur de Chile». Magallania 38(1): 1-22.
Díaz, A. (1907) 2010. «En la Araucanía. Breve relación del último Parlamento araucano de Coz Coz en 18 de enero de 1907». Revista Chilena de Literatura, sección Miscelánea, 1-113.
Lira, N. (2007). Canoas monóxilas en el centro sur de Chile: Navegando sobre los árboles. Tesis para optar al título de Arqueólogo, Santiago: Universidad de Chile.
Mancilla, N., Yáñez, C. & Valenzuela, V. (2012). «Reconstrucción de wampo: el reflote de los significados mapuche como práctica resistente». Perspectivas de la comunicación 5(2): 23-36.
Otero, L. (2006). La huella del fuego. Santiago: Pehuén editores.
Skewes, J. & Guerra, D. (2015). «Sobre árboles y personas: La presencia del roble (Nothofagus obliqua) en la vida cordillerana mapuche de la cuenca del río Valdivia». Revista Atenea 512: 1-22.
Web: www.museomapuchecanete.cl