El complejo volcánico Mocho Choshuenco forma parte de uno de los paisajes más característicos de la Región de Los Ríos. Más de alguno lo reconoce a lo lejos por la nieve que lo acompaña hasta los 2.422 metros sobre el nivel del mar, y otros se acercan a conocerlo visitando la reserva nacional del mismo nombre o en la Reserva Biológica Huilo Huilo.

Pero más allá de su belleza escénica, el glaciar Mocho, que comprende la cuenca sureste de la capa de hielo que cubre el complejo volcánico, es de gran importancia por ser una reserva de agua dulce en la región, así como por su rol en el turismo local.

Glaciar Mocho ©Marius Schaefer
Glaciar Mocho ©Marius Schaefer

Dada su relevancia, un grupo de investigadores, en un principio del Centro de Estudios Científicos de Valdivia y actualmente de la Universidad Austral, ha monitoreado desde 2003 el balance de masa de este glaciar.

Este es un trabajo que han desarrollado junto al apoyo logístico de la Unidad de Conservación de Reserva Biológica Huilo Huilo , que ha ayudado con logística, acceso por el área de la reserva, alojamientos y programas educativos para la difusión de los monitoreos.

Entre los resultados que se han obtenido, se identificó que entre 1976 y 2018 el glaciar ha perdido el 45% de su superficie, así como se ha proyectado un 90% de deglaciación de la capa de hielo del complejo volcánico.

Glaciar Mocho©Marius Schaefer
Glaciar Mocho ©Marius Schaefer

Monitoreos en Mocho Choshuenco

Según explica Marius Schaefer, glaciólogo y académico de la Universidad Austral, el monitoreo del glaciar Mocho en particular es importante “porque hay poco conocimiento del balance de masa de los glaciares de los Andes y sobre el clima montañoso”.

Este trabajo, que se puede seguir en línea, ha tenido entre sus resultados una gran variabilidad de valores del balance de masa anual del glaciar. De acuerdo con lo que explica Schaefer, “aunque el promedio de valores es negativo, hay años con un balance de masa positivo entremedio”.

Marius Schaefer Benedikt Hora
Marius Schaefer ©Benedikt Hora

Dentro de los balances negativos, por ejemplo, lograron identificar que entre 1976 y 2018, el glaciar perdió un 45% de su superficie, lo que se traduce entre 24 y 26 kilómetros aproximadamente. A este resultado se llegó luego de analizar imágenes satelitales que ayudaron a reconocer la extensión del glaciar en el pasado y compararlo con la actualidad. Sin embargo, explica Schaefer, hay ciertas dudas sobre cuál fue el gatillante de esta inmensa reducción en área.

“Se ha registrado un calentamiento leve de la atmósfera en altura en nuestra región y una reducción de las precipitaciones en el periodo 1976-2020. Sin embargo, también es posible que el glaciar se estaba ajustando a cambios de las condiciones climáticas que han ocurrido antes de esto.  Esto es un punto que queremos estudiar más en detalle”, detalla el glaciólogo.

Monitoreo en glaciar Mocho ©Marius Schaefer
Monitoreo en glaciar Mocho ©Marius Schaefer

Para Verónica Toledo, bióloga de Fundación Huilo Huilo, los resultados obtenidos causan preocupación, pues la disminución de los glaciares a nivel nacional e internacional afectarán la disponibilidad de agua dulce para ahora y para el futuro:” Creo que es muy importante como Fundación Huilo Huilo apoyar este estudio que nos permite entender a largo plazo la dinámica de los glaciares frente al cambio climático”.

Entretanto, según Schaefer, surge la duda de cómo influyen en este proceso las temperaturas, precipitaciones o el cambio climático en general.

Esto, teniendo en cuenta que la temperatura anual promedio del nunatak del glaciar (cumbre montañosa) es de 4°C y que la precipitación anual medida en Puerto Fuy, la estación más cercana, es de 4.000 mm, con una mayor precipitación en invierno.

Vista del volcán ©Marius Schaefer
Vista del volcán ©Marius Schaefer

¿Qué pasaría, por ejemplo, en un año de sequía como lo fue 2015?

“Hay menos entrada de masa al glaciar por precipitaciones sólidas (nieve), por lo que el glaciar tiende a tener un balance de masa más negativo. También hay un efecto de retroalimentación por el albedo de la nieve (radiación que toda superficie refleja sobre ella) que es muy alto y por esto en un año con menos nieve el glaciar tiene menos capacidad de reflejar la energía solar, por lo que normalmente experimenta más derretimiento superficial. Esto, sumado a la falta de entrada de masa, hace que los años de sequía sean años con un balance de masa muy negativo”, explica Schaefer.

Proyecciones hacia el futuro

Un trabajo que se ha desarrollado durante los últimos años por los mismos investigadores en la capa de hielo del complejo volcánico Mocho Choshuenco, que está en proceso de publicación, estima que al año 2100 la capa sufriría una deglaciación que afectaría al 90% de su superficie.

©Marius Schaefer
©Marius Schaefer

Según explica Schaefer, se utilizó un modelo de dinámica de hielo (SICOPOLIS), que se alimentó con datos de balance de masa obtenidos por el monitoreo en la zona. En palabras simples, junto con las proyecciones de las temperaturas se logró reproducir un modelo de glaciar similar al real, proyectando cómo podría evolucionar el glaciar en el futuro. “La reducción del volumen por un 90% la obtuvimos usando la proyección más pesimista, que muchos creen que es la realista. Para esta NO se prevé un cambio en nuestro estilo de vida y reducción de las emisiones contaminantes”, explica Schaefer.

En este sentido, el profesional apunta a que el cambio climático, con el aumento de las temperaturas y sus consecuencias, influyen en la deglaciación. En eso, inciden crucialmente las actividades humanas, que causan emisiones de gases invernadero, como por ejemplo viajes aéreos, traslados diarios en vehículos particulares con motores de combustión, la construcción de viviendas con aislamientos y el consumo excesivo de carne.

Monitoreo en glaciar Mocho ©Marius Schaefer
Monitoreo en glaciar Mocho ©Marius Schaefer

Mientras tanto, este escenario no solo se proyecta para la capa de hielo que cubre el Mocho. “Se prevé que también la capa de hielo que cubre otros volcanes de la región disminuya en su extensión y volumen”, explica Schaefer. Y, a un nivel más macro, dice que “en la Patagonia, por ejemplo, los campos de hielo norte y sur, los glaciares son más grandes, por lo que la reducción porcentual de área y volumen debería ser más pequeño. Sin embargo, los accesos a glaciares para los turistas, por ejemplo, Grey, Exploradores o Perrito Moreno, probablemente sean más difíciles”.

Glaciar Mocho ©Marius Schaefer
Glaciar Mocho ©Marius Schaefer

De ahí también la importancia de estos monitoreos para los glaciares patagónicos, ya que el Mocho es el único glaciar chileno en esta zona de los Andes que está monitoreado constantemente. Mientras tanto, el investigador apunta a que los monitoreos sigan, para lo que se necesitan más fondos. El paso siguiente, dice, es entender mejor el gran cambio del área glaciar entre 1976 al 2018, y correr el modelo SICOPOLIS más hacia el pasado.

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