Que el planeta esté sufriendo las consecuencias de los malos hábitos de los seres humanos no es novedad. Desde la prehistoria hasta la actualidad, la basura acumulada en la Tierra es incontable y los efectos son cada vez más alarmantes. Se trata de un ciclo sin fin que puede terminar destruyéndonos y que, sin ir más lejos, ya lo está haciendo con cientos de especies animales, particularmente en el mar. Sin duda nos urge tomar conciencia y afortunadamente ya hay empresas como Comberplast, que se han puesto la camiseta por esta causa, entregando un ejemplo digno de imitar.

Las cifras hablan por sí solas. Según Greenpeace, cerca de 8 millones de toneladas de plástico llegan a los océanos cada año y, por más lejano que parezca, es una realidad que también ocurre a orillas de nuestras costas. El principal problema, es que los deshechos plásticos arrojados por los mismos habitantes o turistas y los residuos de la industria, como el plumavit de la acuicultura, se van mezclando con la vegetación y la arena, y son confundidos por peces y aves como alimento, lo que les provoca, en muchos casos, su muerte.

©Camila Silva/@nomedalomismo
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Según datos del Ministerio del Medio Ambiente, el 90% de las aves marinas de nuestro país, tienen plástico en sus estómagos y si este problema no se detiene de forma urgente,  podría ascender a un 99% para el año 2050.  Razones de sobra para que Chile se transformara en el primer país  de  Latinoamérica en impulsar la Ley que prohibe el uso de bolsas plásticas, comenzando por las ciudades costeras. Y es que por un lado, son 15 de 16 las regiones de nuestro país las que tienen costas, donde lamentablemente se acumula basura (mayormente plástico), que es arrastrada por las corrientes hasta el mar. Y por otro lado, ya son 3.400 millones las bolsas que se utilizan en nuestro país al año.

Indudablemente iniciativas como ésta son un primer paso importante para el futuro, pero también lo es una mayor consciencia sobre la importancia detrás de nuestras elecciones de compra y el reciclaje.

Es en este último punto que nos detenemos hoy: ¿Qué hacemos con los deshechos ya eliminados? La respuesta es simple: hay que ayudar a limpiar. Y es justamente eso lo que hace Comberplast, empresa que se dedica a  reciclar plástico hace más de 40 años, para transformarlo en un sinnúmero de artículos como contenedores, anteojos de sol, skates e incluso kayak, pero que además, durante el último tiempo ha impulsado proyectos de limpieza del medio ambiente. Un esfuerzo que en 2017 fue reconocido con el Premio Nacional de Medio Ambiente.

©Comberplast
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En enero de este año, Michel Compagnon, Gerente de Comberplast, se propuso un nuevo desafío: limpiar los mares de Chiloé de los abundantes restos de redes y cuerdas que llegan a sus costas, con el fin de revertir la contaminación que ya afecta a este archipiélago.

“Los cabos que se utilizan en la industria de la salmonicultura y mitilicultura llegan a las playas, y terrenos de la isla sin un control y el impacto no sólo es a nivel del suelo, sino que también en el océano. Este proyecto da una solución económica al problema, haciéndolo sustentable medioambientalmente y sostenible económicamente”, explica refiriéndose al proyecto Atando Cabos, que busca recolectar al menos 800 toneladas de cuerdas o cabos de plástico este 2018 para reciclarlos, convertirlos en pellets y transformarlos luego en basureros que serán vendidos a las municipalidades en la isla y después al resto del país.

©Camila Silva/@nomedalomismo
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Agrega que de esta forma, se le entrega a la industria una opción de hacerse cargo de un residuo que antes no era reciclable, aportando a sus metas de manejo sustentable y producción limpia.

El desafío no fue fácil. Para superar las barreras logísticas, técnicas y económicas, tuvieron que trabajar durante 8 meses y enviar muestras de los cabos a Holanda para descifrar de qué plástico estaban compuestos, pero lograron el objetivo y ahora están extendiendo el proyecto a Patagonia. “Ya están llegando cabos de puerto Chacabuco. Estamos felices y orgullosos, esperamos hacernos cargo de más de 4.000 toneladas de cabos en 3 años. Ahora podemos ofrecer a la industria una solución sustentable a este pasivo ambiental”, asegura.

El inicio de un negocio visionario

©Comberplast
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Comberplast fue fundado en 1973 por el papá de Michel, que anteriormente había trabajado durante años en empresas de plástico, tanto en Argentina como en Chile. Una vez que adquirió suficiente conocimiento, decidió independizarse. “Partió con una máquina y él era el maquinista, mi mamá terminaba las piezas y hacía los despachos. Fue difícil al principio, pero mi papá es la persona más trabajadora e inteligente que he conocido”, asegura.

Actualmente Comberplast cumple 45 años, tiene 140 trabajadores, 50 máquinas y su dueño, a los 80 años, aún va todos los días a la fábrica, para entregarle todo su conocimiento y confianza a Michel y a su hermano, quienes manejan la empresa.

©Comberplast
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Y es que ambos nacieron entre pellets plásticos y crecieron con el sueño de ser parte del negocio familiar. “Desde que era muy chico, en vacaciones, iba a trabajar a la fábrica, me encantaba. Ahí aprendí a conocer los distintos plásticos. Siempre quise estudiar algo que me permitiera trabajar acá, me fascinaba lo versátil y lo transversal que es este material y la cantidad de cosas que se puede hacer para entregar soluciones a la sociedad, reciclando al mismo tiempo”, explica Michel.

Claro porque, gracias a esto, desde muy pequeños los hermanos aprendieron la importancia del reciclaje, algo que ahora transmiten a otros menores a través de visitas de colegios y universidades a la planta de Comberplast. “Aquí les mostramos el proceso y aprenden la relevancia de tener conciencia de lo que se bota a la basura, y que muchas veces eso se puede reutilizar y casi siempre reciclar”, asegura.

¡El plástico no es basura!

©Camila Silva/@nomedalomismo
©Camila Silva/@nomedalomismo

Michel habla de su familia como una familia plastiquera y se crió con el concepto de que “el plástico no es basura, sino que una importante materia prima de la que se puede vivir”.

Pero… ¿cómo funciona Comberplast?  “Tenemos muchas fuentes de donde recibimos materiales, las principales son diferentes industrias, empresas gestoras de residuos y programas de recolección propios como es Atando Cabos. Este año esperamos transformar 6.000 toneladas de residuos en productos, como cajas de cosecha, pallets logísticos, artículos de hogar, cajas organizadoras, cajones de trasporte de cervezas y bebidas, entre otros. En la mayoría de los hogares hay productos nuestros que están fabricados con materiales que alguna vez fueron considerados residuo”, explica.

Módulos de reciclaje hechos con plásticos reciclados por Comberplast ©Camila Silva/@nomedalomismo
Módulos de reciclaje hechos con plásticos reciclados por Comberplast ©Camila Silva/@nomedalomismo

Cuenta que su padre comenzó buscando desechos industriales para ser más competitivo al fabricar sus productos y que, sin darse cuenta, fue uno de los precursores de la economía circular en Chile. “Hoy estamos enfocados más allá del reciclaje, nosotros creemos y trabajamos por la economía circular. Tratamos de desarrollar modelos de negocios donde no existen residuos. Parece complejo, pero no lo es tanto cuando entiendes el concepto. A través de I+D, inversión y conocimiento, buscamos desarrollar negocios que logren  que cada participante de la cadena gane, así es atractivo para todos y a su vez es un aporte al medio ambiente”, afirma.

Hoy atienden a cientos de clientes de diferentes rubros y tamaños, entre los que hay embotelladores de bebidas y cervezas, agrícolas y retail, y aseguran que hay mucho donde crecer y sacar materiales.

Las cifras son impactantes

Sí, la verdad es que siempre hay cifras muy negativas sobre el daño ambiental, pero lo nuestro siempre es ver lo positivo, así fue como desarrollamos un modelo de negocio de los residuos. Por esto que prefiero ver las cifras de aumento del reciclaje, empleos, ahorros y utilidades que se esperan generar a través de la economía circular.

Mucha gente aún no ve la relevancia y urgencia de reciclar. Para muchos el plástico es basura. Sin embargo, ustedes descubrieron un negocio muy rentable de esto que además es un aporte.

Mucha gente dice que el mayor problema que tiene el plástico es que no biodegrada, lo que es cierto. Para mí esa es la mayor virtud, el problema no es el plástico, sino cómo nos relacionamos con él. Es un material fantástico, lo podemos usar eternamente, se puede reencarnar en múltiples cosas, pero ojalá nunca botarlo. Además tiene grandes virtudes, es liviano, barato, moldeable, resistente, etc, entonces, ¿por qué lo botamos?

¿Cuáles son los proyectos futuros en mente?

Queremos seguir empujando la economía circular, buscando oportunidades de negocio que sean externalidades positivas. Hemos demostrado que hacer un buen negocio no se contrapone a querer mejorar el mundo. Y eso es lo que nos motiva a trabajar fuertemente todo los días. Ya estamos investigando en varios frentes, siempre tratando de reciclar lo que todos dicen que no se puede. Ya lo hicimos con los cabos y el tetrapack, por lo que esperamos sorprenderlos con nuevos proyectos el 2019.

Si pudieras entregar un mensaje a las personas. ¿Cuál sería?

El plástico está súper demonizado hoy en día, pero tenemos que entender que el plástico no es ni bueno ni malo, es solo un material que depende de nosotros, de cómo lo usamos y cómo lo disponemos. La batalla no es contra el plástico, sino que es contra la basura.

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