“Pero caminaría quinientas millas
Y caminaría quinientas más
Sólo para ser el hombre que caminó mil millas
Para caer en tu puerta”
 

The Proclaimers – I’m Gonna Be (500 Miles)

Fjällräven Classic Sweden 2023. (Foto: Sarah Hewitt)
Fjällräven Classic Sweden 2023. (Foto: Sarah Hewitt)

110 kilómetros unen Nikkaloukta con Abisko, en pleno círculo polar ártico en Suecia. Es bastante menos de lo que propone la canción de The Proclaimers, ese extraordinario “one hit wonder” que sin duda estará por siempre en el recuerdo de miles de personas, y que una amiga de expedición bien supo proponer. Ese himno le queda muy bien a esta aventura. La energía rítmica, la letra que invita a todo, la emoción juvenil que nos hace pensar en una experiencia casi sin límites calza perfecto con la propuesta del dúo británico: una travesía al destino amoroso de pareja que en nuestro caso se trata de un recorrido para llegar al destino amoroso del viaje, del paisaje, de la aventura…al de la naturaleza vibrante, impredecible y salvaje. 

Fjällräven Classic Sweden 2023. (Foto: Sarah Hewitt)
Fjällräven Classic Sweden 2023. (Foto: Sarah Hewitt)

Son cinco días completos de trekking con un promedio de 23 kilómetros diarios, y unos 16 kilos de peso en la espalda que no aminora con el correr de los días. Lluvia, mucha lluvia intempestiva. Campo traviesa. Días hermosos. Sol. Belleza divina. Ampollas de sangre que empiezan a asomar en los pies. Huesos que suenan “click-clack”, hasta que se vuelven a acomodar, y una rodilla que decidió abandonar el desafío la noche del primer día: cojera permanente. Mosquitos (muchos de ellos). Despertar a las seis de la mañana para volver a ponerte calcetines mojados. Lagos celestes, calipsos. La paleta más infinita de verdes. Aire limpio, transparente. Inmensidad. Renos de cuernos monumentales con crías que corren apuradas en todo su esplendor…y, a veces, la tentación de pensar más de la cuenta en David Foster Wallace -aunque esto no tenga nada que ver con un crucero- y “Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer”. La diferencia es que, al final, esto lo volverías a hacer mil veces.

Fjällräven Classic Sweden 2023. (Foto: Sarah Hewitt)
Fjällräven Classic Sweden 2023. (Foto: Sarah Hewitt)

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Para ponernos en contexto: Fjällräven es un marca de ropa y equipos para actividades al aire libre que fue fundada en los años sesenta en Suecia. Su nombre significa “zorro ártico”, emblema de la biodiversidad en esas latitudes. Uno de los pilares de la marca es la promoción de las actividades en la naturaleza, y los productos pretenden ser lo más duraderos y responsables con el medio ambiente posible. Y digo posible porque sabemos: ningún producto lo es del todo.

Hace casi veinte años inauguraron su primer “Classic”. Hablamos de un trekking masivo, (se inscriben unas dos mil personas en un año normal) por lugares más o menos remotos donde los participantes se anotan para vivir la experiencia de adentrarse en la naturaleza junto a otros seres humanos de todo el mundo que están intentando lo mismo. Cada participante lleva todo lo que necesita en su espalda: ropa, comida, carpa, saco de dormir, cocinilla; y Fjällräven se encarga de la alimentación básica, el transporte, la planificación de las rutas y la seguridad. En la actualidad, este proyecto se desarrolla en Suecia, Dinamarca, Alemania, Estados Unidos, Hong Kong, China y Corea. El año próximo lo quieren llevar a Chile, a las Torres del Paine.

Fjällräven Classic Sweden 2023. (Foto: Sarah Hewitt)
Fjällräven Classic Sweden 2023. (Foto: Sarah Hewitt)

Desde la marca, describen que “la idea vino directamente del fundador de Fjällräven, Åke Nordin, a principios del siglo 21. Siempre se había inspirado en los paisajes dramáticos e impresionantes de las montañas suecas. Y quería que otros exploraran los mismos paisajes y, lo que es más importante, la misma sensación de libertad de pasar unos días caminando por el sendero. Su solución fue Fjällräven Classic. Solo hubo 152 personas que finalizaron en el primer Clásico sueco en 2005. Hubo 2136 personas que finalizaron el recorrido 10 años después en 2015. Hoy, Fjällräven Classic Sweden ha traído a miles de principiantes curiosos a experimentar la naturaleza a su propio ritmo en todo el mundo, en esta  caminata de 110 km desde el pueblo Sami Nikkaluokta hasta Abisko, un paisaje variado con picos, montañas redondeadas, montículos cubiertos de hierba y pequeñas cascadas tímidas. Por supuesto, también pasando por algunos monumentos naturales bastante importantes, como Kebnekaise, la montaña más alta de Suecia. El paso también atraviesa los bosques boreales del Parque Nacional Abisko y el árido paso de Tjäktja”.

En términos seguridad, estos recorridos tienen cierto resguardo: cada aproximadamente diez a quince kilómetros hay puntos de chequeo. En algunos de ellos te esperan con sorpresas que te renuevan de energía, como un jugo o un queque (en el contexto en que vas, son oro puro). En todos hay médicos o enfermeros. Si necesitas, evalúan el estado de tus lesiones, y definen si puedes continuar o no. 

Nosotros éramos 15 periodistas y generadores de contenido de diversas partes del mundo: Brasil, Italia, España, Alemania, Estados Unidos, Suecia, República Checa, Polonia, Inglaterra, Finlandia y Australia. Además, nos acompañaban dos guías suecas, una fotógrafa y un representante de Fjällräven.

Fjällräven Classic Sweden 2023. (Foto: Sarah Hewitt)
Fjällräven Classic Sweden 2023. (Foto: Sarah Hewitt)

La partida 

Nos reunimos en la mañana en el aeropuerto de Estocolmo. Salvo por un par de correos y un grupo de whatsapp, ninguno de nosotros se conocía. Fuimos llegando uno a uno…tímidos, algo nerviosos y sin duda, expectantes. Desde allí viajaríamos a Kiruna, la ciudad más septentrional de Suecia, para embarcarnos en un bus y arribar al gimnasio de un colegio que estaba completamente adaptado para participantes de todas las edades y de distintos lugares del mundo. Aquí se recibían las mochilas, ropa, carpa, saco de dormir, cocinillas; recolectabas tu comida para los próximos días (sobres con comida deshidratada que luego se convierte en alimento de verdad cuando le pones agua caliente), receptáculos para el agua, etc. Una multitud llenaba el espacio, en cuyo centro una tienda de la marca -montada solo para el evento- ofrecía hasta lo inimaginable en productos outdoor que podías comprar ahí mismo. Empezabas a entender la magnitud del asunto.

Fjällräven Classic Sweden 2023. (Foto: Sarah Hewitt)
Fjällräven Classic Sweden 2023. (Foto: Sarah Hewitt)

Al segundo día, el último desayuno de campeones y vamos partiendo. La cita para comenzar el Classic Sweden es en Nikkalouta. Allí sería la última vez que veríamos baños con paredes y podríamos comprar algo de comer por los próximos días. Aunque en el trayecto hay un par de tiendas para abastecerse de comida o bebida, e incluso los tradicionales saunas suecos, este año estaba todo cerrado por una infección estomacal que dejó varios contagiados en días anteriores. Antes de partir, resguardado en una carpa, animaba un músico en vivo que al que encontramos interpretando a Johnny Cash con su guitarra. Mientras, la gente se movía de un lado a otro reorganizando su mochila y chequeando sus prendas por última vez, acariciando a algún perro cuidador (que de guardianes tenían poco pero mucho de amigos), o tomando alguna fotografía.

Partimos, y la bienvenida fue sin igual: llovía sobre mojado, y empezamos a internarnos por un sendero que recordaba a los bosques chilotes…comenzabas a comprender que durante cinco días y casi sin tregua, la mochila de 16 kilos que llevabas encima quedaría unida a tu espalda como un koala en tamaño gigante y que, por mucho que lo intentaras, el cuerpo no se adaptaría del todo y las piernas, las caderas, los hombros y la espalda molestarían cada diez minutos como preguntándote cuánto falta para descansar. Prontamente, el dolor físico se torna crónico y concreto. Y tus pies estilan agua. 

Es época de hongos. Con la lluvia, brillan en el suelo como diamantes. Vas observando su pequeñez y forma, mientras a ratos miras al cielo y te empapas la cara de lluvia fresca. Los verdes se intensifican, los ríos y canales van llenos de agua. Deambulas por senderos que cada vez se van abriendo más a la inmensidad. A esto se referían cuando hablaban de paisajes imponentes, piensas. Para lo único que usarás tu teléfono celular en los próximos días será para tomar fotos mientras caminas, rápido, y vaya complicación que es sacarlo del bolsillo con tanto equipo -y lluvia- a cuestas. Pero hay que retratar este paisaje, pues es impresionante.

Después de muchos kilómetros, alrededor de las nueve de la noche de ese día finalmente logramos armar nuestras carpas bajo la lluvia y dormir un par de benditas horas. Y aunque en esta época la oscuridad por las latitudes árticas es breve (aproximadamente unas 4 horas de “noche”), acomodas tu cabeza en el suelo y duermes profundo, escuchando el sonido de la lluvia que no te toca. Una sensación de plenitud rodea todo tu ser. 

El día dos es crítico: o comienzas a adaptarte o no vas a llegar a la meta estipulada para la tarde del quinto día. El camino está lleno de claros de luz y sol que forman arcoíris majestuosos. Empiezas a compenetrarte con el paisaje, con la aventura y contigo mismo. ¿Qué tipo de regalo es este? No hay para qué intentar entenderlo.

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El trekking que va entre Nikkalouta y Abisko está en un camino llamado “Kungsleden” (King’s Trail o Camino del Rey). Se trata de 467 kilómetros de ruta que unen Abisko en el norte con Hemavan en el sur. En pleno círculo polar ártico, este camino que cruza bosques, rocas, montañas y ríos fue creado en 1885 por científicos suecos para facilitar el acceso a las montañas del país. Atraviesa parques nacionales y terrenos privados, donde el llamado “derecho de acceso común” sueco permite que todo quien quiera estar en la naturaleza pueda hacerlo, incluso en los sitios privados. Hay bastante distancia con lo que acostumbramos a diario en Chile, donde hay que ingeniárselas como un matemático de excelencia para poder acceder a un cerro que pertenece a Bienes Nacionales.

En Suecia y Escandinavia (cuyo cuadrante es el mencionado país, más Dinamarca, Noruega y Finlandia) en general, el acceso a la naturaleza es sin restricciones; solo tienes que tener un comportamiento acorde con el respeto al entorno natural y al resto de las personas: la educación ambiental ha resultado ser una gran aliada para el éxito del derecho. Básico.

En el caso del Fjällräven Classic Sweden, esto es primordial. Prácticamente, antes de recibir la invitación ya te están llenando de folletos digitales sobre cómo comportarte manera correcta en esta travesía al aire libre. Esa es parte fundamental de la experiencia y si no lo quieres tomar en cuenta, mejor regresas a casa. 

Algunos mínimos acá son: las carpas no se pueden instalar dentro del Parque Nacional (al que llegas el último día); no puedes “ir al baño” cerca de cursos de agua y debes llevarte tus papeles de todo tipo; no puedes usar productos de limpieza poco amigables con el medio ambiente (todo ecológico o nada); las fogatas están olvidadas…para qué decir tu basura, esa la cargas contigo en una bolsa que apesta de olores durante todo el trayecto. Es más, si encuentras basura ajena en el camino y la llevas tú mismo hasta la meta, si esa bolsa pesa más de un kilo y medio, participas en un concurso por productos de la marca al final del recorrido. Nadie, pero nadie, puede dejar rastro. El lema es “el lugar debe quedar mejor de lo que lo encontraste”.

El respeto por el entorno no solo tiene que ver con el cuidado de la fauna, flora y funga. También hay que tomar distancia para acampar, quedar lejos de las personas que allí viven, los nativos de ese lugar -en su mayoría samis-, quienes además de ser dueños de tierras, son dueños de muchos de los renos que se aprecian en el trayecto.

El CEO de la marca, Martin Axelhed, comenta en Abisko sobre el rol de Fjällräven en la conservación: “es un desafío, tiene de dulce y agraz, creo que lo mejor que podemos hacer es llevarlo a la práctica, inspirar o enseñar a las personas sobre cómo cuidar y respetar a la naturaleza con el ejemplo, nosotros nos comportamos así”. Desde ahí, justamente, nacieron estos trekkings; “creo que la experiencia en las montañas naturalmente te entrega una memoria…en la forma en que te conectas”, afirma.

Ya para el quinto día, casi no sentíamos tanto cansancio. Bueno, en realidad sentíamos, pero asumimos perfectamente bien los últimos diez kilómetros. Era una inercia hermosa. Ligamentos más o menos agotados, cuerpos al límite para personas no tan experimentadas en el arte de la caminata larga, como yo…los corazones andaban a la par, sin distinción. Deambulamos como una sombra hasta unas cascadas alucinantes frente a las cuales se encontraba un cartelito con mensaje tallado: “El viaje más largo es el interior”. ¡Vaya remate! Un 4,4% de los participantes desertaron esta vez, la mayoría por agotamiento. Pero todo el resto llegamos. ¿Ganó la rodilla mala? No, no fue suficiente esa molestia como para abandonar el paisaje olímpico. Caminaríamos quinientas millas, y quinientas millas más, solo para vivir esto. Nos vemos en las Torres del Paine el próximo año.

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