Líderes latinoamericanos participarán en Cumbre Climática, con foco en la urgencia de la transición energética
Mandatarios de Argentina, Brasil, Colombia, Chile y México participarán en la Cumbre de Líderes por el Clima (Leaders Summit on Climate), organizada por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en un esfuerzo por desmarcarse de la política ambiental de la pasada administración y como una vuelta de hoja tras retomar la agenda ambiental con el reingreso a los Acuerdos de París y el compromiso con la reducción de emisiones. El evento, que se realizará vía virtual por la pandemia, tendrá la acción climática como foco, y entre los temas más importantes de su agenda la transición energética (net-zero transition), que en la práctica significa reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a ‘cero neto’ para 2050. Será una oportunidad para revisar el desempeño de los países latinoamericanos en materia de dependencia energética, buscar compromisos para avanzar hacia la canalización de recursos e inversiones en energías limpias, y la mitigación de los potenciales conflictos sociales originados por la pérdida de empleos en actividades carbono-intensivas y en la expansión de la huella territorial de energías renovables.
Cinco países latinoamericanos estarán presentes en la Cumbre de Líderes por el Clima, organizada por Estados Unidos, y que este año se celebrará de manera virtual por causa de la pandemia del Covid-19. La cumbre se celebrará este 22 y 23 de abril y entre los invitados están 40 líderes y mandatarios de las principales economías del mundo.
El evento tendrá como focos principales todas las acciones en favor de la reducción del impacto de las actividades sobre el medio ambiente y el calentamiento global, pero también estarán en discusión los procesos de transformación para lograr alcanzar la neutralidad de carbono (net-zero), así como la discusión de oportunidades para fortalecer la capacidad de proteger vidas y medios de subsistencia de los impactos del cambio climático, abordar los desafíos de seguridad global planteados por el cambio climático, y abordar el rol de las soluciones basadas en la naturaleza para lograr los objetivos de cero neto para 2050.
Entre los temas y tópicos de la agenda estarán también la agilización de los esfuerzos de las principales economías para disminuir las emisiones de CO2 durante esta década crítica para mantener el límite de calentamiento global de 1,5 grados centígrados; además de la movilización de la financiación de los sectores público y privado para impulsar la transición a cero y ayudar a los países vulnerables a hacer frente a los impactos climáticos.
Se tratarán también beneficios económicos de la acción climática, con un fuerte énfasis en la creación de empleo, y la importancia de garantizar que todas las comunidades y trabajadores se beneficien de la transición a una nueva economía de energía limpia; y el estimular o impulso a tecnologías transformadoras e innovación que pueden ayudar a reducir las emisiones y adaptarse al cambio climático, al mismo tiempo que crean enormes oportunidades económicas nuevas y construyen las industrias del futuro.
Latinoamérica: El estado de las cosas
América Latina necesita transitar con pasos firmes hacia una transición energética que la lleve hacia la carbono neutralidad, apuntan desde la organización Transforma Global. Sin embargo —aseguran— este es un trabajo que no se puede hacer en solitario, en el que el rol que desempeñe Estados Unidos será crucial en el proceso. Ante el limitado apoyo de la administración Trump y el desdén por la ciencia y temas ambientales, especialmente en lo que respecta a Latinoamérica, China pasó a ganar espacio geopolítico en el Continente, a través de las enormes inversiones y en muchos casos la promoción de proyectos relacionados con extracción de combustibles fósiles y la captura del control de yacimientos de metales y minerales necesarios para la transición energética (como cobre y litio).
No obstante, la Orden Ejecutiva del 27 de enero de 2021 de la administración Biden representa un reacomodo y rectificación, al reconocer la posición de los Estados Unidos como un actor clave para avanzar en la transición energética y la descarbonización sectorial. Esta incluye trabajar para poner fin a la “financiación internacional de la energía basada en combustibles fósiles con alto contenido de carbono” y buscar la colaboración internacional para el despliegue de tecnología de energía limpia.
Pese a esto, las economías y gobiernos de Colombia, Argentina, México y Brasil siguen apostándole a los combustibles fósiles con altos riesgos energéticos, financieros, climáticos y sociales y este será uno de los desafíos claros: lograr la transición hacia energías limpias e incentivar la desinversión en proyectos que tienen como objetivo principal el extractivismo y uso de energías basadas en combustibles fósiles. La relación de los EE. UU. con los países del Sur será clave para incentivar y apoyar los cambios estructurales a nivel nacional.
Las economías latinoamericanas continúan siendo dependendientes de la extracción de combustibles fósiles en términos de exportaciones, creación de empleo e ingresos fiscales. Algunos datos, facilitados por Tranforma Global, apuntan a que 40% de las exportaciones de la región, en 2013, fueron de combustibles fósiles, mientras que la media global para ese año fue de 20%. El PIB de los países productores de crudo y gas natural en el continente aumentó en promedio entre 2 y 2,7% entre 2017 y 2018. Aunque la generación de energía eléctrica se dé en su mayoría a partir de hidroeléctricas (considerada energía renovable), Los combustibles fósiles siguen siendo la principal fuente primaria de energía el continente. Así mismo, el 46% de las emisiones de GEI totales de Latinoamérica corresponden al sector energético, y estas solo son superadas por las generadas por el cambio de uso de la tierra y la silvicultura.
Países en los que predominan las apuestas por energías «sucias»
Estos países en el continente mantienen enormes inversiones en proyectos energéticos basados en extractivismo, combustibles fósiles y expansión de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI):
Argentina: el yacimiento Vaca Muerta es la segunda reserva de gas no convencional más grande del mundo y la cuarta en petróleo. Se espera que tenga una vida útil hasta 2040. Desde 2013, Argentina ha invertido más de USD$ 10 billones en Vaca Muerta.
Brasil: Aunque tiene una matriz energética relativamente limpia (la energía proviene de hidroeléctricas, fotovoltaica y eólica), el plan energético del gobierno actual para 2030 busca frenar el crecimiento de este tipo de energías para introducir plantas de energía de Gas Natural Licuado (GNL). Este se importaría y, durante un tiempo, la única fuente identificada son las terminales estadounidense, en el Golfo de México.
Colombia: Desde 2018, el gobierno colombiano impulsa pilotos de fracking basando su decisión en que las reservas probadas de petróleo sólo alcanzarán para los próximos seis años. El país sigue apostándole a la construcción de termoeléctricas y por tanto a la extracción y uso de carbón.
México: El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) está aplicando una política energética agresiva a favor de los combustibles fósiles y una retórica nacionalista en la que favorece en su mayoría a las empresas estatales intensivas en carbono (en particular, NOC Pemex y la empresa de servicios públicos CFE). AMLO revisó la política energética anterior para recuperar el monopolio del petróleo en poder de Pemex. Su objetivo es reducir tanto las exportaciones como las importaciones para que México sea «autosuficiente». La piedra angular de este plan es la construcción de la enorme refinería Dos Bocas en el estado de Tabasco, cuya finalización se espera para 2023 y una vida útil de más de 20 años.
*Esta nota fue escrita con apoyos y datos de Transforma Global