Un estudio realizado por científicos de la Universidad British Columbia desarrolló una de las primeras investigaciones con respecto al consumo humano de microplásticos, el cual expuso que una persona promedio ingiere alrededor de 50.000 partículas de microplástico al año y respira un número similar.

Recordemos que los microplásticos son pequeñas partículas sintéticas que se crean principalmente por la desintegración de la basura plástica y se encuentran presentes en todos los ecosistemas. Pueden ser tóxicas, abrasivas y resultan ser difícilmente tratables en la filtración de las depuradoras debido a su pequeño tamaño, pues el tamaño de estas partículas es menor a 5 milímetros.  Por lo tanto, terminan varando en ríos, mares, océanos y ahora, en nuestro sistema digestivo y respiratorio.

En el análisis se utilizaron 402 puntos de datos de 26 estudios anteriormente realizados que miden las cantidades de este material en peces, mariscos, azúcar, sal, cerveza y agua y que representan más de 3.600 muestras procesadas.

Al evaluar aproximadamente el 15% de la ingesta calórica de los estadounidenses, se estimó que el consumo anual de este material varía de 39.000 a 52.000 partículas según la edad y del sexo. Sin embargo esta cifra aumenta entre 74.000 y 121.000 cuando se considera la inhalación.

Asimismo, para aquellos que se dedican a tomar agua embotellada, la cifra sigue aumentando pues con su consumo pueden agregar a su cuerpo hasta 90.000 partículas de plástico al año, en comparación a las 4.000 partículas de microplásticos para quienes solo consumen agua desde la llave.

A estos hallazgos se suman los resultados publicados recientemente por otro estudio encargado por WWF y realizado por la Universidad de Newcastle, Australia, que reveló que las personas consumen aproximadamente 2.000 piezas pequeñas de plástico cada semana, lo que equivale a ingerir aproximadamente cinco gramos semanales de plástico, que en peso equivale a una tarjeta de crédito.

En términos de salud, todavía se desconocen los efectos que se podría tener la ingesta de este material, por lo tanto, el riesgo de exposición para los seres humanos aún no está resuelto, pero según especifican los científicos, estos podrían liberar sustancias tóxicas. Además, algunas piezas son lo suficientemente pequeñas para penetrar en los tejidos humanos, las cuales podrían desencadenar reacciones inmunitarias.

Al respecto de las estimaciones, se asegura que las cifras están sujetas a grandes cantidades de variación, sin embargo –dadas las limitaciones metodológicas y de datos–, estos valores son probablemente subestimados.

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