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Las especies exóticas que entraron a Argentina por el capricho de los cotos de caza siguen dando graves problemas
Durante marzo, un hombre murió tras ser atacado por un jabalí en Mendoza. La noticia provocó furor a nivel nacional, lo que abrió el debate no sólo ante la regulación de la caza, sino que puso en agenda la problemática en torno a las especies exóticas invasoras que habitan en el país y las consecuencias que traen consigo. Más detalles en este artículo escrito por Emiliano Gullo desde Buenos Aires, Argentina.
Un jabalí macho brama detrás de unos arbustos. Lo rodean cuatro perros; responden a un hombre que lo mantiene cercado para rematarlo. El jabalí debe pesar casi 100 kilos, calcula el hombre. Lo que no sabe es que está herido de bala. Y va a defenderse. Primero va a matar a sus perros y al intentar escapar el hombre, lo embestirá con la desesperación del encerrado. La herida que le provocará en el brazo será fatal: morirá después de agonizar durante dos semanas en el hospital. El jabalí también morirá. El hecho sucedió en marzo de este año en el interior de la provincia de Mendoza. No fue el primer caso fatal y, probablemente, tampoco será el último.

Aunque los ataques de jabalíes son excepcionales y suelen ser reacciones defensivas, el impacto mediático puso en agenda la problemática en torno a esta especie exótica invasora que se reproduce con prisa y sin freno desde hace un siglo en Argentina. Junto con los ciervos axis, son dos especies que fueron introducidas por el capricho de estancieros a principios de siglo. Problemas de salud pública, daños en la biodiversidad y pérdidas millonarias en el sistema productivo hacen urgente tomar más medidas. La provincia de Buenos Aires acaba de aprobar una ley que habilita la caza plaguicida del jabalí. Para dar una respuesta integral a este problema, el gobierno provincial también dispuso la creación del comité de Gestión de la Caza Plaguicida para el Control del Jabalí europeo, integrado por autoridades provinciales, municipales y del sector productivo.

Ambas especies fueron introducidas a principios del Siglo 20 con el fin de armar cotos de caza para el divertimento de los latifundistas de Argentina, además de hacer negocios con invitaciones exclusivas para que vinieran a cazar inversionistas de Europa. La Primera Guerra Mundial puso fin al buen vivir, los europeos ricos dejaron de venir y el negocio de cazar en la pampa argentina se suspendió.
Muchos animales quedaron a la deriva, se escaparon de la estancia, que entonces pertenecía a la familia Roca, el general que protagonizó el genocidio de aborígenes durante la Conquista del Desierto. Y se perdieron en el infinito de La Pampa.

Hoy, ese lugar es parte de la Reserva Provincial Parque Luro. Diez años después llevaron algunos animales a una estancia en Neuquén, desde donde también escaparon y para mitad de siglo las piaras ya eran incontrolables.
Los primeros ejemplares llegaron a la Argentina en 1906, cuando fueron traídos para un coto de caza en la provincia de La Pampa llamado entonces San Huberto, en honor al santo protector de los cazadores.

Situación actual de los jabalíes y principales características expansivas
En 2025, los jabalíes ocupan la mitad de la superficie del país; invaden todos los ecosistemas y expanden constantemente su distribución; especialmente en los lugares más húmedos y con acceso cercano al agua dulce.
Hay una serie de factores que explican por qué es imparable la onda expansiva del jabalí que le hace mejor honor a la caricatura del demonio de tazmania que el verdadero animal de esa isla, un marsupial más parecido a un osito que a un demonio.

Se mueven en piaras que pueden llegar a estar conformadas por 70 u 80 ejemplares, todos con un peso que va de los 50 o 60 kilos en las hembras, y entre 80 y 100 kilos en los machos. Se reproducen dos veces al año y cada vez que lo hacen pueden llegar a tener más de siete crías. Además, la combinación entre velocidad de reproducción, organización, potencia física, y alimentación omnívora los convierten en una especie perfecta para la invasión.
No tienen depredadores naturales, más allá de el puma y el yaguareté, que a veces, y dependiendo de la zona, podría actuar como tales. En este caso, sin embargo, se genera una alteración en las interacciones tróficas.

Sebastián Ballari, científico del Conicet y especialista en especies invasoras, explica que: “En lugares donde el animal es muy abundante, los depredadores, como los pumas, pueden incorporar al jabalí como parte de su dieta y eso obviamente genera una alteración en las interacciones depredador-presa con especies nativas”.
El principal problema no son los esporádicos ataques a los humanos, aunque puedan tener desenlaces fatales, como el caso de Mendoza en marzo de este año o como el caso de La Pampa el año pasado, ocurrido a unos 200 kilómetros de la estancia San Huberto donde llegaron los primeros jabalíes. En esa ocasión, un hombre de unos 50 años intentó acorralar a un jabalí en el monte durante una cacería. El animal lo llevó por delante para escaparse y en la huida le cortó la arteria femoral a la altura de la pierna. Murió desangrado camino al hospital.

Salvo ejemplos en algunas islas de Estados Unidos como la Isla Santa Cruz, no se conocen casos de erradicación exitosa en el mundo. Como máximo, el horizonte utópico al que aspiran los especialistas es lograr una reducción considerable de la cantidad de animales y mantener un ecosistema equilibrado. También hubo un caso exitoso en Hawái pero, mucho más acá, hay uno que todavía funciona en el Parque Nacional Palmar, en Entre Ríos, creado para preservar la Palmera Yatay.
Los planes de erradicación, el “suelo hozado” y patógenos
Desde 2006, se desarrolla el Plan de Control de Mamíferos Exóticos Invasores, puntualmente con el jabalí y el ciervo axis, con los objetivos de reducir la superficie de suelo removido por estos animales y la mortalidad de la palmera Yatay, que en sus primeros años es un alimento habitual del jabalí; que además consume sus semillas.
Es que una de las conductas más nocivas para el ambiente de este animal es el trabajo que hace con el hocico para buscar comida. Remueve la tierra y come las raíces de cualquier planta. Es lo que los biólogos llaman el “suelo hozado”.

Fernanda Cuevas, científica del Conicet, estudió puntualmente las consecuencias del hozado en el suelo y el impacto en la vegetación. Uno de sus informes -publicado en un estudio elaborado junto a Ballari y otros referentes en especies exóticas invasoras- advierte que: “El hozado es uno de los comportamientos más distintivos del jabalí, mediante el cual remueve áreas extensas de suelo y de vegetación. Así genera áreas de suelo desnudo modificando las propiedades estructurales y funcionales del suelo que afectan a las comunidades de plantas e invertebrados, donde no se recuperó la vegetación aún luego de 11 años de estudio”.
Cuevas explica en, el mismo informe que -en voz de la doctora Fernanda Cuevas- que: “Los cambios generados por el jabalí, tanto en el suelo como en la vegetación, podrían exacerbar la degradación del suelo por erosión eólica, contribuyendo al proceso de desertificación en ecorregiones como la del monte de llanuras y mesetas”.

El programa ejecutado en el Palmar está basado en una caza no deportiva sino plaguicida regulada para su aplicación exclusivamente con esas especies y dentro de los 85 kilómetros cuadrados que abarca el parque. Los responsables del programa firmaron convenios con grupos de cazadores locales, que son los que llevan adelante el control dentro del parque. El acuerdo contempla que, a cambio, los cazadores se llevan la mitad de la carne que cazan y la otra mitad se reparte a comedores comunitarios de la zona, luego de los controles sanitarios.
Ballari, que realizó su tesis doctoral en el Palmar, explica que: “Esa experiencia tuvo un muy buen efecto sobre la población de jabalí, disminuyó considerablemente la población y hoy en día, el plan continúa y la población de jabalí aún permanece, pero se mantiene en densidades bastante bajas, lo que disminuyó mucho los impactos asociados a la especie”.

Sin embargo, no fue tan exitoso con la plaga de ciervos axis. A pesar de que se atraparon muchos animales, la población de axis creció. El científico señala que: “Hay varias hipótesis, entre ellas que la disminución de los jabalíes los haya beneficiado porque quizá tenían una competencia en el parque; otra puede ser el avance de las fronteras agrícolas; lo cierto es que no hay una causa concreta”.
Como el jabalí tiene una dieta omnívora, también se alimenta de pequeñas crías de ovejas y terneros. Pero además de actuar como depredador, el jabalí es portador de patógenos que transmiten diferentes bacterias, parásitos y virus a la ganadería como brucelosis, leptospirosis, toxoplasmosis, triquinosis, tuberculosis y hepatitis E. Algo similar sucede con los ciervos axis. Aunque luzcan más bellos y hagan recordar a un tierno bambi, estos animales pueden transmitir muchas de esas enfermedades.

Su presencia afecta actividades productivas, y ello genera pérdidas económicas considerables asociados a la mitigación de daños y al manejo de sus poblaciones. Además, la especie puede impactar en la salud pública, dado que es un importante reservorio y diseminador de patógenos.
En 2022, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible estimó pérdidas entre 900 y 1400 millones de dólares (1 millón de dólares) a raíz del problema del jabalí.

El ciervo axis es un animal que puede llegar a medir más de 140 cm de alto y pesar hasta cien kilos. Desde hace un tiempo comenzaron a circular videos que muestran manadas de cientos de ciervos atravesando campos de Entre Ríos y Corrientes, en el litoral argentino. Aunque puedan ser un espectáculo atractivo para los turistas, para los campesinos y los agricultores son más parecidos a una aplanadora cuando pasan por sus cultivos.