Las dunas, protectoras naturales de los ecosistemas costeros
Las dunas costeras son mucho más que montañas de arena en las que en más de una ocasión hemos jugado estando en la playa. Estas acumulaciones de arena, que pueden tener miles de años, cumplen un rol fundamental en la conservación de los ecosistemas playeros debido a sus diversos atributos ecológicos, así como son grandes protectoras de las costas frente a eventos extremos cada vez más frecuentes. Adicionalmente, las dunas costeras ofrecen un valor paisajístico inigualable gracias a sus hermosos relieves arenosos y representan un patrimonio cultural importante debido a la gran cantidad de restos arqueológicos que pueden encontrarse en dunas por toda la costa. A continuación te contamos más sobre estos fascinantes biogeopatrimonios.
Las dunas costeras son más que montones de arena que se acumulan en la parte alta de la playa y sobre las que alguna vez hemos caminado o incluso bajado en sandboard si su tamaño lo permite. Los ecosistemas dunares son de gran relevancia para la conservación y protección de las costas, pues tienen una gran cantidad de atributos ecológicos y servicios ecosistémicos.
Las dunas están compuestas de los mismos sedimentos que hay en las playas a las que pertenecen, que pueden ser arenas o granos de origen calcáreo, producto de la erosión de conchas de moluscos. Estas se forman gracias a que el viento es capaz de transportar estos sedimentos largas distancias logrando que se depositen y acumulen en un mismo lugar, dando forma a las dunas. Estas acumulaciones de arena pueden ser de un amplio rango de tamaños y edades, llegando a medir hasta cientos de metros y a tener una edad de hasta miles de años.
Cabe destacar que las dunas forman parte esencial de los ecosistemas costeros, generando una correlación con la playa y el resto de los sistemas, así lo señala el Dr. Patricio Winckler, académico de la Escuela de Ingeniería Civil Oceánica de la Universidad de Valparaíso: “Las dunas costeras se alimentan, en parte, por los sedimentos de las playas que son arrastrados por el viento que sopla desde la costa al interior y eventualmente intercambian sus sedimentos con las playas colindantes cuando los vientos se invierten, o cuando las lluvias fuertes desplazan por gravedad los granos a la playa, es decir, los campos dunares y las playas son sistemas vinculados”.
De igual modo, distinto a lo que pudiera pensarse de un país que posee 4.200 kilómetros de costa lineal, las dunas son un bien sumamente escaso en Chile, ya que apenas un 5% de las costas chilenas corresponde a playa y dunas, mientras que el resto se compone principalmente de rocas, según indica el Instituto de Geografía de la Universidad Católica de Chile. “Según un estudio que realizamos en 2019, en Chile hay solo 256 campos dunares costeros”, añade Winckler.
Debido a las características del sedimento que forma las dunas, granitos de arena ligeros y susceptibles al viento, estas se mantienen en constante movimiento, pudiendo ser muy activas e ir cambiando con el tiempo. No obstante, las dunas también pueden ser estables gracias a capas vegetales que impiden el desplazamiento de la arena. A estas formaciones dunares se les llama dunas inactivas.
“Las dunas pueden ser muy móviles, si es que existe mucho viento y mucha arena, o bastante estables, si hay poco viento y harta vegetación. Las dunas costeras generalmente no son solamente arena, sino que también tienen vegetación, y se forman donde hay mucha humedad. La duna para formarse necesita acumularse, y en ese sentido, la vegetación la ayuda a proteger la arena del viento y la mantiene inmóvil. Es por eso que la duna necesita vegetación para formarse en las costas, así como la vegetación necesita la arena para desarrollarse. A eso le llamamos biogeomorfología, que quiere decir que existe una cooperación entre la vida, en este caso la planta, y la forma (la arena) para conformar un ecosistema en particular”, señala Hermann Manríquez Tirado, Doctor en Gestión Ambiental, Paisaje y Geografía y director del Laboratorio de Geografía Física del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).
De igual modo, el Dr. Manríquez añade: “Esa es una primera diferenciación de lo que llamamos dunas continentales o interiores, las dunas del Sahara por ejemplo o de los grandes desiertos, que se forman a expensas de viento y de arena que ha quedado de procesos geológicos muy antiguos. Son lo que llamamos dunas libres, sin vegetación.”
Vegetación y fauna en tierra inhóspita
En los sistemas dunares se desarrolla una vegetación muy particular y verdaderamente pionera, ya que las plantas deben ser capaces de crecer en un ambiente que podría llamarse muy inhóspito. En efecto, el sustrato de arena de las dunas es salino, inestable, con escasa disponibilidad de agua y nutrientes, y en verano, suele calentarse en forma excesiva. Eso sin considerar el viento abrasivo lleno de arena que impide el correcto desarrollo de una planta. Para hacer frente a estas adversidades, las plantas que colonizan las dunas tienen una gran capacidad de fijar nitrógeno en el suelo, poseen bajos niveles de transpiración y raíces profundas que fijan la arena y evitan su desplazamiento.
“Por ejemplo, nosotros en las dunas de Concón, un campo dunar chiquitito que está totalmente rodeado de construcciones, encontramos 252 especies de plantas vasculares, y más de 76 vertebrados terrestres, de los cuales un 15% son especies amenazadas, lo que ya te da cuenta de la cantidad de especies que viven en las dunas y las usan de refugio, generando todo un hábitat para la biodiversidad súper importante», recalca Juan Luis Celis, ingeniero agrónomo e investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).
Los sistemas dunares costeros, además, gracias a la presencia de vegetación, representan el hogar de diversas especies de fauna como reptiles, aves, insectos y arañas, entre las que destacan especies endémicas y algunas otras consideradas prioritarias de conservación. “Tienen una función de refugio. Por ejemplo, sirve de hábitat para aves que anidan en las dunas como el pilpilén, pero también es un refugio para descanso de aves migratorias. Asimismo, varios de los reptiles de la zona costera habitan en las dunas y los matorrales dunares donde encuentran alimento, principalmente insectos, y refugio de las zonas más calurosas. Vale decir que las dunas, cuando tienen vegetación, tienen oscilaciones térmicas menores. Entonces los reptiles, que son de sangre fría, pueden refugiarse tanto del frío extremo como el calor extremo“, indica Diego Urrejola, director ejecutivo de Fundación Cosmos, la cual se encarga de la conservación del Parque Humedal Río Maipo con la Municipalidad de Santo Domingo.
Las dunas como protectoras de la costa, de las comunidades y del patrimonio
A pesar de que no se hable tanto de ellas y no se les preste tanta atención como de las mismas playas, las dunas tienen funciones fundamentales para las áreas costeras, donde la primordial es su capacidad de protección frente a eventos extremos de oleaje.
Las dunas actúan como un biombo natural entre el mar y las zonas interiores, frenando o aminorando el avance del oleaje y evitando posibles inundaciones costeras. Son infraestructura verde que protege no solo a las comunidades aledañas al sistema dunar, sino que también a los otros sistemas costeros a los que se encuentra íntimamente ligado.
Así lo indica Diego Urrejola: “Es interesante, también, lo que ocurre cuando las dunas están acompañadas de humedales porque ¿Qué pasa cuando las dunas desaparecen?, Que el humedal queda expuesto y muy vulnerable a las marejadas. Ya que cuando entra el agua salada a un lugar que es de agua salobre, cambia todo el ecosistema. En ese sentido, las dunas también son una barrera y una infraestructura verde para proteger otros ecosistemas que lo acompañan, no sólo a las comunidades».
Las dunas, también, funcionan como reservas de sedimento para proveer de arena a las playas y permitir que se recuperen después de eventos erosivos. Al modificarse o destruirse, por ende, las playas se quedan sin reservas de arena y, por lo tanto, más expuestas a su deterioro.
Otras de las funciones que cumplen estos sistemas es la recarga y protección de acuíferos y napas subterráneas, ya que permiten la infiltración del agua y actúan como atenuantes contra la intrusión de agua salada. Esto, al mismo tiempo, permite sustentar la biodiversidad que crece al interior de la duna. “Cuando hay arena la velocidad de infiltración es mayor que la velocidad de escurrimiento, entonces el agua cae y no escurre, sino que se infiltra, entonces son lugares donde es muy factible encontrar acuíferos subterráneos, pero tú los encuentras en lugares donde el espesor de la cubierta arenosa es menor” añade el Dr. Manríquez.
Cabe señalar, igualmente, que la protección y servicios ecosistémicos que ofrecen las dunas se ve tremendamente afectada por la disminución de la vegetación. “El pisoteo, los vehículos de doble tracción, las motos, las extracciones, va haciendo que la vegetación se pierda, empiece a actuar el viento, y la duna tome una forma irregular. Al ser irregular se arman pasillos que disminuyen el efecto de protección que una duna podría tener para las comunidades que se encuentren tras ella”, asegura el académico.
Por otro lado, cabe destacar que las dunas costeras representan sitios arqueológicos de alto valor cultural debido a la gran cantidad de restos y osamentas que pueden encontrarse de distintas comunidades que habitaron el territorio. Las dunas, en ese sentido, son un reservorio de cultura y patrimonio, así destaca Juan Luis Celis: “Muchas dunas se asocian a patrimonio arqueológico y cultural. Muchos asentamientos originarios se asociaban a ecosistemas dunares y por eso uno encuentra cacharros, osamentas, puntas de flechas, conchales y otros elementos arqueológicos que al final es un patrimonio cultural muy importante que está ahí perdiéndose.”
Por último, las dunas tienen un alto valor paisajístico, un monumento natural que se suma a la belleza de los litorales.
Debido a la gran cantidad de valores que confluyen en las dunas, estas llegan a ser más que un monumento natural, son un biogeopatrimonio. “Hoy en día consideramos que las dunas tienen dos tipos de valores, los valores ambientales y los valores patrimoniales, y ambos se juntan para constituir lo que llamamos un biogeopatrimonio, que es un concepto nuevo que no considera solo los valores biológicos, sino que incluye los valores geomorfológicos, geológicos y arqueológicos insertos en las dunas, que son elementos bien particulares y únicos que también hay que considerar y proteger”, agrega Manríquez.
La amenaza antrópica y la expansión inmobiliaria
Es importante señalar que, gracias a su naturaleza dinámica, las dunas son un sistema bastante resilente al cambio. Sin embargo, cualquier alteración o interacción en las dunas puede producir daños que signifiquen la afectación de la biodiversidad y la pérdida de los servicios ecosistémicos que éstas ofrecen.
Son importantes y escasas, pero están expuestas constantemente a una serie de amenazas antrópicas, sobretodo la expansión inmobiliaria, que constantemente muestra interés en construir lo más cerca posible del mar. Asimismo, se ven afectadas por la extracción de áridos para la construcción, la industria minera, el tránsito de vehículos motorizados y el turismo irresponsable.
En ese sentido, la expansión urbana y la infraestructura gris desarrollada sin adecuadas consideraciones ambientales, sumado al factor antrópico ligado al turismo y el entretenimiento, modifican considerablemente las dinámicas geomorfológicas de las costas, las cuales tienen equilibrios sensibles y una compleja historia evolutiva.
Todos estos cambios son observables en el sector costero de Reñaca y Concón, donde las dunas han perdido espacio en favor de un desarrollo urbano que está significando la progresiva disminución de un ecosistema de gran importancia local.
“El problema que tienen básicamente las dunas es que mucha gente las ve como zonas inertes y no son valoradas, entonces se ven amenazas por cambios de uso de suelos, la presión inmobiliaria, o se les usa como zona de extracción de áridos. En ese sentido, Concón es el ejemplo más gráfico, donde la duna se ha reducido mucho por la construcción de edificios. También hay presión de turismo desregulado ya que la gente va en grandes cantidades a tirarse en tabla, botan basura y caminan por cualquier lado, y las dunas más grandes, así mismo, tienen el problema de los jeeperos y motociclistas, entonces tiene una serie de amenazas”, concluye Juan Luis Celis.