La oveja merino es una de las razas más antiguas del planeta y su lana, una de las más cotizadas. ¿La razón? La calidad de la lana se mide en una unidad llamada micrones que establece su suavidad y fineza, y mientras las lanas más gruesas fluctúan entre 30 y 35 micrones, las inferiores a 26 no generan picazón ni alergias. La lana merino en tanto, se encuentra alrededor de los 19 micrones –y en ocasiones menos–, liderando el mercado como las más suaves, finas y blancas.

Estas características otorgan a la lana merino una serie de beneficios por sobre otras telas y , sobre todo en el último tiempo, las marcas de deportes outdoor han fijado la mirada en ellos. Calcetines, primeras y segundas capas e incluso gorros de lana merino se han vuelto cada vez más comunes y una vez que se conocen sus atributos, queda en evidencia el por qué.

Dentro de sus principales particularidades destacan sus propiedades térmicas, ya que este material permite mantener una temperatura corporal constante y adaptarse a los cambios en el ambiente. En climas cálidos por ejemplo, absorbe la humedad del cuerpo para liberarla en el ambiente y en climas fríos, atrapa el calor corporal y mantiene el frío aislado. “La gracia de una fibra merino es que puede absorber hasta un 30% de su propio peso en humedad y aún así se siente seca, mientras que la mayoría de los sintéticos se sienten húmedos después de absorber poco más del 7%”, dice al respecto Pelayo Herrera, director ejecutivo de Límite Sur, quien comercializa productos de lana merino provenientes de Noruega, Australia y Nueva Zelanda.

Por otro lado, retrasa o elimina la aparición de malos olores, tiene propiedades anti bacteriales, es suave al tacto, protege de los rayos UV y al trabajarse con tanta fibra, consigue una flexibilidad y resistencia muy altas. “En general es un material más eficiente y cómodo que el sintético”, agrega Herrera.

©Bernard Spragg
©Bernard Spragg

Todas estas características han llevado a que la lana merino se convierta cada vez más en uno de los materiales por excelencia dentro de la industria textil dedicada a los deportes al aire libre donde, por lo general, se pasan varias horas e incluso días en terrenos húmedos o muy calurosos donde la humedad, la radiación y el sudor suelen ser un problema y el lavado no es necesariamente una opción accesible para quitar el mal olor. A esto se suma que la lana merino, además de ser un material muy tradicional, es un material 100% natural que se ajusta a las tendencias actuales de consumo sustentable.

“Es tremendamente eficiente, cómoda y funcional y se alinea con valores de sustentabilidad ambiental a los que un amante de la naturaleza debería adherir por coherencia. La lana es un material natural, renovable y biodegradable que no necesita provocar la muerte ni el sufrimiento animal para ser producido”, agrega Pelayo quien en Limite Sur, comercializa productos de la marca noruega Aclima, reconocidos por la calidad de sus prendas, quienes se adhieren a prácticas sustentables y de bienestar animal trabajando con proveedores que no aplican la ampliamente criticada técnica llamada mulesing para obtener la lana.  

¿De dónde viene y cómo se produce?

Si bien el origen de la oveja merino es España,  no fue hasta que fueron introducidas en Australia en 1797 que la lana alcanzó su nivel más fino y por ende, lujoso. Esto gracias a la cruza selectiva realizada por los granjeros australianos entre las ovejas con mejor calidad de lana.

Desde entonces la lana merino australiana se ha posicionado como un actor importante en el mundo de la moda internacional estando presente desde prendas sencillas hasta piezas deportivas y de alta costura. Aunque otros países como Estados Unidos, Nueva Zelanda e incluso Chile, también se han dedicado a la cría de esta raza ovina. De hecho, en nuestro país, el rebaño más grande de esta especie cuenta con más de 25.000 cabezas y se encuentra en la Región de O’Higgins.

El proceso para producir la lana merino que finalmente será comercializada es sencillo: primero se realiza la esquila por medio de esquiladores expertos, el vellón extraído es clasificado a mano y luego se lava la lana delicadamente. En este proceso se elimina la lanolina, una grasa natural que representa cerca del 30% del peso de la lana.   Ésta más tarde es secada para pasar el proceso de hilatura, donde las hebras se retuercen a alta velocidad para formar un hilo con elasticidad y resistencia para soportar las modernas máquinas de tejer.

 

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