El derecho a la participación ciudadana es una de las maneras en que la democracia se representa a si misma en nuestro diario vivir. La participación política, que desde antaño estuvo marcada por el voto y la afiliación a partidos políticos, hoy se alza como un derecho a ser parte de la gestión pública del Estado, y con ello, en un reconocimiento a la importancia del ciudadano en la construcción de políticas públicas.

En materia ambiental, la participación se vive de manera intensa. Desde ya, es una de las dimensiones de la Justicia Ambiental y es, además, uno de los principios en que se basa el derecho ambiental. La normativa, tanto nacional como internacional, releva un importante rol a que las personas participen en la toma de decisiones en esta materia y declara que el mejor funcionamiento del sistema depende de una ciudadanía activa. La pregunta evidente es: ¿Por qué es tan relevante nuestra participación en medio ambiente? Nuestro rol es fundamental por varias razones, pero destacaremos dos de ellas.

Primero, el ciudadano pone intereses, opiniones y conocimiento sobre la mesa del tomador de decisiones, que sin su injerencia difícilmente serían considerados, y lo anterior se traduce en mejores y más completas decisiones. El conocimiento que podemos aportar en la construcción de un proyecto puede ser tan cotidiano como señalar que la construcción de un proyecto va a cerrar una calle y que ello no fue considerado en la evaluación, o puede ser tan específico como la del científico que entrega antecedentes de su ciencia en el proceso de creación de una norma de calidad ambiental. Algo como lo primero significó que, en su minuto, el Tribunal Ambiental de Santiago revocara el permiso del proyecto Rancagua Express, y algo como lo segundo fue la base para que la Corte Suprema ordenara la revisión de la nueva norma de Material Particulado 10, de manera que ella protegiera mejor la salud de la población.

Segundo, la mera observación del ciudadano de un proceso genera un control irremplazable en la toma de decisión. Este control, no solo se traduce en mejores índices de transparencia, sino que también asegura un mejor uso del poder estatal (y privado) por la simple presión que recae sobre una autoridad observada versus una no observada.

Es por ello, que participar siempre será una actividad importante, independiente de la efectiva consideración que la autoridad tenga de las observaciones. Lo anterior, a propósito de la discusión siempre abierta sobre el nivel de incidencia que los procesos de participación ciudadana tienen o debieran tener, debate en que habitualmente se critica el que Chile haya optado por un modelo participativo principalmente consultivo y no vinculante. Si bien podemos avanzar hacia la construcción de una política participativa más fuerte, hoy el ordenamiento ambiental nos da herramientas claras para ser parte de los procesos y exigir, al menos, una respuesta debida. Esa es una cuota de poder que, en el actual escenario, no podemos darnos el lujo de dejar de utilizar.

¿Cómo participar?

Si te gustaría participar en los procesos de creación de una norma de calidad ambiental, en este enlace podrás encontrar más información. Para revisar el listado de proyectos abiertos o con posibilidad de abrirse a la participación ciudadana, puedes hacer click aquí. Para  formar parte de la participación ciudadana en instrumentos de gestión del Ministerio de Medio Ambiente, puedes ingresar aquí. Información sobre procedimientos judiciales ante Tribunales Ambientales, aquí.

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