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La huerta en tiempos de Covid-19: un espacio clave de transformación social y seguridad alimentaria
Para nadie es un misterio que la pandemia ha generado una gran incertidumbre económica a nivel mundial. De hecho, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), ha estimado que a raíz del Covid-19 la pobreza en la región alcanzaría a un 34,7% de la población, afectando alrededor de 215 millones de personas. Los efectos podrán verse en la falta de recursos básicos, tales como comida, hogar y abrigo. En este contexto, la creación de una huerta comunitaria se convierte en una excelente herramienta de transformación social, ya que puede asegurar la alimentación saludable de una familia o comunidad, a la vez que construye lazos de confianza y cuidado entre personas de manera sustentable. La Fundación Huertas Comunitarias ha advertido este escenario, y viene trabajando en esta línea desde hace un par de años con un objetivo claro: desarrollar huertas agroecológicas que ayuden a mejorar la calidad de vida de las personas en contextos de mayor vulnerabilidad socioambiental, generando espacios comunitarios que permanezcan en el tiempo. ¿Quieres saber más? Te contamos todos los detalles en la siguiente nota.
Las huertas han sido trabajadas por el ser humano desde hace miles de años. Desde que se logró domesticar la agricultura, cambió la relación con la tierra y pasamos de ser recolectores nómades, a instalarnos en un lugar para vivir, cosechando alimentos y asegurando la supervivencia de las familias y comunidades – sin duda, una de las transformaciones más importantes de nuestra historia-. Hoy, a pesar de que el contexto ha cambiado bastante, las huertas siguen siendo un espacio sagrado para pueblos indígenas y comunidades tanto urbanas como rurales. Un lugar de creación, de transformación, de cuidado, donde miles de familias trabajan sus huertas para alimentarse. Cada día hay más personas en las ciudades interesadas en construir su propia huerta, sea en una casa o en un departamento, como alternativa de alimentación sostenible y saludable.
Fundación Huertas comunitarias: un sueño que nace en África
Huertas Comunitarias es un proyecto que nació en el año 2015 cuando Darío Mujica y Nicolás Vial emprenden un viaje al corazón de África Occidental, en la localidad rural de Sichili, Zambia, con el objetivo de construir una huerta comunitaria.
Según recuerda Darío, agrónomo y actual director de Huertas Comunitarias: “cuando comenzamos a trabajar con la comunidad en Sichili nos dimos cuenta que había muy poca diversidad de alimentos y muchos problemas de nutrición. Además los suelos eran muy pobres y costaba mucho conseguir agua. Comenzamos a establecer confianza con la comunidad, a comprender más o menos su idioma. Luego, fuimos comprometiendo a las personas en este proyecto, día a día trabajábamos la tierra, y compartíamos en este espacio. Personas de todas las edades y de diferentes aldeas llegaban a visitar la huerta para aprender. A medida que fueron pasando los meses, la huerta fue creciendo y transformándose en un lugar sagrado, de esparcimiento y de convivencia comunitaria. Pasamos de ver un terreno plano y seco a un espacio lleno de color y de alimentos. Hoy, ya han pasado más de 4 años y la huerta sigue viva, cuidada por la comunidad”.
Motivados por esta gran experiencia, ambos jóvenes deciden replicar este proyecto en Chile. Es por esto que crean la Fundación Huertas Comunitarias, que hoy cuenta con un equipo multidisciplinario de alrededor de 30 personas, la mayoría voluntarios/as y con más de 15 proyectos en diferentes comunas de la región Metropolitana. Han trabajado con juntas de vecinos, colegios, centros de rehabilitación, centros de mujeres y centros penitenciarios.
“En Chile existe una pobreza multidimensional y una injusticia social que hacen que la calidad de vida de los habitantes no sea la óptima. Es por esto que con nuestros proyectos nos interesa fortalecer la convivencia comunal, inculcar valores y trabajar la autoestima y la autosuperación. La huerta es un espacio de vida sana que no segrega y en donde se genera consciencia sobre el cuidado del medio ambiente, de la importancia de una buena alimentación, colaborando además, con los presupuestos familiares”, agrega Nicolás Vial, director de Huertas Comunitarias.
La huerta: espacio clave para el desarrollo sostenible
Una huerta es un espacio vivo y dinámico, donde interactúan diversas especies. Un espacio que beneficia a la comunidad con alimentos frescos y nutritivos, y al mismo tiempo, contribuye al mejoramiento del medio ambiente, la protección del suelo contra la erosión y de la biodiversidad local. La creación de huertas urbanas además potencia la acción de la comunidad, empoderando a las personas, desarrollando una mejor calidad de vida. Promoviendo el tejido social basado en la sostenibilidad ambiental y un consumo responsable de vegetales.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la agroecología es la ciencia que consiste en aplicar conceptos ecológicos para gestionar interacciones entre plantas, animales, seres humanos y medio ambiente en pos de la seguridad alimentaria y la nutrición. En esta práctica milenaria, se mezclan conocimientos ancestrales con técnicas innovadoras que contribuyen a desarrollar una agricultura más sostenible. Además, la agroecología desempeña un función importantísima frente al cambio climático, como solución local a la falta de alimentos y entregando una alternativa de desarrollo económico sostenible a familias y comunidades.
Clara Mujica, socióloga y coordinadora general de la fundación, señala que a raíz del Covid-19 han debido rápidamente adaptarse a este nuevo contexto de crisis. “Hemos visto más que nunca la necesidad de asegurar el alimento a las familias más vulnerables de nuestro país. Estamos aprovechando este tiempo de cuarentena, para ofrecer servicios y productos que motiven a las personas a crear sus huertas, entendiendo la importancia y beneficios de cultivar los propios alimentos, y generar consciencia en torno a: de dónde vienen, quiénes los producen, de qué manera y cómo nos alimentamos. Sumado a ello, beneficios e impactos a nivel personal, local y global”, agregó Mujica.
Además, Huertas Comunitarias está trabajando en la implementación de Invernaderos de Emergencia, que puedan brindar alimentos a muchas familias vulnerables. En momentos de crisis, las huertas son una herramienta de resiliencia, que permiten fomentar la soberanía alimentaria y fortalecer a las comunidades.
“El proyecto busca construir un espacio para que las familias puedan salir de esta emergencia y tener asegurada su alimentación de aquí a un futuro. Nuestro equipo de profesionales capacitará a diversas comunidades en las próximas semanas con técnicas para la construcción de sus huertos. La iniciativa se encuentra en desarrollo, pero hacemos el llamado a empresas, instituciones de todo tipo o incluso personas naturales que quieran colaborar, son todos bienvenidos”, explicó Mujica.
¿Cómo colaborar?
La Fundación Huertas Comunitarias se financia a partir de aportes públicos y privados para llevar a cabo sus programas. Con ese dinero, se van gestionando nuevos proyectos para llegar a más comunidades. Además, realiza venta de almácigos y huertas a domicilio. Además, trabajan con la colaboración de voluntarios/as de diferentes disciplinas tales como agronomía, sociología, administración, comunicaciones, etc. Para tener más información sobre su trabajo y cómo colaborar, puedes visitar su página web o seguirlos en sus redes sociales.