Para aportar información científica sobre las sequías proyectadas para el sur de Chile, un grupo de investigadores publicó recientemente un estudio en la revista Scientific Reports que analizó los registros hidrológicos y climáticos desde la cuenca del Río Petrohué hasta el Río Cisnes. Concretamente, el objetivo fue analizar tendencias climáticas históricas y su impacto sobre los eventos de sequías.

A partir de la información recopilada se utilizó la cuenca del río Puelo como unidad de modelación hidrológica para evaluar que podría ocurrir en las próximas décadas. Los resultados indican una importante reducción de caudales hacia futuro, especialmente evidentes en verano y otoño, con cambios ya perceptibles por las comunidades costeras de la Patagonia norte.

“En base a experiencias previas registradas en la cuenca del río Puelo y en el fiordo de Reloncaví nos interesamos en proyectar el comportamiento de los futuros eventos extremos, principalmente sequías como las observadas durante el verano del año 2016. En ese periodo no sólo el río Puelo se mostró diferente, sino que también el sistema costero evidenció un comportamiento totalmente anómalo, registrándose un gran florecimiento algal nocivo”, afirma el Dr. (c) Rodrigo Aguayo, quien participó del estudio.

Valle de Puelo ©Andrés Amengual
Valle de Puelo ©Andrés Amengual

En palabras de otro de los científicos participantes, el Dr. Jorge León Muñoz: “Esta investigación viene a confirmar el rol centinela del río Puelo respecto a los impactos del cambio climático. Lo que le ocurre al río Puelo también aplica a los ríos de la Patagonia Norte”.

El estudio determinó que durante las próximas cinco décadas los eventos de sequías extrema podrían aumentar su intensidad y duración, y su frecuencia podría triplicarse.

Los resultados alcanzados se basaron en la utilización de dos generaciones de modelos climáticos (CMIP5 Y CMIP6) que predicen qué podría ocurrir en el futuro. “Encontramos que la nueva generación de modelos climáticos (CMIP6), producen resultados aún más desalentadores que las proyecciones que utilizábamos en estudios anteriores (CMIP5). “Habrá mayores temperaturas de las que ya habíamos pronosticado, menores precipitaciones y por consecuencia, las sequías serían aún de mayor duración y de mayor intensidad”, explica el Dr. (c) Rodrigo Aguayo. Un importante aporte para saber qué podría ocurrir en un escenario a futuro: “Es muy relevante contar con predicciones locales. Si se tienen mejores estimaciones de las futuras sequías, se pueden proponer planes de conservación locales para enfrentar estos eventos con mejor preparación”, enfatiza el Dr. (c) Rodrigo Aguayo frente a la relevancia del estudio.

Valle de Puelo ©Andrés Amengual
Valle de Puelo ©Andrés Amengual

Sobre la importancia del estudio publicado, José Claro, director de la ONG Puelo Patagonia destacó que “contar con datos científicos y actualizados sobre el valor de los ríos australes es esencial para poder avanzar en programas de conservación que ayuden a las comunidades ribereñas a seguir desarrollando sus actividades de subsistencia, además de aportar en la preservación de ecosistemas que son claves, como el río Puelo, y que hoy están fuertemente amenazados”

En Chile, gran parte de los estudios hidrológicos se desarrolla en ríos del norte y centro, existiendo menos información en la zona sur del país. Sin embargo, “Las cuencas de los ríos mejor conservados se encuentran en la Patagonia. Ellos son nuestro mejor resguardo ante los futuros escenarios de cambio climático. Al respecto el sistema conformado por la cuenca del río Puelo y el fiordo Reloncaví es un sitio que acostumbra a entregarnos respuestas a preguntas científicas complejas. En otras palabras, es un laboratorio natural que nos ayuda a entender las implicancias regionales del cambio climático, por lo cual es urgente protegerlo y aumentar los esfuerzos de investigación que en ellos se desarrolla”, finaliza el Dr. Jorge León.

Valle de Puelo ©Andrés Amengual
Valle de Puelo ©Andrés Amengual

*Los investigadores a cargo de la investigación fueron Rodrigo Aguayo, de la Universidad de Concepción (UdeC); Jorge León Muñoz, de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC) y el Centro Interdisciplinario para Investigación Acuícola (INCAR); Aldo Montecinos, de la Universidad de Concepción (UdeC) y el Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y Minería (CRHIAM); y René Garreaud, de la Universidad de Chile (UCH) y el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2).

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