Insectos y arácnidos: un patrimonio biológico de las zonas áridas que se encuentra en riesgo
Son especies que habitan este planeta desde mucho antes que nosotros, presenciaron toda la historia de nuestra costa, los desiertos, la formación de islas y cordilleras, sin embargo, la actividad humana en cosa de días puede hacerlas desaparecer. Los artrópodos que habitan los climas áridos y semiáridos de nuestro país nos pueden dar muchas respuestas acerca de nuestra permanencia en este planeta, por lo que proteger sus hábitats y combatir sus amenazas se ha vuelto algo urgente.
Los artrópodos son animales invertebrados caracterizados por tener un exoesqueleto (esqueleto externo) y patas articuladas. Algunas de sus especies más conocidas -por sus nombres comunes- son las arañas, los ciempiés, las mariposas, los coleópteros, los escorpiones y en el mar, los crustáceos. Son el grupo más numeroso y diverso del reino animal, de hecho el 80% de todas las especies animales conocidas pertenecen a él.
En Chile habitan por todo el territorio, algunos en lugares inhóspitos con temperaturas bajo cero o en medio del desierto. Es allí donde existe una fauna durmiente bajo tierra, que se coordina para despertar junto a las flores y vegetación que aparece con las lluvias.
El investigador de la Universidad de La Serena y entomólogo, Jaime Pizarro-Araya, explica cómo sobreviven estas especies en uno de los climas más áridos del mundo: entran en un proceso llamado Diapausa. Algunas especies de artrópodos cuando son adultos tienen la capacidad fisiológica para detectar variaciones en el clima y elevan al máximo su capacidad reproductiva. Dejan muchos huevos, y estos cuando están en un temprano estado de desarrollo, sean ninfas o larvas, ponen en pausa su crecimiento hasta que se den las condiciones necesarias para continuarlo. “Son las temperaturas y las lluvias las que activan de nuevo su proceso de desarrollo para completar su ciclo biológico”, explica el entomólogo.
Este mecanismo permite que exista una gran diversidad de especies adaptadas a los ambientes de desierto y explica cómo sobreviven a climas tan secos, aunque es posible que la mega sequía que afecta actualmente al país pueda perjudicarles, aún no se sabe con certeza qué ocurrirá si disminuyen radicalmente las precipitaciones. “En general los artrópodos son bioindicadores, nos dan información de los ambientes porque son muy susceptibles a la contaminación atmosférica, lumínica y modificaciones del sistema”, agrega Pizarro-Araya. Sin embargo, la mayor amenaza de estas especies puede no ser la sequía directamente, sino la intervención humana en los ecosistemas, mega proyectos mineros, la erosión del suelo, los basurales, el uso de pesticidas, la introducción de especies exóticas, entre otras prácticas que ponen el peligro la biodiversidad.
Pizarro-Araya destaca que, a través de las investigaciones que han realizado en el laboratorio de Entomología Ecológica de la Universidad de La Serena (LEULS), en conjunto con otros instituciones, han podido obtener información respecto a registros históricos muy antiguos que datan de los años 1800 sobre las sequías. “Se documentaron periodos de sequía de 100 años, nosotros hemos visto que los artrópodos pueden pasar sin problema 15 a 20 años en Diapausa, de no haber sido por esto, se habrían extinguido localmente, sin embargo no fue así, son especies totalmente adaptadas a períodos de sequía extensos”, comenta el investigador, y señala que habría que ver los próximos años cómo se adaptan a los cambios en el clima.
La importancia de estudiar y conservar artrópodos
La zona árida y semiárida del país se caracteriza por ser la más endémica. Particularmente entre Paposo (Región de Antofagasta) y Los Vilos (Región de Coquimbo), se encuentran la mayor cantidad de especies tanto vegetales como animales, que solo existen en esa zona y clima particular, que es muy propenso a generar microambientes. Pizarro-Araya comenta que se han documentado especies de artrópodos que solo habitan en un territorio de 200 hectáreas, asociadas, por ejemplo, a un tipo de sustrato, lo cual las vuelve sumamente vulnerables a cualquier alteración en sus hábitat.
El aracnólogo de la División de Aracnología, del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia (MACN), Buenos Aires, Argentina, Andrés Ojanguren-Affilastro, quien trabaja en conjunto al Laboratorio de Entomología Ecológica de la Universidad de la Serena, explica la importancia de estudiar las especies que habitan ambientes prístinos para conocer las variaciones y cambios de estos ecosistemas, y así poder protegerlos.
Da el ejemplo de una especie endémica de escorpión que habita en una franja de 450 kilómetros, en el sector dunas del desierto costero, entre la Tercera y la Cuarta Región, el Brachistosternus cepedai, o escorpión de Cepeda, el primer escorpión de Chile y el Cono Sur en estado de conservación. Esta especie hiper especializada depende de la integridad de su hábitat para poder sobrevivir y su desaparición podría generar problemas para toda la cadena trófica asociada a él, incluyendo los humanos. “Puede afectar el equilibrio respecto a las demás especies. Es un marcador que indica que al perderse, se pierde un montón de biodiversidad asociada. Los escorpiones al tener poquitas especies y están tan relacionadas al medio donde habitan, es mucho más fácil estudiarlos y usarlos como bioindicador”, comenta Ojanguren-Affilastro.
La importancia de proteger a especies endémicas como esta no solo radica en el valor patrimonial y biológico de nuestro país, sino también porque de ellas depende una cadena de vida de la cual nosotros como humanos también subsistimos. Los artrópodos prestan diversos servicios ecosistémicos, gran parte del desarrollo de la vegetación depende de la polinización, también se encargan reciclar nutrientes y degradar organismos para que reingresen al sistema. “Sin polinizadores se cae toda la productividad primaria, además son indicadores de la calidad de los ecosistemas”, destaca Pizarro-Araya.
Un equilibrio difícil de mantener: especies endémicas que se convierten en “plagas”
El entomólogo del Laboratorio de Entomología Ecológica, de la Universidad de La Serena, Fermín M. Alfaro, destaca el rol de los artrópodos en la salud de los ecosistemas, por su papel dentro de la cadena trófica, además, muchos de ellos actúan como agentes de control de plagas y son grandes aliados para la agricultura.
Sin embargo, las alteraciones en su hábitat han sido a tan nivel que algunas de estas especies endémicas se han convertido en plagas, como es el caso de la langosta de Combarbalá, Elasmoderus wagenknechtii, una especie endémica del norte de Chile que ha tenido grandes explosiones demográficas producto de las alteraciones en el clima de la zona. “Nosotros mismos estamos haciendo que especies nativas pasen a ser especies plagas”, dice el investigador, y agrega: “Hay muchas interacciones depredador/ presa que estás modificando al intervenir sin estas consideraciones y esto trae consecuencias para el balance como promover la aparición de plagas”.
En una investigación realizada en 2006, por el equipo del Laboratorio de Entomología Ecológica, determinaron cómo la sequía extrema seguida de eventos lluviosos, brindaron condiciones ideales para que las ninfas de la langosta de Combarbalá que se encontraban en Diapausa, comenzarán a desarrollarse, lo cual trajo una gran proliferación de esta especie que perjudicó a la agricultura local.
Esta actividad junto a la falta de manejo del ganado caprino y ganado equino, la extracción de vegetación nativa son los mayores peligros para mantener el equilibrio con los artrópodos. Alfaro explica cómo por ejemplo, los monocultivos, que son sistemas homogéneos propiciaron que esta proliferación fuese muy difícil de controlar.
Por ello el laboratorio de Entomología Ecológica trabaja en conjunto con la Escuela de Agronomía de la Universidad de La Serena, para potenciar el desarrollo de proyectos combinados o agroecológicos que ofrezcan un sistema más balanceado y también, más amigable a la coexistencia entre humanos y artrópodos.