Una reciente investigación de paleontólogos chilenos dio a conocer el registro más austral de un grupo de tortugas de agua dulce -de la familia Chelidae-, que data entre 78 y 75 millones de años y que en la actualidad no cuentan con representantes vivos en nuestro país. Los restos fueron encontrados en el valle del río de Las Chinas, provincia de Última Esperanza, un sector de suma relevancia científica por el amplio registro fósil existente, tanto de la flora como de la fauna. Este animal habría existido a fines de la era en que vivieron los dinosaurios, en lo que hoy se conoce como la región de Magallanes y de la Antártica Chilena.

©Cortesía Instituto Antártico Chileno
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“Uno de los aspectos más importantes de nuestro trabajo es que damos a conocer la primera identificación a nivel de género (Yaminuechelys) de una tortuga de agua dulce (y más específicamente de la familia Chelidae) de esa edad para estas latitudes. Dicho de otro modo, es la identificación más austral conocida de un género de tortugas de agua dulce para el Cretácico superior, y a su vez corresponde a uno de los registros más australes de la familia Chelidae conocida hasta ahora en el mundo”, describió Jhonatan Alarcón-Muñoz, paleontólogo de la Universidad de Chile y autor principal del texto “El estudio lleva por nombreFreshwater turtles (Testudines: Pleurodira) in the Upper Cretaceous of Chilean Patagonia” o “Tortugas de agua dulce (Testudines: Pleurodira) en el Cretácico Superior de la Patagonia Chilena”, el cual fue publicado a inicios de esta semana por la revista especializada Journal of South American Earth Sciences.

Un fósil que nos acerca a la comprensión de Gondwana

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Para entender la antigüedad de este hallazgo, es preciso señalar que el género Yaminuechelys al que pertenecía esta tortuga está extinto. Pertenece al grupo de las pleurodiras, que agrupa a tortugas de agua dulce que repliegan lateralmente su cuello en el caparazón. Los representantes de este género posiblemente habitaban en lagunas, ríos y lagos, tenían el cuello largo y el caparazón decorado con pequeños polígonos irregulares.

Con respecto a la familia a la que pertenecía esta tortuga, Chelidae, algunos ejemplares de ella están presentes en regiones tropicales de Sudamérica y también Australia, por lo que corresponden a un grupo relicto de Gondwana. La presencia de estas tortugas en la Patagonia chilena sería clave para entender la conexión entre los continentes gondwánicos a fines del Cretácico. Con bastante probabilidad se cree que se hallarán en el futuro representantes de esta familia en rocas de la Antártica.

Este descubrimiento corresponde al registro más antiguo que se tiene de la familia Chelidae en Chile. “Los estratos en los que fueron hallados los restos de tortuga presentan dataciones que permiten estimar su edad entre aproximadamente los 78 y 75 millones de años”, confirma Alarcón. A su vez, esta familia tiene una escasa representación en el registro fósil a nivel nacional, por lo que este nuevo hallazgo permitirá enriquecer el poco conocimiento que existe sobre la evolución de este grupo en el territorio; y corresponde a uno de los registros más australes de esta familia de tortugas conocido hasta ahora en el mundo.

“Sin embargo, nosotros no pudimos determinar si los restos de tortuga de la Patagonia chilena pertenecían a una de esas especies o si se trataba de una especie diferente, asunto que solamente se podrá resolver a partir del estudio de materiales más completos”, comentó el investigador.

De esta manera, la información que logren reunir será de gran valor para comprender la evolución y distribución de la biota que existía en las regiones más australes de Sudamérica al final del Mesozoico, así como la distribución de ciertos componentes bióticos existentes en las masas de tierra que anteriormente constituían Gondwana. “El valle de Las Chinas, con toda seguridad entregará nuevas sorpresas sobre nuestro pasado prehistórico”, vaticinó Alarcón.

A lo anterior, el paleontólogo Sergio Soto y coautor del estudio agregó que es importante continuar con las expediciones en Patagonia y también en Antártica, para así desvelar los misterios del origen y distribución de estos linajes relictos.

Alarcón añade que en el estudio: “se comparó este material fósil con el de otras tortugas fósiles publicadas en la literatura científica, principalmente sudamericanas, con el objetivo de determinar aspectos tales como sus relaciones de parentesco, tamaño y si se trataba o no de un género o especie conocida para la ciencia”. Además de Alarcón y Soto, otros autores que participaron en el texto son los investigadores Dániel Bajor, Juan Pablo Guevara, Felipe Suazo y Dr. Alexander Vargas de la Universidad de Chile; Leslie Manríquez de la Universidade do Vale do Rio dos Sinos; Roy Fernández de la Universidad de Concepción y el Dr. Marcelo Leppe, director del Instituto Antártico Chileno (INACH).

El descubrimiento

©Cortesía Instituto Antártico Chileno
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Los primeros restos fósiles fueron encontrados en febrero del 2015 en el valle del río de Las Chinas, específicamente en una localidad denominada por el equipo de trabajo como “Saurópodo”.

Para efectos de la investigación, el grupo de chilenos participó de las expediciones científicas que se realizaron los meses de febrero de los años 2015 a 2019, organizadas por el Instituto Antártico Chileno (INACH), las cuales fueron lideradas por el hoy director de dicho instituto, el Dr. Marcelo Leppe. Durante los últimos años, este estudio también recibió apoyo del proyecto Anillo ACT 172099 «Registro fósil y evolución de vertebrados”, dirigido por el Dr. Alexander Vargas.

“En terreno nosotros colectamos materiales aislados, los cuales estaban asociados a restos de otros vertebrados, tales como dinosaurios saurópodos y otros vertebrados más pequeños. Estos hallazgos se produjeron principalmente mediante prospecciones de los afloramientos, lo que implica caminar por las zonas en las que existe la probabilidad de hallar fósiles. También, se realizó el tamizado de los sedimentos mediante mallas metálicas muy finas, con objetivo de hallar fragmentos de pequeño tamaño”, explicó Alarcón.

Entre los fósiles estudiados se encuentran partes de un húmero y un fémur, además de varios fragmentos de placas óseas que forman el caparazón dorsal del espécimen hallado. “Específicamente, a partir del estudio de los fragmentos del caparazón, pudimos determinar que estas tortugas probablemente pertenecían al género Yaminuechelys, cuyos restos sólo habían sido descubiertos en rocas del Cretácico superior y Paleoceno de la Patagonia argentina. Pudimos determinar que las tortugas fósiles del valle del río de Las Chinas pertenecían a aquel género a partir de la morfología de las placas periféricas (que forman los bordes laterales del caparazón) y de la placa pigal (ubicada en la parte posterior del caparazón), además, por la presencia de ornamentación compuesta de pequeños polígonos irregulares que cubrían la superficie de las placas”, expresó Alarcón.

Una vez halladas, las piezas son recolectadas son trasladadas luego al laboratorio, donde se preparan para su posterior estudio. “Se procede a la remoción del sedimento adherido a la superficie de los fósiles y a la aplicación de pegamentos y consolidantes para reforzar las piezas. Luego de estos pasos, se procede al estudio, consistente en la comparación de los fósiles con materiales publicados en literatura científica depositados en otras instituciones”, agregó Alarcón.

©Cortesía Instituto Antártico Chileno
Cortesía Instituto Antártico Chileno

Según indican los investigadores, la siguiente fase será buscar materiales más completos que permitan obtener información adicional sobre la morfología y parentesco de las tortugas fósiles del valle del río de Las Chinas. “Nuestro objetivo principal es determinar si estamos en presencia de una especie ya identificada en Argentina o si se trata de una especie nueva”, añadió.

Desde el Programa Nacional de Ciencia Antártica, comentan que desde allí ha existido un interés por comprender la relación de Sudamérica y Antártica en varios planos, y el paleontológico es uno de ellos. De hecho, en poco tiempo, este programa ya habría entregado resultados sorprendentes, como la comprensión del origen antártico de parte de la flora que hoy puebla los bosques del sur de Chile.

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