Ganadería al interior de áreas protegidas ¿Cómo abordarla y proteger a la fauna nativa?
Sin duda, la ganadería es una práctica muy extendida a lo largo de Chile, ya que es una forma de subsistencia para muchas familias campesinas en las zonas rurales de Chile, además de un elemento importante dentro de la identidad cultural. No obstante, es poco lo que se habla de los impactos negativos que genera esta actividad para los ecosistemas, en especial cuando se realiza en bosques o al interior de áreas protegidas. Lo cierto es que, si bien es un tema que genera mucha polémica, diversos estudios han demostrado que la ganadería altera la dinámica natural de los bosques, afectando negativamente la regeneración de las especies, lo que puede a su vez influenciar la funcionalidad del ecosistema. ¿Cuál es el impacto del ganado en las áreas protegidas? ¿De qué forma se altera el equilibrio de un ecosistema? A continuación te contamos más detalles.
Para quienes viven en la ciudad es muy fácil olvidarse de los paisajes rurales, la vida campesina y el uso de ganado doméstico. No obstante, solo basta con salir de las grandes ciudades y recorrer unos cuantos kilómetros, para encontrarnos de frente con una realidad que viven muchas familias en las zonas rurales de Chile.
Sin duda, la ganadería es una práctica muy extendida a lo largo de Chile, y es que para muchas personas, esta actividad es la principal fuente de ingresos, además de un elemento importante dentro de su identidad cultural. Como señala Carlos Zamorano, doctor en Ecología, Conservación y Restauración de Ecosistemas y académico de la Universidad de Aysén: “En Chile la ganadería está muy extendida y es una actividad que existe dentro de la cultura. Hay muchas personas que mantienen algunos animales solo por una cuestión cultural, una tradición”.
La ganadería es una práctica tan antigua como los primeros asentamientos humanos, y junto con la agricultura, ha acompañado a la humanidad desde el origen de los primeros poblados. No obstante, es poco lo que se habla de los impactos que genera esta actividad para los ecosistemas. Lo cierto es que, si bien es un tema que genera mucha polémica, diversos estudios han demostrado que la ganadería altera la dinámica natural de los bosques, afectando negativamente la regeneración de las especies, lo que puede a su vez influenciar la funcionalidad del ecosistema.
“Hablar sobre los impactos de la ganadería es parecido a cuando hace 10 años atrás se hablaba de que los perros y los gatos son un problema para la conservación, lo que causó mucha polémica en su momento, pero hoy en día nadie lo discute. Con el tema del ganado es algo parecido, es decir, muchas veces la ganadería se ve como algo inofensivo, pero la verdad es que está causando daño importante, son daños acumulativos, y muchas veces no existe conciencia sobre ello. Por ello es importante informar y educar para entender el problema”, indica Cristian Saucedo, veterinario y director del programa de Vida Silvestre de la Fundación Rewilding Chile.
Cabe destacar que la ganadería no es el problema en sí, ya que es una actividad milenaria que es muy importante para millones de personas alrededor del mundo, pero si la forma en la que se produce, más aún si esta se lleva a cabo al interior de áreas destinadas para la protección y conservación de la biodiversidad.
En Chile la mayor parte de los bosques nativos se encuentran expuestos a una actividad ganadera irregular, siendo utilizados como fuente de forraje y refugio, en especial en la temporada invernal. Esta actividad se realiza incluso en poblaciones de especies amenazadas o en ecosistemas de alto valor de conservación, sin evaluar el potencial impacto que el ganado pueda tener para estos ecosistemas.
¿Cuál es el impacto negativo de la ganadería en los ecosistemas?
El veterinario Cristian Saucedo puntualiza: “Cuando hablamos de ganado, lo primero es que el ganado asume diferentes expresiones, pueden ser vacas, ovejas, caballos, cabras y otros animales que de alguna forma caen en la categoría de animales domésticos. Y en ese sentido puede tener diferentes impactos, pero los impactos más importantes son, en primer orden y el más obvio, por tratarse de herbívoros, que estos animales van a consumir todo tipo de vegetación herbácea, arbustiva e incluso arbórea, y van a quitarle alimento a otras especies nativas, así como afectar directamente la regeneración del bosque”.
El ganado, al estar compuesto por especies herbívoras, puede alimentarse de casi todas las especies de flora silvestre que se encuentra en su camino, quitándole alimento a las especies nativas, así como generando su desplazamiento hacia otras zonas. Asimismo, el ramoneo del ganado afecta directamente a la regeneración de los bosques, es decir, a que vuelvan a crecer ejemplares jóvenes, ya que el ganado (que suele moverse en rebaños de grandes cantidades) arrasa con cualquier tipo de vegetación que este dentro de su alcance, sobre todo aquellos brotes frescos que constituyen los nuevos individuos de un bosque.
Vale decir que el ganado domestico se compone de especies que en su mayoría son introducidas, por lo que nuestros ecosistemas naturales no están adaptados a su patrones de consumo y a sus distintos hábitos y conductas. La fauna nativa tiene otra pisada, otros hábitos y otra densidad, por lo que el impacto es muy diferente.
“Es súper importante recordar que son especies que no han evolucionado con nuestros ecosistemas naturales, entonces tienen un impacto mucho mayor que nuestras especies nativas. La herviboría que hacen nuestros herbívoros nativos versus la agresividad de los herbívoros domésticos no tiene nada que ver, y súmale el peso, imagínate que una vaca pesa 400, hasta 500 kg, y un caballo anda en el orden de los 250-300 kilos”, agrega Saucedo.
Por su parte, el Dr. Carlos Zamorano, quien además es miembro activo del grupo de especialistas en coníferas de la UICN e investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resilencia (CR)2, recalca el pisoteo de la tierra, que modifica las propiedades físicas y químicas del suelo, como uno de los principales problemas que genera el ganado: “Esta práctica influye de manera directa en la dinámica natural de estos ecosistemas. Pero este cambio, este impacto, no es solamente por lo que come el ganado, ni tampoco porque rompa las plantas o evite la regeneración por pisar las plantas, sino que el impacto principal que genera el ganado es que modifica los primeros centímetros del suelo. El animal al pisar compacta los primeros centímetros del suelo, y eso influye directamente en el régimen de aire, en el régimen de agua y en el ciclo de nutrientes. Eso impide que muchas especies de flora puedan germinar sus semillas y evita que la planta pueda establecerse y desarrollarse adecuadamente”.
El principal problema de esto, como puntualiza el investigador, es que hay muchas especies que son muy sensibles y se ven sumamente afectadas por el impacto del ganado, mientras que otras son más resilentes y capaces de adaptarse a estos cambios en el suelo. Por lo tanto, con una actividad ganadera constante, existe un gran riesgo de que el bosque o ecosistema pierda diversidad y sea mucho más simple en cuanto a su composición.
“Y esto genera otro problema, porque hay especies que están más adaptadas al impacto del ganado, generalmente especies menos exigentes en cuanto a condiciones de sitio, pero otras no. Y eso implica que un bosque en el futuro va a ser mucho más simple en su composición por causa del ganado” agrega Zamorano.
Por otro lado, el ganado domestico también genera un impacto importante como agente trasmisor de patógenos y enfermedades. Como explica Cristian: “Ellos se constituyen como portadores y diseminadores de una serie de agentes infecciosos, bacterias, virus y parásitos, que son liberados al entorno natural y quedan en espera de una oportunidad para reinfectar al ganado de la misma especie o a otras especies nativas. Muchas veces a ellos ese agente no les genera gran problema, pero a la especie silvestre si le puede llegar a causar serios problemas. De hecho, hay casos de sarna en guanacos en el norte, y tenemos serios problemas con los huemules en Cerro Castillo con enfermedades que han adquirido desde el ganado, y así suma y sigue.”
Cuando la ganadería traspasa los límites de las áreas protegidas
Sin duda, la ganadería es capaz de provocarle muchos problemas a quienes velan por la conservación, más aún si es que esta se lleva a cabo al interior de áreas protegidas. No obstante, la verdad es que esta práctica está lejos de desaparecer de nuestros parques y reservas nacionales.
“Hay muchas áreas protegidas que tienen miles de cabezas de ganado dentro por problemas con las comunidades vecinas o por la dinámica propia de los territorios, en los que la verdad se hace muy difícil prohibir el acceso a ganado. Y además, es súper difícil fiscalizar el ingreso de ganado porque son áreas de miles de hectáreas de superficie, es imposible para un guardabosques estar rondando todo el perímetro y sacando animales”, indica Carlos Zamorano.
La ganadería es una práctica ancestral que data de hace miles de años, incluso desde mucho antes de que existiera la palabra conservación, por lo que es muy difícil modificar la forma en la que se lleva a cabo y toda la cultura que lleva detrás. Más aun, crear una serie de medidas que logre prevenir de manera efectiva todos los impactos que genera esta actividad.
“En realidad estamos muy desamparados porque sabemos que muchas de nuestras unidades del Snape, y no sólo del Snape sino que incluso áreas privadas, tienen este conflicto de que hay vecinos o hay terceros que ingresan de forma irregular o ilegal el ganado a estas áreas y se valen de una suerte de impunidad que existe del sistema. Es decir, el sistema no da abasto. Los guardaparques o la misma Corporación Nacional Forestal hacen esfuerzos en cuanto a denunciar y hacer llegar estas denuncias a la Fiscalía, pero las sanciones o son inexistentes o son para la risa. Tenemos un primer problema, que es que no entendemos como sociedad que el ganado es un problema y que tiene impacto, y lo segundo es que tenemos un marco legal debilucho para sancionar las infracciones o las irregularidades asociada al ganado, especialmente en las áreas protegidas”, puntualiza el director del programa de Vida Silvestre de la Fundación Rewilding Chile.
Por ello, no es de extrañar que muchos de los visitantes de las áreas protegidas se encuentren en su camino con vacas, caballos u otros animales domésticos, aun cuando estén prohibidos al interior de estas áreas según indica la ley 18.362, que crea el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE).
Un ejemplo es lo que sucede en el Parque Nacional Patagonia, donde constantemente se realizan denuncias sobre rebaños de ganado ingresados de forma ilegal al parque. No obstante, la falta de un marco legal sancionatorio y de fiscalización, hace imposible que se pueda encontrar una real solución al problema.
“Siempre, desde la creación del Parque Nacional Patagonia, hemos tenido una suerte de pelea, de conflicto, con el tema del ganado, porque el ganadero tradicional mira el pasto fresco y considera que se está perdiendo si ningún animal se lo come, y la verdad es que eso de alguna forma es lo que ha motivado a que algunos vecinos e incluso personas que no son vecinas, estén ingresando ganado dentro del parque hace ya varios años y en varios sectores. Basta con ver la entrada al parque, la cual tiene más vacas que guanacos. También tenemos áreas de huemules ocupadas por ganado, lo que ha generado que los huemules no puedan ocupar muchas zonas dentro del parque de las que debieran hacer uso. En ese sentido Conaf ha hecho muchas denuncias, pero la fiscalía de Cochrane se ha declarado incompetente para resolver respecto a esto”, agrega Cristian Saucedo.
Por otro lado, Carlos Zamorano, quien realizó una investigación sobre el impacto del ganado en la regeneración de araucarias en la cordillera de Nahuelbuta, recalca que la principal causa de la desaparición de individuos jóvenes de araucarias sería, justamente, la actividad ganadera que se realiza en esta zona. “En la cordillera de Nahuelbuta prácticamente no hay regeneración de araucarias debido al ganado, y es uno de los factores más importantes en la desaparición de árboles jóvenes. Además, la poca regeneración de araucarias que hay no es de semilla, sino que es de rebrote de raíces o rebrote de árboles cortados. Eso tiene harta implicancia desde el punto de vista de conservación porque la población de araucarias de la costa de Nahuelbuta no se está mezclando genéticamente dentro de su población, no está teniendo variación genética”, agrega el Dr. Zamorano.
Entender el problema y buscar soluciones
El tema de la ganadería al interior de áreas protegidas es un tema que genera polémica, y es que por un lado tenemos toda una cultura ancestral asociada a esta práctica, y por el otro, tenemos a un ecosistema que se ve dañado de forma acumulativa debido a esta actividad. Sin duda llegar a una solución es complejo, y en ese sentido, algunos expertos abogan por el dialogo transversal y la búsqueda de soluciones de forma conjunta, además de robustecer los marcos legales.
“Bueno, lo primero es elevar el tema y hacerlo transversal, porque es un problema de la sociedad y por lo tanto necesitamos que la autoridad y la sociedad lo entienda. Todos nos estamos viendo perjudicados por este problema, porque los bosques, los humedales, la fijación de carbono, se están degradando y eso es grave. Es tan grave como que corten árboles, entonces tiene que ser visto con la gravedad que amerita el tema. Lo segundo es revisar el marco legal y hacerlo más integrado”, agrega Cristian Saucedo.
Por su parte, Zamorano recalca, asimismo, que es posible determinar pautas de manejo que permitan cierta carga animal y que involucre un mínimo impacto en los ecosistemas, pero que esto no debe realizarse, bajo ningun motivo, en áreas protegidas: “Eso implica varios cambios, porque el manejo ganadero en bosques implicaría que los animales no pueden andar libres, sino que tiene que haber un orden, tiene que haber una intencionalidad de mantener animales cierto tiempo en ciertos lugares. Y esa intencionalidad es algo que tiene que ser definido y fiscalizado, y se puede hacer. En ese sentido, se puede intentar establecer un valor umbral de intensidad ganadera bajo el cual se espera que los impactos sean mínimos, sin embargo, esto nunca debe hacerse al interior de áreas protegidas”, finaliza el académico de la Universidad de Aysén.