El pasado martes 5 de Abril el Ministerio de Salud informó en la presentación del nuevo Plan “Seguimos Cuidándonos, Paso a Paso”, que a partir de este jueves y en todo Chile, el uso de mascarillas en espacios abiertos ya no será obligatorio. La noticia es motivo de celebración para muchos y marca el final de una medida que se ha extendido durante más de dos años en el territorio nacional. No obstante, las mascarillas están lejos de desaparecer de nuestros ecosistemas y del planeta.

Mascarilla en el mar. Créditos: shutterstock
Mascarilla en el mar. Créditos: shutterstock

Las mascarillas desechables se fabrican con varias fibras de plástico, principalmente polipropileno, que permanecen en el medioambiente durante décadas, incluso siglos, fragmentándose en microplásticos y nanoplásticos cada vez más pequeños. El problema de este tipo de plásticos es que son increíblemente nocivos para el medio ambiente ya que se van acumulando en medios terrestres y marinos, ocasionando graves daños tanto a la biodiversidad como a los seres humanos. Según un estudio publicado en Environmental Advances, una sola mascarilla puede liberar hasta 173 000 microfibras en el mar cada día. Así mismo, al igual que otros residuos plásticos, las mascarillas desechables también pueden acumular y liberar sustancias químicas y biológicas nocivas.

“El problema con las mascarillas, al igual que con otros tipos de plásticos, es que no se biodegradan, sino que se van haciendo cada vez más chiquititas. Y si bien se van fragmentando con el tiempo, se estima que el plástico del que están hechas se biodegrade probablemente en unos 450 años de forma natural dependiendo de los diferentes factores ambientales. Así mismo, con el contacto con el agua algunas mascarillas también liberan algunos compuestos nocivos como lo son el antimonio, el plomo o silicona, contaminantes que en cierta concentración pueden ser muy perjudiciales para la salud. Y todos estos contaminantes también se bioacumulan, entonces si por ejemplo un animal se traga un pedazo de mascarilla o traga el agua con estos contaminantes, estos pasan a otro animal más grande que se lo come y así va avanzando en la cadena trófica”, señala Viviana Pinto, técnica en Medio Ambiente y encargada de operaciones de la fundación Plastic Oceans.

Créditos: Max Bender
Créditos: Max Bender

De acuerdo a un estudio de junio de 2020 de Environmental Science and Technology, se estima que casi 130 mil millones de mascarillas se utilizan cada mes en todo el mundo. Mientras que un informe de la ONG OceansAsia, señaló que en 2020 los océanos recibieron 1.560 millones de mascarillas faciales, lo que se traduce en una contaminación extra de más de 5 mil toneladas adicionales de plástico.

Cabe destacar que, de acuerdo al mismo informe de la ONG OceansAsia, la contaminación por plástico  mata cada año a unos 100 mil mamíferos marinos y tortugas, a más de un millón de aves marinas y a un número aún mayor de peces e invertebrados. Además, también perjudica a la actividad pesquera y el turismo, representando un costo de 13 mil millones de dólares.

Los más afectados son los animales que se las comen, como pasa también con otros residuos plásticos, ya que al final pueden ahogarse o intoxicarse. Además, puede pasar que los animales lo ingieran pero esto no le genere ninguna nutrición, entonces pueden morir por desnutrición. Por otro lado, por su elasticidad, también puede producir enredos de distintos animales”, agrega la técnica en Medio Ambiente.

Igualmente, cabe señalar que estos datos no son muy recientes, por lo que se estima que estas cifras puedan ser mucho mayores en la actualidad, así lo señala Viviana Pinto: “Esto se hizo en junio de 2020, y ahí estábamos recién en el primer año de pandemia y muchos países comenzaron a poner las regulaciones de que es obligatorio el uso de mascarillas posterior al estudio, entonces el numero puede ser mucho mayor”.

Créditos: The Guardian
Créditos: The Guardian

En Chile, por su parte, no existen cifras oficiales sobre cuántas mascarillas desechables se utilizan, pero existen estimaciones. Una mascarilla quirúrgica tiene una vida útil de 4 horas y si cada persona utilizara dos mascarillas desechables, en el país se usarían más de 30 millones de mascarillas al día. Considerando el peso de las mascarillas (4 gramos), en un mes desecharían más de 4.000 toneladas de plástico adicionales, equivalente en peso a 27 ballenas azules. Así lo señala Javier Peró, Gerente general de Kyklos Chile: “Hoy en día estamos usando en promedio dos mascarillas diarias, ósea son 30 millones de mascarillas cada 24 horas. En un mes son como 4 mil toneladas de plástico adicionales las que están llegando, en un porcentaje al basurero, donde la basura termina en un relleno sanitario controlado, pero por otro lado hay un alto porcentaje que termina en las calles, en el piso, en distintos lugares”.

A pesar de los efectos nocivos que producen las mascarillas, estas no son reciclables en la mayoría de los sistemas municipales ni existe una estrategia a nivel nacional para la gestión de este residuo. Esto debido, principalmente, a la gran dificultad que esto implica ya que las mascarillas pueden contener una mezcla de papel y polímeros, como polipropileno y poliéster, que no pueden separarse en corrientes puras de materiales únicos para su reciclaje. Además, son tan pequeñas que se quedan atrapadas en las máquinas de reciclaje y pueden causar averías.

“Uno de los problemas al momento de reciclar mascarillas, más allá del material, tiene que ver con que, al contener distintos tipos de materiales, tiene que pasar por un pre-proceso de separación que es muy manual. Tiene que haber alguien sacando los elásticos, sacando el pedazo metálico y después procesando la parte más gruesa. Ese es uno de los problemas que tiene la recuperación de las mascarillas” indica Javier Peró.

Cabe destacar igualmente, que en nuestro país hay diferentes iniciativas pioneras que buscan reciclar y reutilizar este tipo de residuos. Un ejemplo de ello es la campaña “Resetea la mascarilla”, impulsada desde octubre de 2021 por la Universidad de Concepción, a través de la Unidad de Desarrollo Tecnológico (UDT); la municipalidad de Concepción y la compañía Softys, la cual busca darle nueva vida a las mascarillas desechables. En total, desde el inicio de la pandemia, la UDT ha procesado cerca de 5 toneladas de mascarillas, las cuales dieron vida a maceteros y bandejas para alimentos que fueron entregadas a diversas empresas locales.

Créditos: Tim Mossholder
Créditos: Tim Mossholder

Por otro lado, el gerente general de Kyklos hace énfasis en que el problema de los residuos desechables va más allá del reciclaje, sino que el factor más importante es generar conciencia respecto a la correcta eliminación de estos desechos.

“En Chile no solo tenemos un problema de reciclaje, sino que también de basura ya que muchos de los elementos que nosotros usamos, sobre todo los desechables, terminan en la calle y no en la basura. Y ahí tienes distintas externalidades negativas, una es por supuesto, la contaminación del ambiente, pero el mayor problema es que eventualmente todos estos residuos pueden ir desplazándose a ríos y playas, tanto por el material del que están hechas como por su grosor, a través del viento o través de distintos movimientos de la fauna”, agrega Javier Peró.

Ante esto, los expertos señalan que lo más importante es generar conciencia respecto a la correcta gestión de los residuos ya que botar basura no es gratis. “Lo más importante es el tema de la concientización, la educación, y eso va más allá de las mascarillas, sino que cualquier otro residuo desechable, hay que estar muy conscientes de que esto debe ir al menos al basurero y que no tiene que terminar en la calle porque puede ser muy perjudicial para la fauna, para la bosques, para los mares y para la biodiversidad.  Además, es importante que nosotros tengamos una cultura respecto a lo que pasa antes, en la generación, en estar consciente de que lo ideal es generar menos cantidad de basura”, finaliza Javier Peró.

Comenta esta nota

Comenta esta nota

Responder...