Cuando un docente es apasionado de lo que enseña la mezcla es extraordinaria. Cuando la materia que enseña es la luz y la química, el resultado es conmovedor. Debemos recordar que una cámara es una caja con un orificio por donde entra la luz y cae sobre un soporte fotosensible o un sensor. Si escalamos esta caja negra a un camión tres/cuartos en cuyos muros hay monturas para lentes y chasis de cámaras, orificios para adaptar estenopos y un laboratorio para procesos químicos en el interior tendremos una cámara oscura y laboratorio fotográfico. Si todo lo anterior lo movemos sobre cuatro ruedas tendremos el Museo Interactivo de la Luz.

© Fernando Aceña
© Fernando Aceña

Fernando Aceña es un fotógrafo español que vivió muchos años en Chile donde fundó junto a otras personas Cámara Lúcida, una escuela de fotografía en Valparaíso. Así como construyó esta escuela también demoró tres años en construir el Museo Interactivo de la Luz. La tarea no era sencilla porque debía ser tanto un lugar para continuar con su impulso docente como también donde tener su habitación, su laboratorio y su cocina.

© Fernando Aceña
© Fernando Aceña

El odómetro del museo sigue acumulando kilómetros y Fernando visitando más poblados y ciudades. Al llegar a algún lugar hace sesiones de cámara oscura, dicta talleres y explica lo que él llama “la magia de la luz”.  Y lo es. Construye un documento del viaje con los retratos que hace en estas sesiones y otros que surgen en la espontaneidad de la ruta. El registro en su mayoría es hecho en película lith y luego positivado por contacto utilizando calitipia. El periplo del museo es incierto y por ello fue una gran coincidencia encontrarse con Fernando en Arica. Ahora en el Perú, el museo recorre la sierra.

Aquí una entrevista que realizamos en proyecto f.11 a Fernando Aceña durante su paso por Arica:

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