Entrevista a Ignacio Concha, escritor de “Darwin en el país desconocido”: una novela sobre el paso del naturalista por Chile
Siendo un gran observador, un joven Charles Darwin emprendió rumbo en el HMS Beagle para acompañar a Robert FitzRoy, en 1831. Su recorrido duró cerca de cinco años, de los cuales tres pasó en Chile. Reconstruyendo este viaje, el escritor y documentalista, Ignacio Concha, añadió un toque de ficción a la historia para escribir la novela “Darwin en el país desconocido”. En esta entrevista, el autor explica el trabajo de investigación para realizar el libro, la importancia del viaje que realizó Darwin por Chile para su teoría de la evolución y cómo el personaje de la ficción se diferencia del histórico, principalmente por su incursión en el romance al conocer a Isabel en la ciudad de Valparaíso.
Charles Darwin (1809 – 1882) era un observador, de esos que ven todo bajos sus ojos curiosos. Con ellos, este naturalista británico logró plantear hace más de 100 años algo que marcaría a la historia de la ciencia: la teoría de la evolución, en su libro El Origen de las Especies. Dicho trabajo nunca habría visto la luz si Darwin no hubiese realizado una navegación de cinco años comandada por el capitán Robert FitzRoy. Tres de ellos los pasó en lo que actualmente es Chile. Pero detrás de esa conocida historia había un joven de 22 años -al empezar el viaje- que fracasó como estudiante de medicina y de párroco. Un escritor que sobrevivió los mareos del barco y a la distancia de su hogar. Un Darwin previo a la eminencia científica de barba blanca de sus clásicos retratos.
Ese fue el personaje que llamó la atención al escritor y documentalista chileno, Ignacio Concha, para realizar su novela histórica “Darwin en el país desconocido”, en la que reconstruye el viaje del inglés por la Patagonia chilena y las ciudades de Valparaíso y Santiago, incluyendo, además, sus contradicciones personales y un romance con Isabel, una mujer viuda experta en algoritmos. Se trata de un relato inmerso en un Chile que vivía su periodo de consolidación como República, en el que también, su naturaleza y potencial por descubrir tenía infinitas posibilidades.
Una inspiración para escribir una historia
Ignacio empezó a escribir a mano alzada los párrafos que se le venían a la cabeza. Esos serían los primeros borradores de lo que más adelante sería su libro. Pero no estaba en su casa. Menos en un escritorio o un café rodeado de sonidos citadinos. Escribía en medio de un barco que iba desde Punta Arenas a Puerto Williams, viendo los glaciares que estaban en el paisaje y sintiendo ese aire único de esa zona en el sur de Chile.
Pero su proceso empezó mucho antes. Incluso desde niño, con esa fascinación que le generaba Charles Darwin por su relación con la naturaleza y la mirada que tenía, siempre basada en la observación y la curiosidad. Más concretamente, la elaboración del libro empezó hace cuatro años: “Volví a Chile después de estar fuera y me puse a leer a Darwin de manera más metódica, casi subrayando. Y en algún momento no se si él se acercó a mi o yo a él, pero me di cuenta de que teníamos una misión parecida, que era la de llegar a Chile. Tiempo después fui a la Patagonia y entendí muchas de las cosas que él describe en sus escritos: la belleza de la naturaleza en tiempos de hostilidad o esa fascinación por los ‘monstruos’, que son estos fósiles que encuentra en la Patagonia. Todo eso lo pongo en la novela”.
–Cuéntanos un sobre el proceso detrás de la elaboración de este libro: ¿Cuánto te demoraste y qué fuentes consultaste?
-Me demoré un total de cuatro años. Los primeros dos fueron de investigación dura. Yo vengo de hacer documentales científicos. También me gusta mucho leer ficción. De forma natural confluyeron ambas cosas. Lo que me interesó fue contar cómo era Darwin en el día a día, los pequeños detalles. Me gustaba el aspecto no muy difundido de su viaje, insertos en una historia que fuera intrigante a la vez. Yo creo que eso fue creciendo a medida que la investigación se fue desarrollando. Entonces leí mucho sobre la época, sobre Chile, sobre su trabajo. El Museo Británico tiene colecciones completas de todas las plantas e insectos del Beagle, hice uso de ese material. También leí las cartas de FitzRoy y las de Darwin -la correspondencia publicada por Cambridge University Press- que son un buen complemento a sus diarios porque muestran un Darwin más íntimo, que extraña. Le escribe a su hermana, amigos, papá. También muestran una persona sensible respecto a la naturaleza. Ya después usé material como Historia de la Vida Privada de Chile -de varios autores, editada por Rafael Sagredo y Cristián Gazmuri-, más algún libro de matemáticas porque un personaje se enfoca en esos estudios.
-Por lo que sé este libro nos sitúa en la llegada de Darwin a Chile en su travesía con FitzRoy, donde pasó por la Patagonia, Valparaíso y Santiago. Partiendo de la base, ¿por qué decide Darwin embarcarse en este viaje y qué rol tenía en esta navegación?
– (…) Lo recomiendan. Nadie había querido aceptar el viaje, pero encontraron a este joven que le gustaba la geología y tuvo un par de cartas de recomendación. Su labor principalmente era acompañar a FitzRoy, quien no quería deprimirse y quería a alguien de su misma clase social para poder conversar (él mismo lo dice). FitzRoy estaba convencido de que se rodeaba de “brutos” y quería alguien de buena familia, de buen humor e inteligente que lo acompañara. Su labor en el barco era bastante inútil, en el sentido de que era un ‘científico en práctica’, pero se mareaba y los marinos se reían de él en este afán de recolectar plantas y animales. Entonces de inmediato yo vi que había un personaje, que primero era una cara distinta a lo que conocemos, pero además me fue fácil volverlo un personaje muy cercano, querible.
– ¿Cómo era viajar en este entonces? ¿Qué crees que para él fue lo interesante, fascinante y distinto que también te atrajo de este personaje?
-Eso también me gusta mucho de las historias del siglo XIX. Yo creo que le llamamos viajar, pero deberíamos ocupar una palabra distinta, porque viajar en ese entonces era muy distinto a ahora. Uno no sabía si iba a volver vivo o no y, de hecho, había muchas enfermedades físicas y mentales. El mismo primer capitán del Beagle se suicidó en Patagonia y ahí es cuando FitzRoy toma el mando. En las cartas y el diario de Darwin, se ve que él está muy agobiado por el tipo de viaje. Eso es muy llamativo y a él le tocó un viaje muy fascinante en términos de acontecimientos: el terremoto del 35’ de Concepción, uno de los más grandes en la historia de Chile. Le tocó ver al volcán Osorno hacer erupción. Estaba Chile en su proceso de República (…) Entonces el viaje además de ser peligroso, le tocó lleno de aventuras.
La teoría de la evolución de especies
Recientemente una misteriosa aparición llamó la atención: dos cuadernos de Darwin que fueron robados hace 22 años reaparecieron en la Universidad de Cambridge, en Inglaterra. Ambos contienen anotaciones científicas obtenidas de su viaje con FitzRoy, entre los que se encuentra el famoso árbol de vida que hizo Darwin que, más adelante, sería fundamental para desarrollar la teoría de la evolución. En ella, el naturalista postuló que los organismos vivos evolucionan por su adaptación al medio en que se desenvuelven. Eso fue algo totalmente distinto a lo que se creía porque además consideró al hombre como una especie animal, lo que generó rechazo en la época.
Toda la travesía en el Beagle fue fundamental para recoger observaciones iniciales para el posterior desarrollo de la teoría en el libro El Origen de las Especies. En eso, su paso por lo que ahora es Chile no puede pasar inadvertido.
-De esta navegación en el Beagle, esta travesía de Darwin, surge la teoría sobre la evolución de especies. ¿Por qué Chile fue importante?
-Yo creo que como chilenos nos falta apropiarnos de Darwin y su viaje, y todo lo que nos dice de nosotros como seres humanos. Es un viaje que para muchos es el más importante de la historia de la ciencia. De los 5 años que duró, 3 años los pasó en lo que es Chile hoy, entre ida y vuelta. Se habla mucho de la importancia de los pinzones de Galápagos. Eso es importante, por cierto, pero además él mismo dice que hay dos eventos muy importantes que vio en lo que hoy es Chile. Uno es el descubrimiento de los fósiles en Patagonia, los ‘monstruos’ que él habla (…) y lo otro son las pautas geográficas del ñandú. En el Origen de las Especies dice que esos fueron los 3 eventos más importantes (…).
Para Ignacio, además, hay enseñanzas propias de Darwin y la forma en que se desempeñó en su travesía. Él planteó que el humano es naturaleza, no que está fuera de ella. Y también, desarrolló una forma de investigación que estaba fuera del método científico: el observaba, imaginaba y aplicaba la interdisciplina. “Por ejemplo, vio en sectores de la costa que la morfología estaba levantada, como escaleras. Al mismo tiempo, descubrió un fósil de molusco en la cima de un monte cerca de donde ahora está Punta Arenas. También descubre arena de playa en la Cordillera de los Andes camino a Mendoza. Entonces, ¿qué tiene que ver esta forma de tierra, de costa, con estos descubrimientos? En ese entonces, cualquiera le dice que nada, pero él imagina que continentes remotos se levantaron y, por lo tanto, esas cumbres habían sido fondo marino”, explica Ignacio.
A esto agrega: “Eso es para mí el gran genio de la mirada de Darwin”.
-Algo revolucionario para la época…
-Sí, cambió todo. Hay gente que dice que venía con una tradición de 2 mil años de asignarle a los fenómenos de la naturaleza una finalidad, como que pasaban por algo, entonces en ese sentido, él rompe con eso y fue un quiebre. Creo que todavía lo estamos digiriendo.
Pero, además, él tenía algo que lo diferenciaba de otros naturalistas de la época. Y así lo relata Ignacio: “Charles no dibujaba bien. A diferencia de Humboldt, de Gay, de la misma María Graham, carecía de esa condición básica para cualquier naturalista de la época. Pero sí escribía bien. Y escribiendo fue que intentó superar una larga —larguísima— lista de problemas e inseguridades: su fracaso como estudiante de medicina, la preparación inútil para ser cura, los mareos en el barco, su ansiedad y constante echar de menos, las dolencias físicas. Para mí, la fe en su oficio lo salvó, la confianza en que ese lanzarse al mundo y sus fenómenos —la lava del volcán Osorno, la arena de playa en una cumbre de los Andes— tenía un sentido, y que ese sentido no dependía del encontrar explicaciones para lo que veía, sino del simple hecho de buscarlas”.
El punto donde aparece la ficción
En “Darwin en un país desconocido” se presenta a un naturalista que no se diferencia tanto con el histórico. La lectura lo muestra como un personaje cercano, querible, no conflictivo. Pero hay algo que hace único este relato y da el pie de lejanía con la realidad: el romance de Darwin con Isabel, una chilena británica, en la ciudad de Valparaíso.
“Ella es viuda, experta en algoritmos. Esta parte es la que hay mayor diferencia con la realidad. En el fondo a mí también me interesaba que era un Charles muy curioso, muy abierto a descubrir la naturaleza, pero también al amor. Entonces ese cambio también lo va notando en su bitácora, eso me gustaba. Eso sería lo único. Está la relación con FitzRoy que es de amor y odio, pero eso está tal cual y siguió después del viaje. Está también Richard que es el amigo que está en Valparaíso, que existió también, y que se dedicaba al comercio. También está la vida que tenía en Valparaíso, porque en algún momento la novela se concentra ahí. Eso me interesaba porque en la época estaba todo pasando en Valparaíso, era el centro de comercio no solo de Chile, sino que de Sudamérica. Hago que los personajes vivan más ahí. Esos énfasis se diferencian más del viaje de Darwin, pero retrato sus hitos de forma muy apegada a lo que fueron”, dice Ignacio.
-Entonces está este complemento entre la parte amorosa y la parte científica…
-Sí, claro, a mí me interesaba mucho que ella (Isabel) fuera un personaje fuerte, está basado un poco en María Graham y Ada Lovelace, otra matemática de la época que es experta en algoritmos. Además, es un tema que en ese entonces era vanguardia y ahora nos rodea, es parte de nuestra vida, que ella fuera una especie de contrapeso intelectual de él, entonces él le habla de su misión, pero ella le enseña sobre todo lo demás. Además, en Valparaíso, que es una ciudad perfecta. Isabel es un personaje muy importante en ese sentido, descubre este mundo en el que amaba con mucha admiración y es un personaje que le hace el contrapeso intelectual.
-En esta parte “ficcional” donde Darwin se enamora de Isabel en Valparaíso. ¿Qué pasa si quedara en Chile para estar con ella?
-Eso es spoiler (ríe). Pero lo puedo explicar así: yo creo que él sentía que tenía que seguir el viaje, o sea cuando él estaba en Chile le faltaba evidencia para poder llegar a su teoría, bueno, lo de Galápagos fue muy importante. Pero Londres (Inglaterra) era un centro importante de conocimiento en la época. Yo creo que parte de las razones que en la novela lo hacen dudar y que no sabemos qué va a pasar, es porque le falta completar ese viaje, que originalmente iba durar 2 años y duró 5. Él formuló la teoría al llegar a Londres y se quedó esperando más evidencia hasta que la publicó.
Sobre qué hará este Darwin ficcional no se puede saber nada hasta leer la novela, la que se puede conseguir en grandes librerías, Buscalibre, eBook y algunas librerías más pequeñas.