El otoño ha llegado oficialmente al hemisferio sur. Los vientos, las lluvias y la humedad comienza a proliferar, mientras que los paisajes se transforman y el ligero olor a tierra húmeda nos advierte del inminente invierno que acerca poco a poco.

Bosque de lengas (Nothofagus pumilio). Créditos: ©Rodrigo Gazmuri
Bosque de lengas (Nothofagus pumilio). Créditos: ©Rodrigo Gazmuri

Durante esta estación, los árboles de hoja caduca, también conocidos como caducifolios o deciduos, van perdiendo sus hojas, sorprendiéndonos con paisajes completamente nuevos. Lentamente, el verde va desapareciendo para dar paso a los colores ocres, los rojos y los naranjos, y cuando llega el invierno, muchos arboles ya han perdido la totalidad de sus hojas. 

En Chile, aunque la mayoría de los árboles son de hoja perenne, hay algunas especies nativas que se despojan de sus hojas durante esta temporada. Este fenómeno, que llamamos caducidad otoñal, es una estrategia adaptativa que les ayuda a sobrevivir a las duras condiciones del invierno.

En este artículo, te contamos por qué ciertos árboles pierden sus hojas en otoño, cuáles son las principales especies nativas que lo hacen y la importancia ecológica que tiene la hojarasca en los ecosistemas chilenos.

Ñirre (Nothofagus antarctica). Créditos: ©Duncan McKenzie
Ñirre (Nothofagus antarctica). Créditos: ©Duncan McKenzie

¿Por qué algunos árboles pierden sus hojas en otoño?

De seguro, al decir la palabra otoño se te vienen inmediatamente a la cabeza las hojas caídas de los árboles, los paisajes ocres y anaranjados y ese suave crujido que producen las hojas cuando las pisamos al caminar. Sin embargo, ¿por qué se caen las hojas en otoño?

La caída de las hojas en otoño no es solo un cambio estético, sino que también es una estrategia evolutiva de autoprotección y supervivencia, que algunas especies de árboles han perfeccionado para protegerse de las inclemencias del clima.

Roble o Hualle (Nothofagus obliqua). Créditos: ©Felipe Hurtado
Roble o Hualle (Nothofagus obliqua). Créditos: ©Felipe Hurtado

Son varios los factores que influyen en la caída de las hojas en otoño, pero el más importante es la reducción de la luz solar y la disminición de la temperatura. Durante esta temporada, las horas de luz se reducen, lo que debilita la radiación solar y provoca que los suelos pierdan el calor que habían acumulado.

A medida que los días se acortan en otoño, la cantidad de luz disponible para la fotosíntesis disminuye. Como las hojas son los órganos encargados de captar la luz y producir energía, cuando esta se vuelve escasa, su mantenimiento deja de ser eficiente.

Asi lo explica Frida Piper, Doctora en Biología mención Botánica de la Universidad de Concepción e investigadora asociada de la Universidad de Talca y del Instituto de Ecología y Biodiversidad de Chile (IEB): «Las hojas de los caducifolios poseen caracteristicas que les permiten ganar mucho carbono en condiciones de alta luminosidad y alta temperatura, pero en condiciones de baja temperatura, como son los inviernos en zonas templadas como la nuestra, estas hojas andan muy mal y en general, tampoco toleran el frío. Entonces, les es más ventajoso para la supervivencia del individuo perder ese tejido que conservarlo».

Debido a estas condiciones, la estrategia más beneficiosa para estos árboles es deshacerse de sus hojas, evitando así un gasto energético innecesario durante los meses fríos y también, evitando sufrir daños en sus tejidos.

“Desprenderse de la hoja en otoño evita que sufran daños por el frío del invierno, principalmente por la nieve. La nieve quema los tejidos. Entonces es un mecanismo de supervivencia”, señala Nicolás Villaseca, ingeniero forestal y experto en flora nativa.

roble de Santiago (Nothofagus macrocarpa). Créditos: ©Ocoa Nativa
roble de Santiago (Nothofagus macrocarpa). Créditos: ©Ocoa Nativa

Como señala el ingeniero forestal, la mayoría de las especies que son caducas provienen del hemisferio norte, principalmente del continente europeo. “Eso es por un tema de continentalidad ya que la proporción de la masa de agua que rodea al continente europeo es mucho menor si se tiene en consideración el tamaño de todo el continente. Eso significa que el mar tiene un efecto regulador de temperatura menor. Por eso en el continente europeo las temperaturas tienden a ser menores y mucho más marcadas en invierno. Incluso se llegan a -40, -50 grados en algunos lugares. Eso hace que las plantas se hayan adaptado a botar los tejidos para evitar que esto se dañe por temas de enfriamiento”.

En Chile, por su parte, dado que los inviernos no suelen ser tan severos, la mayoría de los árboles nativos son siempreverdes, y las especies caducifolias son bastante escasas. Como explica Villaseca: “En Chile no se da mucho esa interacción porque las temperaturas mínimas no suelen ser tan extremas. Por ende, las plantas en vez de desarrollar tejidos caducos, que en general son delgados y suponen un gasto energético menor, producen tejidos que son permanentes, como son la mayoría de los árboles de nuestro país”.

A pesar de esto, algunas especies de Nothofagus, como el roble (Nothofagus obliqua) y el ñirre (Nothofagus antarctica), han adaptado esta estrategia, especialmente en las zonas cordilleranas, donde las nevazones son frecuentes y las condiciones son más severas.

Hoja roble de Santiago (Nothofagus macrocarpa). Créditos: ©Robles de Cantillana
Hoja roble de Santiago (Nothofagus macrocarpa). Créditos: ©Robles de Cantillana

“Los principales árboles nativos que son caducos de otoño son los Nothofagus. Hay algunas excepciones que estrictamente no son caducos de otoño, pero pueden perder sus hojas por diversos factores. Por ejemplo, los espinos pueden botar sus hojas ocasionalmente en otoño, pero no es algo común. Esto generalmente está asociado a fenómenos de sequía muy prolongada u otros factores”, puntualiza el ingeniero forestal.

Asimismo, es importante señalar que los árboles caducifolios cumplen una función esencial en los ecosistemas en los que habitan. Si bien, la hojarasca a menudo se considere como molesta a la vista, lo cierto es que es un sorprendente microcosmos de biodiversidad.

Por un lado, sirve de cubierta para el hábitat más rico en biodiversidad del planeta: el suelo, que alberga más de la mitad de la vida en el planeta. Debajo de los montones de hojas, ramas y cortezas florece una Con la llegada del otoño, los árboles caducifolios comienzan a despojarse de sus hojas, tiñendo los paisajes de hermosos tonos ocres, naranjas y rojos. Pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué ocurre este fenómeno?  La caída de las hojas en otoño no solo transforma los paisajes, sino que es una estrategia vital de supervivencia para algunas especies de árboles. En este artículo, te contamos más detalles sobre este fenómeno y te enseñamos algunas de las especies nativas de Chile que pierden la hoja durante esta estación. ¡No te lo pierdas!

Raulí (Nothofagus alpina). Créditos: ©Pablo Valenzuela
Raulí (Nothofagus alpina). Créditos: ©Pablo Valenzuela

Por otra parte, tenemos a los hongos y bacterias, que descomponen la hojarasca y la convierten en valiosos nutrientes, como nitrógeno, carbono, calcio y azufre, que posteriormente ayudará a alimentar a los árboles y otras plantas. Este proceso contribuye al ciclado de nutrientes, ayudando a reponer el suelo y trasformando la materia muerta en sustento para las plantas vivas.

El impacto del cambio climatico

Cómo sabemos, el cambio climático está alterando los ciclos naturales de múltiples formas, y la caída de las hojas de los árboles no es una excepción. Diversos estudios han demostrado que el aumento de las temperaturas y los cambios en los patrones de precipitaciones influye en la caducidad de los árboles.

«En muchos casos, los bosques de Nothofagus están botando sus hojas antes de lo habitual, debido a las altas temperaturas del verano», advierte Villaseca. Este fenómeno también se ha observado en especies introducidas en las ciudades, donde el aumento de temperatura ha generado una anticipación en la caída de hojas.

Lenga (Nothofagus pumilio). Créditos: ©Andrea Gantzer
Lenga (Nothofagus pumilio). Créditos: ©Andrea Gantzer

Por su parte, la Dr. Piper agrega: «Estamos viendo que con cambios, sobre todo en el termoperíodo, en la suma de grados día, las hojas se caen mucho más tarde de lo que se caían antes. Pero, por otro lado, tambien estamos viendo que nuestros veranos estan volviendose cada vez más secos y estas especies cuyas hojas normalmente deberían caerse en marzo o en abril, empiezan a caerse, en algunas zonas, a principios de febrero. No hay estudios que señalen directamente que esto este relacionado con la sequía, pero se han hecho estudios en otras partes del mundo y los resultados deberían ser similares».

Vale señalar que los árboles perennes también pierden sus hojas, pero de manera progresiva a lo largo del año, sin un periodo definido de caducidad. Esto les permite mantener su follaje constantemente, una estrategia común en la mayoría de las especies nativas de Chile.

Ruil, especie endémica de Chile © Pablo Bravo
Ruil, especie endémica de Chile © Pablo Bravo

¿Te gustaría aprender a identificarlas? En el siguiente listado, podrás aprender a identificar las especies de árboles caducifolios más comunes de Chile. Asimismo, si tienes dudas sobre una especie, te sugerimos tomar fotografías de sus hojas, flores, frutos y aspecto general. Esto te permitirá consultar con expertos y obtener una identificación más precisa.

Árboles caducifolios nativos de Chile

Lenga (Nothofagus pumilio)

Conocido como roble blanco, roble de Tierra del Fuego o roble de Magallanes, es un árbol nativo de Chile que forma parte de los bosques templados del país y de la Patagonia chileno-argentina. 

Puede llegar a medir hasta los 20 metros de altura, sin embargo, en las regiones más australes, suele tomar una forma más arbustiva.

Su corteza es de color gris oscuro. Sus hojas son pequeñas y elípticas, con bordes finamente dentados, lobulados y ondulados. Sus flores, de color amarillo verdoso, florecen entre octubre y febrero. Suelen agruparse en pares o tríos y pasan bastante desapercibidas entre el follaje.

Lenga (Nothofagus pumilio). Créditos: ©Frédéric Dupont
Lenga (Nothofagus pumilio). Créditos: ©Frédéric Dupont

Durante el otoño, este árbol caducifolio se despoja de sus hojas, llenando el paisaje de hermosos tonos rojizos y dorados.

Se distribuye desde la Región del Maule hasta Tierra del Fuego, en Magallanes, desde el nivel del mar hasta los 2.000 metros de altitud, tanto en la Cordillera de Los Andes como en la Cordillera de la Costa.

Lenga (Nothofagus pumilio). Créditos: ©Mona Phipps
Lenga (Nothofagus pumilio). Créditos: ©Mona Phipps

Está protegido en las reservas nacionales Cerro Castillo, Jeinimeni, Altos de Lircay, Alto Biobío y Coyhaique; así como también en los parques nacionales Villarrica, Torres del Paine, Huerquehue, Nahuelbuta, Conguillío y Cabo de Hornos. En Argentina, se encuentra desde Neuquén hasta Tierra del Fuego.

Está clasificado como «Preocupación Menor» (LC, por sus siglas en inglés) en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). 

Ñirre (Nothofagus antarctica)

Puede alcanzar hasta los 20 metros de altura, aunque en zonas más al sur se desarrolla como un árbol más pequeño o incluso como un arbusto achaparrado. Su tronco es delgado, con un diámetro de alrededor de 0.8 metros, y sus ramas son tortuosas, al igual que su corteza, que es gris, áspera y muy agrietada.

Sus hojas son pequeñas y elípticas, con bordes finamente dentados, lobulados y ondulados. Sus flores, de color amarillo verdoso, crecen en pares o tríos y florecen entre octubre y febrero. Sus frutos, pequeños y fragantes, consisten en tres nueces aladas que maduran entre marzo y abril.

Ñirre (Nothofagus antarctica). Créditos: ©Roy Mackenzie
Ñirre (Nothofagus antarctica). Créditos: ©Roy Mackenzie

Durante el otoño, este árbol caducifolio pierde sus hojas, tiñendo el paisaje de tonos rojizos y anaranjados.

Desde las regiones del Maule hasta Magallanes, principalmente en áreas de los Andes y en la isla de Tierra del Fuego. Específicamente puede ser visto en los parques nacionales Torres del Paine y Cabo de Hornos, Conguillío, Nahuelbuta, Puyehue, Laguna San Rafael y la reserva nacional Radal Siete Tazas. En Argentina desde Neuquén hasta Tierra del Fuego.

Ñirre (Nothofagus antarctica). Créditos: ©Lucas Carbone
Ñirre (Nothofagus antarctica). Créditos: ©Lucas Carbone

Está clasificado como «Preocupación Menor» (LC, por sus siglas en inglés) en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). 

Roble o Hualle (Nothofagus obliqua)

Conocido también como hualle, roble pellín, coyán o roble de Neuquén, es un árbol caducifolio que puede alcanzar alturas impresionantes, alcanzando hasta 50 metros de altura y los 2 metros de diámetro. Crece en suelos profundos y habitualmente a baja altitud.

Posee un tronco cilíndrico recto, con una corteza gruesa y agrietada, de color café oscuro. Sin embargo, en árboles jóvenes la corteza es lisa y gris blanquecina.

Roble o Hualle (Nothofagus obliqua). Créditos: ©César Ormazabal
Roble o Hualle (Nothofagus obliqua). Créditos: ©César Ormazabal

Sus hojas son alternas, ovaladas y de bordes finamente aserrados. Es una especie monoica. Presenta flores unisexuales (masculinas y femeninas), pequeñas y rodeadas por brácteas de color verde. Sus frutos, formados por tres nueces aladas, maduran entre febrero y abril.

Durante el otoño, este árbol caducifolio pierde sus hojas, transformando el paisaje con tonalidades doradas y rojizas.

Su distribución abarca desde la Provincia de Colchagua, en la Región del Libertador General Bernardo O’Higgins, hasta la de Llanquihue, en la Región de Los Lagos, en ambas cordilleras y también en el valle central de Chile.

Roble o Hualle (Nothofagus obliqua). Créditos: ©Claudio
Roble o Hualle (Nothofagus obliqua). Créditos: ©Claudio Maureira

Las áreas protegidas donde se encuentra son: reserva nacional Radal Siete Tazas y los parques nacionales Nahuelbuta, Huerquehue y Villarrica; y en las reservas nacionales Los Ruiles, Los Queules y Los Bellotos del Melado. Además de encontrarse en Argentina.

Está clasificado como «Preocupación Menor» (LC, por sus siglas en inglés) en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). 

Hualo o Roble maulino (Nothofagus glauca)

También conocido como roble maulino o roble colorado, es un árbol caducifolio que se encuentra sólo en Chile, es decir, es endémico del país.

Puede alcanzar hasta 30 metros de altura y 1,5 metros de diámetro. Sus hojas son ovadas, con márgenes ondulados. Es una especie monoica. Presenta flores masculinas solitarias y femeninas de a tres en inflorescencia. Su fruto es una nuez muy dura que contiene tres semillas aladas.

Hualo o roble maulino (Nothofagus glauca). Créditos: ©Claudio Maureira
Hualo o roble maulino (Nothofagus glauca). Créditos: ©Claudio Maureira

Durante el otoño, este árbol caducifolio pierde sus hojas, tiñendo el paisaje con tonos dorados y anaranjados.

Su distribución geográfica es irregular, abarcando áreas de las regiones Metropolitana y Biobío, siendo más comúnmente encontrada en la Región del Maule. 

Algunas áreas protegidas donde está son la reserva nacional Radal Siete Tazas y la reserva nacional Altos de Lircay, así como la reserva nacional Los Ruiles y la reserva nacional Los Queules. Es posible que también se encuentren algunos individuos en la reserva nacional Robles de Loncha en la Región Metropolitana.

Está clasificado como «Vulnerable» (VU) en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). 

Ruil (Nothofagus alessandrii)

Endémico de Chile. Puede alcanzar una altura máxima de 30 metros, con un tronco que no supera el metro de diámetro. Su corteza es de color gris claro con manchas blanquecinas y grietas irregulares tanto transversales como longitudinales. 

Sus hojas, de color verde claro, son ovadas, con bordes ligeramente dentados. Es una especie monoica. Posee flores masculinas agrupadas de tres a cuatro y femeninas de tres a siete. Su fruto es pequeño, de color café y forma cónica.

Ruil (Nothofagus alessandrii). Créditos: ©Daniela Perez
Ruil (Nothofagus alessandrii). Créditos: ©Daniela Perez

Durante el otoño, este árbol caducifolio pierde sus hojas, transformando el paisaje con tonalidades doradas y rojizas.

Ruil (Nothofagus alessandrii). Créditos: ©Nicolás Arcos
Ruil (Nothofagus alessandrii). Créditos: ©Nicolás Arcos

Se encuentra restringido a una faja fragmentada de aproximadamente 100 km de largo, ubicada en las provincias de Talca y Cauquenes, en la Región del Maule, a altitudes entre 100 y 450 msnm. También es posible hallarlo en la reserva nacional Los Ruiles en la comuna de Chanco y Empedrado.

Está clasificado como «En Peligro» (EN, por sus siglas en inglés) en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). 

Raulí (Nothofagus alpina)

También conocido como ruili o roblí, es un árbol de hoja caduca y forma frondosa que puede alcanzar alturas notables, llegando hasta 45 metros de altura y más de 2 metros de diámetro.

Posee un tronco recto y cilíndrico, con una corteza grisácea que se quiebra longitudinalmente. Sus hojas, de color verde brillante, son ovadas y tienen márgenes ondulados, con bordes finamente aserrados. Es una especie monoica. Presenta flores masculinas y femeninas dispuestas de a tres en inflorescencia. Sus frutos forman una cúpula, con 2 o 3 nueces amarillentas en su interior.

Raulí (Nothofagus alpina). Créditos: ©S.Rae . Flickr
Raulí (Nothofagus alpina). Créditos: ©S.Rae . Flickr

Durante el otoño, las hojas de este árbol caducifolio toman un intenso color rojizo, que destaca entre los tonos anaranjados y dorados.

Este árbol se encuentra principalmente en los bosques caducifolios y otros de las regiones del Maule y del Biobío.

Raulí (Nothofagus alpina). Créditos: ©Camila Molina
Raulí (Nothofagus alpina). Créditos: ©Camila Molina

Puede ser encontrado en la reserva nacional Radal Siete Tazas, y los parques nacionales Conguillío, Villarrica y Puyehue. Por otro lado, su presencia en Argentina es más limitada y fragmentada, ya que se ha observado en la provincia de Neuquén, Argentina y está protegido en los parques nacionales Lanín y Nahuel Huapi.

Está clasificado como «Preocupación Menor» (LC, por sus siglas en inglés) en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). 

Roble de Santiago (Nothofagus macrocarpa)

Conocido como roble, hualle o pellín, es un árbol caducifolio endémico de Chile, que puede alcanzar hasta 25 metros de altura y un diámetro de 1,2 metros.  

Su corteza varía entre un gris ceniciento liso en su etapa juvenil y una textura rugosa y oscura en su edad adulta. Sus hojas, de color verde claro, son ovaladas o elípticas, glandulosas y agudas en el ápice. Es una especie monoica. Presenta flores masculinas solitarias y femeninas de a tres en inflorescencia. Sus frutos son 3 nueces.

Roble de Santiago (Nothofagus macrocarpa). Créditos: Nicolás Lavandero
Roble de Santiago (Nothofagus macrocarpa). Créditos: Nicolás Lavandero

Durante el otoño, este árbol caducifolio pierde sus hojas, transformando el paisaje con tonalidades doradas y rojizas.

Se distribuye desde el Cerro Campanita hasta el sur de Pichilemu. Su presencia es discontinua en el sector cordillerano costero y en la Cordillera de los Andes, desde San Fernando hasta Vilches.

Entre las áreas silvestres donde se encuentra presente, destacan el Parque Nacional La Campana, la Reserva Nacional Roblería del Cobre de Loncha, el Santuario de la Naturaleza Cerro El Roble de Caleu, el Parque Nacional Radal Siete Tazas y la Reserva Nacional Altos de Lircay.

Está clasificado como «Vulnerable» (VU) en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). 

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