We Tripantü es lo primero que aparece cuando uno busca en internet la celebración mapuche del solsticio de invierno. Y luego, sigue su traducción literal: año nuevo. Así, con cinco minutos de búsqueda online, cualquiera que la haya realizado, llega una impresión errónea, que no es más que una demostración de cómo estamos inmersos en una cultura occidentalizada.

Esa, es una de las primeras aclaraciones que surgen de una conversación con Elisa Loncón. Ella es mapuche, experta en estudios de interculturalidad, y académica de la Universidad de Santiago, y a través de una conversación telefónica a algunos kilómetros de distancia, nos explica por qué es tan importante comprender correctamente esta celebración en el contexto actual que vivimos. Esto es, en pocas palabras, la necesidad de una buena relación con la naturaleza y una nueva relación con los pueblos indígenas.

Cortesía de Elisa Loncón
Cortesía de Elisa Loncón

Loncón nos ayuda a partir desde la base. De aquella raíz que define todo. “El concepto We Tripantü es el calco semántico de año nuevo. Entonces muchos lo definen así, pero al ser un cálculo semántico imita el pensamiento occidental. La celebración se llama Wüñol Tripantü, y significa retorno del año. Alude a un año cíclico, a que el tiempo lo es. En cambio, el concepto We Tripantü está dentro de que el paradigma occidental de que el tiempo es lineal, pero dentro de la visión de los pueblos originarios, el tiempo es cíclico”.

Ese ciclo se guía por la naturaleza. Verano, otoño, invierno y primavera son estaciones que están conectadas al ciclo o calendario agrícola. Con esto, a las siembras, las cosechas y la renovación de los frutos. Para el pueblo mapuche, explica Loncón, el Wüñol Tripantü se celebra al inicio de invierno porque con las primeras lluvias la tierra recibe energía y se limpia para iniciar su proceso de fertilidad. Con el paso del tiempo, aparecen los primeros brotes.

Cauñicu Püntewün, celebración Wüñol Tripantü Universidad de Santiago
Cauñicu Püntewün, celebración de la llegada de la primavera ©Cortesia Elisa Loncón

“Lo que ocurre con ese solsticio es que el día empieza a crecer de a poco y el sol permanece. El día empieza a ser más largo, con la presencia de un calor que va fertilizando la tierra”, dice Loncón, quien agrega que después viene la época del brote, la cosecha y luego, la tierra descansa de la siembra.

“Los pueblos originarios ven el tiempo sin darle la espalda a la naturaleza. Ella es la que determina el tiempo y no el artefacto reloj o calendario, si no que hay que seguir el ciclo de la naturaleza. Eso es lo que enseñan las culturas originarias y eso es lo que se celebra también con el Wüñol Tripantü”, dice Loncón.

Antes de entrar en la importancia del vínculo con la naturaleza, ¿nos podrías explicar en qué consiste esta ceremonia?

La ceremonia consiste en recibir el Wüñol Tripantü, el nuevo ciclo, y se recibe energía nueva y sana. Esto se logra mediante rituales.

Te voy a contar mi experiencia de cuando era niña. Esta es una ceremonia nocturna. Hay una buena cena, en familia, y después salíamos todos y nos íbamos a un arroyo porque el agua es la que transmite esta nueva energía. Ahí hacíamos la ceremonia. Nos lavábamos los pies, hay incluso gente que se baña porque el agua sana el espíritu. Luego, el agua se toma y nosotros se la llevábamos a los animales. Así los acercábamos a la ceremonia, después íbamos a los frutales y hacíamos la ceremonia con ellos. Había que agradecerles sus buenos frutos, que los sigan dando y que sean sanos, que tengan buena cosecha.

Choyke Purn Wüñol Tripantü, celebración Universidad de Santiago ©Cortesía Elisa Loncón
Choyke Purn Wüñol Tripantü, celebración Universidad de Santiago ©Cortesía Elisa Loncón

Es también una ceremonia familiar comunitaria. Recuerdo que practicábamos lo que se llama konchotun, que es recibir una visita cercana de una familia que te trae todo. Se trata de una convivencia de alimentos y buena conversa. Para los mapuche la comida es cariño, además de la convivencia y afectos. Entonces ellos llegan “cargados de cariño”. Después el próximo año la familia que los recibió los visita en su hogar. Todas las prácticas ceremoniales son recíprocas.

A las niñitas les hacen su katan pilun, en el que le perforan sus orejas para ponerles sus aros de plata, un material muy importante para la mujer. La plata representa lo femenino de la luna, la fertilidad. Por eso las mujeres usan mucha plata, es la energía que protege su fertilidad.

¿En qué fechas se celebra? ¿solo el 21 de junio?

El Wüñol Tripantü llega el 21 de junio, pero pueden empezar días después. Es la semana de las buenas energías. Antes de esta celebración, y en épocas en que la naturaleza estaba más sana, había una semana en la que alumbraba el sol. En Chile, en la cultura popular se le llama el “veranito de San Juan”.

Entonces la naturaleza tiene lindas señales en esa época, y cuando uno sale en esta ceremonia al río hay que ir muy atento a las visiones, a los ruidos, porque todas esas son señales que uno tiene que interpretar.

María Colipe Wüñol Tripantü. Celebración Universidad de Santiago ©Cortesía Elisa Loncón
María Colipe Wüñol Tripantü. Celebración Universidad de Santiago ©Cortesía Elisa Loncón

Es interesante porque también ocurre un sincretismo con la cultura campesina. Ellos en esta fecha ponían papas debajo de la cama: una pelada, otra medianamente pelada y otra con cáscara. A las 12 de la noche sacaban una de ellas y si era la pelada, significaba un año de muchas crisis. Si era la entera iba a ser fértil. Esa parte de la cultura sincrética campesina es muy bonita. Hay muchos relatos sobre lo que ellos llaman la noche de San Juan, y eso se junta todo en la cultura mapuche. Pero la base es que la naturaleza se renueva, es saludable.

¿Por qué, en este sentido, es tan importante tener esta consideración de la buena relación entre naturaleza y ser humano?

Lo que pasa es que los pueblos originarios respondemos a una cultura distinta y a una filosofía civilizatoria diferente a Europa y a occidente. En la cultura mapuche es muy nítido que la naturaleza está al mismo nivel del ser humano. ¿Qué significa esto? Que si tú ves y respetas al ser humano, su vida, su necesidad de descanso, de crecer, de madurar, tienes que respetar la naturaleza, su vida y su necesidad de fortalecerse.

Se distingue que en toda naturaleza hay vida y que ésta tiene espíritu. Toda la vida tiene espiritualidad, tal como la tenemos los seres humanos. Entonces uno tiene que conectarse con la naturaleza porque si pierdes esa desconexión te desequilibras.

Almacigo Pewen ©Cortesía Elisa Loncón
Almacigo Pewen ©Cortesía Elisa Loncón

Actualmente hay desequilibrio y la sociedad occidental eurocéntrica usó la naturaleza como un recurso del cual se podía servir el ser humano. Pero cayó en la sobreexplotación de la naturaleza y hoy tenemos el gran problema del conflicto ambiental: no hay agua, existe contaminación y sequía.

Entonces la cultura occidental ha destruido tanto en todo el mundo. Acá en Chile tenemos a las forestales usando el recurso hídrico, existiendo comunidades sin acceso al agua, solo por camiones aljibes, por ejemplo. Eso es destrucción de vida, de naturaleza y, obviamente, del ser humano.

Entonces la cultura europea cayó en un desequilibrio absoluto. Ellos nos prometieron desarrollo. Yo soy profesora y siempre la educación es asociada a un vivir mejor, pero eso en la cultura occidental es un desarrollo económico individual. En cambio, el desarrollo para el ser humano es el equilibrio con la naturaleza. Y no es el equilibrio individual, si no que tú te equilibras con la familia, con la comunidades. Es una cuestión colectiva y con la naturaleza.

Estas categorías que están presentes en el pensamiento filosófico de los pueblos originarios, no están presentes en la cultura occidental europea porque no hay diálogo, no hay reconocimiento de derechos y por esa misma razón la civilización hoy está en crisis.

Ofrendando a la tierra Wüñol Tripantü ©Cortesía Elisa Loncón
Ofrendando a la tierra Wüñol Tripantü ©Cortesía Elisa Loncón

Por eso yo creo que los pueblos originarios estamos en un paradigma distinto, que podría inspirar el futuro de la humanidad. Si tu quieres garantizar la vida del ser humano, tienes proteger la de la naturaleza. Los pueblos originarios tienen un concepto de buen vivir, del vivir bien. Esto no implica tener bien material, son necesarios, pero implica que el río esté sano, que la montaña tenga sus árboles, que la tierra tenga su descanso. Eso es lo que en qechua se llama Sumak Kawsay.

¿Y por qué esto es relevante en el momento actual que vivimos?

En el contexto actual, es fundamental incorporar en la vida de los no indígenas una buena relación con la naturaleza. Y también, una nueva relación con los pueblos originarios.

Una nueva relación con la naturaleza implica asumir el respeto de la naturaleza, el cuidado y protección de ella. Asumirla como la madre y como la hermana que hay que cuidar. Yo pensaba por ejemplo, en época de post pandemia, habría que hacer una reforma curricular para fomentar el valor y respeto por la naturaleza en todo el currículum escolar, que se tradujera en que todos los niños y niñas aprendieran a sembrar, por ejemplo. Que sepas cómo se siembra una papa. Ahora que estamos en pandemia la crisis viene muy fuerte, la pobreza y todo, pero si tu siembras un pedacito de tu jardín, pones un cilantro, pones un perejil, pones una menta, ya tienes algo ¿no? Pero lástima que la gente no sabe como se siembra, cuáles son las épocas de siembra, cómo tiene que cuidar la plantita que siembra, entonces eso se debería hacer más transversal.

Elisa Loncón compartiendo junto a Cristina Calderón, defensora de la lengua yagán @Cortesía Elisa Loncón
Elisa Loncón compartiendo junto a Cristina Calderón, defensora de la lengua yagán @Cortesía Elisa Loncón

Y para eso, Wüñol Tripantü genera el ícono que te lleva a que este es un conocimiento que no solamente le sirve a los originarios, si no que sobre todo a los no originarios. Y por otro lado, incorporar la nueva relación con los indígenas implica valorar las raíces originarias.

No puede ser que a los mapuches se les siga dañando a vista y paciencia de todo (…) Permitir la muerte del hermano es una sociedad en decadencia. Así estamos hoy día en Chile respecto al tema indígena, una sociedad en completa decadencia. A diario el gobierno está diciendo que tenemos la mesa de la unidad nacional, pero ¿han convocado a los indígenas a formar parte de esa mesa de unidad nacional?

Elisa Loncón
Elisa Loncón

Debiera ser una mesa de unidad plurinacional porque ahí estarían nuestros derechos, nuestra manera de ver el mundo y se generaría una política de la pandemia con una mirada indígena, porque hoy día se atendiendo solo la cuestión biológica de la enfermedad que produce el virus y no se están poniendo en la mesa los otros componentes de la pandemia que son la crisis ambiental, la crisis alimentaria.

Imagínate, la crisis alimentaria ¿Por qué hablo de crisis alimentaria? Porque estamos cada vez consumiendo productos transgénicos (…) La soberanía alimentaria es una necesidad no solo de los indígenas, si no que de todos los que tenemos que saber eso: que no podemos seguir dañando nuestro cuerpo con productos transgénicos ni dañando la naturaleza porque así vamos directo a la muerte.

Elisa Loncón
Elisa Loncón

En ese contexto, ojalá que esto sirva para pensar en una nueva relación epistémica con los pueblos originarios, pero una nueva relación política también, que pase por el respeto y reconocimiento de los derechos y la dignificación de esos seres humanos. Si queremos seguir viviendo, tenemos que colocar un paradigma distinto a nuestro modo de pensar y tenemos que aprender mucho de los pueblos originarios.

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