En el norte de Chile, a más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar, el viento corta las rocas de la Formación El Mono y levanta un polvo fino que parece haber permanecido ahí por siglos. En ese mismo suelo árido donde hoy apenas sobrevive la vida, un grupo de científicos encontró huellas de un mundo completamente distinto: uno donde los árboles, insectos y peces convivían en un paisaje verde y húmedo.

Foto: Cedida. Fuente La Tercera
Foto: Cedida. Fuente La Tercera

El hallazgo, publicado en la revista científica Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, reconstruye por primera vez cómo era el Desierto de Atacama durante el Triásico, hace unos 230 millones de años. El trabajo fue encabezado por un equipo internacional integrado por el paleontólogo Philippe Moisan, académico de la Universidad de Atacama; Diego Volosky, investigador de la Universidad de Jena (Alemania); junto a colegas de Chile, Argentina, Brasil y Alemania.

Lo primero es olvidar el concepto de desierto”, comentó Moisan a La Tercera, al referirse al impacto de los descubrimientos. En aquella época, dice, el norte chileno no tenía nada de árido. Era un ecosistema de lagos, vegetación abundante y fauna acuática, muy distinto al paisaje mineralizado que domina hoy.

Foto: Cedida. Fuente La Tercera
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Un regreso al pasado

La historia comenzó con una inquietud científica. En los años ochenta ya se habían descrito fósiles en esta misma formación, pero los registros quedaron dispersos, casi olvidados. Décadas después, el equipo decidió regresar. Armados con martillos geológicos y paciencia, removieron capas de roca en busca de nuevas pistas. Lo que hallaron superó sus expectativas.

Nos ha sorprendido la diversidad, y sobre todo la calidad de preservación de los fósiles. Hemos encontrado plantas, insectos completos (esto es raro en el registro fósil), peces óseos, tiburones de agua dulce, invertebrados de agua dulce”, relató Moisan. Muchos de esos ejemplares son nuevos para la ciencia o representan los primeros registros conocidos en el hemisferio sur.

Para los paleontólogos, encontrar insectos completos en el registro fósil es casi un milagro. La preservación detallada de alas y cuerpos permite reconstruir interacciones ecológicas que ocurrieron millones de años antes de que existieran los desiertos tal como los conocemos.

El estudio también permitió precisar algo clave: el Desierto de Atacama es mucho más joven de lo que se piensa. Según Moisan, su origen no supera los cinco millones de años. En el Triásico, en cambio, el paisaje era otro.

Las plantas que dominaban eran helechos con semillas, helechos, gimnospermas, equisetales. Era un ambiente muy verde con árboles, pero las plantas protagonistas eran otras, en comparación a las actuales”, explicó el investigador.

En ese entorno, los insectos y hongos cumplían un papel esencial, interactuando con la vegetación y contribuyendo al equilibrio de un ecosistema complejo. “Los insectos y hongos interactuaban con las plantas, y en las cercanías del lago también era posible encontrar dinosaurios y mamíferos primitivos”, agregó Moisan.

Estos vestigios, según el académico, son mucho más que fósiles: son fragmentos de una historia biológica que amplía el conocimiento sobre los orígenes de la vida en el hemisferio sur. “Nos muestran una diversidad de animales y plantas que no conocíamos en el registro de Chile, y en varios casos, ni siquiera en Sudamérica y el hemisferio sur”, afirmó.

Hoy, las piezas recuperadas —desde hojas fosilizadas hasta restos de peces y artrópodos— se encuentran resguardadas en la Universidad de Atacama, donde son analizadas por estudiantes de pregrado y posgrado bajo la guía de Moisan y su equipo. En paralelo, los investigadores preparan nuevas publicaciones que profundizan en la descripción de las especies encontradas.

Los próximos pasos, explica el paleontólogo, apuntan a seguir excavando y documentando el material. Con el tiempo, los fósiles pasarán a una colección permanente que se mantendrá en la región: “Los fósiles se quedan acá”, asegura. El destino más probable será el Museo Regional de Atacama, un espacio que permitirá exhibirlos al público y dar a conocer una parte poco contada de la historia natural del país.

Ilustración de portada @mauri, referencial realizada para estudio yarayara
Ilustración de Mauricio Alvarez referencial realizada para estudio que busca reconstruir cómo eran los ecosistemas vegetales antiguos de Chile, a partir de los fósiles de plantas (micro y macrofósiles) encontrados en distintas formaciones geológicas del país. DOI: https://doi.org/10.1016/j.revpalbo.2023.105014

Por último es importante que la comunidad local sienta empoderamiento de estos descubrimientos, ya que están en sus territorios y es un motivo de orgullo para una región a veces olvidada y dejada de lado y solo reconocida por el negocio minero extractivista”, enfatiza Moisan.

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