Habita en ríos oscurecidos por los sedimentos arrastrados desde la cordillera de los Andes y en lagos teñidos de marrón rojizo por la vegetación forestal en descomposición.  Por ello, es muy difícil ver a este animal en su estado natural y aun se sabe muy poco acerca de su comportamiento.

Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©Daniel Rosengren
Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©Daniel Rosengren

Hablamos del manatí amazónico (Trichechus inunguis), la más pequeña de las especies de manatíes  y la única que vive exclusivamente en agua dulce. Se puede encontrar en las aguas tranquilas de diferentes ríos y lagos de la cuenca del Amazonas, en los territorios de Brasil, Colombia, Ecuador, Venezuela, Guyana, Bolivia y Perú.

Este manatí -que puede medir hasta 3 metros de largo y pesar hasta 500 kilos- se caracteriza por poseer grandes labios móviles con cerdas rígidas y un cuerpo de color gris oscuro con manchas blanquecinas en el vientre y en el pecho. Se distingue de otros manatíes debido a que su aleta caudal es redonda, sus aletas delanteras son más alargadas y que, a diferencia de otros sirenios, no tiene uñas.

Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©Fernando Trujillo
Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©Fernando Trujillo

Son animales muy inofensivos, que suelen encontrarse en pequeños grupos de 4 a 8 animales, nadando tranquilamente entre las aguas turbias de la selva amazónica y emergiendo su cabeza cada ciertos minutos para poder respirar.

Vale decir que los manatíes amazónicos son animales mayoritariamente solitarios, donde el grupo más cercano son la madre y su cría, que permaneces dos años juntos. Sin embargo, cuando los ríos tienen menos agua durante la estación seca, grandes grupos de manatíes pueden reunirse en los lagos y zonas fluviales más profundas.

Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©YAQU PACHA E.V.
Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©YAQU PACHA E.V.

Cabe mencionar, igualmente, que la mamá y sus bebés tienen una comunicación muy particular mediante sonidos de frecuencia corta, los cuales son perceptibles al oído humano y pueden ser escuchados con facilidad si se presta atención. Es un chillido muy fuerte y agudo, como señalan los expertos, que emiten para ubicarse y mantenerse juntos.

Arquitectos de los ecosistemas acuáticos del Amazonas

Los manatíes amazónicos son los mayores mamíferos acuáticos del Amazonas y cumplen un rol fundamental al mantener el equilibrio de la vegetación de los ecosistemas en los que habita. Por ello es que su presencia dentro de los ecosistemas acuáticos es considerada como un indicador del bienestar marino y ecológico.

Esto se debe, principalmente, a la dieta que tienen estos pequeños sirenios, que son exclusivamente herbívoros y se alimentan de una gran cantidad de plantas acuáticas y semi acuáticas.

Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©Fernando Trujillo
Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©Fernando Trujillo

Gracias a la gran cantidad de vegetación que consumen diariamente, los manatíes amazónicos cumplen un rol clave al controlar a controlar el crecimiento de plantas acuáticas y con ello mantienen el delicado equilibrio de los ecosistemas acuáticos. De hecho, estudios señalan que estos mamíferos son capaces de pastar hasta 8 horas al día y pueden ingerir hasta el 15% de su propio peso corporal.

Cabe señalar, asimismo, que los periodos donde consumen más comida suelen ser aquellos cuando la temporada de lluvias va en aumento, que está relacionada directamente con el aumento de vegetación. Este periodo sirve, entre otras cosas, para que los manatíes consuman todo lo que tengan a disposición de la naturaleza y generen reservas de grasa corporal para la época del año en la que el alimento es escaso.

Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©YAQU PACHA E.V.
Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©YAQU PACHA E.V.

Por otra parte, su dieta también favorece al desarrollo del fitoplancton y zooplancton ya que sus heces y orina son muy ricas en nitrógeno, por lo que funcionan como un fertilizante natural para los ecosistemas acuáticos donde habitan.

Maternidad solitaria

Los manatíes no presentan un dimorfismo sexual marcado, no obstante, ambos sexos llegan a la madurez sexual con dimensiones corporales similares, pese a que los machos muestran una madurez sexual más tardía que las hembras. Las hembras alcanzan la madurez sexual a los 3 años y los machos a los 6 años.

Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©Daniel Rosengren | FZS Perú
Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©Daniel Rosengren | FZS Perú

La reproducción del manatí amazónico está fuertemente asociada con el ciclo hidrológico de la región, es decir, que se realiza en la temporada de inundaciones, cuando se garantiza alimento y reserva enérgica para la gestación.

Cuando comienza la época de inundaciones, que suele ocurrir entre diciembre y junio, los manatíes machos se congregan en grupos alrededor de una hembra y una vez que todos los machos logran cruzarse con ella, la hembra se queda sola para vivir el proceso de gestación.

Los manatíes amazónicos son uniparios, es decir, solo tienen una cría por embarazo. Por ello, tras un periodo de gestación de 12 a 14 meses, nace una sola cría, que permanece junto a la madre durante dos años, hasta que está suficientemente desarrollada para iniciar su vida independiente.

Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©YAQU PACHA E.V.
Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©YAQU PACHA E.V.

Como en todas las especies de manatíes y también en sus parientes más cercanos, los elefantes, las tetas están situadas entre las extremidades anteriores, debajo de cada aleta pectoral, cerca de la axila.

Amenazas y estado de conservación

Según estimula la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), existen entre 8.000 y 30.000 individuos maduros de manatí amazónico en el mundo, y se calcula que su población está en decrecimiento debido a diversos factores como la cacería, la progresiva destrucción y fragmentación de su hábitat, las capturas accidentales en las redes de pesca, el choque con embarcaciones, el comercio ilegal de crías y el cambio climático.  

Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: Bárbara Tupper
Manatí amazónico (Trichechus inunguis) en Centro de Rescate Amazónico (CREA). Créditos: Bárbara Tupper

El manatí amazónico ha sido cazado durante siglos por las poblaciones indígenas y por las comunidades ribereñas para alimentarse de su carne, razón por la cual esta especie forma parte importante de la cultura y el folklore de la región.

Sin embargo, durante el último siglo  la caza de esta especie ha ido en aumento, lo que sumado a los otros factores mencionados anteriormente, ha llevado a la reducción sostenida de sus poblaciones. Vale decir que el manatí amazónico tiene una tasa reproductiva muy baja, por lo que son extremadamente sensibles a la sobrecacería por parte de los humanos.

Otra amenaza que ha sido reportada últimamente es el uso de manatíes como mascotas o atractivo turístico, lo cual se evidencia con la llegada constante de manatíes al centro de rescate.

Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©YAQU PACHA E.V.
Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©YAQU PACHA E.V.

Por otro lado, uno de los factores principales en la reducción de las poblaciones de manatíes tiene que ver con la fragmentación de su hábitat y el cambio climático. Esto se debe a que los manatíes son especies migrantes, que requieren moverse de un lugar a otro dependiendo de la cantidad de agua que haya en los cuerpos de agua. Por ello, se ven sumamente afectados por la destrucción de los cuerpos de agua, así como por la sequía.

Cabe mencionar, asimismo, que una de las grandes amenazas que enfrenta el manatí amazónico, como señalan diversas investigaciones, es la falta de investigación en torno a su estado ecológico y sus amenazas.

Saber el estado en el que se encuentran las poblaciones de manatíes es básico para la toma de decisiones de manejo y conservación. Sin embargo, la información respecto a sus poblaciones fuera de las áreas protegidas es escasa y limitada, principalmente por las dificultades para acceder a su hábitat y su amplia distribución geográfica. Esto sumado a la turbidez de su hábitat, que es una gran limitante al momento de estudiar a estas especies.

Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©YAQU PACHA E.V.
Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©YAQU PACHA E.V.

Por lo anterior, el manatí amazónico se encuentra catalogado como “Vulnerable” (VU) por la UICN y está incluido en el Apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES). Esto significa que es una especie en peligro y está prohibida su comercialización.

Asimismo, está incluido en el Apéndice II de la Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias de Animales Silvestres (CMS). Es decir, pertenece a las especies que requieren de cooperación internacional para garantizar su conservación.

Por lo tanto, se prohíbe la extracción, procesamiento y comercialización con fines de consumo humano y/o para mantenimiento de ejemplares vivos en cautiverio y cualquier otro fin. Y también mantener en cautiverio, a menos que provengan de acciones de rescate, decomiso y captura incidental, solo así puede mantenerse en cautiverio de manera temporal, hasta su recuperación.

Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: Bárbara Tupper
Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: Bárbara Tupper

Los manatíes y el origen del mito de las sirenas

Los manatíes amazónicos pertenecen a los sirenios, un orden de mamíferos placentarios que, junto a los cetáceos, son los únicos mamíferos adaptados completamente a la vida acuática. Asimismo, son los únicos mamíferos marinos herbívoros, razón por la cual son llamados comúnmente como «vacas marinas».

Los sirenios, además, son conocidos por ser el origen de muchos mitos y leyendas del mundo entero relacionados con las sirenas. Esto se debe a que, gracias a su gran tamaño y sus características físicas, muchos navegantes han llegado a confundirlos con seres humanos.

Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©Centro de Rescate Amazónico (CREA)
Manatí amazónico (Trichechus inunguis). Créditos: ©Centro de Rescate Amazónico (CREA)

El mejor ejemplo de ello es el de Cristóbal Colón, que en su primer viaje a las Américas pudo «ver» tres sirenas desde la proa de su barco. Así lo reflejó en su diario: «Cuando el Almirante iba a Río del Oro dijo que vio tres sirenas surgiendo del agua, pero no eran tan hermosas como dicen, pues sus rostros tenían rasgos masculinos».

Por otro lado, los dugongos, otra de las familias pertenecientes al orden de los sirenios, también están muy presentes en las leyendas. De hecho, en 1959 en Malasia se descubrieron representaciones de 3000 años de antigüedad en la que aparecían estos animales. Vale decir que dugongo en malayo significa “sirena”.

Por último en Palaos, una nación del Pacífico que se extiende por 340 islas, los dugongos son protagonistas de muchas ceremonias y tradiciones: sus habitantes sienten un gran respeto por los dugongos y creen que estos fueron una vez humanos.

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